Alejandra y Adrián

en memoria de Guillermo Machado
Alejandra y Adrián


Adrián y Alejandra, mis vecinos del Bajo Valencia, son un joven matrimonio sin techo. Vivían de agregados en casa de familiares. Junto a centenas de familias necesitaban una vivienda digna, derecho con garantía constitucional que el Estado negaba. Un buen día, espontáneamente, ocuparon el estéril baldío al norte de Santa Catalina. Se proponían poblar donde reinaba la chirca, tradición
transmitida por sus padres y abuelos, fundadores de los barrios que se extienden al oeste de Camino Cibils. Una anónima obra de civilización que colonizó el espacio vacío con miles de casas.
Alejandra y Adrián se sumaron a la ocupación y levantaron su propio refugio con una pocas tablas y chapas. Podían haberse dedicado a resolver estrictamente lo suyo, pero, inspirados en los relatos que circulan en la zona, se propusieron levantar un merendero aprovechando los restos de un tanque australiano. Seis meses después, con el auxilio solidario de sindicatos y militantes, el merendero es una realidad. El matrimonio, además, está embarcado en la formación de una cooperativa por ayuda mutua afiliada a FUCVAM. Son luchadores, quieren salir organizadamente de la agobiante situación de marginación a que han sido empujados. Sin embargo, pronto les caería encima el Estado, con una furia
inaudita e injustificada.

El miércoles 15 citaron a los ocupantes para una instancia de diálogo y 
negociación en el Sistema de Mediación de Montevideo. Participaban la Coordinadora de Asentamientos, la Cámara de Representantes, la Junta Departamental, la Intendencia de Montevideo y el fiscal Diego Pérez, que ya llevaba “formalizados” por asociación para delinquir una quincena de ocupantes.
Toda una ceremonia institucional que, se presumía, tenía la laudable intención de resolver un conflicto social. El “país de los amortiguadores” en pleno funcionamiento. Adrián concurrió como referente de una importante movilización social y fue “atendido” como si hubiera cometido un delito al luchar por viviendas
dignas para todas y todos los vecinos.
El fiscal Diego Pérez, representante del gobierno nacional en la instancia, se despojó de su disfraz de amortiguador y mandó detener a Adrián Alanís. La instancia de “diálogo y negociación” se transformó en una trampa policíaco-judicial: el referente barrial resultó procesado por asociación para delinquir y
usurpación, delitos que se le podrían imputar a cualquier ocupante de tierras, mujer u hombre, que angélicamente concurriera a la instancia de mediación convocada por las autoridades. Diego Pérez optó por declarar la guerra a los ocupantes y echar a andar la maquinaria represiva que reproduce sepultureros del régimen.
Sin decir diciendo, fundamentó su acto represivo en el antecedente judicial de Adrián quién, desde que fue dejado en libertad, ha trabajado en la construcción, conformado un hogar (Alejandra perdió su embarazo la noche del temporal) y, además, es conocido su largo esfuerzo en aras del bienestar colectivo. En realidad, su delito es haber nacido en la marginación y la exclusión.
Pese a todo el discurso electoral sobre la necesidad de transformar las cárceles en centros de rehabilitación, cuando un liberado demuestra fehacientemente su voluntad de salir del delito, el colérico fiscal Diego Pérez se atribuye el derecho de condenarlo a vivir en la calle. ¡Cuánta saña gratuita e injustificada! Es un nuevo disparate del sistema de “justicia”. Con sus niñas y niños, algunos de brazos
todavía, las familias ocupantes continúan soportando temporales y olas de frío bajo sus techos de cartón. En el aislamiento: gobierno y parlamento los ignoran.
No es que los hayan olvidado, no saben que existen. Solamente les resta la esperanza de salir adelante con su cooperativa, que les adjudiquen un terreno y un préstamo para construir por ayuda mutua las viviendas de bajo costo. Esperan que fiscalía y el gobierno no opten por empujarlos al abismo. Hay soluciones, como siempre las hubo. Basta con que haya voluntad política.

Con el relato de lo sucedido a los creadores del “Nuevo Comienzo” (así bautizaron 
su barrio), se pretende poner de relieve las ideas que corren por detrás del escenario de los “allanamientos nocturnos”. La cosa va mucho más allá de una simple reforma constitucional o del debate jurídico, es una tentativa de instalar la ideología de la mano dura. En realidad, hay fuertes indicios de que ya es hegemónica y cuenta con la aquiescencia de los partidos y el electorado suficientes. La violencia de la actitud del fiscal Diego Pérez frente a la marginación social, es apenas una expresión individual de esa la filosofía de la mano dura que se propaga desde el poder político. En definitiva, es el mismo espíritu conque un energúmeno intentó quemar vivo al pobre Andrés que dormía en la calle. Se promueven las ideas y luego se sufren las consecuencias prácticas. Si las cosas
 continúan por el mismo derrotero, tendremos que llorar muchos Guillermo Machado más.

Jorge Zabalza

N. del E. Las imágenes son sólo ilustrativas






Infamia

Infamia




Conocí desde muy pequeña a Daniel Viglietti, después vino la dictadura y con ella las distancias, pero tuve la enorme suerte de contarlo entre nuestros amigos hasta el día de su muerte. El Daniel que conocí era un hombre tremendamente solidario, un luchador por los Derechos Humanos, amigo de sus amigos, inteligente, desinteresado y talentoso. Jorge y yo compartimos muchos momentos con él, con Lourdes, con mi padre, Inger y otras/os amigos. En el acuerdo o la discrepancia siempre existió respeto y su proceder honesto amerita que se abra un espacio de duda frente a lo que hoy sucede. Lo respetamos, admiramos y queremos, por eso me duele tanto la rapidez de mucha gente en apoyar acusaciones que hasta el momento no tiene fundamentos sólidos.

Si Daniel Viglietti estuviera vivo habría cumplido 81 años el pasado 24 de julio. A raíz de la acusación del periodista Nelson Díaz, posteriormente reafirmada en un posteo por Lucía Viglietti Forner, se responsabiliza a Daniel de violar a una niña de 10 años cuando él tenía 27, o sea en 1966. 54 años más tarde y sin que él pueda defenderse, la sobrina tira una piedra y esconde la mano. No sé qué edad tenía ella en ese entonces, ni tampoco entiendo por qué casi tres años después de la muerte de su tío publica ese post y luego desaparece. Es una acusación muy seria que realizada de esta manera no le hace ningún favor a la supuesta víctima, le quita seriedad, la convierte en circo. Además pone en evidencia la responsabilidad de toda una familia por haber callado en lugar de hacer la denuncia. Intenté entrar a la página de Facebook de la denunciante, pero no lo logré, parece que la cerró. Les pido que, si no les importa la memoria de Daniel, respeten a Trilce y a Lourdes cuando suelten juicios de valor basados en lo que hasta ahora parece ser una campaña de desacreditación.

