Diez tesis en torno a la caída de Dilma y lo que se viene


Diez tesis en torno a la caída de Dilma y lo que se viene

Marcelo Marchese


06.09.2016
Todo parece indicar que el ciclo progresista pasará a cuarteles de invierno. La explicación más dogmática sobre este asunto informa que los progresismos caen por obra del desgaste que llevan a cabo las oligarquías y acaso esta visión admita que el descenso del precio de las commodities incida en el proceso. Sin embargo, aunque los dos hechos señalados sean ciertos, no explican en absoluto el fenómeno.


1- Por los mecanismos que fuere, los progresismos pierden el poder porque pierden el respaldo popular y si pierden respaldo popular es porque no hicieron lo suficiente para ganarse ese respaldo. Ejercer el gobierno no necesariamente desgasta; si uno atiende las necesidades de vastos sectores populares, lejos de desgastarse, amplía sus espacios de poder. El error capital de los progresismos fue no pensar un modelo alternativo y apostar a la magia del capital extranjero con la peregrina ilusión de que éste generaría un encadenamiento productivo, lo cual no ha sucedido y en cambio el desembarco de capitales extranjeros ha generado una mayor fuga de capitales y ha acentuado el carácter agrario y extractivista de nuestras economías, lo que lleva a un ensanchamiento de la brecha que nos separa de los países más desarrollados. El progresismo paga las consecuencias de apostarlo todo al pleno de las commodities y las ilusorias ventajas de la inversión extranjera, apuesta que implica una supina ignorancia de la historia económica del continente (el desprecio, o la ignorancia radical de la historia es una característica sobresaliente de los progresismos).

2- El segundo error capital de los progresismos ha sido pensar la política como administradores y no como políticos. No se apostó a la ciudadanía, no se elaboró un modelo a partir del debate social ni se pretendió implementarlo con respaldo ciudadano. No se utilizó el gobierno como usina de pensamiento ni se estimuló la crítica y el debate. No hubo una apuesta a la política; se apostó a llevar a cabo una administración más o menos eficiente (ineficiente), que incluyera asignaciones a los sectores más sumergidos derivando parte de los ingresos aportados por el alza de los precios de las commodities, pero sin pretender transformar nuestras estructuras productivas, sin pensar siquiera, en países de economía agraria, en meter mano a la concentración escandalosa de la propiedad privada de la tierra y sin apostar, en países que deben dar el salto productivo, a la investigación para el desarrollo.

3- El progresismo no ha logrado, ni ha intentado, salir del círculo vicioso del maniqueísmo. Si en un régimen enemigo se violan los DDHH, ahí va el maniqueo denunciando la violación de los DDHH por parte de la derecha; pero si en un régimen amigo se violan los DDHH, el maniqueo pone cara de sapo o acusa a los mass media de propalar mentiras. Si la derecha da un golpe de Estado, se rasga el maniqueo las vestiduras en defensa de la legalidad; si la izquierda da un golpe de Estado, el maniqueo dice que el golpe de estado en realidad no es un golpe de estado. De verdad que importa saber si lo sucedido en Brasil fue un golpe de estado, pues si la destitución de Dilma se llevó a cabo violando la legalidad, el perjuicio puede ser mucho mayor que el perjuicio generado por la caída de un eventual buen gobernante. Si la destitución fue llevada a cabo por medios ilegítimos, lo grave sería el respaldo de la población a esa medida ilegítima, el respaldo o la anuencia ante el desprecio a la institucionalidad. Que el PT ha perdido respaldo social no lo niega nadie y el hecho de que necesitara aliarse para ganar las elecciones con el presidente "golpista", es una prueba suplementaria. Ahora bien, lo que explica los hechos no es que la derecha violara la legalidad (cosa que para afirmar habría que estudiar la Constitución brasilera) lo que explica los hechos es que el PT, por su gestión, por su corrupción, por hacer desde el gobierno precisamente aquello que criticara cuando era oposición, perdió el respaldo de su gente y cuando se pierde el respaldo, un empujón, legal o ilegal, te manda a la lona. Centrar el debate en si hubo o no golpe es una estrategia maniquea que impide sacar conclusiones de esta experiencia. Obedece a una cobardía intelectual propia del maniqueísmo. Es fácil acusar al otro, al Mal, de hacer maldades, pues eso te exime de estudiar la riqueza de la vida y analizar tus propias macanas. El gobierno de Dilma cae pues hace años la gestión del PT abrió una brecha entre el PT y la base social que apoyaba al PT.

