Yo soy Rufo...y no me entrego - Ricardo Perdomo

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Ampliada y corregida por el autor

Yo soy Rufo...y no me entrego - Ricardo Perdomo



N A R C O C A P I T A L I S M O

 N A R C O   C A P I T A L I S M O



Más allá de las cada vez más claras incidencias del narcotráfico en los distintos estratos del Estado, hay que mirar el bosque.

El narcotráfico es un negocio sumamente rentable ocupando el cuarto lugar mundial en movimiento de dinero, generando ganancias anuales por un total de 650.000 millones de dólares. Es, por lo tanto, una exitosa multinacional, es capitalismo puro, crudo y sin disfraz. Los narcotraficantes poseen todos los elementos del mercado, como cualquier multinacional, es decir: producción, distribución y consumo. Para que tengamos una idea clara comparémoslo con la suma de facturación anual de los 20 clubes de fútbol más grandes del mundo, que alcanza los 16.700 millones de dólares.

Es cierto que el narcotráfico genera muertes (se estima en medio millón de personas que mueren anualmente a causa del consumo de drogas), pero esta es una fracción muy menor a las muertes causadas por el sistema capitalista en su totalidad. En 2020, por ejemplo, debido a las guerras fallecieron 50.000 personas; pero lo más horroroso, lo más criminal de este sistema corrupto son los ocho millones setecientos sesenta mil personas  que mueren por año de hambre en el mundo a consecuencia de este sistema apoyado en la explotación del hombre por el hombre y con el lucro como su valor principal. 

Según el último informe de las Naciones Unidas, las personas que padecen hambre en el mundo son 828 millones, lo que significa un incremento de 46 millones respecto al año anterior. El sistema capitalista en su totalidad con narcotráfico incluido es, por lo tanto, un sistema corrupto, injusto y criminal.

Sumemos a esto la destrucción sistemática de la naturaleza, la tala de bosques, la contaminación del agua de ríos y océanos en el afán de buscar el incremento del lucro, cueste lo que cueste, aunque el resultado final sea la extinción de nuestra especie arrastrando al mismo fin un incontable número de otras especies, las que pagarán las consecuencias de nuestra irresponsabilidad.

Preferimos afilar el hacha: optamos por gastar la vida en pos de talar el bosque, es decir el capitalismo.

Es y será una peripecia muy larga con avances y retrocesos, sufrimientos y derrotas, pero es la única salida de este laberinto de muerte, explotación y destrucción en el que nos tienen prisioneros las burguesías mundiales.

Los deportistas para obtener buenos resultados requieren  planes de acumulación de  fuerzas basados en una buena alimentación y desarrollo de la musculatura necesaria, invirtiendo horas y horas de sacrificio en rigurosos entrenamientos.

Los pueblos, para poder avanzar, deben recorrer procesos similares de acumulación. Deben desarrollar conciencia, unidad y organización.

El trampero de la burguesía, la vidriera del Parlamento como lugar de resolverlo todo, actúa de “achanchadero” de otrora luchadores sociales, con el perverso efecto desmovilizador de las fuerzas populares.

Sólo el movimiento social puede garantizar la realización de cambios profundos, según el momento será más o menos combativo, otras veces le tocará actuar de aguijón picaneando gobiernos progresistas que en la práctica han demostrado que terminaron maquillando el sistema, abriendo paso al desencanto y el retorno al gobierno de lo más retrogrado de las burguesías latinoamericanas.

La garantía será siempre pueblo organizado y movilizado. Le toca hoy desarrollar musculatura construyendo paso a paso intersociales que unifiquen todo el campo popular aunando las luchas rurales y urbanas.

Se te extraña viejo Artigas, se extraña tu vigencia en la memorable frase: “Nada debemos esperar sino de nosotros mismos”…


ESTEBAN PÉREZ