Leo con asombro que mucha gente postea afirmando: “Yo le creo a la víctima”. Les recuerdo que hasta ahora la supuesta víctima no se manifestó ni sabemos quién es, lo que resta credibilidad a todo esto. Lo que creen es lo que dice un periodista y los post de Lucía Viglietti.

Me apena reconocer entre la gente que insulta y replica la “noticia” a quienes otrora levantaron a Daniel como digno representante de la integridad y los valores morales. Resulta que ahora, en macabra fiesta de impunidad de las redes, varias personas manifiestan que lo sabían. Hipócritas y cómplices, ¿si lo sabían, por qué no hicieron nada?

El periodista no deja en ningún momento claro en que pruebas se basa para acusarlo y la sobrina tira la bomba y luego se retira. Comencemos con Nelson Diaz, que escribe en su muro de Facebook: “Sabían que este miserable, abyecto, que cantaba para el pueblo violó menores? La muerte no redime. VIglietti violador. Hablen con la familia y lo sabrán.” Al decir que “violó menores”, ¿lo acusa de más casos? No me queda claro. También publica en su muro: “Fin de la discusión. Daniel Viglietti violó una menor. En mi ética, más allá de su obra, es un miserable. Un hijo de puta. Este pedófilo podría haber violado a tu hija. Cantá a desalambrar.” Claramente induce al odio y a la violencia verbal, intenta (y en muchos casos lo logra), manejar la opinión de quien lo lee, lo hace personal: “Este pedófilo podría haber violado a tu hija.”, lo coloca en tu casa, junto a tus hijas. para despertar alarma ¿No se dan cuenta de lo tendencioso que es y cómo intenta que tomemos partido por una víctima que es hasta ahora inexistente? La ética profesional del señor Nelson Díaz ofrece serias dudas, como periodista tiene la obligación moral de investigar los hechos antes de hacerlos públicos y de presentar algo más que insultos categóricos, deslindandose de la responsabilidad con la frase: “iHablen con la familia y lo sabrán.”

Por otro lado, la sobrina escribe: “Hay mucha gente que lo sabe, de hecho quien era su esposa en ese momento lo supo por boca de él y se separó de inmediato”. Evidentemente el “periodista” no se contactó con la ex esposa para confirmarlo, pero hoy lo hizo una persona de mi total confianza y comprobó de boca de la ex esposa de Viglietti que no era cierto. Entonces, la señora Lucía miente en eso, lo que a mi entender pone en tela de juicio toda la afirmación. Lucía involucra a una persona que ni siquiera estaba enterada de lo que sucedía y que quedó muy asombrada en el momento de saber sobre la acusación.

También escribe: "Tampoco voy a aclarar y explicar más nada. Entiendo que fue una figura pública y un referente importante para muchos, pero eso no quita que, así como tuvo sus luces, tuvo sus sombras. El que quiera creerlo bien y el que no, en su derecho está". Como verán se lava las manos, tiro eso y hasta luego…

Asusta pensar que podemos escribir y acusar a cualquier persona de lo que queramos y que la opinión pública, lejos de pedir que se demuestren los hechos y analizarlos, nos va a incinerar como en tiempos de caza de brujas. Hoy somos los verdugos de las redes sociales, me tocó vivirlo con personas muy cercanas, los vi ser admirados hasta el furor y condenados tras un audio o algún disparate en redes con mentiras muy burdas y fácilmente desechables. Por eso me debo y les debo respeto antes de actuar como la inquisidora que lleva la antorcha.
Un tema tan serio no se puede manejar con supuestos. A pesar de la poca claridad de las acusaciones, arremetieron sin abrir el más mínimo paréntesis de duda. Un tema muy mal manejado y con mucha falta de respeto. No me queda duda de que quien comete una violación, en el año y en el momento que sea, debe ser repudiado y si está vivo castigado, pero no nos hagamos eco de todas las campañas de enchastre que escuchamos, hay que investigar y corroborar antes de sentenciar.