4- No hay un apoyo masivo a Dilma pues el pueblo brasilero cree que o bien metió la mano en la lata, o que permitió que otros metieran la mano en la lata, o que mandó fondos de un lado para otro para adornar los números, o que permitió que las petroleras financiaran su campaña o en síntesis, que la clase política gobernante es cualquier cosa menos cristalina ¿Eso significa que apoyen a Temer? En absoluto y apenas fue nombrado en un estadio olímpico fue recibido por una silbatina. Acaso la corrupción fuera tolerable en años de vacas gordas, pero pasa a ser un asunto muy sensible en años de vacas flacas y si en el período de vacas gordas no intentaste cambiar la estructura productiva y no estimulaste la participación ciudadana, no estimulaste los valores republicanos ni apostaste a transformar la educación, pagás las consecuencias por tu negligencia.

5- ¿Si no apoyan a Dilma ni apoyan a Temer, en qué andan? He ahí el enigma ¿en qué andan los brasileros? ¿qué caminos tomarán y qué incidencia tendrán los sin tierra, los sin techo, movimientos como el del pase libre en el transporte y en qué pensarán los demás brasileros? ¿y en qué andará el pueblo uruguayo? Según latinobarómetro sólo un 32% de los brasileros apoya a la democracia. Parece ser que nosotros estamos mejor, pues la democracia obtiene aquí un apoyo de un 68%, pero no nos alegremos por eso (68% en descenso no da para hacer ninguna fiesta) pues la demanda de mano dura en Uruguay alcanza a un 71% de los compatriotas y "ante la disyuntiva de vivir en una sociedad ordenada aunque se limiten libertades o libre a pesar de que haya algún desorden, el 58% de los uruguayos consultados prefirieron el orden, mientras que el 39 se inclinó por la libertad", y parece ser que "un 41% de los uruguayos está de acuerdo con un gobierno autoritario si resuelve los problemas"".

6- No necesariamente el poco respaldo determina la caída de un gobierno, pues para que caiga un gobierno debe haber alguien interesado en hacerlo caer y con fuerzas para hacerlo caer, así que el actual gobierno se podrá mantener sin un gran respaldo, en tanto no exista una oposición poderosa y ese respaldo, poco o mucho que ahora tenga, con el tiempo, cuando vuelva a hacer más de lo mismo, lo perderá y entonces ese gobierno caerá y será suplantado por otro que al tiempo también caerá, cuando haga más de lo mismo y así seguiremos agarrados a este péndulo desquiciante por el cual creemos que cambiamos de perro cuando sólo cambiamos de collar.

7- Mientras seguimos agarrados como garrapatas al péndulo para que, en función de su movimiento oscilante, podamos cambiarle el collar al perro, por debajo nuestro y por encima nuestro y al este y el oeste y en todas las diagonales posibles, se operan cambios siniestros y si alguna duda cabe, ahí está ese 58% que cambia libertad por seguridad y ese flaco 39% que prefiere la libertad ¡La libertad, nada menos! Ni me imagino qué pasaría si se preguntara ¿qué importancia le da usted a la fraternidad y cuánta fraternidad enviaría al tacho a cambio de seguridad? Si se preguntara por la igualdad, el deseo de igualdad no dudo que sería mayoritario aunque se juzgara imposible. Se supone que nuestro sistema político se sustenta en los principios de libertad, igualdad y fraternidad, pero si esos principios se desprestigian, un nuevo ordenamiento político nacerá en función de los nuevos principios sociales. Ese nuevo ordenamiento responderá a los cambios culturales, a los cambios que se vienen dando "naturalmente" digamos, pero habría que advertir, a fuer de ser considerado conspiranoico, que ciertas fuerzas hacen lo imposible por coadyuvar a esos cambios "naturales". Si la gente cambia alegremente libertad por seguridad, me conviene alimentar lo imposible la inseguridad si luego me beneficio por la pérdida de libertad. Hace cien años no necesitábamos una cédula para cruzar una frontera y hoy le agregan un microchip, te sacan una foto, te registran la huella dactilar, saben qué comprás, dónde comprás, cuánto comprás, las cámaras te vigilan casi que hasta en el baño y estos cambios, este control resultado del miedo, vivió un punto de inflexión a partir del oscuro asunto de la caída de Las torres gemelas, que, o fue una maniobra interna, o fue una maniobra externa que los servicios de seguridad dejaron arteramente que se llevara a cabo, pues a partir de ese atentado o autoatentado, los EEUU y sus aliados cerraron filas para llevar a cabo su estrategia imperial. En tanto las empresas de seguridad y las empresas que venden armamentos se forran de guita, nosotros (o el miedo que construye rejas, alarmas y muros) nos alejamos prudentemente unos de otros, con el obvio debilitamiento del tejido social y de paso entregamos las libertades que fuere en aras de la seguridad en un mundo donde los malos, sean los musulmanes, sean los rastrillos, sean los zombis, parecen ser una fuerza incontrolable.

