Guerra…, ¿o terrorismo de estado?
En esta nota voy
a cambiar la actitud impersonal y objetiva que he tratado de mantener en mis
escritos anteriores. Voy a escribir en primera persona y a referirme a
cuestiones personales.
Muy recientemente, dos compañeros a los que aprecio reaccionaron ante una
crítica mía a un escrito en el Facebook del segundo de ellos tratándome el
primero de “alcahuete” y “foca tapada” y el otro denunciándome por presuntas
ilicitudes. Este último tiene en las redes sociales un grupo de adherentes que
hasta lo califica literalmente de “ídolo”.
Preferimos no agredir con pullas indignas al congénere
que se sabe que no va a responder con
las mismas, y dejar los insultos, si es que alguna vez se utilizan, para el
contacto personal, donde se necesita más del valor que el que se limita a
oprimir el teclado de un celular o de una computadora amparándose detrás del Facebook, por ejemplo. Tampoco creemos en los “batidores” y estimamos que las denuncias hay que realizarlas de tres maneras:
1 En la seccional policial más cercana
2 En el juzgado penal correspondiente
3 En forma personal
Para las dos primeras, creo que se necesitarían pruebas, aunque no somos
expertos, pero para la tercera se necesitan otra clase de elementos
probatorios.
Si es que la intención era apenarme, puedo decir que fue completamente lograda.
A mí me gustaría estar de acuerdo con lo que afirma quien escribió esas líneas,
pero lamentablemente éstas contienen los siguientes errores, que no puedo dejar
de señalar:
1. El robo de armas del club Tiro Suizo no fue en el 1962, sino en el 1963
2. En esa época el MLN-Tupamaros no existía, pues fue fundado en 1965. Los que
realizaron la acción del Tiro Suizo fueron los Tupamaros del Coordinador, que
sí existía en 1963 abarcando a todos los movimientos representados en los
medios por el diario Época, y puestos fuera de la ley por Pacheco en 1967 al
asumir la presidencia cuando la muerte del presidente electo (Óscar Diego )Gestido.
3. Ese robo fue un escruche, es decir un robo sin presencia del objeto, o sea
que ni siquiera fue un asalto, como por ejemplo el asalto al cuartel Moncada, en Cuba o ni siquiera una rapiña común.
4. Mal pudo entonces declarar ninguna guerra un MLN-T que no existía entonces.
5. Está demostrado, y esto es fundamental para rebatir la teoría de los dos
demonios, que no existió ninguna guerra, sino terrorismo de estado ejercido por
las fuerzas represivas contra todos los sectores populares como socialistas,
anarquistas, comunistas, maoístas, guevaristas, cristianos de izquierda, y aun
sindicatos, cosa que está claramente demostrada en la Investigación Histórica
sobre Dictadura y Terrorismo de Estado, obra dirigida y editada por la
Universidad de la República, que está al alcance de todo público, por ejemplo
en internet y en bibliotecas públicas. Esta obra es exhaustiva y abarca tres
gruesos volúmenes totalmente fundamentados por sus autores.
Los compañeros agresores pueden contar en este caso con mi defensa a todo
precio por su derecho a expresar sus ideas, aunque yo discrepe con ellas, y
asimismo con mi sangre ya sea para defender este su derecho como literalmente
en el caso de una emergencia. Ellos lo merecen porque fueron de aquellos que
reaccionaron frente a la dictadura legal de Pacheco Areco por medio de lo único
posible en ese caso: la resistencia activa. Solamente la brutal torpeza
política del ex boxeador pudo causar el reclutamiento masivo que tuvieron todos
los movimientos de acción directa, en particular el mayor de ellos, el MLN-T.
Cualquier otro político con una cierta dosis de olfato habría negociado
cambiando armas por retorno a plenas libertades constitucionales, eliminación
de las Medidas Prontas de Seguridad y otras medidas represivas y habría
obligado a dichos movimientos a hacer concesiones, puesto que su reclutamiento
provino de esos años en más del 90%.
Aun las Naciones Unidas reconocen el derecho de los pueblos bajo ocupación de
resistir con todos los medios a su alcance. En el caso de una dictadura, aunque
ésta sea constitucional, también lo único posible para los seres humanos con
dignidad, es resistir, no tolerar la opresión.
