Libia y el imperialismo humanitario

Entrevista a Jean Bricmont, físico y filósofo belga, miembro del Tribunal de Bruselas
Libia frente al imperialismo humanitario


investig'Action


Kosovo, Irak, Afganistán: los partidarios de una intervención en Libia ¿no han aprendido la lección? Jean Bricmont, autor de una obra sobre el imperialismo humanitario, nos explica porqué el derecho de injerencia es incompatible con la paz en el mundo y perjudica a las causas humanitarias. A menos, evidentemente, que dichas causa no sean más que pretextos…


¿Puede recordarnos en qué consiste el imperialismo humanitario?
Es una ideología que pretende legitimar la injerencia militar contra países soberanos en nombre de la democracia y de los derechos del Hombre. La motivación siempre es la misma: una población es víctima de un dictador y por lo tanto hay que actuar. Entonces nos sacan las referencias a la Segunda Guerra mundial, a la guerra de España y otras. Se trata de hacer aceptable la intervención. Es lo que pasó en Kosovo, Irak o Afganistán.
Y ahora ¿es el turno de Libia?
Hay una diferencia, porque en este caso está autorizada por una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Pero esa resolución ha sido votada en contra de los principios mismos de la Carta de las Naciones Unidas. Efectivamente, no veo ninguna amenaza exterior en el conflicto libio. Se ha recurrido a la noción de la “responsabilidad de proteger” a la población, pero quemando un poco las etapas. Además, no hay pruebas de que Gadafi masacre a la población simplemente con el objetivo de masacrarla. Es algo más complicado: se trata más bien de una insurrección armada y no sé de ningún gobierno que no reprima este tipo de insurrección. Evidentemente, hay daños colaterales y muertos entre los civiles. Pero si los Estados Unidos saben cómo evitar tales daños, que vayan a explicarlo a los israelíes y que se lo apliquen a sí mismos en Irak y en Afganistán. Tampoco hay ninguna duda de que los bombardeos de la coalición también van a provocar pérdidas civiles. Por lo tanto, pienso que desde un punto de vista estrictamente legal, la resolución del Consejo de Seguridad es discutible. En realidad, es el resultado de años de presión para el reconocimiento del derecho de injerencia que en este caso se legitima.
Sin embargo, incluso entre las izquierdas mucha gente piensa que había que intervenir en Libia para detener la masacre. ¿Cree que es un error de juicio?
Sí, y por varias razones. En primer lugar, esta campaña establece el reino de la arbitrariedad. En efecto, el conflicto libio no tiene nada de excepcional. Hay muchos otros en el mundo, ya sea en Gaza, Bahrein o, hace algunos años, en el Congo. En este último caso estábamos ante el cuadro de una agresión exterior por parte de Rwanda y de Burundi. La aplicación del derecho internacional habría permitido salvar millones de vidas pero no se hizo. ¿Por qué? Además, si se aplican los principios de injerencia que subyacen en el ataque contra Libia, esto significa que todo e mundo puede intervenir en todas partes. Imaginemos que los rusos intervinieran en Bahrein o los chinos en Yemen: sería la guerra generalizada y permanente. Una gran característica del derecho de ingerencia es, en consecuencia, el no respetar el derecho internacional clásico. Y si hubiera que modificar el derecho internacional con nuevas reglas que legitimaran el derecho de ingerencia, ello desembocaría en la guerra de todos contra todos. Es un argumento al que los partidarios del derecho de ingerencia nunca responden. Finalmente, estas ingerencias refuerzan lo que yo llamo el “efecto barricada”: todos los países que están en el punto de mira de los Estados Unidos van a sentirse amenazados y van a intentar reforzar su armamento. Hemos visto lo que pasó con Saddam. Por cierto, Gadafi declaró a la liga árabe: “Acaban de ahorcar a un miembro de esta liga y no habéis dicho nada. Pero lo mismo puede ocurriros a vosotros, ya que, aunque todos vosotros seáis aliados de los Estados Unidos, Saddam también lo fue anteriormente”. Actualmente se reproduce lo mismo con Gadafi y la amenaza que pende sobre muchos Estados puede relanzar la carrera armamentística. Rusia, que no es precisamente un país desarmado, ya ha anunciado que iba a reforzar sus tropas. Pero esto puede ir incluso más lejos: si Libia tuviera armamento nuclear jamás habría sido atacada. Desde luego, esta es la razón por la que no se ataca a Corea del Norte. La izquierda que apoya la intervención en Libia debería pues darse cuenta de que la consecuencia de la ingerencia humanitaria es el relanzamiento de la carrera armamentística y a largo plazo, la creación de lógicas de guerra.


Sin embargo, esta intervención militar contra Gadafi ¿no podría considerarse un mal menor?
Hay que pensar en las consecuencias. Ahora que las fuerzas occidentales están comprometidas es evidente que tendrán que llegar hasta el fin, derrocar a Gadafi e instalar a los rebeldes en el poder. ¿Qué va a pasar entonces? Libia parece dividida. Si hay resistencia en Trípoli ¿Occidente va a ocupar el país y embarcarse en una guerra sin fin como en Irak o Afganistán? Pero, imaginemos que todo va bien: la coalición se deshace de Gadafi en unos cuantos días, los rebeldes toman el poder y el pueblo libio está unido. Todo l mundo está contento ¿y después? No creo que Occidente vaya a decir: “Ya está, hemos hecho esto porque somos buenos y respetamos los derechos del Hombre. Ahora podéis hacer lo que queráis”. ¿Qué pasará si el nuevo gobierno libio parece demasiado musulmán o no limita correctamente los flujos migratorios? ¿Creéis que se les va a dejar actuar? Es evidente que después de esta intervención el nuevo gobierno libio será prisionero de los intereses occidentales.
Si la intervención militar no es la solución, entonces ¿qué hacer?
En primer lugar habrían debido ensayarse honestamente todas las soluciones pacíficas. Quizás no habría funcionado, pero respecto ha habido una voluntad manifiesta de rechazar estas soluciones. Es desde luego una constante en las guerras humanitarias. Por lo que respecta a Kosovo habían propuestas serbias muy detalladas para llegar a una solución pacífica pero fueron rechazadas. Occidente incluso impuso condiciones que hacían imposible cualquier negociación, como la ocupación de Serbia por tropas de la OTAN. En Afganistán, los talibanes propusieron hacer juzgar a Ben Laden por un tribunal internacional si se les aportaban pruebas de su implicación en el atentado del World Trade Center. Estados Unidos lo rechazaron y bombardearon. En Irak, Saddam había aceptado el retorno de los inspectores de la ONU así como numerosas condiciones enormemente apremiantes. Pero nunca era suficiente. En Libia, Gadafi había aceptado un cese el fuego y había propuesto el envío de observadores internacionales. Los observadores no fueron enviados y se ha dicho que Gadafi no había aceptado el cese el fuego. Occidente también rechazó la propuesta de mediación de Chávez, que sin embargo fue aprobada por numerosos países latinos así como por la Organización para la Unidad Africana. Respecto a esto me enfurezco cuando oigo a gente de izquierda, en Europa, denunciar la horrible Alianza Bolivariana que sostiene al dictador Gadafi. ¡Esta gente no ha comprendido nada! Los dirigentes latinos son personas en el poder con importantes responsabilidades. No son izquierdistas insignificantes que parlotean en su rincón. Y el gran problema de estos dirigentes es la ingerencia de los Estados Unidos; cuanto menos puedan los Estados Unidos hacer lo que quieran en cualquier parte del mundo, mejor será para todos los países que intentan emanciparse de su tutela y para todo el mundo.