8- Pero el panorama es aún más siniestro, pues mientras nos mantenemos agarrados al péndulo por miedo a dar el salto, permitimos que la República se haga pedazos lenta pero inexorablemente. Erosionamos, a partir de demandas de dudosas ongs de dudoso financiamiento y de dudosa importación ideológica, el principio de la igualdad de los ciudadanos ante la ley y como si esta erosión no fuera suficiente, permitimos que vengan empresas, las grandes empresas que se convierten en los grandes latifundistas, a hacer lo que les plazca pero sin tributar como el resto de los ciudadanos. Mientras tanto, el secretismo se convierte en práctica de gobierno, se inician conversaciones como el TISA sin decirle nada a nadie o se pactan acuerdos secretos con Montes del Plata o se ocultan informes de la OSE que hablan del verdadero estado del agua que consumimos. Cuando nos conviene, sea por la eventual aclaración de los crímenes cometidos hace cuarenta años, sea por el diferendo con un país cercano, apelamos a las instancias judiciales supranacionales, o anacionales, las que ineluctablemente ocuparán el espacio de toma de decisiones que antes eran atributo de las naciones. Sumado a esto, el desequilibrio de poderes se acentúa y el poder ejecutivo pretende ejercer un mayor control sobre el poder judicial y allí donde surge un fiscal o juez díscolo, se lo amonesta de tal manera de bajarle los humos a él o ella y a todos los demás que aguardan expectantes y en cuanto al delicado asunto de la educación de la República, se desplazan las humanidades en aras de la enseñanza de ciencias y tecnologías, al tiempo que la investigaciones universitarias giran en la órbita del interés del capital.

9- En suma, los ordenamientos institucionales a la postre son resultado de un conjunto de factores donde incide una tradición cultural y la fuerza que dicha tradición tenga entre los hombres. Si la tradición republicana es erosionada, si además la gente está dispuesta a cambiar libertad por control y darle el poder a un tirano para que resuelva los problemas y si las humanidades son desplazadas de los ámbitos educativos, tarde o temprano vendrá un nuevo ordenamiento institucional que se ajuste a la nueva realidad.

10- ¿Podemos evitar el desastre? ¿Qué hacer ante esta situación? No sé si podemos evitar el desastre o si sólo podemos demorar su advenimiento. Sigmund Freud decía que "La voz del intelecto es acallada, pero no ceja hasta conquistar una audiencia, y, en última instancia, después de interminables repudios, consigue su objetivo. Es éste uno de los pocos aspectos en los que cabe un cierto optimismo sobre el futuro de la humanidad" . La frase es elocuente y compartible, es decir, comparto tanto su esperanza como su temor. ¿Qué hacer? Si nos hemos dedicado a ser espectadores de la administración de un modelo impuesto desde fuera, llegó la hora de pensar un nuevo modelo para nuestro beneficio. La voz del intelecto no debe ser acallada, pero estamos recién en los prolegómenos de la voz del intelecto. UPM dice que invertirá 4.000 millones de dólares en nosotros, y el gobierno repite exultante que habrá 4.000 millones que significarán trabajo para los uruguayos y no se dice que con suerte los finlandeses invertirán 1.000 millones acá, y los otros 3.000 millones son los cachos de maquinaria que traerán desde allá, dando 3.000 millones de trabajo allá. Tamaño bagallo propagandístico ha pasado de contrabando y casi casi que todos hicimos mutis por el foro. El gobierno invertirá (pedirá prestados) 1.000 millones para arreglar puerto, trenes y carreteras destruídas por el trasiego constante de toneladas de eucaliptus, es decir, invertirá 1.000 millones para la mayor gloria de UPM, y a nadie, o casi casi nadie, se le ocurrió preguntar si no podríamos hacer algo más útil para nuestro desarrollo económico con esos 1.000 millones. Si hubiera alguna posibilidad de frenar el desastre, esa posibilidad necesita como condición sine qua nonpensar, largarse a pensar, debatir, animarse a debatir, dudar, animarse a dudar, confiar, animarse a creer que existe la verdad y ocupar nuestro rol como ciudadanos y cumplir nuestro deber como ciudadanos y tirar por la borda el cobarde pensamiento maniqueo y acto seguido agarrar ese péndulo y hacerlo trizas, pues mientras seguimos agarrados a él, por debajo nuestro y por encima nuestro y al este y el oeste y en todas las diagonales posibles, se aproxima el fuego del desastre.
Fuente: http://www.uypress.net



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