Domingo 26 de julio de 2020

CARTA A LOS AMIGOS Y AMIGAS DEL EXTERIOR Fray Betto

CARTA A LOS AMIGOS Y AMIGAS DEL EXTERIOR
Fray Betto


Queridos amigos y amigas:
En Brasil ocurre un genocidio! En el momento en que escribo, 16/7, la Covid-19, surgió aquí en febrero de este año, ya mató a 76 mil personas. Ya son casi 2 millones de infectados Hasta el domingo 19/7 llegaremos a 80 mil víctimas mortales. Es posible que ahora, al leer este llamamiento dramático, lleguen a 100 mil.
Cuando recuerdo que en la guerra de Vietnam, a lo largo de 20 años, 58 mil vidas de militares usamericanos fueron sacrificadas, tengo el alcance de la gravedad de lo que ocurre en mi país. Este horror causa indignación y revuelta. Y todos sabemos que medidas de precaución y restricción, adoptadas en tantos otros países, podrían haber evitado tanta matanza.
Este genocidio no resulta de la indiferencia del gobierno de Bolsonaro. Es intencional; Bolsonaro se complace de la muerte ajena. Cuando diputado federal, en entrevista a la TV, en 1999, él declaró: ′′ A través del voto no vas a cambiar nada en este país, nada, absolutamente nada! Sólo va a cambiar, desafortunadamente, si un día nos vamos a una guerra civil aquí dentro, y haciendo el trabajo que el régimen militar no hizo: matando a unos 30 mil ".
Al votar a favor del juicio de la Presidenta Dilma, ofreció su voto a la memoria del más notorio torturador del Ejército, el Coronel Brillante Ustra.
Por estar tan obsesionado con la muerte, una de sus principales políticas de gobierno es la liberación del comercio de armas y municiones. Cuestionado a la puerta del palacio presidencial si no le importaba las víctimas de la pandemia, respondió: ′′ No estoy creyendo en estos números ′′ (27/3, 92 muertes); ′′ Todos vamos a morir algún día ′′ (29/3, 136 muertes); ′′ Qué pasa? Quieres que haga qué?" (28/4, 5.017 muertes)
Por qué esta política necrófila? Desde el principio él declaró que lo importante no era salvar vidas, sino la economía. De ahí su negativa a decretar bloqueo, acatar las directrices de la OMS e importar respiradores y equipos de protección individual. Fue necesario que la Corte Suprema delegue esta responsabilidad a gobernadores y alcaldes.
Bolsonaro ni siquiera respetó la autoridad de sus propios ministros de Salud. Desde febrero Brasil ha tenido dos, ambos despedidos por negarse a adoptar la misma actitud del presidente. Ahora, por delante del ministerio, está el general Pazuello, que nada entiende de cuestión sanitaria; intentó ocultar los datos sobre la evolución de los números de víctimas del coronavirus; empleó 38 militares en funciones importantes del ministerio, sin la requerida calificación; y Canceló las entrevistas diarias por las que la población recibía orientación.
Sería exhaustivo enumerar aquí cuántas medidas de liberación de recursos para socorro de las víctimas y de las familias de bajos ingresos (más de 100 millones de Brasileños) jamás han sido efectivadas.
Las razones de la intencionalidad criminal del gobierno bolsonaro son evidentes. Dejar morir a los ancianos, para ahorrar recursos de la Previsión Social. Dejar morir a los portadores de enfermedades preexistentes, para ahorrar recursos de sus, el sistema nacional de salud. Dejar morir a los pobres, para ahorrar recursos del bolso familia y otros programas sociales destinados a los 52,5 millones de Brasileños que viven en la pobreza y a los 13,5 millones que se encuentran en la extrema pobreza. (Datos del gobierno federal)
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No satisfecho con tales medidas letales, ahora el presidente vetó, en el proyecto de ley sancionado a 3/7, el tramo que obligaba el uso de máscaras en establecimientos comerciales, templos religiosos e instituciones de enseñanza. Vetou también la imposición de multas para quien descuide las reglas y la obligación del gobierno de distribuir máscaras para los más pobres, principales víctimas de la Covid-19, y a los presos (750 mil). Estos vetos, sin embargo, no anulan las legislaciones locales que ya establecen la obligatoriedad del uso de máscara.
En 8/7, Bolsonaro derribó extractos de la ley, aprobada por el Senado, que obligaban al gobierno a proporcionar agua potable y materiales de higiene y limpieza, instalación de internet y distribución de canastas básicas, semillas y herramientas agrícolas, para pueblos indígenas. Vetó también dinero de emergencia destinada a la salud indígena, así como facilitar el acceso de indígenas y quilombolas a la ayuda de emergencia de 600 reales (100 euros o 120 dólares) durante tres meses. Vetó también la obligación de que el gobierno ofrezca más lechos hospitalarios, ventiladores y máquinas de oxigenación sanguínea a pueblos indígenas y cimarrones.
Indígenas y quilombolas han sido diezmados por la creciente devastación socioambiental, especialmente en la Amazonía.
Por favor, difundan al máximo este crimen de lesa-humanidad. Es necesario que las denuncias de lo que ocurre en Brasil lleguen a los medios de su país, a las redes digitales, al Consejo de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, y al Tribunal Internacional de La Haya, así como a los bancos y empresas que albergan inversores tan codiciados por el gobierno de Bolsonaro
Mucho antes de que el periódico The Economist lo haga, en las redes digitales trato al presidente por Bolsonaro - mientras Roma arde en llamas, él toca lira y hace propaganda de la cloroquina, remedio sin ninguna eficacia científica contra el nuevo coronavirus. Sin embargo, sus fabricantes son aliados políticos del presidente...
Agradezco su interés en divulgar esta carta. Sólo la presión desde el exterior será capaz de detener el genocidio que azota a nuestro querido y maravilloso Brasil.
Fraternalmente
Fray Betto








Insurgencias por Jorge Zabalza


Tocando en el enlace siguiente se accede al mini libro de Jorge Zabalza, Insurgencias
Insurgencias por Jorge Zabalza .PDF




Detención y tortura de Miguel Estrella en Montevideo

Detención y tortura de Miguel Estrella en Montevideo



“Me decía: ‘te formaron para tocar para nosotros y elegiste la negrada’”
José "Nino" Gavazzo.


Es el flamante embajador argentino ante la Unesco, la entidad cultural de la que es hace años embajador de buena voluntad. Sigue en su casa de siempre, “sin creérsela”, tocando el piano. En este diálogo, recuerda sus dos años de prisión y tortura en Montevideo, cuando fue secuestrado, salvó su vida por la presión del mundo, pensó que nunca más podría usar sus manos y un coronel sanguinario le explicó que era “un traidor de clase”.
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“El manejaba los interrogatorios. El me decía: ‘vos nunca más vas a tocar el piano’. Porque vos no sos guerrillero, pero sos algo peor: con tu piano y tu sonrisa te metés a la negrada en el bolsillo y les hacés creer a los negros que pueden escuchar a Beethoven”, evoca el Chango Miguel Angel Estrella, y la sonrisa que perturbaba al coronel uruguayo José Nino Gavazzo reaparece triunfal sobre los abismos del terror y la muerte que conoció en carne propia en el Montevideo de 1977, cuando imperaba el Plan Cóndor.

Y el cronista piensa que tal vez el coronel Gavazzo desde su lógica perversa descubrió una verdad esencial, porque esa sonrisa de dientes grandes que ilumina la cara angulosa del gran pianista tucumano es la demostración mayor de que el Chango, como pretendía Rudyard Kipling, ha sabido tratar “al triunfo y a la derrota como a dos impostores”.

Ahora es el flamante embajador argentino ante la Unesco, donde ya era desde hace más de veinte años “embajador de buena voluntad”, pero ni el recuerdo de la muerte, ni todos los triunfos y condecoraciones mundiales recibidas en cuarenta años de carrera internacional bastaron para malversar su alma de cristiano primitivo, que brinda la sonrisa y una pasta frola excepcional en la cocinita de su casa de la entrañable cortada Renán, la misma donde habitó con Marta, el amor de su vida, muerta en 1975. La misma casita humilde que pintó de rosado en noviembre del ‘72, para ofrecerle el balcón al Viejo, que regresaba al país tras 17 años de exilio. La misma donde una noche de los setenta se puso a ensayar Brahms y logró, sin proponérselo, que el vecindario se agolpara frente a la puerta y los vecinos lo escucharan sentados en la vereda, como antes lo habían escuchado religiosamente los coyas de Salta y Jujuy o los peones del azúcar de la FOTIA tucumana, como lo escucharían después los habitantes de las villas miseria de todo el mundo, a los que restituiría durante décadas la propiedad perdida de Beethoven y Bach –que el coronel quería expropiar– llevándoles su “Música Esperanza”, que es más que una fundación o una ONG, es el viejo intento de que la cultura sirva para restablecer, en algún oscuro día de justicia, los derechos del hombre.

Llamarse Estrella es una premonición que arroja muchos significados. Su apellido en árabe es Najem (o Nayem, en la pronunciación española). Cuando sus abuelos inmigrantes llegaron a estas tierras, el funcionario de Migraciones les preguntó su nombre y el abuelo se limitó a señalar el cielo varias veces, sin decir una palabra. El funcionario vaciló unos segundos y luego ordenó: “Pónganle Estrella a estos turcos de mierda”. Había acertado: nayem significa estrella en árabe.

Quienes lo visitan en la casita de la calle Renán y se lo encuentran de jean o bermudas, enarbolando la sonrisa hospitalaria, no dudan cuando el nuevo embajador en la Unesco afirma: “Yo no me la creo, si alguna vez me enfermo de importancia los autorizo a que me den una patada en el culo”.