El hecho de rechazar sistemáticamente las soluciones pacíficas ¿significa que la ingerencia humanitaria es un pretexto?
Sí, pero funciona con respecto a los intelectuales, tengo más dudas con respecto a la reacción de los pueblos europeos. ¿Van a apoyar a sus dirigentes en el ataque contra Gadafi? A nivel de los pueblos son las guerras por la seguridad las que gozan de una mayor legitimidad; cuando hay, por ejemplo, una amenaza contra nuestras poblaciones, nuestras formas de vida, etc. Pero aquí y en Francia, con todo este clima islamofóbico que hay (que no apruebo, pero que existe) ve a explicarles que vamos a luchar en Cirenaica por unos insurgentes a los que vemos gritando “« Allah U Akbar »&hellip ¡es contradictorio! A nivel político la mayoría de partidos apoyan la intervención. Incluso en la izquierda, trotskistas como Mélenchon. Todos andan con la flor en el fusil. Los más moderados apoyaban únicamente una zona de exclusión aérea, pero si Gadafi envía sus tanques hacia Benghazi ¿qué hacemos? Durante la Segunda Guerra mundial los alemanes perdieron muy rápidamente l control aéreo, pero resistieron todavía varios años. Sin lugar a dudas los moderados debían pensar que, en la medida en que el objetivo es el derrocamiento de Gadafi, se iría más allá del establecimiento de una zona de exclusión aérea. La izquierda, incapaz de apoyar verdaderas soluciones alternativas, está atrapada por la lógica de la ingerencia humanitaria y se ve obligada a apoyar a Sarkozy. Si la guerra se termina rápido y bien, el presidente francés se encontrará en buena posición para 2012 y la izquierda le habrá allanado el camino. Puesto que esta izquierda no asume un discurso coherente opuesto a las guerras, se ve obligada a ir a remolque de la política de ingerencia.
¿Y si la guerra va mal?
Es penoso, pero el único partido francés que se ha opuesto a la intervención en Libia es el Frente Nacional. Ha invocado especialmente la amenaza de los flujos migratorios y lo ha aprovechado para desmarcarse de la UMP y del PS diciendo que el nunca había colaborado con Gadafi. Si la guerra en Libia no funciona como está previsto ello podría beneficiar al Frente Nacional en 2012.
Si la injerencia humanitaria no es más que un pretexto ¿cual es el objetivo de esta guerra?
Las revoluciones árabes han sorprendido a los occidentales que no estaban suficientemente bien informados de lo que ocurría en el Magreb y en Oriente Medio. No pongo en entredicho que haya buenos especialistas de la cuestión, pero con frecuencia no son suficientemente escuchados a un cierto nivel de poder y desde luego se quejan de ello. Ahora pues, puede que los nuevos gobiernos egipcio y tunecino no se alineen con los intereses occidentales y, por consiguiente, podrían ser hostiles a Israel. Para asegurarse el control de la región y proteger a Tel-Aviv, los occidentales probablemente quieran deshacerse de los gobiernos ya hostiles a Israel y a los occidentales. Los tres principales son Irán, Siria y Libia. Puesto que este último es el más débil se le ataca.
¿Puede funcionar eso?
Occidente soñaba con dominar el mundo, pero desde 2003, con el fiasco irakí, se ve que no es capaz de ello. Antes, los Estados Unidos podían permitirse derrocar dirigentes que ellos mismos habían llevado al poder, como Ngô Dinh Diêm en Vietnam del Sur en los años 60. Pero Washington ya no tiene la posibilidad de hacer esto hoy en día. En Kosovo, Estados Unidos deben arreglárselas con un régimen mafioso. En Afganistán todo el mundo dice que Karzaï es un corrupto pero no tienen alternativa. En Irak también deben acomodarse con un gobierno que está lejos de convenirles totalmente. De bien seguro que el problema también se presentará en Libia. Un irakí me dijo una vez: “En esta parte del mundo no hay liberales en el sentido occidental del término, excepto algunos intelectuales bastante aislados”. Como Occidente no puede apoyarse en dirigentes que compartan sus ideas y defiendan totalmente sus intereses, intenta imponer dictaduras por la fuerza. Pero evidentemente esto crea un desfase con las aspiraciones de la base popular. Además, este procedimiento resulta un fracaso y la gente no debería engañarse acerca de lo que pasa. Occidente, que creía poder controlar al mundo árabe con marionetas como Ben Alí y Mubarak, se diría de pronto: “Todo era falso ¿vamos ahora a apoyar la democracia en Túnez, en Egipto y en Libia? “ Es tanto más absurdo teniendo en cuenta que una de las grandes reivindicaciones de las revoluciones árabes es el derecho a la soberanía. Dicho de otra forma ¡no a la injerencia! Occidente debe resignarse: el mundo árabe, lo mismo que África y el Caribe, no le pertenece. De hecho, las regiones donde Occidente interviene más son las menos desarrolladas. Si se respeta su soberanía estas regiones podrán desarrollarse, como lo ha hecho Asia y como sin duda lo hará América latina. La política de injerencia es un fracaso para todo el mundo.


¿Cuál es la alternativa entonces?
En primer lugar hay que saber que la política de injerencia necesita un presupuesto militar importante. Sin el apoyo de Estados Unidos y su presupuesto militar delirante, Francia y Gran Bretaña no se habrían comprometido. Bélgica, todavía menos. Pero todos estos medios puestos a disposición no caen del cielo. Este presupuesto se basa en préstamos de la China que conllevan déficits US y todo tipo de problemas económicos. Raramente se piensa en ello. Además, se nos repite constantemente que no hay dinero para la educación, la investigación, las pensiones, etc. ¡Y de repente aparece una gran cantidad de dinero para hacer la guerra en Libia. Una cantidad ilimitada, puesto que no se sabe cuanto tiempo va a durar esta guerra! Por otra parte ya se está gastando dinero para nada en Afganistán. Hace falta, por lo tanto, otra visión política y, a mi parecer, suiza es un buen ejemplo. Este país consagra su presupuesto militar únicamente a la protección de su territorio. Los suizos tiene una política de no intervención coherente, puesto que su ejército, por principio no puede salir de su territorio. Podría decirse que Suiza deja que Gadafi masacre a los insurgentes pero, en primer lugar, ella nunca ha cometido un genocidio u otras masacres, incluso si su política puede ser criticada a otros niveles (banca o inmigración). Y, en segundo lugar, si todo el mundo hiciera como Suiza, por las razones que ya he explicado anteriormente, el mundo iría mucho mejor. Las guerras y los embargos siempre tienen consecuencias desastrosas. A mi parecer, la mejor alternativa es la cooperación con distintos países, sean cuales sean sus regímenes. A través del comercio, pero no el de armas evidentemente, las ideas circulan y las cosas pueden evolucionar, sin guerra. Se pueden discutir las modalidades: comercio justo, ecológico, etc. Pero el comercio es una alternativa mucho menos sangrienta que las sanciones y los embargos, que son la versión soft de las guerras humanitarias.
Jean Bricmont es profesor de física en la Universidad de Louvain la Neuve, Bélgica. Es miembro del Tribunal de Bruselas. Su último libro,Humanitarian Imperialism acaba de publicarse en Monthly Review Press (hay traducción castellana en Editorial Viejo Topo, Barcelona, 2009). Es sobre todo conocido en el mundo hispano por su libro –coescrito con el físico norteamericano Alan Sokal— Imposturas intelectuales (Paidós, 1999), un brillante y demoledor alegato contra la sedicente izquierda académica relativista francesa y norteamericana en boga en los últimos lustros del siglo pasado.
Traducido para www.sinpermiso.info por Anna Maria Garriga Tarré
Fuente: http://www.michelcollon.info/La-Libye-face-a-l-imperialisme.html?lang=fr


Libia: Para proteger a los civiles les arrojan uranio empobrecido

Uranio empobrecido: Una extraña forma de proteger a los civiles libios


Stop the War Coalition


Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


“Los misiles que llevan puntas dotadas de uranio empobrecido se ajustan a la perfección a la descripción de bomba sucia… Yo diría que es el arma perfecta para asesinar a montones de gente.” Marion Falk, experta en física química (jubilada), Laboratorio Lawrence Livermore, California, EEUU.En las primeras veinticuatro horas del ataque contra Libia, los B-2 de EEUU arrojaron 45 bombas de 2.000 libras de peso cada una [algo menos de 1.000 kilos]. Estas enormes bombas, junto con los misiles Cruise lanzados desde aviones y barcos británicos y franceses, contenían ojivas de uranio empobrecido.