Recordemos, por ejemplo, que el gobierno nazi de Alemania de la década del ´30 hasta
su caída en el ´45 fue constitucional y legal, aunque arrasó los derechos
humanos de minorías importantes como socialistas, gitanos, judíos y eslavos,
llegando hasta la exterminación en masa de éstos en horrendos campos de
concentración y exterminio.
Mi vida y la de otros compañeros estaba en manos de ellos, así como la de
muchos otros en mis manos y dependía de mi silencio, así como mi vida del suyo.
Por eso sigo sosteniendo mi respeto y mi
cariño por ellos. Tampoco soy Jesús, para poner la otra mejilla; podemos llegar
a las manos si se cuadra en alguna circunstancia, sin que esto, sin embargo,
tenga que empañar el respeto y el cariño mencionados antes.
Pero no creo, sin embargo, que mi discrepancia con el escrito de ese compañero sea
la causa profunda de los epítetos y ataques de ellos contra mi persona.
Ésta es poco importante en un contexto fundamentalmente esencial; tampoco creo que
justifique su saña irracional.
Afirmar que hubo guerra es inscribirse en la línea de la nefasta teoría de los
dos demonios, que es esgrimida por los milicos criminales para justificar sus transgresiones
horrendas, las violaciones, torturas, ejecuciones de gente indefensa, el robo
de niños pequeños, las desapariciones dejando a los familiares sumidos en la
desesperanza y la incertidumbre…todo esto amparados por todo el poder económico
y material del estado y recibiendo sueldos jugosos por realizarlas, frente a
una generación joven de idealistas que luchaban a riesgo de su libertad, sus
bienes materiales y hasta su vida y que, de hecho, pagaron con tortura, prisión y ostracismo el
pecado y la osadía de enfrentarse a la opresión.
No hay guerra por la sola voluntad de un grupo limitado, aunque la hubiera
declarado voluntariamente, cosa que hasta es muy discutible. Es lo mismo que
decir que haya habido guerra entre la poderosa maquinaria bélica de los nazis y
los judíos, por más que un grupo de éstos haya tratado infructuosamente de
defenderse, por ejemplo, en el Gueto de Varsovia; fue exterminio, holocausto,
igual que lo que hicieron las bárbaras hordas militares que arremetieron contra
las organizaciones populares antes y durante la dictadura que sufrió nuestro
pueblo.
Pero la cuestión penetra aun más profundamente: mi criterio sigue siendo el de
considerar enemigos fundamentales de los movimientos populares a la oligarquía,
aliada del imperialismo y a su brazo armado, las fuerzas represivas que son las
que defienden los privilegios de la primera en última instancia, tal como lo
declaró Mujica en su defensa en un discurso pronunciado en Durazno hace unos años.
Si bien estoy en desacuerdo con el frenteamplismo, más con sus gobiernos que
con su fuerza política, considero que es fundamental enfilar la artillería
contra el enemigo principal dejando para aquel la retórica secundaria.
En todas las publicaciones(blogs) que edito pienso mantener este criterio; no
voy a seleccionar notas que elogien a los militares, ni siquiera por saña
contra el frenteamplismo. Los hoplitas tienen no sólo prensa apologética de sobra, sino que siguen contando con el apoyo del estado y con las rapiñadas durante la dictadura marina mercante, parques nacionales, meteorología y aviación civil sin que ningún gobierno se las haya cuestionado, así que de lo que se trata en medios sociales populares es de lo contrario, o sea de aclarar su rol antipopular y sus crímenes en defensa de los privilegiados de la sociedad.
He leído últimamente argumentos contra la campaña por el desafuero del ex comandante en jefe del ejército, Guido Manini Ríos. Sin embargo, este pedido se refiere nada menos que a que este militar ocultó a la justicia las declaraciones de José Nino Gavazzo sobre la tortura y la desaparición de Roberto Gomensoro, mutilado y lanzado al embalse de la represa de Rincón del Bonete, que es una cuestión importante.
Los argumentos de que el movimiento popular contra la impunidad está siendo
utilizado por la fuerza política frenteamplista puede ser fácilmente revertido;
¿no será posible y legítimo utilizar a ésta para apoyar la lucha por
justicia y memoria?
Ricardo Ferré
Setiembre de 2020
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