"Yo soy Rufo...y no me entrego", parte final: las negociaciones y la caída de Sendic


Del libro "Yo soy Rufo...y no me entrego", del militante tupamaro Ricardo Perdomo

corregido y actualizado por su autor
Parte Final



LA “RENDICIÓN INCONDICIONAL” DEBAJO DE LA TREGUA

EN EL COMITÉ CENTRAL

Raúl Sendic, nos invitó en una reunión del Comité Central.
“A ver Mexicano, decile lo que te dijo Trabal, sobre los fundamentos que tenía “el Ñato”, para rendirse”.
Ese día el ambiente estaba picado, hacía escasos días se había leído el informe sobre el asesinato de la compañera Ana María de El Salvador.
No por nada Huidobro se anotó primero con un discurso sobre la necesidad de no llegar a situaciones violentas; el mismo Huidobro se consideraba un hombre muerto. Así pues, con la invitación de Sendic recordábamos aquella noche del mes de julio del año 1972, casi catorce años atrás...
Cosa extraña, no como otras veces, nos trasladan a la cámara de torturas del cuartel de Artillería Nº1 “La Paloma”, atrás del Cerro de Montevideo.
No somos arrastrados escalera abajo tomados de los alambres que sujetan nuestras muñecas; sin golpes por esta vez, sin insultos, sin garrote ¿Qué ha pasado?
Ya estamos en el sucucho de “manyamiento”, dentro de la misma cámara de torturas, justo debajo de nuestros calabozos, nos quitan los alambres.
El sucucho estaba iluminado, quedas frente a una ventana de forma rectangular provista de una fina malla de tejido mosquitero, desde la parte oscura de la cámara, los criminales de turno te observan y hacen que otros secuestradores te reconozcan.
Rossi, el de las Citas Latinas, nos dice: “Arreglate un poco”... Sin palabras.
Hubimos de dar ciertos detalles, estaba solo cuando entra Trabal, mientras la plana mayor del Cuartel escucha desde la sombra en profundo silencio.
Rechazamos los cigarrillos ofrecidos por el Comandante de “la Guerra” del Uruguay. Lo que creó un acomodo de sillas en la audiencia.
¿Por qué no se rindió con su grupo Luis?
“No fue esa nuestra decisión como grupo, pues a la propuesta de Rendición Incondicional, nosotros respondimos con una contra propuesta que incluía un total de cinco puntos, y uno de ellos decía que debía publicarse en la prensa la lista de nombres de todos los integrantes del Escuadrón de la Muerte que existían dentro de las Fuerzas Conjuntas en ese momento.
“Otro de los puntos importantes no contempla la entrega de las armas, sino que éstas quedarían como garante del cumplimiento de los futuros acuerdos”.
“En el ejército no existe el Escuadrón de la Muerte” - respondió con descaro-.
“Y sin embargo Huidobro está de acuerdo con la rendición”... Continuó Trabal.
“No lo sabía”.
“Sí, él nos da tres fundamentos”. “Uno la organización está militarmente derrotada”, y al margen agregó; su grupo era el grupo armado más fuerte que quedaba”.
“Dos, la rendición del MLN como está en estos momentos no significará mucho para el pueblo, pues el objetivo de crear conciencia está cumplido”.
“Tres, el grado de concit... ¿cómo dicen ustedes? Concientización del pueblo, permitirá el surgimiento de nuevos grupos armados si no se cumplen los postulados populares”.
Esto lo dijo de una sola tirada, lo había aprendido de memoria, excepto que aún no pronunciaba bien algunas palabras de uso interno.
“Necesitamos hablar con Huidobro”.
“Vamos a ver”, se paró para irse, nos extendió la mano y pronunció las últimas palabras. “¿Por qué tiene la cara así este hombre? Me alegro de no habernos encontrado en la calle, Luis”.
En realidad, no conocíamos a “las vacas sagradas”, pero al pedir para ver a Huidobro queríamos saber la verdad a todo trance, porque en pocos días nos había tocado ver derretirse muchos ídolos, con prodigiosa celeridad.
Ese día en el Comité Central “ardió Troya”.
Era el año 1991, demasiado tarde para valorar el alcance del testimonio presentado aquella vez en 1986.
Estábamos nuevamente clandestinos. Nos habían mandado a las hienas a perseguirnos.
Trabal por Raúl Sendic:
“Era un cínico, me dijo que hiciera un proyecto de reforma agraria, lo hice, se lo llevó y al otro día vino, me tiró el escrito para la celda y me dijo: ¿Quién va a creer en esto?”