El UE es el producto de desecho del proceso de enriquecimiento de uranio. Se utiliza en las armas y reactores nucleares. Debido a que es una sustancia muy pesada, 1,7 veces más densa que el plomo, es muy valorada en el ejército por su capacidad para atravesar vehículos blindados y edificios. Cuando un arma que lleva una punta de uranio empobrecido golpea un objeto sólido, como una parte de un tanque, penetra a través de él y después explota formando una nube candente de vapor. El vapor se asienta como polvo, un polvo que no sólo es venenoso, también radioactivo.
Un misil con uranio empobrecido cuando impacta se quema a 10.000ºC. Cuando alcanza un objetivo, el 30% se fragmenta en metralla. El 70% restante se evapora en tres óxidos altamente tóxicos, incluido el óxido de uranio. Este polvo negro permanece suspendido en el aire, y dependiendo del viento y de la climatología, puede viajar sobre grandes distancias. Si Vds. piensan que Iraq y Libia están muy lejos, recuerden que la radiación de Chernobyl llegó hasta Gales.
Resulta muy fácil inhalar partículas de menos de 5 micras de diámetro, que pueden permanecer en los pulmones o en otros órganos durante años. Ese uranio empobrecido inhalado puede causar daños renales, cánceres de pulmón y huesos, trastornos en la piel, trastornos neurocognitivos, daños cromosómicos, síndromes de inmunodeficiencia y extrañas enfermedades renales e intestinales. Las mujeres embarazadas que se ven expuestas al uranio empobrecido pueden dar a luz a bebés con defectos géticos. Una vez que el polvo se vaporiza, no cabe esperar que el problema pueda desaparecer pronto. Como emisor de partículas alfa, el UE tiene una vida media de 4.500 millones de años.
En el ataque de la operación “conmoción y pavor” contra Iraq, se arrojaron, sólo sobre Bagdad, 1.500 bombas y misiles. Seymour Hersh ha afirmado que sólo la Tercera Insignia de Aviación de los Marines de EEUU arrojó más de “quinientas mil toneladas de munición”. Y todo eso llevaba puntas de uranio empobrecido.
Al Yasira informó que las fuerzas invasoras estadounidenses dispararon 200 toneladas de material radioactivo contra edificios, hogares, calles y jardines de Bagdad. Un periodista del Christian Science Monitor llevó un contador Geiger hasta zonas de la ciudad que habían sufrido una dura lluvia de artillería de las tropas estadounidenses. Encontró niveles de radiación de entre 1.000 a 1.900 veces por encima de lo normal en zonas residenciales. Con una población de 26 millones de habitantes, eso significa que EEUU arrojó una bomba de una tonelada por cada 52 ciudadanos iraquíes, es decir, unos 20 kilos de explosivo por persona.

William Hague [Secretario de Estado de Asuntos Exteriores británico] dijo que íbamos a Libia “a proteger a los civiles y a las zonas habitadas por civiles”. Vds. no tienen que mirar muy lejos para ver a quién y qué se está “protegiendo”.
En las primeras 24 horas, los “Aliados gastaron” 100 millones de libras esterlinas en munición dotada de punta de uranio empobrecido. Un informe sobre control de armamento realizado en la Unión Europea afirmaba que sus estados miembros concedieron en 2009 licencias para la venta de armas y sistemas de armamento a Libia por valor de 333.657 millones de euros. Gran Bretaña concedió licencias a las firmas de armamento para la venta de armas a Libia por valor de 24.700 millones de euros y el Coronel Gadafi pagó también para que se enviara a las SAS [siglas en inglés de Servicio Especial Aéreo] a entrenar su 32ª Brigada.
Me apuesto a que en los próximos 4.500 millones de años, William Hague no va a ir de vacaciones al Norte de África.
Fuente:
http://stopwar.org.uk/content/view/2321/27/ 


Libia: entre la criminal intervención y la dictadura

Entrevista al documentalista y periodista freelance Daniel Iriarte tras su paso por Libia
"Una cosa es estar en contra de la intervención occidental, y otra apoyar a un dictador criminal como Gadafi"



Daniel Iriarte es documentalista y periodista freelance radicado en Estambul. Colabora con Video Journalist Movement y es analista para Libia y Egipto del portal Mediterráneo Sur. Las últimas semanas las ha pasado recorriendo el Líbano, Túnez, Egipto y Libia, donde ha recogido testimonios y abundante material gráfico sobre las revueltas que están tenido lugar en el norte de África. Conversamos con él sobre la situación de Libia.


- Durante las últimas semanas has estado trabajando en el norte de África ¿que diferencias ves entre las revoluciones tunecina y egipcia y la que está teniendo lugar en Libia?
En el caso tunecino y egipcio, la mayoría de la gente salió a la calle porque para ellos el gobierno, en esencia, significaba que un policía les podía parar en cualquier momento, quedarse con su salario de ese día, e incluso arrestarles y torturarles sin ningún motivo. De hecho, en Egipto la revolución ha perdido casi todo su impulso desde que el ejército se hizo con el poder, a pesar del papel claramente contrarrevolucionario que éste está jugando. La mayoría de los egipcios de a pie creen que, caído el presidente Mubarak y disuelto el Amn Dawla (la seguridad estatal, el organismo encargado de la represión de la disidencia interna), y llamados al orden los policías, el problema está resuelto. Con el ejército no se meten, porque esta institución es percibida como honesta y neutral. Pero es simplemente porque, mientras el egipcio corriente veía claramente la corrupción y la brutalidad de la policía y el Amn Dawla, el ejército no necesita mancharse las manos con pequeñas corruptelas, puesto que tiene montada una estructura económica y corporativa muy poderosa, que incluye cientos de compañías, y por supuesto la ingente ayuda militar estadounidense.

En Libia es diferente, el nivel socioeconómico es mucho mayor. La frustración allí viene del hecho de que los altos cargos del régimen, especialmente la familia Gadafi, vive en un lujo escandaloso, mientras la mayoría de la gente pasa escaseces (aunque, desde luego, la carestía no es comparable a la del resto de África del Norte; podríamos asemejarla a la de una clase baja en España). También el nivel educativo es relativamente alto, lo que hace que los libios sean bastantes conscientes de las injusticias económicas y políticas del régimen.
- El levantamiento en Libia ¿ha contado con ayuda extranjera o ha sido un levantamiento popular como en sus países vecinos?
Creo que, en un primer momento, el levantamiento en Libia fue genuinamente nacional. Tú visitas Bengasi o Tobruk y te sorprende el odio y el resquemor acumulado contra los Gadafi. La región oriental, especialmente Bengasi, ha sido bastante castigada por el régimen en la última década, así que allí sólo fue necesario que el levantamiento cobrase fuerza –como el de ahora en Siria- para que la gente se lanzase a apoyarlo. Muchos libios confiaban en que Seif El Islam, el hijo de Gadafi llamado a heredar el gobierno, iba a cambiar las cosas llegado el momento, pero al cerrar filas detrás de su padre y hacer un llamamiento a la masacre de los alzados, hizo que muchísima gente se uniese a los rebeldes.

Pero eso fue al principio. Cuando yo estuve allí, a principios de marzo, se hablaba de instructores británicos entrenando a los rebeldes, aunque ningún periodista ha podido confirmar esa información. Y ahora ya ha quedado claro que el ejército egipcio está suministrando armas al gobierno rebelde, armas que, en último término, provienen de los estadounidenses.
- ¿Qué puedes contar del Consejo Nacional Libio? ¿Existen movimientos de izquierda o algún tipo de organización que aglutine a los rebeldes?
El Consejo Nacional Libio agrupa principalmente a antiguos miembros del régimen de Gadafi que se han pasado al otro bando. Por ejemplo, Mustafá Abdeljalil, que lidera el Consejo, era el Ministro de Justicia, y el general Abdul Fatah Yunis era Ministro del Interior. Ambos dimitieron cuando Gadafi ordenó masacrar a los manifestantes. Y como ellos, numerosos mandos del ejército y elementos de la administración y la diplomacia.

En ese sentido, es difícil hablar de “izquierda” en el movimiento rebelde (mientras que sí hay unos sectores izquierdistas claros en las revoluciones egipcia y tunecina), puesto que el régimen ha liquidado sistemáticamente toda oposición durante las últimas cuatro décadas. Ni izquierda ni derecha, lo único que se toleraba en el país era la “Tercera Teoría Universal”, una síntesis entre socialismo e islamismo desarrollada por Gadafi en el Libro Verde. Los únicos opositores con algún tipo de bagaje ideológico están en el exilio –y por tanto, sin fuerza real- o “enterrados bajo las arenas”, como dicen en Libia para hablar de los desaparecidos políticos.
El principal motor ideológico de los rebeldes es el nacionalismo. No obstante, el programa de los rebeldes es sencillo, para aglutinar al mayor número de seguidores posible, pero tiene ciertos tintes progresistas: piden libertad, democracia, dignidad, elecciones libres, una Libia unida con Trípoli como capital, e igualdad para todos.
Ahora bien, también hay un componente islamista en cierto sector de la resistencia. Libia es un país bastante conservador, y capitalizar el descontento e instrumentalizar el islam es fácil. En la ciudad de Derna, en el este, entre Tobruk y Bengasi, se está creando algo que huele a emirato salafista, y que no conviene perder de vista. No hay duda de que muchos de los que ahora combaten contra Gadafi son islamistas radicales.