El diálogo que Página/12 sostuvo hace pocos días con Estrella fue mucho más que una entrevista periodística: la continuación de un encuentro mágico en el México del exilio, en la casa de Gerardo Bavio y Pila Garbarino, donde el Chango (recién liberado) se encontró con Jaime Dri, que había sido secuestrado como él, en Montevideo, el 15 de diciembre de 1977. Los que estábamos presentes fuimos sacudidos por sus exclamaciones: los dos se enteraron en ese momento de que el prisionero que habían sentido gritar en las sombras de la prisión clandestina era el hombre que tenían delante.

En rigor habían caído en el marco del mismo operativo de las Fuerzas Conjuntas, que empleó a cientos de sicarios armados hasta los dientes y apoyados por helicópteros. La casa que habitaba Estrella, con sus pequeños hijos Javier y Paula y “dos compañeros entrerrianos”, estaba en la mira de los militares argentinos y uruguayos. A esa casa debía ir Jaime Dri el díaque cayó. A esa casa concurría el Oveja Carlos Valladares, un viejo amigo del pianista, que había trabajado en Tucumán con su padre. El Oveja, que era militante montonero y murió poco después tomando la pastilla de cianuro, había sido filmado secretamente por los servicios en la puerta de la casa montevideana del pianista. Estrella no era montonero (como bien lo sabía el coronel Gavazzo), pero era incapaz de negarles hospitalidad a sus amigos. Y lo pagó muy caro.

La tragedia se anticipó a sus planes: el pianista y sus hijos estaban a punto de abandonar Montevideo para pasar las fiestas en Buenos Aires y luego dirigirse a México, cuando irrumpió la patota del coronel. Lo llevaron de los pelos a una casa clandestina cercana al aeropuerto de Carrasco y lo torturaron con picana y colgándolo de una roldana, junto a un desconocido que gritaba –como él– en la tiniebla. Al desconocido (Jaime Dri) lo trasladarían luego a las mazmorras de la ESMA. El pianista estuvo a punto de sufrir el mismo traslado clandestino. Lo salvó una gigantesca campaña internacional, conducida, entre otros, por dos grandes músicos: Nadia Boulanger y Yehudi Menuhin. La Unesco, curiosamente, jugó un papel decisivo para salvarle la vida. Pero no pudo impedir que la dictadura uruguaya lo encerrase durante más de dos años en el penal, que por una siniestra ironía los militares orientales se empeñaban en llamar “Libertad”.

En octubre del 2003, en la casa de la calle Renán, el concertista revivió su temporada en el infierno, sin odio ni rencor, exaltando con talento de narrador lo que Jean Paul Sartre decía con respecto a la resistencia de los prisioneros del nazismo: “Mientras haya una sola conciencia libre, ellos habrán fracasado”.

El infierno de Carrasco

La veíamos venir. La olíamos. Una tarde, mientras estaba en el jardín con los chicos, vimos dos helicópteros sobrevolando la casa. Luego supimos por los vecinos que había cincuenta autos en las cercanías con tipos armados hasta los dientes. Mi hijo Javier, que estaba por cumplir once años y había perdido a su madre dos años antes, me abrazó llorando y me dijo: “Ahora te van a matar a vos, no quiero vivir más, papá”. Mi hija Paula, de ocho años, vio cómo secuestraban a una de las chicas que vivía en casa. Yo había arreglado con una vecina que se los llevara, pero fue tal el terror que causó el operativo que los dos chicos se fueron solos, de la manito y temblando en busca de una familia amiga que vivía a unas diez cuadras.

Cuando me llevaron quedé encerrado en la capucha, con los ojos tapados por algodones. Y me torturaron encapuchado. Para bancarte la tortura tenés que buscar argucias para no cantar. Una de ellas era mística, mi relación con Dios. Una vez repetí más de treinta veces a los gritos: “Padre nuestro que estás en los Cielos”.
Me enfermé con una diarrea que no paraba y venía un capitán a decirme: “Sos un paquete nada más, que después tiraremos en otro lado”. El jefe (luego supe que era el coronel Gavazzo) que me reprochaba mi “traición de clase”: “A vos te formaron para tocar para nosotros y elegiste la negrada”. A veces, el coronel se sinceraba respecto a las diferencias entre la dictadura uruguaya y la argentina: “Vos decís que esto es un infierno. Pero yo voy a los chupaderos de Buenos Aires y salgo vomitando. Acá estás en un paraíso. No te matamos porque no podemos pero te vamos a destruir totalmente. Nunca más serás el padre de tus hijos. Nunca más tocarás el piano. Nunca más serás el amante de una mujer. Tenemos métodos muy sofisticados y si a los dieciocho años, que es el tiempo que te vamos a guardar acá, seguís con esa sonrisa te vamos a matar. Porque sos un tipo que tiene fe y eso te lo vamos a sacar”. Las manos, hermano, las manos. Durante seis días me ataban las manos a la espalda y me hacía el simulacro de cortármelas con una sierra eléctrica.

Entre los que me torturaban había una mina terriblemente sádica. Con esa mina yo hablé; era una mina de veinte años hecha mierda. Me acuerdo que era la más activa en la tortura. Desde el momento en que me secuestraron y me llevaban atado en el camión, empezó a pisotearme la cabeza. Empecé a distinguirla por la voz, porque tenía registradas las voces de los que nos pegaban y también las voces de los compañeros; llegué a contar 22 timbres diferentes. (Uno de los cuales era el de Jaime Dri.)

Un día esta mina de veinte años viene y me desata las manos y comienza a acariciármelas. A esa altura yo no tenía ninguna sensibilidad. Los dedos estaban hinchados. Ella me acariciaba y me decía: “Sol, qué hermosas eran tus manos hace unos días, cómo te las destrozaron”. (A todos nos habían puesto un apodo y a mí me decían Sol.) Yo me atreví a decirle: “Cómo podés ser tan hipócrita, vos que me metiste tantas picanas en los huevos”. Ella respondió:

“Ya sé, ya sé”. En medio de las sombras y los fantasmas yo me la imaginaba linda, un hembrón, pelo negro, largo, medio mulata. Ella me decía: “No, nada que ver, soy petisa, tengo los labios finos, soy fea, pero sé coger muy bien”. “Vos te tenés que salvar”, llegué a decirle una vez, en esos diálogos cortos y clandestinos que teníamos cuando estábamos a solas. Y ella me contestó: “No, porque si no me matan ellos me vas a matar vos. ¿O vos me vas a perdonar todo lo que yo te hice?” Le pregunté cómo había llegado a “esto”. Me contó que vivía en un cantegril (villa miseria, en el irónico argot uruguayo), que un tipo la sedujo, le dio un poco de droga y al tiempo un día le dijo: “Te llevaría a una sesión rara, pero excitante”. Y la trajo a una sesión de tortura. “Eso me motivó. Hoy cuanto más violenta soy más me pagan, por eso soy una hija de puta.”