EL NUEVO GADDAFI

Se han tomado y mezclado un poco “al barrer” a “militares nacionalistas” y “constitucionalistas”, ubicándolos además poco menos que como revolucionarios frustrados.
El militar constitucionalista como se lo tildó al finado Trabal, no excluía al torturador.
El Coronel Trabal era el jefe del mismísimo Servicio de Inteligencia (S2) del Ejército, que además tenía la manía adicional (y nada saludable como quedó demostrado) de acumular datos para su uso personal, datos de robos entre las cúpulas militares que figuraban bajo el inocente manto de “negocios”, pero también coleccionaba informaciones de “negociados” realizados por políticos, que también son robos, pero con distinto nombre.
De más está decir que en algún momento, este ambicioso personaje podía usar dichos datos comprometedores para extorsionar a sus pares (escuela CIA), como otras tantas palancas para escalar posiciones.
El informe de nuestro espía, en fin, menciona que: “... al Coronel Trabal se le encomienda el estudio relativo a la parte de armamento”, y que “siendo Trabal Director del Instituto de Enseñanza Profesional ya había tenido algunos roces con los norteamericanos, durante la realización de los cursos en el interior”.
Era obvio el roce, puesto que iban a coexistir “asesores” extranjeros donde ya había asesor uruguayo.
Este pequeño inconveniente lo usaba Trabal ensayando su pose “anti imperialista”, repitiendo a quien quisiera oírlo que esta situación era un reiterado e intencional desconocimiento a las atribuciones del instituto que él dirigía.
No es necesario decir que estaba ahondando su propia fosa.
Para Trabal era indiscutible la necesidad de un Instituto para la represión, pero es que pretendía dirigirlo solo, sin intervención foránea.
Pero eso no es todo, de la manera más infeliz recomendaba realizar las compras de armamento seguro y barato de más de un país, para asegurar la autonomía y librarse de presiones políticas que ya se habían sufrido.
Es decir, daba pautas no sólo técnicas sino económicas y políticas, naturalmente se pisó descriteriadamente el palito.
Ramón Trabal no negaba la compra de armamento para mantener a raya al pueblo, claro, mucha gente se confundió y se subió alegremente al carro.
Era un momento difícil, el momento de la picadora de carne humana sucursal Uruguay, así muchos cayeron en la nebulosa idea del nacionalismo cuartelero.
No es que se haya dejado de creer en el cambio revolucionario, sino que lo que hegemonizó la hora del momento fue el hecho de parar la tortura, la máquina.
Razón suficiente para alguna gente para dar manija al gatito con rayas pintadas en la piel que se vio a sí mismo como un nuevo Ghaddafi.
En fin, el informe Trabal se consideró “confidencial” para la misión norteamericana, informes adjuntos son exigidos a los contactos CIA; Amaury Prantl, Boscán Hontou y Alberto Ballestrino, quienes se encargan de hacer “un rosario” de iniquidades de Trabal, ya caído en desgracia sin sospecharlo lo recibe el “asesor” Adolph B. Sáenz.
El resto se conoce, pero lo que importa ver aquí no es la red de arrastrados con uniforme oficial, sino como un Trabal u otro cualquiera, sin dejar de ser un torturador, sin importarle un pito la expoliación del Pueblo, pasa a ser para la cúpula, un gorila peligroso, sin atenuantes de izquierda.
La diferencia de costo del armamento no pesaría en el consumidor del producto era más barato; pagaríamos menos para que nos reprimiesen con mejores materiales. Vaya, pues, nuestro reconocimiento.