- ¿Cuáles son las demandas de los rebeldes, están a favor de la intervención extranjera?
El este de Libia está plagado de carteles en los que se lee: “No a la intervención extranjera. El pueblo libio puede hacerlo solo”. Pero si en un primer momento parecía que iban a liquidar a Gadafi en dos tardes, finalmente la superioridad militar de éste y su rápido avance hacia el este ha hecho a muchos reconsiderar sus posturas. En principio, apoyaron la zona de exclusión aérea y los bombardeos contra las tropas de Gadafi. Ahora bien, cuando yo estuve allí, por todas partes te decían: “No vamos a dejar que soldados extranjeros pongan un pie en Libia”. La mayoría de los comandantes rebeldes son antiguos soldados de Gadafi que se han pasado al otro bando, y cuyas credenciales nacionalistas son impecables. Una intervención terrestre sería un desastre, puesto que muchos rebeldes, o bien se pasarían a las tropas de Gadafi, o comenzarían a combatir a los soldados occidentales por su cuenta.
- ¿Crees que Occidente ha puesto en marcha esta intervención militar para salvar la vida de los civiles libios?
Nadie se cree que el interés para intervenir sea humanitario: sólo hay que ver a los gobiernos de Bahrein, Yemen o Siria masacrando a su propia población civil para que quede claro el doble rasero. El interés es el petróleo; pero en mi opinión, el objetivo no es tanto apropiarse de él –al fin y al cabo, el suministro a precios de ganga ya estaba asegurado con Gadafi- como impedir que se interrumpa el flujo.

Me explico: algunas de las principales refinerías que suministran crudo a Europa están en Bengasi y Tobruk, en manos rebeldes, que hasta ahora se han cuidado mucho de que se mantenga el suministro. Las cancillerías europeas se dieron cuenta de que si Gadafi aplastaba a los rebeldes, el flujo peligraba, aunque sólo fuese porque aquellos que administran las refinerías iban a huir o ser represaliados. Además, después de que los gobiernos europeos, especialmente el francés, cruzasen la línea al enfrentarse abiertamente a Gadafi, éste iba a estar en una posición muy ventajosa si reconquistaba el este del país y se hacía con el control de la totalidad del petróleo libio. Por eso se intervino en aquel momento, para impedir que cayese Bengasi.
Y, de hecho, en ese sentido Europa tiene muchos más intereses que Estados Unidos, que tiene mucho menos que perder –y que ganar- en todo este asunto, y eso explica las vacilaciones iniciales de la Administración Obama.
- ¿Oponerse a la intervención es dar la razón a Gadafi? ¿Qué queda de ese líder independiente y antiimperialista?
Una cosa es estar en contra de la intervención occidental, y otra apoyar a un dictador criminal como Gadafi.

El problema es que Gadafi ha sabido vender durante décadas su etiqueta de “líder independiente y antiimperialista”, pero sus propias acciones demuestran que esto es falso. Tras unos primeros pasos progresistas –la nacionalización del petróleo y el desmantelamiento de las bases británicas, por ejemplo-, el resto de su trayectoria ha sido bastante poco afortunada. Por ejemplo, su intervencionismo en África –como su intento de anexión de la Franja de Auzu, en el Chad, o el envío de paracaidistas para defender al dictador ugandés Idi Amín Dadá- sólo puede ser calificado de “imperialista”, por muy “líder africanista” que él mismo se defina.
Gadafi tuvo la suerte de que la Administración Reagan le eligiese como malo oficial, lo que le absolvió a ojos de gran parte de la izquierda mundial. Pero es algo difícil de sostener: yo he visitado las mazmorras subterráneas de Bengasi tres días después de que las abrieran, y encontraron a varios supervivientes, prisioneros políticos. Es un lugar espantoso: un agujero de dos por tres metros, con el agua hasta las rodillas, en la que se metía a una treintena de personas que ni siquiera podían sentarse, dormían apoyados los unos contra los otros. Y estas mazmorras están a apenas cincuenta metros del palacio de Gadafi.

Sinceramente, defender a un régimen así no me parece nada “progresista”. Puede alegarse el “desarrollo” del país, pero el gran drama es que, siendo Libia un país riquísimo, el loco de Gadafi ha gastado el dinero del petróleo a manos llenas en mansiones para los suyos y en financiar grupos armados y cruzadas “antiimperialistas” por todo el mundo. El nivel de desarrollo no se corresponde para nada con la verdadera riqueza del país, y en ese sentido, lo doloroso es que incluso las petromonarquías del Golfo han sabido repartir mejor las riquezas petrolíferas.
- ¿Cómo crees que va a evolucionar la situación en Libia? ¿qué influencia puede tener la intervención y la postura de Gadafi sobre el resto de países árabes que se encuentran inmersos en sus propias rebeliones?
Insisto en que no me creo los motivos humanitarios, pero en mi opinión, la intervención occidental no tiene por qué ser negativa… por ahora. De no haberse producido, los rebeldes habrían sido aplastados y habríamos tenido un gran desastre humanitario y una ola de represión genocida. Al lanzar una guerra total, no es que Gadafi hubiese dejado muchas opciones: o se le permitía aplastar a los rebeldes, o se intervenía.

Ahora bien, el problema es que esta intervención abre demasiadas incógnitas. En primer lugar, corre el peligro de estancar el conflicto y convertirlo en una larga y sangrienta guerra civil. En segundo lugar, aunque por ahora, por la información que tenemos, los ataques aéreos parecen estar siendo bastante selectivos, en realidad no sabemos cuánta población civil está muriendo por esta causa. Y en tercer lugar, no creo que la guerra pueda ganarse sólo con bombardeos aéreos, lo cual implicará que tarde o temprano, o bien se deje la operación a medias, o se lance una invasión terrestre, lo cual ya he dicho que sería un gran desastre.

La paradoja es que, de no haberse producido la intervención, el resto de gobiernos autoritarios del mundo árabe hubieran entendido no sólo que cuentan con luz verde para aplastar salvajemente las protestas de sus propios pueblos, sino que es la única manera verdaderamente efectiva de acabar con las manifestaciones. Ben Alí y Mubarak no fueron lo suficientemente duros y cayeron, Gadafi optó por la mano dura y casi gana. Pero ahora, quiero creer que los dictadores se lo pensarán dos veces, aunque sólo sea porque corren el riesgo de que muchos de sus compatriotas se echen a la calle a la espera de que vengan los occidentales a salvarles.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.



