QUERIDA ROSA...

 El asesinato de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, 

hubo una vez una revolución en Alemania

David Arrabalí 

Fuentes: Mundo Obrero

La noche del 15 de enero de 1919 en Berlín, fue detenida Rosa Luxemburgo: una mujer indefensa con cabellos grises, demacrada y exhausta. Una mujer mayor, que aparentaba mucho más de los 48 años que tenía. Uno de los soldados que la rodeaban, le obligó a seguir a empujones, y la multitud burlona y llena […]

La noche del 15 de enero de 1919 en Berlín, fue detenida Rosa Luxemburgo: una mujer indefensa con cabellos grises, demacrada y exhausta. Una mujer mayor, que aparentaba mucho más de los 48 años que tenía.

Uno de los soldados que la rodeaban, le obligó a seguir a empujones, y la multitud burlona y llena de odio que se agolpaba en el vestíbulo del Hotel Eden le saludó con insultos. Ella alzó su frente ante la multitud y miró a los soldados y a los huéspedes del hotel que se mofaban de ella con sus ojos negros y orgullosos. Y aquellos hombres en sus uniformes desiguales, soldados de la nueva unidad de las tropas de asalto, se sintieron ofendidos por la mirada desdeñosa y casi compasiva de Rosa Luxemburgo, «la rosa roja», «la judía».

Le insultaron: «Rosita, ahí viene la vieja puta». Ellos odiaban todo lo que esta mujer había representado en Alemania durante dos décadas: la firme creencia en la idea del socialismo, el feminismo, el antimilitarismo y la oposición a la guerra, que ellos habían perdido en noviembre de 1918. En los días previos los soldados habían aplastado el levantamiento de trabajadores en Berlín. Ahora ellos eran los amos. Y Rosa les había desafiado en su último artículo:

«¡El orden reina en Berlín! ¡Ah! ¡Estúpidos e insensatos verdugos! No os dais cuenta de que vuestro orden está levantado sobre arena. La revolución se erguirá mañana con su victoria y el terror asomará en vuestros rostros al oírle anunciar con todas sus trompetas: ¡Yo fui, yo soy, yo seré!».

La empujaron y golpearon. Rosa se levantó. Para entonces casi habían alcanzado la puerta trasera del hotel. Fuera esperaba un coche lleno de soldados, quienes, según le habían comunicado, la conducirían a la prisión. Pero uno de los soldados se fue hacia ella levantando su arma y le golpeó en la cabeza con la culata. Ella cayó al suelo. El soldado le propinó un segundo golpe en la sien.

El hombre se llamaba Runge. El rostro de Rosa Luxemburgo chorreaba sangre. Runge obedecía órdenes cuando golpeó a Rosa Luxemburgo. Poco antes él había derribado a Karl Liebknecht con la culata de su fusil. También a él le habían arrastrado por el vestíbulo del Hotel Eden.

Los soldados levantaron el cuerpo de Rosa. La sangre brotaba de su boca y nariz. La llevaron al vehículo. Sentaron a Rosa entre los dos soldados en el asiento de atrás. Hacía poco que el coche había arrancado cuando le dispararon un tiro a quemarropa. Se pudo escuchar en el hotel.

La noche del 15 de enero de 1919 los hombres del cuerpo de asalto asesinaron a Rosa Luxemburgo. Arrojaron su cadáver desde un puente al canal. Al día siguiente todo Berlín sabía ya que la mujer que en los últimos veinte años había desafiado a todos los poderosos y que había cautivado a los asistentes de innumerables asambleas, estaba muerta. Mientras se buscaba su cadáver, un Bertold Brecht de 21 años escribía:

La Rosa roja ahora también ha desaparecido.
Dónde se encuentra es desconocido.
Porque ella a los pobres la verdad ha dicho
Los ricos del mundo la han extinguido.

Pocos meses después, el 31 de mayo de 1919, se encontró el cuerpo de una mujer junto a una esclusa del canal. Se podía reconocer los guantes de Rosa Luxemburgo, parte de su vestido, un pendiente de oro. Pero la cara era irreconocible, ya que el cuerpo hacía tiempo que estaba podrido. Fue identificada y se le enterró el 13 de junio.

En el año 1962, 43 años después de su muerte, el Gobierno Federal alemán declaró que su asesinato había sido una «ejecución acorde con la ley marcial». Hace sólo nueve años que una investigación oficial concluyó que las tropas de asalto, que habían recibido órdenes y dinero de los gobernantes socialdemócratas, fueron los autores materiales de su muerte y la de Karl Liebknecht.