“LOS OTROS”

Sólo dos de los nombrados aquí han fallecido, es un momento difícil, es una página muy dura, pero es necesario ponerla a la luz.
El informe de la caída de la “Cárcel del Pueblo” es retransmitido por Henry Engler, a la resistencia armada que aún peleaba con sus últimos cartuchos. Esto sucede en la primera semana del mes de julio del año 1972.
El informe decía entre otras cosas “La situación, cuarteles adentro, es “dantesca”, gente que se arrastra porque ya no puede caminar, gente que se ha hecho desaparecer enterrándola en los propios cuarteles, gente que intenta el suicidio para no enfrentar más la tortura, caso de Héctor, que está convertido en un monstruo y se ha cortado las venas”.
Cuando nos tocó la mala de la caída y con ella “la máquina” correspondiente a los golpes e interrogatorios, respondíamos con la “vigencia de la tregua” que no estaba siendo respetada y con la invocación para que no torturasen más al compañero Héctor.
Según el ruido exterior amanecía, “la máquina” descansaba, pero hubo una sesión matinal. Nos quitan la capucha y meten a Héctor al calabozo. Lo dejan parado frente a nosotros, Héctor pide perdón por haber entregado “la Cárcel del Pueblo”, lloraba; en ese momento su moral estaba baja, no era muy difícil de entenderlo cuando miré sus muñecas vendadas,  dijo que lo habían salvado, fácil de comprender; también era cierto el intento de suicidio. Héctor había sido nuestro comandante, al verlo en ese estado nos hizo más efecto que la hora de “la máquina”. Habló por tercera y última vez. “Amodio me engañó”.
Respondimos como mejor pudimos, “No pienses en ese hecho, tenés que curarte”.
¡Tanto se había perdido ya!!
“¡Vamos, vamos!”
Se lo llevaron, fue como la aparición de un fantasma, mientras Héctor habló en ese minuto que fue todo, el Capitán Rossi, uno de los torturadores de Artillería Nº1 clamaba... “¡Los muertos que vos matáis gozan de buena salud!”. Este Rossi era un declamador de citas del diccionario, cuando nos tocaba ir a “la máquina”, decía: “¡Ave, oh César! ¡Los que van a morir te saludan!”. Esto era porque se le había ocurrido que, estando afuera nosotros, lo mataríamos a él.
Con el paso del tiempo Héctor llegó a recuperarse bien, era cierto, como se verá, que Amodio lo había engañado.
Lo repetiremos para que no haya dudas, no fue sólo Amodio el que entregó infraestructura, armas y hombres.
Wassem Alaniz fue trasladado de apuro después de nuestra captura. Para convencernos de entregas, hay testigos vivos de esto, Wassem Alaniz salió sin novedad nuevamente con rumbo al Batallón Florida, donde se vivía el idilio cívico-militar, idilio que parió a varios engendros, todos ellos hasta ahora han nacido con el uniforme cuartelero.
Aquí nos toca el turno a “los otros”, los que aún no han tenido la oportunidad de expresar los pormenores de “La Redota” y los que coadyuvaron para ello.
El autor de la novela “La Tregua Armada”, en un fervoroso arrebato por los “nacionalistas” del cuartel, califica a los Capitanes y Tenientes, como “combatientes de traje de fajina, la barba crecida y los ojos hinchados”.
Precisamente cuando uno de los hermanos Álvarez, es emboscado el día 25 de julio de 1972 y Huidobro y sus muchachos vivían el idilio verde esperanza, nos toca la culpa, por el hecho de no haber entregado esa emboscada.
Nos vapulean por turnos y sin tregua en noches eternas de borracheras, ya cebados por la sangre humana. Pero esta vez (por algo había diálogo) con la atención de un “médico” que tomaba los latidos del corazón y decía “va bien”.
Se destacaba el Capitán Agosto en el “combate” (el “arrepentido” Scilingo del Uruguay), con sus repulsivos alientos de alcohol, con sus trajes de fajina, las barbas crecidas y los ojos hinchados, inyectados de sangre, por las borracheras y el pánico a morir en cualquier esquina, éstas bestias estaban convertidos desde hacía rato, en máquinas de muerte.
“La Tregua Armada” es solamente el título de una infamia reclamada y difundida como un triunfo, por los propios participantes de esa misma infamia.
“La Tregua Armada”, novela destinada a tapar lo que se escondió y aun se esconde tras ella.
La tregua no fue un motivo de la lucha, ni antes, ni durante. La Tregua existió y fue promovida cuarteles adentro por quienes estaban ya militar y moralmente derrotados para siempre.
El verdadero motivo de la tregua nace antes que la misma tregua.
La entrega de Raúl Sendic, la entrega de las armas y la entrega de la resistencia armada que aún peleaba.
Todo esto, bajo la promesa militar de confusos planes de desarrollo y saneamiento económico.
Bajo la “palabra de honor” de torturadores y de “meter presos a los hijos de puta” del Mercado Negro Financiero, de las Compañías Aseguradoras y “Políticos corruptos”, los mismos “hijos de puta” que les votaron y les votan aún jugosos ascensos.
No es necesario ser el dueño de una dureza terrible para darse cuenta de la jugada del “enemigo”. Demasiada tortura, garrote y sable causa en alguna gente un efecto no previsto por la psicología norteamericana.
Hasta hoy hemos tenido diversos tipos de análisis literarios, unos aceptan el fierrazo del milico con alegría y lo festejan pidiendo que les sigan golpeando, caso del traidor, o el alcahuete a secas.
La otra literatura de creyentes fervorosos, arrepentidos o dialogantes.
No es malo ni desaconsejable dialogar, lo inaceptable es dialogar por nada.  A esta situación se llega hoy en día, en cada hogar del uruguayo trabajador, o sea cuando las partes en diálogo están muy desbalanceadas, cuando tú eres un prisionero y te encuentras en las manos del criminal, torturador, profesional de la violencia (como explicaba Tróccoli), esa bestia que ahora tiene tu vida en sus manos, también la vida de tus hijos, amigos, padres, hermanos, tu propio futuro. Tengamos muy en cuenta lo que es un diálogo o una imposición.

