S O M O S L O S M I L I C O S

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El asunto de los allanamientos nocturnos trajo a mi memoria una anécdota vivida en el año 72 en el Cuartel del km. 14 de Camino Maldonado; en ese entonces había más presos políticos que militares y todos fuimos sometidos a los eufemísticamente llamados “interrogatorios exhaustivos”. Un compañero al segundo día de tormentos increpó a un oficial diciéndole: “esto es inconstitucional, a las 48 hs. debo pasar a juez”. Entonces el oficial, como respuesta, lo planchó de una piña diciéndole mientras se tocaba el uniforme: “la Constitución somos nosotros los milicos” y de hecho a la vista estaba…

El Ministerio del Interior cuenta actualmente con más que suficientes recursos humanos y técnicos como para bloquear un área durante una noche entera, al alba despertar a los moradores de determinada vivienda y con orden de allanamiento en mano, proceder según manda la Constitución y la Ley.

Uno se vuelve desconfiado y se pregunta por qué tanta insistencia en intentar alterar uno de los pilares sagrados de nuestra constitución (artículo 11). La enseñanza que nos deja la historia contemporánea de América Latina y de nuestro país en particular, es la sucesión de violaciones de la constitución cada vez que las oligarquías criollas, al ver en riesgo sus privilegios, necesitaron desarticular los movimientos populares y profundizar la explotación de los trabajadores (a costa de los salarios y derechos adquiridos), para evitar que resistan.

Siempre se comienza, por ejemplo, con medidas prontas de seguridad y votando leyes tipo estado de guerra para deslizarse hacia un golpe de estado echando mano a la fiera  (fuerzas armadas) que tienen en reserva, largándola sobre los pueblos indefensos, contra trabajadores y estudiantes y todo aquel que reclame por libertad y democracia aunque hayan votado esas mismas leyes, como le ocurrió a Wilson Ferreira.

Tenemos suficientemente claro en el lomo que “la Constitución somos los milicos” como para ser tan ingenuos de pensar que alcanza con la Constitución para frenar las dictaduras o como para no ver que haciendo un chicle con ella se la pueda estirar para dar “golpes democráticos” como sucedió, por ejemplo, en Paraguay, Brasil y Bolivia y están también intentando generar condiciones para ello en Perú.

Cuando a la oligarquía le urja volverá a patear puertas de día o de noche, con ley o sin ella.

Eso es inevitable, salvo que los movimientos populares encuentren las formas y los métodos  para frenarlos.

Mientras tanto no hay que dárselas en bandejas, no hay que apoyarle leyes que terminan volviéndose en contra de luchadores sociales y militantes sindicales.

Cuando quieran pasarle por arriba al pueblo que tengan que sacarse la careta formal de ”demócratas” y muestren su verdadera cara que es el fascismo como expresión ideológica de la burguesía.


ESTEBAN PÉREZ