Zabalza: Cualquier semejanza con la realidad es pura casualidad

Cualquier semejanza con la realidad es pura casualidad
(teoría conspirativa)
A Nibia Sabalzagaray la asesinaron  Es un hecho incontrovertible. No es lógico ni posible que alguien se arrodille para ahorcarse. Miguel Dalmao estaba ahí. El senador Fernández pretende justificarlo diciendo que Dalmao “se comía los mocos”, pero está claro que no lo hizo  cuando firmó el  parte conque falsificó los hechos, disfrazando de suicidio el asesinato. En ese momento sabía lo que hacía, por lo que debe hacerse cargo de las consecuencias de sus hechos. ¿Alguien asesinó a Nibia y obligó a Dalmao a encubrirlo?  Pues, que lo señale al poder judicial . .. ¿ o el  honor militar le ordena  proteger a  criminales de lesa humanidad?
Los alféreces no  son niñitos inimputables. No lo eran aquellos recién salidos de la Escuela Militar que se atroppellaban,  histéricos,  en cuarteles y cárceles, para cumplir sus rituales  iniciáticos de torturadores.  Recuerdo a los hijos de los coroneles Barrios (ex-jefe de la Republicana) y Albornoz (director de Punta Rieles), dos veinteañeros rubicundos que en el Regimiento No. 2 de Caballería (Durazno), que ataron  a Raúl Sendic a una silla para  golpearlo con las vainas de sus bayonetas hasta quebrarle una costilla. Hay mil anécdotas de alferecitos capaces de asesinar a una comunista mientras la torturaban  para “salvar a la patria” del peligro rojo.   
Dalmao no es el primer oficial en actividad procesado. Antes que él, lo fueron Casella, Sarli y Radaelli, tres oficiales en actividad que secuestraron y asesinaron a Berrios a pedido de sus asociado chilenos.  Es evidente que estos procesamientos despertaron solidaridades políticas en el seno de las fuerzas armadas, apoyo del que carecieron –y carecen- los viejos terroristas de Estado recluídos en su cárcel VIP. 
Se puede ennumerar algunas de las diversas expresiones de esa solidaridad: el comandante del Ejército Rosales presionó y cuestionó al poder judicial de Chile y al de Uruguay;  encendidos discursos reivindicaron a los oficiales presos en  los actos del 14 de  abril y del 18 de mayo; también lo hicieron los “dinosaurios” con  varias declaraciones de los centros militares; y, finalmente, es el tema de tapa en las páginas de Internet “En Voz Alta” y la de Facebook, “Apoyo al Foro Libertad y Concordia”. Sin olvidar las manifestaciones reclamando mejoras en la Sanidad Militar, que terminaron exigiendo libertad para los “presos políticos” del gobierno democrático ... demasiadas coincidenciasc para ser pura casualidad.
Esos grupos inorgánicos actúan a instancias de una posición común en lo ideológico:  la reivindicación histórica del terrorismo de Estado, a la cual ahora agregaron una bandera concreta: “libertad para los presos políticos” que les permite realizar un -verdadero trabajo de masas. Con un mínimo de paranoia, residuo de los años del verduguismo generalizado, uno tiene derecho a  sospechar que  dicho  movimiento político terminará conformando un  partido militar. Posiblemente el engendro sea aprovechado por algunos oficiales que operan desde alguna oculta oficina de los servicios de inteligencia,  supuestamente fieles al gobierno. En la ensalada faltaban las fuerzas paramilitares... ¡ y entonces llegó el famoso video!.
Quisieron amedrentarme, dijo el señor presidente de la república  y, a  juzgar por la estampida que protagonizó,  el grupo que le envió las  “imágenes” logró en parte su objetivo. No fueron reacciones políticas sino un pamento sin sentido que parecía producido más por el susto que por la sensatez.
La amenaza de rescate que se vierte a través del video, cobra sentido si proyectaban rescatar al general Dalmao. En primer lugar porque sacarlo del Hospital Militar es una operación sencilla de concretar, mientras que hacerlo con los “carcamanes” de la Avenida Burgues ofrece dificultades casi insalvebles. ¿Adónde lo llevarían a Dalmao?, preguntarán  los parlamentarios más astutos... pues a Brasil o Argentina, queridos, en una coordinación entre  cóndores, viejos y nuevos.  ¿No estuvo el criminal Cordero clandestino en Brasil durante un par de años?.
Como es costumbre en el país de los amortiguadores-,el problema del video se resolvió a través de mediaciones y negociaciones clandestinas, donde los levantiscos  “muchachos”  depusieron intencionalidades y amenazas.  Y todo finalizó a los besos y abrazos como en las películas made in USA....  
Como el asunto se solucionó negociando,  especialidad de algunos dirigentes políticos con mucha notoriedad, al poco rato de haberla concretado,  quedó colgada de un pincel la comunicación a la Suprema Corte y a la oposicón. Los acuerdos  tras bamabalinas volvieron innecario el apoyo político que buscó el señor presidente. Nadie entendió las piruetas y malabarismos que debióeron hacer  sus “hombresde confianza” –que quedaron más regalados que perejil de feria-  para no dar explicaciones de porqué le resteron importancia a aquello mismo que, pocas horas antes, alarmaba a la presidencia de la república.  En definitiva,  la visita a Dalmao puede haber sido –modo condicional-  el sello de la “paz” negociada por el círculo presidencial con los oficiales que apoyan a sus camaradas presos en Uruguay y Chile.  
En medio del sainete vergonzoso, con ministros que no se atreven a preguntar e imágtenes que no son  videos, esta versión conspirativa es tan plausible y valedera como cualquiera de las pergeñadas por los “voceros” del oficialismo para justificar el desastre.
 El episodio revela el cambalache ideológico y político  del elenco que gobierna el Uruguay, revela que  creen  ser los demonios opuestos a los demonios del terrorimo de Estado, que confían  en negociaciones y transas misteriosas con los verdugos, pero no confían en el  pueblo para alcanzar  la  Verdad y la Justicia, dejando al partido militar nocaut antes que sea tarde.  La teoría de la “coexistencia pacífica”, que siempre terminó favoreciendo a los sectores más reaccionarios, es la visión de los elegidos para gobernar hoy día, aunque los electores desconocieran su larga historia de negociaciónes y conspiraciones con los militares.   
Como conocí las entrañas del monstruo,  me parece imperdonable no escribir este guión, tal vez el real, de la telenovela  “ El jueguto de la mosqueta” que, desde que se supo del video, rompió todos los records del “rating”.  Callarse la boca sólo sirve para abrir las puertas a la resurrección del terrorismo de Estado.
Jorge Zabalza



Soldados de Estados Unidos se sacan fotos con cadáveres de niños en Afganistán

Soldados de Estados Unidos se sacan fotos con cadáveres de niños en Afganistán

El ciudadano


Los guerrilleros muertos o los prisioneros torturados pasaron de moda. Ahora a los soldados estadounidenses les gusta sacarse fotos con cadáveres de niños campesinos muertos. Estas fotos fueron publicadas por la revista alemana Der Spiegel, que asegura que tiene otras 4.000 imágenes de la intervención estadounidense en Afganistán. Mientras las imágenes circulaban por el mundo el mismo día de la visita de Obama, Piñera decía al mandatario gringo que “vemos en EE.UU. un país poderoso y amante de la paz”.
Mientras Michelle Obama compartía el lunes 21 en un museo infantil con los niños pobres del barrio La Granja de Santiago y su marido proclamaba en el Palacio de La Moneda el amor de EE.UU. por los derechos humanos y la democracia, la revista alemana Der Spiegel publicaba imágenes de soldados estadounidenses que supuestamente luchan por esos valores en Afganistán: mataron a un niño campesino, se tomaron fotos para el recuerdo y le sacaron dientes y otros “trofeos”.
Las imágenes ilustran la perversión del lavado de cerebro que Obama, el Pentágono y el complejo militar industrial-mediático hacen a los soldados de EEUU.
De los niños de La Granja no hay fotos porque no dejaron entrar cámaras “por razones de seguridad”, pero los encuentros de la primera dama del país del norte con escolares pequeños a menudo aparecen reproducidos burlonamente en la serie Los Simpson. El mediocre discurso del anfitriónSebastián Piñera alabó a EEUU como “nación amante de la paz”.
Hasta ahora ningún medio chileno, con excepción de El Clarín, se ha tomado la molestia de dar a conocer estas fotos de Der Spiegel.
En la FOTO central de esta crónica (arriba), se muestra el cadáver del hijo de campesino Gul Mudin, muerto el 15 de enero de 2010. El militar que levanta la cabeza desde los cabellos puede ser Jeremy Morlock o Andrew Holmes, del llamado “Equipo de la Muerte” de Afganistán, un grupo de 12 militares estadounidenses que será enjuiciado este miércoles 23, en Seattle, por el asesinato de civiles en Afganistán.