EL PLAN

Con esa fórmula para el diálogo, los milicos prometían; Pinochet, en vísperas de golpear a Salvador Allende, le prometía fidelidad, Allende creía... de buena fe.
Quienes decidieron hablar con y creer en el enemigo, tienen una virtud especial, una mentalidad especial, una cierta forma de vivir, como clase, como élite y tienen además un caradurismo innegable para decidir por los demás y luego escribir para la historia, como si la armonía de opiniones fuese universal.
Y se equivocan, traicionan el sentir de la gente, traicionan su vida y se traicionan a sí mismos, necesitan hacer cómplices.
Abusan de las posibilidades con que es difícil contar, si no perteneces a cierta categoría.
Para ello desean forzar una realidad adversa, forzar la historia o repetir la mentira tantas veces como sea necesario.
Pero así, no se cambia la historia.
Ocultar los hechos que tuvieron la mayor importancia y resaltar detalles menores, como cosas determinantes, es toda una técnica, pero ni por ésas.
Lo cierto y verdadero es que conocíamos el Plan de Golpe, hasta en sus detalles, plan que sería ejecutado por la oligarquía, con su brazo armado, la milicada cuartelera y que entraba en sus fases finales. Con el visto bueno de la Embajada Norteamericana, entre otros, las FFAA fueron autorizadas a tomar en sus manos criminales “la lucha contra la subversión”.
Habíamos tenido acceso a la más amplia y veraz información, tras la captura de distintos personeros del régimen y del sistema político en su conjunto.
Desenmascaramos lo que era y cómo funcionaba la “incorruptible” Justicia, saltó el Juez Púrpura, saltó Guido Berro Oribe, procurador de la nación.
Logramos abrir y destripar sus cofres herméticamente lacrados, abarrotados de oro y corrupción.
Desenmascaramos las corruptelas en la Banca, el comercio, el contrabando en gran escala y en todos los estamentos sociales. La financiera “Monty”, las libras esterlinas que llenaban los cofres de los Maílhos con oro del bueno.
Desenmascaramos la tortura, el asesinato dentro de las Fuerzas Armadas, sus escuadrones de asesinos y ladrones organizados por ministros insospechables, por profesores, por jueces y abogados, por embajadores, comisarios, policías.
Desenmascaramos la injerencia de varios países en el quehacer nacional del Uruguay (aquello de las ideas foráneas). Embajador del Paraguay, Embajada de los Estados Unidos y en el plano nacional lo ya visto en páginas anteriores, todo debidamente documentado.
Este cúmulo de información nos permitía hacer un impecable análisis elaborado hasta casi el detalle de lo que se venía tras la derrota.
Conocíamos por otra parte nuestra precaria situación militar, pero por sobre todo no creíamos en la revolución del ejército, ni con el ejército. No la creemos hoy, con ejército “purgado”, bendecido y santificado por Vivian Trías.
Revolución es pueblo armado, derribando gobierno de élites para élites.

“RUFO” Y “LA TREGUA”