Aniversario del asesinato de la luchadora social alemana Rosa Luxemburgo

Miles de personas participaran en la marcha en homenaje a Rosa Luxemburgo, la «Rosa Roja», en Berlín

David Arrabalí. Mundo Obrero

El mes de enero suele ser una de las fechas más esperanzadoras para todos aquellos alemanes que aún creen en una alternativa izquierdista al actual sistema neoliberal. Hasta el próximo 15 enero se celebrará la ya tradicional conferencia internacional «Rosa Luxemburg» que finalizará con la manifestación que ese día recorrerá, en honor de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, las calles de Berlín camino del «cementerio de los socialistas».

Esta manifestación a la que en año pasado asistieron cien mil personas, junto con la Conferencia organizada por el diario izquierdista Junge Welt, se celebra cada año con motivo del asesinato, el 15 enero de 1919, de la luchadora social alemana, de origen polaco, Rosa Luxemburgo, figura central del socialismo internacional revolucionario y fundadora del Partido Comunista Alemán (KPD), partido político ilegalizado por el gobierno alemán y prohibido en la actualidad en ese país.

Rosa Luxemburgo fue asesinada por las tropas de asalto al servicio de la socialdemocracia. Junto a ella murió su camarada Karl Liebknecht. Nació el 5 de marzo de 1871. Mucha gente sigue la tradición de la Alemania oriental de asistir a la manifestación para recordarla, su respeto lo demuestran depositando claveles rojos en el monumento dedicado a la «Rosa Roja» y a los socialistas y comunistas que trabajaron por un mundo mejor.

Aniversario del asesinato de la luchadora social alemana Rosa Luxemburgo

La actualidad del pensamiento de Rosa Luxemburgo

David Arrabalí. Mundo Obrero

«Qué extraordinario es el tiempo que vivimos», escribía Rosa Luxemburgo en 1906. «Extraordinario tiempo que propone problemas enormes y espolea el pensamiento, que suscita la crítica, la ironía y la profundidad, que estimula las pasiones y, ante todo, un tiempo fructífero, preñado».

Rosa Luxemburgo vivió y murió en un tiempo de transición, como el nuestro, en el que un mundo viejo se hundía y otro surgía de los escombros de la guerra. Sus compañeros intentaron construir el socialismo, sus asesinos y enemigos ayudaron a Adolf Hitler a subir al poder.

Hoy, cuando el capitalismo demuestra una vez más que la guerra no es un accidente, sino una parte irrenunciable de su estrategia. Cuando los partidos y organizaciones «tradicionales» se ven en la obligación de cuestionar sus formas de actuar ante el abandono de las masas. Cuando la izquierda transformadora aboga exclusivamente por el parlamentarismo como vía para el cambio social. Cuando nos encontramos ante una enorme crisis del modelo de democracia representativa y los argumentos políticos se reducen al «voto útil».

Hoy, decimos, Rosa Luxemburgo se convierte en referente indispensable en los grandes debates de la izquierda. No es sino su voz la que se escucha bajo el lema, aparentemente novedoso: «Otro mundo es posible». Ella lo formuló con un poco más de urgencia: «Socialismo o barbarie».

Su pensamiento, su compromiso y su desbordante humanidad nos sirven de referencia en nuestra lucha para que este nuevo siglo no sea también el de la barbarie.

* David Arrabalí es miembro del Consejo de Redacción de la revista Mundo Obrero y master en Materialismo Histórico y Teoría Crítica por la Universidad Complutense de Madrid (UCM).


...puestos para realizar un asesinato

Para aquellos que creyeron que el tratado de los EAU eran por la paz, drones de Elbit, Rafael, IAI, Aeronautics, los programas espías de AnyVision & NSO están puestos para realizar un asesinato


 