No hubo forma de convencerla, me quedó grabada como algo tremendo humanamente: una mina de una villa miseria destrozada por un sistema.


Memorias de la casa muerta

Recién el 15 de febrero (de 1978) supe que estaba en el penal “Libertad”. Yo siempre digo que en esa cárcel conocí lo mejor del Uruguay, a pesar de que era un laboratorio para destruir seres humanos. Estaba dirigido por psiquiatras. Todos estábamos bajo su control.

Además de los pabellones había cinco pisos. Para cada sector estaba programado un grado diferente de dureza en el trato. Y esto podía cambiar súbitamente para mantenerte en un estado de perpetua alarma. Siempre me he preguntado cómo la inteligencia, la ciencia y el saber pueden estar al servicio de semejante proyecto de destrucción. Ni la correspondencia se salvaba: sólo te dejaban ver las cartas que podían atormentarte o causarte un conflicto. Una vez me escribió la Pila y se podía interpretar que mi vieja había muerto. Me volví loco, fue el único día en que perdí los estribos; quería matar a alguien.

Pero nosotros también teníamos estrategias de resistencia. Los presos nos contábamos todo. Los sueños, los amores que habíamos tenido, cómo eran nuestros hijos, las mujeres que habíamos elegido, los maestros que nos habían marcado. Contarnos era una manera de tener la cabeza ocupada en cosas de la vida.

A mí me tomaron como el preso más solidario. Cuando había algún afloje para repartir la comida decían: “Que reparta el Chango, que con esa sonrisa de oreja a oreja nos hace bien a todos”. Había una complicidad para ayudarnos a vivir. Si había un compañero que estaba muy mal a mí me mandaban para hacer “guardia de enfermo”. La “guardia de enfermo” consistía en contar cosas de viajes, de lo que pasaste en tu infancia, los mitos, los “casos”, como decimos allá en el Norte. Para mí era como hacer música. Había uno, por ejemplo, al que le habían dado tanto que no hablaba con nadie y lo dopaban. Yo le decía: “Mirame, por lo menos, cuando te hablo”. Y nada, él me daba la espalda. Un día le empecé a contar esas historias típicamente santiagueñas y la corté antes de llegar al final. Entonces se dio vuelta y fue el primer gesto de que escuchaba.

El 21 de setiembre de 1978, gracias a la campaña internacional que no paró un solo día, me llegó el mejor regalo: un piano mudo, para recuperar mis ejercicios como pianista. Pero la música estaba siempre presente. Había un prisionero al que llamaban Pirata, porque arrastraba una pata debido a la tortura: durante tres meses lo dejaron sentado y nunca más pudo caminar normalmente, porque se le habían atrofiado los músculos.

Al Pirata, que era un loco por la música y un hiperdotado, yo le daba clases a través de la pared de la celda, con dictados rítmicos. También aprovechaba los masajes que le daba en sus pies atrofiados para completar su instrucción musical, dándole lecciones por escrito. El guardia que nos custodiaba se aburría, se iba para otro lado y yo avanzaba en las lecciones musicales.

El Gato Ember

Una de las técnicas más perversas que utilizaban los psiquiatras del penal consistía en meterte en la celda a tipos con los que inevitablemente ibas a chocar. Ya fuera por cuestiones psicológicas o políticas. Buscando un personaje ideal para que me cayera mal y me fuera a las manos, me metieron un día en la celda al Gato Ember.

Era trosko. No bien entró, olfateó el olor a café (yo era el único preso que gozaba de ese privilegio) y me largó de entrada:

“Burguesita la celda, ¿no?” Y yo lo atajé: “Mirá, si me venís con las teorías sobre los pequebú te digo: sí, pequebú hasta la muerte, hermano. Me gusta el café, me gusta el chocolate, me gusta ir al Sorocabana”. El no se amilanó: “Tú no sos un pequebú, tú sos un bú”.

A Ember le molestaba que yo todas las noches rezara. Rezaba despacito pero rezaba. No podía concebir que un tipo que estaba por cumplir cuarenta años rezara. “Tendrás que acostumbrarte”, le dije.

Un día nos teníamos que contar las visitas que habíamos tenido y yo le dije que había venido mi hijo Javier, que se estaba asomando a la pubertad y andaba en sus primeros escarceos amorosos. Había conocido a una chica de la escuela, que se llamaba Concepción y era divina. Y me dijo: “Se me regaló, vos viste, papá”. Yo le conté entonces cómo había conocido a su mamá, en un colectivo 105.

Una morena de ojos negros que me flechó desde que subí al colectivo. Estaba sentada y miraba por la ventanilla incómoda por mis miradas. Yo le pedí que me llevara el portafolio y el tipo que estaba sentado al lado me dijo: “Sentate, pibe y avanzá”. Nos bajamos a las diez cuadras y fuimos caminando hasta el pasaje Renán. Cuando oímos los pajaritos en los árboles me pareció estar en Tucumán y le dije a tu madre: “Qué lindo lugar para hacer un nido”. Yo no podría decir que se me regaló; en todo caso nos regalamos el uno al otro y fue el amor de mi vida. Javier se largó a llorar y nos cortaron la visita.

De vuelta en la celda le conté al Gato que me había quedado mal y él me salió con una de las suyas: “Lo menos que hiciste con tu hijo fue hacerlo un revolucionario”. Me le tiré encima y él me paró, diciéndome: “Tú sabes, no hay dos tipos más diferentes que tú y yo. Yo no te puedo soportar y tú no me soportas a mí. Hagamos un pacto de no hablar”.

Durante dos semanas nuestra comunicación se redujo a pasarnos el mate. Los compañeros me decían: “Vamos a tratar de que te cambien de celda, porque se van a destruir ustedes dos”. Yo les decía: “No pasa nada porque no hablamos y yo tengo mi teclado”.
Entonces, una mañana, el Gato Ember me empezó a hablar. El Gato, que era un tipo insomne y asmático, decidió confesarme “una debilidad”: “Nunca estuve mejor en una celda que contigo. Nunca en estos siete años pude dormir y ahora duermo. Vos aportás una armonía acá en la celda que no sé de dónde mierda viene”. Y agregó: “Disimulá, seguí diciendo que nos llevamos mal para que podamos seguir juntos en la celda”.

Lo esencial con este hermano era un ejercicio intelectual que hacíamos: él tenía una capacidad de síntesis increíble. Yo no. Me decía: “Tú empleaste doscientas palabras para contarme eso. Ahora eso mismo lo podés decir con sesenta”. Y empezábamos a sintetizar. Fue una cosa extraordinaria para mí, era como hacer música con alguien.