Esta es la razón que Raúl Sendic tiene para responder sobre La Tregua a los periodistas.
“Hay que ponerse en el contexto de la época, donde las torturas duraban días y meses, donde unos compañeros veían a otros desechos y buscaban algún alivio HACIENDO O ACEPTANDO TRANSMITIR PROPOSICIONES COMO ÉSA DE UNA TREGUA, QUE SE DIO SÓLO ESA VEZ Y NO CUAJÓ”.
No es que Raúl Sendic haya estado buscando la respuesta perfecta, dijo simplemente lo sucedido. Mas como nunca pudo recibir la verdad de parte de quienes cocinaron la cosa en el Batallón de Florida, sobre cuál era el verdadero origen de la propuesta “Rendición Incondicional”. Respondió con la marcada incertidumbre que aún mantenía casi quince años más tarde.
Es evidente que no lo dijo todo Raúl Sendic, pues sabía bien que el propio cocinado era el mismo Raúl Sendic.
La figura de Raúl Sendic cobra nuevas dimensiones en la medida que avancemos en las páginas escondidas en la historia “oficial”.
No por una casualidad “del destino” a la novela “LA TREGUA ARMADA” la hacen salir a publicidad justamente después del fallecimiento de Raúl Sendic.
Dentro de aquellos amargos días de la tregua para la posterior entrega, que van desde el 1º de julio al 7 del mismo mes del año 1972 se produce la captura de más de 70 compañeros en manos de nuestros principales criminales, y gran cantidad de pertrechos en armas, municiones y dinero.
Ya no resulta viable pensar en que la famosa y escondida “propuesta” parte desde las filas del ejército.
Ya veremos las razones de la debacle interna, con nombre y apellido.
Allá por 1989, aún con un sinfín de interrogantes, Fernández se pregunta una y otra vez “¿Quiénes eran los golpistas? ¿Los Chiappe Posse y los Christi o los Bordaberry, o ambos a la vez?”.
Y por fin confiesa lo que debió haber confesado muchísimos años antes, lo que debió admitirle a Sendic cuando estaba aún con vida... “nuestro error en 1972 fue haber creído que era posible influir sobre el sector grande del Ejército. Nos equivocamos... bla, bla, bla...”
Lo prometido es deuda, algunos nombres de compañeros que vivieron esta etapa en el Cuartel de Artillería Nº1 La Paloma. Julio Faravelli, P. Mena, Cía del Campo, W. De Mello, entre otros cientos que estaban tabicados en galpones, vagones de ferrocarriles, enfermería, antes de habilitar otros calabozos.
Pero todo tenía un sentido, una dirección, un objetivo.
La gente de los calabozos era mantenida en estrecha vigilancia, a dos puntas, no por casualidad los prisioneros de los calabozos eran “conversados” y vapuleados todo en una, eran los que “tenían algo que ver” dentro de lo que fue la organización.
Pero allí existía y coexistía también gente que había sido “comandos”, pero que estaban moralmente caídos. Hacia ellos entonces se trabajaba con los “cantos de sirena” del nacionalismo y luego a los empecinados, tozudos, subversivos, aún no se había acuñado el término “terrorista”, los buenos deberían catequizar y vigilar a los “malos”. Los “malos” eran “Los Otros”.
LA VOZ CANTANTE