CRÍA CUERVOS… Jorge Zabalza, publicado en Voces

CRÍA CUERVOS…


Guido Manini Ríos se afilia a la versión más retrógrada de la historia reciente: el golpe de 1973 fue a pedido del parlamento y consentido por la mayoría electoral, la que había votado a Bordaberry (apadrinado por Pacheco Areco) y al general Aguerrondo, cuya logia “tenientes de Artigas” ya había copado el mando superior del ejército. Manini estima que dicha mayoría se mantuvo con el correr de los años, indiferente a la barbarie del terrorismo de Estado y que, en noviembre de 1980, se expresó en el plebiscito: más del 40% del electorado apoyó la propuesta de la dictadura cívico-militar. Tampoco disminuyó, piensa él, con la restauración de la república liberal: en el plebiscito de 1989 se respaldó por mayoría la impunidad de los criminales uniformados. Por supuesto, ese no es el análisis visto desde la izquierda, pero, es el relato donde se afirma la acción política de Manini Ríos.
Antes de librarse de los límites propios del cargo de comandante del ejército, ya venía creando hechos que, indirectamente, lo iban aproximando al poder político. Su propósito parece ser desarticular el modo pacífico de dominación, para reemplazarlo con una pirámide de ordeno y mando a lo Pacheco Areco o a lo Mourao-Bolsonaro en Brasil, pero, aunque no lo desee, la actual correlación de fuerzas le impone transitar el laberinto electoral y parlamentario. Su problema es cómo avanzar por esos recovecos hacia un régimen autoritario, cómo respetar las reglas del juego liberal mientras va acumulando y centralizando su base electoral en torno a Cabildo Abierto.
Manini calcula que, dispersa y atomizada, sobrevive la opinión pública favorable a la dictadura, una masa siempre predispuesta a alinearse tras un caudillo militar. Simplemente busca marcar las líneas de acción política para aglutinar lo disperso. No le interesa que se despida al fiscal de corte ni que se derogue la ley de interpretación obligatoria, solo se propone enarbolar banderas ideológicas para despejar confusiones y ganar la confianza del electorado más conservador.

Nacionalismo de cuartel
Año 1998. El 16 de octubre fue arrestado Augusto Pinochet por la policía de Londres. Acusado por genocidio, torturas, violaciones, homicidios y desapariciones forzadas, estaba requerido por el juez Baltasar Garzón de la Audiencia Nacional de España. Los testimonios de sus crímenes no sólo vinieron de Chile, sino también de España, Suiza y Francia. Dos semanas después Pinochet fue internado en un hospital siquiátrico de lujo. Allí disfrutó de la vida mientras esperaba que se dilucidara su caso y le permitieran regresar a Chile. La única forma de condenar judicialmente sus crímenes era en el plano internacional, lo otro era la impunidad, porque, ¿qué juez chileno se atrevería a meterlo preso? Sorpresivamente Eleuterio Fernández Huidobro dirigió sus dardos contra el juez Garzón. Según el dirigente histórico del MLN-T, la iniciativa del magistrado español entrañaba una intromisión en los asuntos internos y amenazaba la soberanía y la independencia de las patrias latinoamericanas.
Año 2006. En el mes de abril, Eduardo Radaelli, Wellington Sarli y Tomás Casella fueron extraditados a Chile, acusados por asociación ilícita y el secuestro de Eugenio Berríos. (N del E Donde fueron condenados a prisión por la justicia chilena)
En defensa de los tres oficiales, Eleuterio Fernández arremetió agresivamente contra el poder judicial uruguayo, lo acusó de cortar el hilo por lo más delgado, sostuvo que los tres oficiales eran “presos políticos”. Para él, se trataba del acto inaugural de una nueva etapa para el Uruguay, pautada por la pérdida de la soberanía nacional, “una especie de Plan Cóndor al revés”, decía Fernández, embanderado con un “nacionalismo” ramplón y de baja estofa, a lo “carapintada” en una palabra. Fernández replicaba sus antiguos devaneos con el “peruanismo” de los torturadores y asesinos del Batallón Florida, un verso que utilizaron para debilitar las defensas de los interrogados: “si ambos somos enemigos de la oligarquía y del capital extranjero… ¿para qué luchar entre nosotros? ¡Dale, no resistas!”. El artilugio atrapó a un Fernández Huidobro propenso a aceptarlo desde hacía tiempo. Fueron las mismas redes que tendieron los comunicados 4 y 7 y que, en febrero de 1973, enredaron al movimiento sindical y el Partido Comunista.
Apenas fallecido Raúl Sendic y derrotado el Voto Verde en 1989, Fernández Huidobro se sintió libre para reemprender, con renovadas energías, sus relaciones carnales con los militares de la logia “tenientes de Artigas”. Hizo sonar nuevamente las campanas del “nacionalismo” de baja estofa e inició el largo recorrido de infidelidades que lo condujeron al ministerio de defensa. Lo designó el presidente Mujica, uno de sus discípulos favoritos. Entre ambos, el 2 de febrero designaron a Guido Manini como comandante en jefe del ejército. Fue el regalo que dejaron a Tabaré Vázquez que, al mes siguiente, cuando asumió la presidencia, mantuvo a Huidobro y Manini en la cumbre verde. Los hechos posteriores al fallecimiento del ministro dejaron en evidencia los vínculos entre sus ideas y las que expone el comandante hoy transformado en líder partidario.