“Te amamos, Chango”


El día que me liberaron yo no sabía que estaba por salir, pero el Gato, tocándose la nariz, profetizó: “Libertad para ti”. Me habían sacado para la enfermería pero yo no tenía nada.

El momento de la libertad fue un momento extraordinariamente fuerte, me temblaban las manos. Hasta el último minuto me dijeron que me trasladaban a otra cárcel. Eso formaba parte del sistema de desgaste, pero yo le creí al instinto del Gato. Fui celda por celda, diciéndoles “capaz que me voy” y repartiendo mis pertenencias. No me permitieron que le dejara el teclado mudo al Indio, un compositor al que le daba clases de piano sin piano.

Salí a la hora del recreo, escoltado por un milico que me iba pegando. Al que le dije: “Hijo de puta, ¿no te das cuenta de la belleza de este momento?”. Los compañeros habían salido todos a las ventanas que daban al patio y me gritaban: “Chango, no te olvides de nosotros. Viví, viví a full. Te amamos, Chango”. Yo me puse a llorar. Con el piano al hombro y ese tipo que me pegaba.

Por Miguel Bonasso

Uruguay – A 43 años del “cáncer de brazo”

Uruguay – A 43 años del “cáncer de brazo”

Una opinión personal

X Fernando Moyano




Por tanto, cuando la burguesía excomulga como «socialista» lo que antes ensalzaba como «liberal», confiesa que su propio interés le ordena esquivar el peligro de su Gobierno propio, que para poder imponer la tranquilidad en el país tiene que imponérsela ante todo a su parlamento burgués, que para mantener intacto su poder social tiene que quebrantar su poder político; que los individuos burgueses sólo pueden seguir explotando a otras clases y disfrutando apaciblemente de la propiedad, la familia, la religión y el orden bajo la condición de que su clase sea condenada con las otras clases a la misma nulidad política; que, para salvar la bolsa, hay que renunciar a la corona, y que la espada que había de protegerla tiene que pender al mismo tiempo sobre su propia cabeza como la espada de Damocles.


Reunión de los tres comandantes en jefe. -Hugo Márquez: Che Aparicio, traé tres cafés.
-Aparicio Méndez: ¡Eso es una falta de respeto, yo soy el Presidente!
-Hugo Márquez: Bueno, esta bien. Traé cuatro. 



Puede parecer desubicado que cite a Marx, y luego un chiste popular durante la dictadura militar 1973-1985. 
En chiste es para afirmar que fue eso, militar. Marx, 18 Brumario, para entender por qué y cómo. 
Este 27 de junio se cumplen 43 años del golpe de Estado. 
Para comprender lo que pasa hoy y lo que puede pasar mañana, hay que comprender lo que pasó ayer.

La dictadura militar en Uruguay no fue "en Uruguay", fue un fenómeno regional que abarcó prácticamente todos los países del cono Sur, y en forma explícitamente coordinada. Ni fue tampoco una respuesta a acciones armadas de grupos políticos; la serie de golpes y dictaduras militares en el continente no siguió esa secuencia. Incluso aquí, la principal organización armada, el MLN-T, había sido derrotada antes de 1973 por la acción policial.

Y si esta serie de golpes se dio con las particularidades de cada país, en Uruguay fue el golpe en cámara lenta. Ocurrió de la manera acompasada en que ocurren las cosas aquí, a ritmo moderado, demorado y contenido. La implantación de la dictadura fue un proceso. 
Hablamos de dictadura militar - y no "cívico militar" - porque recalcamos la condición especial del factor militar, su peso determinante, y por qué. La importancia de esa característica es crucial, además, por los tiempos que corren y se avecinan. Y, como tenemos presente que hay otras abundantes caracterizaciones en el otro sentido sobre este punto, queremos plantear expresamente el tema. Importa siempre desarrollar la comprensión analítica como método, y no es una "exquisitez teórica", porque es precisamente eso lo que permite definir una táctica concreta en cada situación, y una metodología de acción. Por supuesto, en la práctica las tácticas, más o menos igual se instrumentan empíricamente porque la realidad tiene más peso que los esquemas, pero así no se consigue un debate racional.

Dos objeciones se ponen a lo de militar a secas. a) Hubo civiles implicados, y son tan culpables como los militares. b) Los militares no son una entidad autónoma, responden a una dominación de clase que está por encima de ellos; en la terminología de a aquel tiempo (también a revisar) “brazo armado de la oligarquía y el imperialismo”.
Sobre lo primero: nunca hubo en ninguna parte una dictadura militar en la que no haya participado algún civil, y eso no cambia la condición fundamental del régimen, como tampoco lo sería, en sentido contrario, cuántos militares fueron. Lo que importa es el carácter cualitativo. Y tampoco es argumento la motivación de juzgar a esos civiles. Hubo una ocupación alemana en Francia de 1940 a 1944, los franceses colaboracionistas fueron juzgados y condenados por ser eso, colaboracionistas con la ocupación alemana, y no se inventó una cosa “franco-alemana”. 

Vamos entonces al argumento de fondo. La dictadura fue un ejercicio del dominio de una clase, y no un fenómeno militar por sí mismo.
En todos los procesos históricos debemos distinguir forma y contenido. Todos sabemos que el régimen actual de dominación tiene muchas cosas parecidas a la dictadura, e igualmente, todas las formas del dominio de clase burgués tienen características similares. Eso, que se señala, es completamente cierto. Pero si el contenido de esa dominación de clase es en lo más básico, el mismo, las formas de dominación son diferentes, tambíén el peso de cada factor, en la política concreta del poder. Si no se puede negar la continuidad del contenido, tampoco la importancia de comprender las diferencias específicas de cada forma. Lo que importa en este caso es comprender cómo y por qué sobrevino ese cáncer en el “brazo armado”, y las metástasis que hoy aparecen. O podemos hablar, mejor, de síndrome de la mano extraña, como en aquella película en que la mano de Peter Sellers se le disparaba haciendo el saludo nazi. La mano debe hacer lo que le dice la cabeza, pero no siempre la mano hace eso y solamente eso. Precisamente para eso está, para que oportunamente la cabeza pueda decir “yo no te dije que hicieses eso”, y lavarse las manos, por paradójico que suene.

Entonces, lo determinante para definir lo que fue la dictadura militar es el vuelco en el fiel de la balanza por el peso de cada plato. Por qué se produjo, y por qué puede producirse nuevamente.
Pedro Montañez, militar “en situación de reforma” y militante socialista, señaló la particularidad de que la casta burocrática militar fuese en Uruguay un estamento particularmente aislado del núcleo de la clase dominante, a diferencia de otros países vecinos; el economista marxista Luis Stolovich también tiene investigaciones en ese sentido. Una explicación en perspectiva histórica la ofrece Carlos Real de Azúa al señalar la débil implantación capitalista de la clase dominante (en el mismo sentido que Stolovich) y los mecanismos de compensación (que es el tema de Real de Azía). Uno de ellos es el desarrollo de fuerzas armadas hipertrofiadas, pasivas en tanto inútiles en cualquier hipótesis bélica, pero de función disuasiva ante un posible desborde del conflicto social, que la clase dominante necesita dada esa debilidad. Esa condición pasiva, obviamente requiere, para que sea efectivamente disuasiva, que pase a ser activa alguna vez. Eso lo va mostrando Real de Azúa en detalle.
Dos observaciones al respecto, complementarias entre sí.