 
Un detalle recurrente, como guía y testigo, conociendo lugares y modos, cubiles y madrigueras. ¿Existía plan o no existía?
A cualquiera le saltaba el corazoncito en el pecho por “la paz”, pero aquí no se trata de mera voluntad, compañeros...
Era el asalto final, el Golpe de Estado ya se había producido. Desde el Pachequismo, de allí al año '73 se dio una pugna interna entre gorilas y secuaces de varias bandas. Las logias apadrinadas por la Embajada Norteamericana, que a su vez palanqueaba a brasileros, paraguayos y argentinos, llevaban todas las del triunfo.
Junio de 1972. Rosencof... “Christi ya tenía claro en su cabeza hacerse cargo del país a través de Bordaberry”.
Junio de 1972. Huidobro... “tomó la palabra el General Christi, que fue allí la voz cantante”.
Gravina dice que se entera de la reunión con los prisioneros por medio de la voz cantante de Álvarez.
“La primera noticia que tuve fue a través del Estado Mayor Conjunto, por intermedio del General Gregorio Álvarez”.
Ettore Pierri expresa: “Cuando le preguntamos a los Capitanes quién era el hombre, si Trabal o Christi, ellos respondían en forma unánime “Trabal” y otra vez “Christi”. El mismo E. Pierri, refiriéndose al tema “ilícitos”: “Christi y compañía mandaron parar y se paró nomás”.
Ya por el mes de mayo de 1972 los militares, a iniciativa de Christi y Álvarez, le plantearon al presidente Bordaberry las razones que tenían para dar un Golpe de Estado, según su propia documentación era el cambio de estatus legal actual.
El traidor Amodio Pérez, en el mes de octubre, en conversación con su amigo Federico Fassano Mertens, en el Batallón Florida en 1972 dice: “y también hay peces gordos que están en la cosa (el golpe), por ejemplo Christi”.
Juan Pablo Terra: “un día de julio de 1972 a las cuatro y media de la mañana a Bordaberry lo despiertan los generales Christi y Álvarez, pidieron una reunión inmediata para consultar sobre la suscripción o no de un documento que sellaba la negociación con el MLN”.
Ballestrino gentilmente nos explica cuál era el verdadero espíritu patriótico de los golpistas. “La idea original era poder por 25 años”.
De acuerdo con ese sentimiento, el día 27 de julio del año 1973, en el salón de “los pasos perdidos” del venerable Palacio Legislativo se encuentran los primeros asaltantes, a saber: Esteban Christi, Gregorio Álvarez, Vicente Queirolo, el propio Ballestrino, Arregui, Camps, Siqueira y otros oficiales más, algunos representantes de la familia militar con sus correspondientes metralletas.
Fue la señal, la ansiada última canallada, el toque a degüello, al saqueo, al pillaje desenfrenado.