Esta foto es de la camarita de otro soldado. No sabemos todavía si soldado que se muere de risa es Morlock u Holmes. El pequeño se llamaba Gul Mudin.
El niño Gul Mudin era hijo de un granjero de los alrededores de Kandahar. Los soldados que lo asesinaron dijeron que los amenazó con una granada. El diario británico The Guardian dijo el martes que los militares mutilaban los dedos de sus víctimas y les extraían sus dientes como trofeo. Morlock negoció declarar contra sus compañeros e inculpar a su superior, el sargento Calvin Gibbs, como responsable de las matanzas, para obtener una pena reducida, quizás a 24 años de prisión.
Esta imagen de dos muertos estaba en posesión de uno de los militares estadounidenses denunciados, pero el hecho no fue incluido en los procesos contra el “Equipo de la Muerte”, dijo Spiegel.
Como los gobernantes y los militares estadounidenses son bondadosos por naturaleza, y sólo quieren que los nativos de Afganistán, Iraq Libia –y de todo el mundo- respeten los derechos humanos, la voluntad del pueblo y la democracia, naturalmente pidieron disculpas.
El diario El Mundo de España dijo que después de hacerse la fotografía, los soldados detonaron una granada sobre el cuerpo y acribillaron los restos. Un ritual perverso del “Equipo de la Muerte”. Las fotos de Spiegel traen a la memoria las imágenes de la cárcel de Abu Ghraib, Iraq, que entre 2003 y 2006 mostraron cómo los militares de EE.UU., mercenarios contratados por Blackwater y elementos de la CIA torturaban y humillaban a los prisioneros, disfrutaban sádicamente y tomaban instantáneas.
Ahora EEUU investiga cómo Der Spiegel consiguió las fotos. La revista dijo que publicó solamente tres de unas 4.000 imágenes y vídeos que obtuvo en una investigación de cuatro meses.
La OTAN, que se apresta a intervenir en Libia, teme que estas tres fotos puedan enfurecer a la gente de Afganistán, incluido el gobierno de Hamid Karzai, a quien están ayudando –se supone- a imponer el respeto a los derechos humanos y la democracia. EE.UU. ve en peligro sus pretensiones de dejar bases militares permanentes en ese país. Y así, la secretaria de Estado Hillary Clinton, telefoneó a su par de Afganistán para suavizar la bronca.
Fuente: http://www.elciudadano.cl/2011/03/23/soldados-de-estados-unidos-se-sacan-fotos-con-cadaveres-de-ninos/
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Peligros de la "intervención humanitaria" en Libia

Peligros de la "intervención humanitaria" en Libia






Conque vamos a tomar todas las medidas necesarias para proteger a los civiles libios, ¿cierto? Lástima que no se nos haya ocurrido hace 42 años. O 41 años. O… bueno, ustedes saben el resto. Y no nos dejemos engañar sobre lo que en realidad significa la resolución del Consejo de Seguridad. Una vez más, será el cambio de régimen. Y así como en Irak –para usar una de las únicas frases memorables de Tom Friedman en ese tiempo–, cuando el último dictador se vaya, ¿quién sabe qué clase de murciélagos saldrán de la caja?
Y luego de Túnez y de Egipto, tenía que ser Libia, ¿verdad? Los árabes de África del norte demandan libertad, democracia, no más opresión. Sí, eso es lo que tienen en común. Pero otra cosa que esas naciones tienen en común es que fuimos nosotros, los occidentales, quienes alimentamos a sus dictaduras década tras década. Los franceses acurrucaron a Ben Alí, los estadunidenses apapacharon a Mubarak y los italianos arroparon a Gadafi hasta que nuestro glorioso líder fue a resucitarlo de entre los muertos políticos.
¿Sería por eso, me pregunto, que no habíamos sabido de lord Blair de Isfahán en fechas recientes? Sin duda debería haber estado allí, aplaudiendo con júbilo ante una nueva intervención humanitaria. Tal vez sólo está tomando un descanso entre episodios. O tal vez, como los dragones en La reina de las hadas, de Spenser, está vomitando en silencio panfletos católicos con todo el entusiasmo de un Gadafi en pleno impulso.
Abramos el telón apenas un poco y observemos la oscuridad que hay detrás. Sí, Gadafi es un orate absoluto, un lunático del nivel de Ajmadineyad de Irán o Lieberman de Israel, quien una vez, por cierto, se puso a fanfarronear con que Mubarak podía irse al infierno, pero se puso a temblar de miedo cuando Mubarak fue en verdad lanzado en esa dirección. Y existe un elemento racista en todo esto.
Medio Oriente parece producir estos personajes… en oposición a Europa, que en los 100 años pasados sólo ha producido a Berlusconi, Mussolini, Stalin y el chaparrito aquel que era cabo en la infantería de reserva del 16 regimiento bávaro y que de plano perdió el seso cuando resultó elegido canciller en 1933… pero ahora estamos volviendo a limpiar Medio Oriente y podemos olvidar nuestro propio pasado colonial en este recinto de arena. Y por qué no, cuando Gadafi dice a la gente de Bengasi: “iremos zengazenga (callejón por callejón), casa por casa, cuarto por cuarto”. Sin duda es una intervención humanitaria que de veras, de veritas es una buena idea. Después de todo, no habrá tropas en tierra.
Desde luego, si esta revolución fuese suprimida con violencia en, digamos, Mauritania, no creo que exigiéramos zonas de exclusión aérea. Ni en Costa de Marfil, pensándolo bien. Ni en ningún otro lugar de África que no tuviera depósitos de petróleo, gas o minerales o careciera de importancia en nuestra protección de Israel, la cual es la verdadera razón de que Egipto nos importe tanto.
Enumeremos algunas cosas que podrían resultar mal; demos una mirada de soslayo a esos murciélagos que aún anidan en el reluciente y húmedo interior de su caja. Supongamos que Gadafi se aferra en Trípoli y que británicos, franceses y estadunidenses destruyen sus aviones, vuelan sus aeropuertos, asaltan sus baterías de vehículos blindadas y misiles y él sencillamente no desaparece. El jueves observé cómo, poco antes de la votación en la ONU, el Pentágono comenzaba a ilustrar a los periodistas sobre los peligros de toda la operación, precisando que podría llevar días instalar una zona de exclusión aérea.
Luego está la truculencia y villanía de Gadafi mismo. Las vimos este viernes, cuando su ministro del Exterior anunció el cese del fuego y el fin de todas las operaciones militares, sabiendo perfectamente, por supuesto, que una fuerza de la OTAN decidida al cambio de régimen no lo aceptaría y que eso permitiría a Gadafi presentarse como un líder árabe amante de la paz que es víctima de la agresión de Occidente: Omar Mujtar vive de nuevo.
¿Y qué tal si sencillamente no llegamos a tiempo, si los tanques de Gadafi siguen avanzando? Entonces enviamos mercenarios a ayudar a losrebeldes. ¿Nos instalamos temporalmente en Bengasi, con consejeros, ONG y la acostumbrada palabrería diplomática? Nótese cómo, en este momento crítico, no hablamos ya de las tribus de Libia, ese curtido pueblo guerrero que invocamos con entusiasmo hace un par de semanas. Ahora hablamos de la necesidad de proteger al pueblo de Libia, ya sin registrar a los senoussi, el grupo más poderoso de familias tribales de Bengasi, cuyos hombres han librado gran parte de los combates. El rey Idris, derrocado por Gadafi en 1969, era senoussi. La bandera rebelderoja, blanca y verde –la vieja bandera de la Libia prerrevolucionaria– es de hecho la bandera de Idris, una bandera senoussi.
Ahora supongamos que los insurrectos llegan a Trípoli (el punto clave de todo el ejercicio, ¿no es así?): ¿serán bienvenidos allí? Sí, hubo protestas en la capital, pero muchos de esos valientes manifestantes venían de Bengasi. ¿Qué harán los partidarios de Gadafi? ¿Sedisgregarán? ¿Se darán cuenta de pronto de que siempre sí odiaban a Gadafi y se unirán a la revolución? ¿O continuarán la guerra civil?
¿Y si los rebeldes entran en Trípoli y deciden que Gadafi y su demente hijo Saif al-Islam deben recibir su merecido, junto con sus matones? ¿Vamos a cerrar los ojos a las matanzas de represalia, a los ahorcamientos públicos, a tratos como los que los criminales de Gadafi han infligido durante tantos años? Me pregunto. Libia no es Egipto. Una vez más, Gadafi es un chiflado y, dado su extraño desempeño con su Libro Verdeen el balcón de su casa bombardeada, es probable que de cuando en cuando también monte en cólera.