Una de las características de la dictadura militar en Uruguay fue la omnipresencia militar y el desplazamiento y enmudecimiento de toda actividad civil mínimamente independiente. El que hubiese figuras de paja como Bordaberry y Aparicio Méndez no cambia la cosa, lo mismo que la prensa servil, porque fueron eso, figuras de paja. Que el Borda tuviese proyectos delirantes en la cabeza sobre el establecimiento de un régimen fascista corporativo estable, tampoco significa nada porque fueron eso, delirios. Y por otro lado, es bien cierto que terminados cuadros especialistas civiles fueron necesarios en algunos puestos clave, dada la burrez generalizada de los milcos; es un tema que veremos más abajo.
Si comparamos Uruguay con Chile, la participación civil en la preparación del golpe fue mucho más activa que en Uruguay; a nadie se le ocurre decir que fue un golpe o dictadura “cívico-militar”. En Brasil hubo libertades civiles formales bastantes más amplias que en Uruguay, incluso elecciones regulares con un partido opositor que siempre perdía (a la gente la mataban a mansalva igual que en “democracia”); nadie dijo que eso no fuese una dictadura militar. Argentina es bien diferente a Uruguay porque allí hubo golpes militares a cada rato, presencia militar orgánica y permanente por todos lados, y no nuestra “tradición civilista”; todos tienen claro que fueron todas esas dictaduras militares.
El otro aspecto es que, precisamente, ese aislamiento cuartelero fue una fuerte limitante interna para la dictadura militar, los militares uruguayos no tienen un vínculo orgánico con la sociedad (con el ala reaccionaria de la sociedad, y por supuesto con ninguna otra ala) como en otros lugares del continente. Esa condición específica, que dio a la dictadura su especial brutalidad por operar en el vacío de poder (más allá de que, precisamente por eso, hubiese límites que mucho no pudieron cruzar, hubo una proporción enorme de presos y torturados pero, comparando en relación a la población, Argentina tuvo 12 veces más desaparecidos que Uruguay), le trajo también grandes dificultades. Para resolver eso es que en algunos lugares clave tuvo que haber civiles, la excepción muestra los limites de la regla, pero son excepciones para que siga siendo regla. Luis Ediuardo González tiene un estudio de este tema de los límites (desde su propia óptica, la teoría del “autoritarismo burocrático” o sea desplazamiento y reemplazo de “la clase política” tradicional, y además hacer bandera de ello) en cuanto a la “apertura inesperada” a partir de 1980; también es muy lúcida la mirada de Gabriel García Márquez sobre el traspié de la dictadura en el plebiscito de 1980: “El cuento de los militares que se creyeron su propio cuento”. Es luego de eso que viene el Goyo y no más civiles de paja, la cosa era en serio, precisamente porque había que terminarla.

Para decirlo resumido: en Uruguay hay un divorcio social más pronunciado entre la casta militar y el resto, incluyendo las élites de poder. Ese divorcio se hizo sentir en la dictadura en los dos sentidos, el estilo a-cívico que tuvo, y los límites propios que no pudo evitar.
Es curioso que nuestro principal especialista académico actual en materia militar, Julián González Guyer, sostenga que ese aislamiento sería un defecto de nuestra política, de la forma de encarar el tema, sin comprender que es una condición de la realidad, y que eso tiene su razón de ser.

Alguien se puede preguntar por qué, en esto que es apenas un apunte, estamos jodiendo con este problema de palabras. “El mapa no es el territorio, y el nombre no es la cosa nombrada”. Vamos a discutir sobre lo que pasó, no sobre cómo nombramos lo que pasó. Pero es imposible hacerlo sin nombrar lo que pasó.

Y, más todavía, no pasó porque sigue pasando y está volviendo a pasar. ¿QUË está volviendo a pasar?

Larry y MrBurns son dos civiles. ¿Qué hacen, qué política llevan adelante? la militarización, el avance militarista. Cabildo Abierto es un partido militar; no es militar “químicamente puro” y por eso es más peligroso todavía. No porque los civiles allí lo hagan más peligroso, sino porque el disfraz civil (“cívico-militar”) lo hace. Fue la dictadura la que inventó el cuento “cívico-militar”.

El mapa no es territorio y el nombre no es la cosa, pero ponemos nombres para hacer el mapa, y orientarnos en el territorio.



  o    fernando moyano

https://n0estandificil.blogspot.com/

Uruguay: Un nuevo ajuste a costa de los trabajadores y el pueblo

EL Chasque Nº 29

Uruguay: Un nuevo ajuste a costa de los

trabajadores y el pueblo

03/07/2020



En el Chasque Nº28 decíamos, sobre el golpe de 27/06/1973:

La simplificación y ocultamiento real de las causas bajo el argumento de una guerra entre dos bandos (demonios) justifica el golpe de estado.

Los responsables verdaderos, los hombres fuertes de la economía nacional e internacional, del capital monopólico, en su desmedida, despiadada ambición que no conoce límites, esperaban su oportunidad.

Estos señores querían toda la bolsa.

*****



“El cónsul inglés en informe a su gobierno opinaba sobre el Reglamento (de tierras de Artigas del 10 de setiembre de 1815): “…es una destrucción y división de posiciones y propiedades y la igualdad sobre la base de hacer a todos igualmente pobres”. Afectar la santa propiedad privada, aún cuando sea la ajena, nunca es indiferente. Pero lo más ofensivo es un criterio democratizador. (Maria Luisa Battegazzore. La revolución artiguista: tierra y libertad1)
…………………………..

“Lo que importa en la revolución agraria artiguista es ante todo el enlace orgánico inextricable entre una política de principios revolucionaria y radical sobre la tierra y una práctica consecuente, también radical y revolucionaria. (…) Definida la primera cuestión, si el ‘arreglo de los campos’ se resolvía en mera política de policía rural o de asentamiento de los paisanos en la tierra, el curso de los hechos se enderezó hacia una política de libre acceso a la tierra. (…) Y este fenómeno, cada vez más radical, fue también el que apreciaron los hacendados del bando patriota que desertaron de la revolución y entregaron la patria al invasor extranjero.“ (Sala, L.; Rodríguez, J.; De la Torre, N. (1969) 13-1, citado en Maria Luisa Battegazzore. La revolución artiguista: tierra y libertad)

Del fondo de la historia. Nos hace pensar que no cambió tanto, a pesar se movían en carretas y ahora se surca el espacio estelar. La claridad imperial en defensa de sus intereses e ideas dominantes. El entreguismo de la Oligarquía Criolla, digna predecesora de la actual, siempre primero sus propios intereses, asociados al imperio de turno.