Olvido y perdón
En diciembre del 2003, durante el Congreso “Héctor Rodríguez”, el compañero Hugo Cores propuso que el Frente Amplio impulsara la anulación de las leyes que se contraponían con los tratados internacionales sobre derechos humanos. Adecuar la legislación uruguaya a la internacional suponía, de hecho, anular la ley de caducidad. En la comisión del congreso donde se discutió la propuesta, se opusieron el Movimiento de Participación Popular, la Vertiente Artiguista, el Partido Socialista y Asamblea Uruguay. En el plenario final, Hugo Cores y Eleuterio Fernández argumentaron a favor y en contra del proyecto.
Fernández sostuvo que el Frente debía respetar la voluntad ciudadana expresada en el plebiscito de 1989 y dejar congelada la impunidad, como si el resultado del plebiscito fuera eternamente válido. En realidad, era un argumento falaz: la opinión de los electores es cambiante y se deben respetar esos cambios, por eso hay elecciones cada cinco años y los partidos se alternan en el gobierno. Además, sostenía Fernández, la propuesta de Cores comprometía el triunfo del Frente Amplio y, decía él, se podía renunciar a todo menos a obtener a la victoria electoral. Fernández estaba mostrando su hilacha, pero no sólo él, sino también los 746 congresales que acompañaron sus fundamentos, una mayoría que lo acompañó camino al olvido y perdón. Por el contrario, 569 delegados levantaron su mano para continuar la lucha para anular la ley de caducidad. La línea quedó que bien dibujada: Verdad y Justicia, pero, no tanta, sin extralimitarse. Aun así, durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez se realizaron las primeras excavaciones y, antes de finalizar ese año, ya se habían descubierto los cuerpos de Ubagesner Chaves Sosa y Fernando Miranda. Lástima que el implso inicial se detuvo. En el 2009, junto a las elecciones presidenciales se plebiscitó nuevamente la anulación de la ley de caducidad. Recién al finalizar la campaña, a regañadientes, el candidato progresista José Mujica adhirió a la lucha por Verdad y Justicia. Tal vez sus reticencias
determinaron que no todos los votantes del Frente Amplio apoyaran la papeleta rosada. Tal vez esa fue la razón de que no se alcanzara el 50% necesario, pese a que el Frente Amplio ganó con más de la mitad de los votos emitidos. El sector acaudillado por Fernández Huidobro directamente no ensobró la papeleta que anulaba la ley de impunidad.
Las ambigüedades continuaron luego de saboteado el voto rosado. Una notable lentitud del Estado para resolver los crímenes de lesa humanidad. En el “caso Gelman”, año 2011, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado uruguayo por el incumplimiento en “adecuar su derecho interno a la Convención Americana sobre Derechos Humanos”. El país debía garantizar que la ley de caducidad no volviera a ser un obstáculo para la investigación de las desapariciones forzadas y el procesamiento y condena de los culpables.

Tal vez con cola de paja y en respuesta a la condena internacional (¡vergüenza!), el gobierno de Mujica impulsó la ley que restableció “el pleno ejercicio de la pretensión punitiva del Estado para los delitos cometido en aplicación del terrorismo de Estado”. Sin embargo, otros apóstatas la rechazaron acaloradamente. Argumentaban nuevamente que el resultado del plebiscito de 1989, reafirmado en 2009, desvirtuaba para siempre cualquier tentativa de juzgar y castigar a los criminales. En primera instancia el diputado Víctor Semproni, ex tupamaro de sinuosa trayectoria, impidió que se aprobara la ley al retirarse de sala y dejar sin mayoría al Frente
Amplio. Luego, Fernández Huidobro, ya senador, al quedar en minoría y por disciplina partidaria, renunció a su banca.
Pocas semanas más tarde, sabiendo de su defensa de la impunidad y de sus afinidades con sectores de los mandos militares, el presidente Mujica lo nombró ministro de defensa. Mujica apostaba a Fernández porque entendía la cabeza de los militares, entendimiento que lo llevó a pelearse con los frenteamplistas y los que luchaban por Verdad y Justicia, mientras fortalecía su excelente relación con los militares 1 .