También está el peligro de que las cosas salgan mal de nuestro lado: las bombas que caen sobre civiles, los aviones de la OTAN que pueden ser derribados o estrellarse en territorio de Gadafi, la súbita sospecha entre los rebeldes/el pueblo libio/los manifestantes por la democracia de que la ayuda de Occidente tiene, después de todo, propósitos ulteriores. Y luego hay una aburrida regla universal en todo esto: en el segundo en que se emplean las armas contra otro gobierno, por mucha razón que se tenga, las cosas empiezan a desencadenarse. Después de todo, los mismos rebeldes que la mañana del jueves expresaban su furia ante la indiferencia de París ondeaban banderas francesas la noche de ese día en Bengasi. ¡Viva Estados Unidos! Hasta que…
Conozco los viejos argumentos. Por mala que haya sido nuestra conducta en el pasado, ¿qué debemos hacer ahora? Es un poco tarde para preguntar eso. Amábamos a Gadafi cuando llegó al poder en 1969 y luego, cuando mostró ser un orate, lo odiamos; después lo volvimos a amar –hablo de cuando lord Blair le estrechó las manos– y ahora lo odiamos de nuevo. ¿Acaso Arafat no tuvo un similar historial de altibajos para los israelíes y los estadunidenses? Primero era un superterrorista que anhelaba destruir a Israel, luego un superestadista que estrechó las manos de Yitzhak Rabin, y luego de nuevo se volvió un superterrorista cuando se dio cuenta de que había sido engañado sobre el futuro de Palestina.
Algo que podemos hacer es ubicar a los Gadafi y Saddam del porvenir que alimentamos hoy, los futuros dementes sádicos de la cámara de torturas que cultivan a sus jóvenes vampiros con nuestra ayuda económica. En Uzbekistán, por ejemplo. Y en Turkmenistán, Tayikistán, Chechenia y otros por el estilo. Hombres con los que tenemos que tratar, que nos venderán petróleo, nos comprarán armas y mantendrán a raya a los terroristas musulmanes.


Todo es tan conocido que fastidia. Y ahora estamos de nuevo en ello, dando puñetazos en el escritorio en unidad espiritual. No tenemos muchas opciones, a menos que queramos ver otro Srebrenica, ¿verdad? Pero un momento: ¿acaso aquello no ocurrió mucho después de que impusimos nuestra zona de exclusión aérea en Bosnia?


© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2011/03/19/index.php?section=opinion&article=005a1pol
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El bombardeo a Trípoli

El ataque para "proteger a la población civil libia" causa 48 muertos en las primeras horas
Gran Bretaña bombardea Trípoli







Aviones de caza Tornado del ejército británico lanzaron misiles en Libia, en el primer ataque perpetrado por la aviación de Gran Bretaña en el marco de la intervención militar de la comunidad internacional en el país norteafricano, informaron este domingo fuentes de Defensa en Londres.

"Ahora puedo confirmar que la RAF (fuerza aérea británica) han lanzado también misiles Stormshadow desde aviones de caza Tornado GR4", dijo el portavoz del ejército británico, el general John Lorimer.

El enviado especial de teleSUR a Trípoli, Jordán Rodríguez, reportó desde el hotel donde se aloja la prensa en la capital libia que ''a las 2:30 hora local (00:30 h. GMT) se se sintió un fuerte bombardeo en la ciudad, se oyen las unidades del ejército disparando, se siente el humo".

Agregó que en un principio el bombardeo, que duró aproximadamente 10 minutos, se estaba dando muy cerca ''del edificio donde está alojada la prensa internacional (...) las ventanas del hotel se estremecieron con el bombardeo, lo que indica la cercanía de los mismos", destacó.

Rodríguez indicó que cerca del hotel se encuentra una zona residencial que contiene una mezquita y un importante hospital de Trípoli.

"La orientación del sonido de los bombardeos y disparos es hacia la zona residencial y del hospital de Trípoli", afirmó el periodista.

De igual manera recordó que minutos "antes de estos bombardeos había calma en Trípoli  y las personas se manifestaban en las calles".

Una gran cantidad de partidarios del líder libio se había congregado en las cercanía de la residencia de Muammar Gaddafi, "no sabemos qué pasó con el gran número de personas que estaban frente a la residencia de Gaddafi, siguo oyendo los bombardeos" expresó el periodista de teleSUR.


Primer balence muertos por ataques occidentales
Al menos 48 personas murieron el sábado como consecuencia de los bombardeos aéreos y los misiles lanzados por la coalición occidental, encabezada por Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, contra varias ciudades de Libia, informó una fuente oficial del Gobierno libio a la prensa internacional.

Unas "48 personas murieron, de ellas 26 en Trípoli", indicó la fuente, que pidió el anonimato y subrayó que "el balance era provisional".

Estados Unidos y Gran Bretaña anunciaron que habían disparado el sábado más de 110 misiles de crucero Tomahawk, desde sus navíos y submarinos, contra objetivos en la costa libia, entre ellos sistemas de defensa antiaérea y enclaves de comunicación estratégicos.
El periodista de teleSUR, Jordán Rodríguez señaló que “hasta ahora se han confirmado bombardeos en las ciudades de Zuara (oeste), Trípoli, Misrata (noroste) y Benghazi (noreste)”.
Medios de comunicación internacionales muestran fotos de víctimas


Distintos medios de comunicación internacionales exhibieron este sábado fotos de las víctimas mortales de la agresión militar extranjera, que fue aprobada el pasado jueves por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Las imágenes confirman las versiones del Gobierno del país norteafricano.

El Gobierno de Muammar Al Gadafi denunció que cientos de civiles se encuentran heridos debido a los ataques militares extranjeros contra Libia pese a que la nación norteafricana anunció el alto al fuego e invitó a la comunidad internacional a enviar observadores que constaran la situación del país.

“Supuestamente esta agresión es para la protección de los civiles pero esto se contradice con lo que ha ocurrido en tierra esta noche, una gran cantidad de civiles ha resultado herida por la agresión de esta noche”, expresó el presidente del Congreso del país norteafricano.

Agregó que “se están llenando nuestro hospitales y hay muchas ambulancias que están haciendo lo que pueden para salvar las vidas”.

Asimismo, el enviado especial de teleSUR dijo que “no sabemos cuantas víctimas mortales hay, pero los hospitales del este de Trípoli se encuentran abarrotado de civiles heridos por los ataques de la coalición”

Reportó que los medios están mostrando duras imágenes de heridos y víctimas civiles que apoyaban a Gadafi.

Manifestó que se habla de un número indeterminado de víctmas y que este domingo llevarán a periodistas a las zonas de los ataques.


El primer ataque se registró este sábado cuando un avión de combate fránces disparó a las 16:45 h. GMT en Libia destruyendo cuatro tanques del ejército.

Más tarde las fuerzas estadounidenses y bitánicas lanzaron al menos 110 misiles de crucero Tomahawk en Libia contra sitios de defensa antiaérea del Gobierno libio.

Libia pidió este sábado una reunión urgente del Consejo de Seguridad de la ONU tras el inicio de una operación militar internacional contra el régimen de Muamar el Gadafi, informó el Ministerio de Exteriores en un comunicado difundido por la agencia oficial Jana.

La resolución 1973 aprobada el pasado jueves por Consejo de Seguridad de Naciones Unidas autorizó el uso de la fuerza militar en contra de Libia y la instalación de una zona de exclusión aérea.
Fuentes:
http://www.telesurtv.net/secciones/noticias/90510-NN/aviacion-del-reino-unido-se-adjudica-bombardeo-sobre-libia/
http://www.telesurtv.net/secciones/noticias/90507-NN/gobierno-de-libia-contabiliza-48-personas-muertas-tras-ataques-de-occidente/
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Visita de Obama: es la Amazonia

Sobre la visita de Obama
¡Es la Amazonía, estúpido!






Todos recuerdan aquella frase con la que Bill Clinton desarmó a George Bush padre en la competición presidencial de 1992. Una expresión parecida podría utilizarse en el momento actual, cuando muchos piensan, en Brasil y fuera de él, que Obama está de visita en ese país para vender los F-16 fabricados en Estados Unidos, desplazando a su competidor francés, y para promover la participación de empresas estadounidenses en la gran expansión futura del negocio petrolero brasileño. También, para asegurar un suministro confiable y previsible a su insaciable demanda de combustible mediante acuerdos con un país del ámbito hemisférico y menos conflictivo e inestable que sus proveedores tradicionales del Oriente Medio o la propia Latinoamérica. Aparte de eso, la carpeta de negocios que lleva Obama incluye la intervención de empresas de su país en la renovación de la infraestructura de transportes y comunicaciones de Brasil y en los servicios de vigilancia y seguridad que requerirán la Copa Mundial de Fútbol (2014) y los Juegos Olímpicos (2016). Quienes apuntan a estas realidades no dejan de señalar los problemas bilaterales que afectan a la relación comercial, sobre todo debido a la persistencia del proteccionismo estadounidense y las trabas que éste implica para las exportaciones brasileñas. La relación, por lo tanto, está lejos de ser tan armónica como muchos dicen. Además, la creciente gravitación regional y en parte internacional del Brasil es vista con preocupación por Washington. Sin el apoyo de Brasil y Argentina, amén de otros países, la iniciativa bolivariana de acabar con el ALCA no habría prosperado. Por lo tanto, un Brasil poderoso es un estorbo para los proyectos del imperialismo en la región.