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La última dictadura nos dejó una herencia, fortuna para unos pocos, gran miseria para muchos.

Entre 1972 y 1981 las transferencias de los trabajadores al capital ascendieron a la suma de 5,000 millones de dólares (aproximadamente el PBI de 1984. Hoy éste se eleva a 60,000 millones)

Entre 1971 y 1984 el salario real perdió el 58% de su poder adquisitivo, mientras el PBI creció el 18%. (Olesker. La Diaria, 27/06/2020)

Queda claro quienes fueron los ganadores del proceso, de la irrupción de los militares en la política nacional, mercenarios al servicio del Capital.


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Así, en otro aciago mes de junio, en 1968, el Presidente Pacheco obra del mismo modo. El 13 de junio decreta Medidas Prontas de Seguridad, para enfrentar el caos, dice, que proviene de la lucha de los estudiantes por el boleto y de los trabajadores en defensa de su salario, e imponer el orden (de los privilegiados de siempre). El 28 de junio congela precios y salarios (mientras la inflación acumulada de 12 meses a junio/1968 fue del 183%, el 1º de julio debían ser ajustados los salarios).

Mientras el salario real promedio cae un 15% en 1968, el PBI aumenta un 1,6%

Los mismo ganadores y los mismos perdedores.

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En 2020 se preparan otra vez para recuperar sus Ganancias a costa de los trabajadores, que arrastrará tras de si la ruina de sectores de propietarios pequeños y medios de la ciudad y el campo.

Las palabras del Presidente Lacalle así lo indican:

Ante la dura realidad de la Pandemia, declaró que no se tocará a los “Malla Oro” (los capitales, los privilegiados, los que más tienen).

Pero si toca a los que trabajan. A los cientos de miles que han quedado sin ingresos o los han visto reducidos, se agregan las Pautas para los consejos de Salarios.

Julio/2020 – Sólo se recupera lo perdido, prevista en los Consejos de Salarios anteriores.

enero/2021 – Un 3% de incremento, cuando la inflación viene creciendo aceleradamente.

Julio/2021 – Inflación del año anterior menos (3% de enero y % de caída del PBI)

Además, el sector empresarial propone que caigan beneficios conquistados en la ronda anterior, como el presentismo, útiles escolares, antigüedad, premios por zafra o de ventas de fin de año, licencias por estudio, por enfermedades profesionales entre otras.

Mientras se asegura la caída de Salarios y se trata de bajar el “costo del Estado”, lo único que aumentará son las Ganancias. Si bien hay sectores que sufren la crisis, hay otros que obtienen enormes beneficios y estos no serán tocados, así como tampoco las grandes fortunas,

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Como antes, Pacheco en 1968, Bordaberry en 1973 (para proteger la democracia hay que suprimirla), hoy se utiliza la mentira para justificar la necesidad del ORDEN -es decir mantener los privilegios-. Hay que hacerse CARGO.

No por casualidad, el ORDEN está ligado a medidas punitivas en las distintas circunstancias. La derecha necesita encontrar un enemigo, en este caso los 15 años de gobierno del FA. Reinventar una realidad, caótica, utilizando su enorme poder económico y mediático.

Fueron, los estudiantes y los obreros, en 1968; la corrupción y la demagogia de “todos” los politicos, en 1973; la ineficiencia, la burocracia, el ideologismo del FA, hoy. Fueron y son los subterfugios de la clase dominante para mantener y aumentar sus privilegios. No importa quién está al frente del ocasional gobierno, tras bambalinas se encuentra el capital financiero. Los mismos ganadores siempre.

*****

El General Seregni nos decía, en otro momento aciago de la historia del país:

“…queremos la paz no para dejar tranquilos a quienes explotan y comercian con la riqueza del pueblo. Queremos la paz para romper con sus privilegios, encarando los cambios que todo el pueblo necesita, porque ya está demostrado que sin ellos nada de lo que el pueblo ha conquistado en el pasado puede tan siquiera mantenerse.” Liber Seregni – 29/04/1972

Nos muestra un camino: ni la paz ni la democracia son moneda de cambio. No ceder las conquistas populares ante la amenaza y el chantaje de los privilegiados de siempre o los sectores fascistas que buscan amedrentarnos.

No podemos dejar de denunciar el programa neoliberal que lleva adelante el gobierno, no podemos dejar de proponer alternativas, dando batalla contra la apropiación de la riqueza creada por quienes trabajan.

El Gobierno, con la LUC, las pautas salariales defiende desembozadamente a los propietarios de la riqueza, mientras desvalija a quienes viven de su trabajo, que pagarán con desocupación y rebaja de sus ingresos, los costos de la pandemia y el subsidio a los “Malla Oro”

“Llevar el pueblo a gobernar”, no es contra nadie, es a favor de los que no tienen derechos, los desheredados, los carentes de todo, los que crean con su trabajo la riqueza. Estos deben ser los protagonistas con su participación, el involucramiento de la sociedad civil, de su compromiso, a través de un cambio cultural para construir ámbitos de decisión realmente democráticos.

Descentralización y participación ciudadana.

El proceso de toma de decisiones a través de la participación efectiva de trabajadores, vecinos, organizaciones sociales, autoridades locales, para la solución a todos los temas que hacen a la vida y al trabajo en cada lugar.

Desarrollo coordinado de políticas económicas, sociales desde el barrio. Un activo papel de las comisiones de vecinos, centros educativos, deportivos, sindicatos, instituciones y su relación con el gobierno local, para potenciar su capacidad de incidencia.

Iniciativas que generen nuevas fuentes de trabajo. Promoción de proyectos productivos, comerciales, de servicios. Viables, sustentables económica y socialmente, para el desarrollo del territorio y de los vecinos. Articulación con los programas departamentales y nacionales.

Desarrollo de distintas formas de organización del trabajo, a través de la propiedad social, de las comisiones de vecinos, gobiernos locales y otras organizaciones sociales, así como formas cooperativas, de productores directos, junto a pequeños propietarios.

La Comunidad organizada en cada barrio, localidad, pueblo, a construir los ámbitos democráticos donde planificar y dirigir la economía local, la producción, el intercambio, para la satisfacción de sus necesidades.

Hay que construir una alternativa al proyecto de la oligarquía y el capital monopólico, que ha ejercido su dominio a través de la historia.
Con el pueblo movilizado .

Desde el Pie

“Crece desde el pueblo el futuro
Crece desde el pie,
ánima del rumbo seguro
Crece desde el pie.“

Alfredo Zitarrosa