…que te arrancarán los ojos
El comandante Manini Ríos no tuvo una presencia destacada en los medios de prensa.
Manini Ríos, comandante en jefe, prácticamente no salía en los medios de comunicación hasta la muerte del ministro de defensa. No le era necesario hacerlo: Fernández lo interpretaba al dedillo. Una vez desaparecido el ministro, el comandante Manini debió llenar el vacío e interpretarse a sí mismo. Comenzó su carrera pública.
Cabildo Abierto y Guido Manini Ríos surcan el mar de ambigüedades y desigualdades que caracterizan la república liberal. Aprovechan, además, la pérdida de perspectiva transformadora del progresismo, la que conduce al desánimo y la disidencia. La institucionalización del Frente Amplio, su incorporación al capitalismo financiero transnacional, lo llevaron a abandonar la tarea de educar conciencias, de profundizar la comprensión y la organización política de los más desprotegidos. Es en esos espacios vacíos que crece el huevo de la serpiente. Criaron el cuervo y hoy caminan ciegos. Sólo se lamentan. No saben cómo detener la clara ofensiva del monstruo que ayudaron a nacer. El golpe de Estado podrá o no sobrevenir, todo depende de la resistencia que encuentre, de que el movimiento popular uruguayo tome el ejemplo del pueblo chileno y luche para defenderse del autoritarismo que vendrá luego de la pandemia.

Jorge Zabalza

1 Emisora M24, 28 de marzo del 2019, vocera oficiosa del MPP.












Un general fuera de control -CRYSOL

Un general fuera de control

Maldita Caducidad
La inconstitucional ley que Guido Manini Ríos y sus 
Cabildantes pretenden reimplantar para retroceder al Plebiscito de 1980 cuando la ciudadanía les dijo NO
Se acerca la hora de su desafuero y la condena judicial

En febrero de 2011, la Corte Interamericana de DDHH (Corte IDH) condenó a Uruguay en el caso Gelman, por el secuestro y la desaparición en nuestro país de la ciudadana argentina María Claudia García de Gelman en 1976. Más de un año antes de dicho pronunciamiento, la Suprema Corte de Justicia (SCJ), declaró la inconstitucionalidad de la Ley 15 848, Ley de Caducidad de la
Pretensión Punitiva del Estado, conocida popularmente como Ley de
Impunidad. Lo hizo a través de la Sentencia 365/2009, de una manera categórica y ejemplar: dictó cátedra en materia jurídica al respecto.
Aunque Manini Ríos y sus Cabildantes han venido arremetiendo contra ella desde hace tiempo, la Suprema Corte de Justicia (SCJ) es el máximo órgano del Poder Judicial, uno de los tres poderes independientes de nuestro sistema democrático republicano de gobierno, desde la derrota de la dictadura cívico militar y el regreso al Estado de Derecho.

En el momento de adoptar la histórica sentencia era presidida por el Dr. Jorge Chediak, el 22 de octubre de 2009, días antes de las elecciones que fueran ganadas por José Pepe Mujica y del fracaso del plebiscito que tanto les gusta mencionar.

Nibia Sabalsagaray: asesinada por el general Dalmao

La declaración de inconstitucionalidad fue solicitada por la Dra. Mirtha Guianze, fiscal de la República en aquel momento, para el caso Nibia Sabalsagaray, profesora de Literatura. A las horas de su detención fue asesinada en la tortura en el año 1974. La declaración de inconstitucionalidad de la Ley 15 848 condujo al procesamiento del general Julio Dalmao, jefe de la Región Militar N°3 en el momento de su procesamiento, quien falleciera mientras cumplía su
condena.
Posteriormente, la Suprema Corte de Justicia, presidida por el Dr. Jorge Chediak, funcionario de la Coalición Multicolor que también integra el general Guido Manini, mantuvo el criterio de inconstitucionalidad de la misma para otras solicitudes que le fueron formuladas y que permitieron procesamientos adicionales.