Dado lo anterior hay que preguntarse acerca de los objetivos que persigue la visita de Obama al Brasil. Observemos primero los datos del contexto: desde la inauguración del gobierno de Dilma Rousseff la Casa Blanca desplegó una enérgica ofensiva tendente a fortalecer la relación bilateral. No habían pasado diez días de su instalación en el Palacio del Planalto cuando recibió la visita de los senadores republicanos John McCain y John Barrasso; pocas semanas más tarde sería el Secretario del Tesoro, Timothy Geithner, quien golpearía a su puerta para reunirse con la presidenta. El interés de los visitantes se desató ante el recambio presidencial y la esperanzadora señal procedente del Brasilia cuando la nueva presidenta anunció que estaba reconsiderando la compra de 36 aviones de combate a la firma francesa Dassault que, en su monento, había anunciado el saliente presidente Lula. Este cambio de actitud hizo que los lobbistas de las grandes empresas del complejo militar-industrial –es decir, el “gobierno permanente” de los Estados Unidos, con prescindencia del transitorio ocupante de la Casa Blanca- se dejaran caer sobre Brasilia con la esperanza de verse beneficiados con la adjudicación de un primer contrato por 6.000 millones de dólares que, eventualmente, podría acrecentarse significativamente si el gobierno brasileño decidiera, como se espera, ordenar la compra de otros 120 aviones en los años siguientes. Pero sería un error creer que sólo la motivación crematística es la que inspira el viaje de Obama.
En realidad, lo que a aquél más le interesa en su calidad de administrador del imperio es avanzar en el control de la Amazonía. Requisito principal de este proyecto es entorpecer, ya que no puede detener, la creciente coordinación e integración política y económica en curso en la región y que tan importante han sido para hacer naufragar el ALCA en 2005 y frustrar la conspiración secesionista y golpista en Bolivia (2008) y Ecuador (2010). También debe tratar de sembrar la discordia entre los gobiernos más radicales de la región (Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador) y los gobiernos “progresistas” –principalmente Brasil, Argentina y Uruguay- que pugnan por encontrar un espacio, cada vez más acotado y problemático, entre la capitulación a los dictados del imperio y los ideales emancipatorios, hoy encarnados en los países del ALBA, que hace doscientos años inspiraron las luchas por la independencia de nuestros países. El resto son asuntos secundarios. Sorprende, dados estos antecedentes, la indecisión de Rousseff en relación con el reequipamiento de sus fuerzas armadas porque si finalmente Brasil llegara a cerrar el trato favoreciendo la adquisición de los F-16 en lugar de los Rafale franceses su país vería seriamente menoscabada su voluntad de reafirmar su efectiva soberanía sobre la Amazonía. Con esto no se quiere afirmar que Brasil debe comprar los aviones de la Dassault; lo que sí se quiere decir es que cualquier otra alternativa es preferible a su adquisición a un proveedor estadounidense. Si tal cosa llegara a ocurrir es porque la cancillería brasileña habría pasado por alto, con irresponsable negligencia, el hecho de que en el tablero geopolítico hemisférico Washington tiene dos objetivos estratégicos: el primero, más inmediato, es acabar con el gobierno de Chávez apelando a cualquier expediente, sea de carácter legal e institucional o, en su defecto, a cualquier forma de sedición. Este es el objetivo manifiesto y vociferado de la Casa Blanca. Pero el fundamental, a largo plazo, es el control de la Amazonía, lugar donde se depositan enormes riquezas que el imperio, en su desorbitada carrera hacia la apropiación excluyente de los recursos naturales del planeta, desea asegurar para sí sin nadie que se entrometa en lo que su clase dominante percibe como su hinterland natural: agua, minerales estratégicos, petróleo, gas, biodiversidad y alimentos. Para los más osados estrategas estadounidenses la cuenta amazónica, al igual que la Antártida, es un área de libre acceso en donde no se reconocen soberanías nacionales y abierta, por eso mismo, a quienes cuenten con “los recursos tecnológicos y logísticos” que permitan su adecuada explotación. Es decir, los Estados Unidos. Pero, obviamente, ningún alto funcionario del Departamento de Estado o del Pentágono, y mucho menos el presidente de Estados Unidos, anda diciendo estas cosas en voz alta. Pero actúan en función de esa convicción. Y, coherente con esta realidad, sería insensato para Brasil apostar a un equipamiento y una tecnología militar que lo colocaría en una situación de subordinación ante quien ostensiblemente le está disputando la posesión efectiva de los inmensos recursos de la Amazonía. ¿O es que alguien tiene dudas de que, cuando llegue el momento, Estados Unidos no vacilará un segundo en apelar a la fuerza para defender sus vitales intereses amenazados por la imposibilidad de acceder a los recursos naturales encerrados en esa región?
Lo que está en juego, en consecuencia, es precisamente el control de esa zona. Obviamente, de esto Obama no intercambiará una palabra con su anfitriona. Entre otras cosas porque Washington ya ejerce un cierto control de hecho sobre la Amazonía a partir de su enorme superioridad en materia de comunicación satelital. Además, la extensa cadena de bases militares con la que Estados Unidos ha venido rodeando esa área ratifica, con los métodos tradicionales del imperialismo, esa inocultable ambición de apropiación territorial. La preocupación que movió al ex presidente Lula da Silva a acelerar el reequipamiento de las fuerzas armadas brasileñas fue la inesperada reactivación de la IV Flota de Estados Unidos pocas semanas después de que Brasilia anunciara el descubrimiento de un enorme yacimiento petrolero submarino frente al litoral paulista. Allí se hizo evidente, como una relampagueante pesadilla, que Washington consideraba inaceptable un Brasil que además de contar con un gran territorio y una riquísima dotación de recursos naturales pudiera también convertirse en una potencia petrolera y, por eso mismo, en un país capaz de contrabalancear el predominio estadounidense al sur del río Bravo y, en menor medida, en el tablero geopolítico mundial.

El astuto minué cortesano de la diplomacia estadounidense ha ocultado los verdaderos intereses de un imperio sediento de materias primas, energía y recursos naturales de todo tipo y sobre el cual la gran cuenca amazónica ejerce una irresistible atracción. Para disimular sus intenciones Washington ha utilizado –exitosamente, porque la cuenca amazónica terminó siendo rodeada por bases estadounidenses- un sutil operativo de distracción en el cual Itamaraty cayó como un novato: ofrecer su apoyo para lograr que Brasil obtenga un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Cuesta entender cómo los experimentados diplomáticos brasileños tomaron en serio tan inverosímil ofrecimiento que franqueaba el ingreso a Brasil mientras se lo cerraba a países como Alemania, Japón, Italia, Canadá, India y Pakistán. Deslumbrados por esa promesa la cancillería brasileña y el alto mando militar no percibieron que mientras se entretenían en estériles divagaciones sobre el asunto la Casa Blanca iba instalando sus bases por doquier: siete, ¡sí, siete!, en Colombia en el cuadrante noroeste de la Amazonía; dos en Paraguay, en el sur; por lo menos una en Perú, para controlar el acceso oeste a la región y una, en trámite, con la Francia de Sarkozy para instalar tropas y equipos militares en la Guayana francesa, aptos para monitorear la región oriental de la Amazonía. Más al norte, bases en Aruba, Curazao, Panamá, Honduras, El Salvador, Puerto Rico, Guantánamo para hostigar a la Venezuela bolivariana y, por supuesto, a la Revolución Cubana. Pretender reafirmar la soberanía brasileña en esa región apelando a equipos, armamentos y tecnología bélica de Estados Unidos constituye un mayúsculo error, pues la dependencia tecnológica y militar que ello implicaría dejaría a Brasil atado de pies y manos a los designios de la potencia imperial. Salvo que se piense, claro está, que los intereses nacionales de Brasil y Estados Unidos son coincidentes. Algunos así lo creen, pero sería gravísimo que la presidenta Rousseff incurriera en tan enorme e irreparable yerro de apreciación. Y los costos –económicos, sociales y políticos- que Brasil, y con él toda la región, deberían pagar a causa de tal desatino serían exorbitantes.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.


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