Ley de Caducidad: absolutamente ilegítima

Uno de los aspectos que se han ignorado sistemáticamente por la derecha uruguaya, es el hecho de que la Sentencia 365/2009 de la SCJ estableció que la Ley de Caducidad fue aprobada sin los votos suficientes para ello.
El texto constitucional requiere la mayoría absoluta de votos del total de componentes de cada Cámara, y, revisado el cómputo de votos, el art. 1o, que se reinterpreta como amnistía, obtuvo esa mayoría en la Cámara de Senadores, pero no la alcanzó en la Cámara de Representantes, que tiene 99 miembros y donde fue aprobado por 49 votos (de 78 diputados que se encontraban en Sala), siendo que la mayoría absoluta (mitad más uno) requiere 50 votos.

En democracia: potestad exclusiva del Poder Judicial

Otro aspecto digno de destacar cuando Cabildo Abierto propone restablecer la Ley 15 848 es el hecho de que la Sentencia 365/2009 señala que declarar la caducidad de las acciones penales, en cualquier supuesto, excede las facultades de los legisladores e invade el ámbito de una función constitucionalmente asignada a los jueces, por lo que, por los motivos que fueren, el legislador no podía atribuirse la facultad de resolver que había operado la caducidad de las acciones penales respecto de ciertos delitos. Por este motivo, se fundamentó también la inconstitucionalidad de la ley en dicho
momento.

El Referéndum de 1989

Cabe poner de manifiesto que no se puede desconocer que los artículos de la Ley No 15.848 tachados de inconstitucionalidad fueron ratificados por el Cuerpo Electoral, al rechazarse el recurso de referéndum promovido contra dicha ley en el año 1989, extremo a partir del cual se pueden formular varias consideraciones. No obstante, la Corporación considera que la ratificación popular que tuvo lugar en el recurso de referéndum promovido contra la ley en
1989 no proyecta consecuencia relevante alguna con relación al análisis de constitucionalidad que se debe realizar.

El rechazo de la derogación por parte de la ciudadanía no extiende su eficacia

al punto de otorgar una cobertura de constitucionalidad a una norma legal viciada "ab origine" por transgredir normas o principios consagrados o reconocidos por la Carta.
Según la Sentencia 365/2009, ninguna mayoría alcanzada en el Parlamento o la ratificación por el Cuerpo Electoral —ni aún si lograra la unanimidad— podría impedir que la Suprema Corte de Justicia declarara inconstitucional una ley que consagre la pena de muerte en nuestro país, la cual está prohibida por disposición del art. 21 de la Carta.
De la misma manera, tampoco la mayoría legislativa ratificada por el Cuerpo Electoral puede desplazar hacia el Poder Ejecutivo el ejercicio de la función jurisdiccional que le compete exclusivamente al Poder Judicial, salvo disposición expresa de la Constitución que le atribuya, excepcionalmente, tal cometido a otro órgano estatal.

No hubo errores, no hubo excesos

La dictadura cívico militar fue una tragedia histórica que vivió nuestro país. Fue una auténtica desgracia: al salir de ella, en el año 1985 el 40% de los hogares vivía en la pobreza y los trabajadores habían perdido el 50% del poder adquisitivo de los salarios. Los jubilados y pensionistas perdieron el aguinaldo, nunca recuperado y otros beneficios. Los grupos privilegiados que respaldaron el proyecto dictatorial cívico militar se embolsaron la extraordinaria cifra de 5 mil millones de dólares.
Las graves violaciones a los Derechos Humanos fueron realizadas en forma masiva, sistemática y generalizada contra la mayoría de la población, por orden expresa de los altos mandos militares de la época, en nuestro país y fuera de fronteras en el marco del Plan Cóndor. Esas gravísimas violaciones a los Derechos Humanos, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y el Tribunal de Nuremberg al cual nuestro país adhirió, son Crímenes de Lesa Humanidad.

La investigación, el esclarecimiento y el castigo penal y administrativo de los
autores intelectuales y materiales es un principio básico y elemental para evitar y desalentar dichas conductas.
El Poder Judicial debe continuar cumpliendo sus cometidos constitucionales a pesar de los golpistas, los medios a su servicio y los sospechosos de siempre.
Las ex presas y los ex presos políticos seguiremos reclamando movilizados como hasta ahora para afirmar la democracia y la libertad.
Seguiremos repudiando a los criminales y torturadores, convocando a la condena social, reclamando la condena institucional y persiguiendo la condena a 100 años de soledad porque como afirmara Gabriel García Márquez, esas estirpes no tienen y no merecen una segunda oportunidad sobre la tierra.
Menos en la nuestra.
▶️ Hace más de 200 años ya le contestaba... - Agrupación Rodney ...
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Opinando N° 10 – Año 9 – Miércoles 5 de Agosto de 2020