LAS FUERZAS OCULTAS EN LA CUEVA DEL REPTIL

El Ministro que fue Augusto Legnani pidió protección a su primo Raúl Legnani, quien era entonces Jefe del Batallón Florida, porque lo querían matar.
Pero... ¿quiénes querían matar al ex Ministro? Se nos ocurre pensar que de ser cierto lo que el mismo Ministro cuenta, harían cola para matarlo.
Cuenta A. Legnani: “El Coronel Trabal tenía el cometido de informarme de todo lo que ocurría dentro y fuera del ámbito castrense, y vean lo que son las cosas, eso generalmente me ocurría leyendo los diarios... un día me cansé y le dije a Bordaberry: Presidente, así no podemos seguir. Entendí que era la hora de prescindir de Trabal y poner en su lugar a algún amigo de confianza. Bordaberry lo comprendió y me autorizó. La consecuencia fue que Trabal se acuarteló en su Servicio de Inteligencia. Entonces me vinieron a visitar el General Gravina y el propio presidente para que dejara la medida sin efecto y yo accedí, para evitar una nueva crisis.
Después me enteré en el lapso que medió entre mi conversación con Trabal y mi ida a casa de gobierno a informar al Presidente que habían estado esperándome para prenderme.
El General Christi se negó a cumplir una orden que le había dado para poner en libertad a cuatro médicos ya excarcelados por el Juez Militar y me contestó en el expediente: el suscripto ha dispuesto que los sediciosos continúen privados de su libertad. Fue la gota que derramó el vaso. Esta vez no me detiene con nada, me voy de acá, le dije a Bordaberry”.
Es muy claro que Bordaberry jugaba a dos puntas y esperaba este desenlace, como que lo había planeado. El Ministro, con alma de político, con todos los “vicios” de los civiles: “Dejó de ser funcional”, lo mismo que le sucedió a Otero el Policía, “dejó de ser funcional”.
También Bordaberry “dejó de ser funcional” para los hermanos del norte. El “use y tire” marchaba en esa etapa a todo vapor.
En ese 1973, A. Legnani creía fervientemente que era el súper-Ministro, ya se vio lo lejos que estaba de pensar que solamente estaba tapando la boca de un cañón con la mano, pero recién en el año '85 se atreve a pensar en voz alta (y se equivoca): “Creo que Bordaberry me respaldaba sinceramente, pero la fuerza ya estaba en otro lado”.
Una verdad y una mentira; es cierto que la fuerza estaba en otro lado, pero que Bordaberry lo respaldaba...
Otro conocido con “alma de político” que “dejó de ser funcional” pero que no lo pudo contar como el Ministro, fue Trabal.
La traición nace, naturalmente, del traidor.
El engendro “Tregua” para convencer a la Resistencia a la Rendición Incondicional pudo fácilmente tener origen en la cabeza del traidor Amodio, por su odio legendario hacia Raúl Sendic. Luego, cual una mancha de aceite, comienza a ensuciar -a través de su pareja Alicia Rey Morales y de los Oficiales lleva y trae a los ex comandos derrotados -.
“Oculto” en el Batallón Florida estaba Amodio desde la última quincena del mes de mayo de 1972. Amodio paga todo en dinero contante y sonante, desde que esta piltrafa descubre que su “nuevo movimiento” “puede también ser integrado por los militares dentro de los cuales hay auténticos revolucionarios con profundo sentido nacionalista”.
Y cuando estos le dicen a Federico Fassano: “bueno, camarada, le trajimos a ver al camarada...”.
No era para menos, Amodio sabía bien el significado del nacionalismo cuartelero. Debía mantener cebadas a las hienas, ya caía menos dinero a la bolsa y se lo expresa claramente a Fassano: “acá nada se arregla sin plata, tuve que pagar mucho para poderme entrevistar contigo”. Su vida no valía un vintén, era necesario crear nuevas fuentes de ingreso permanente. “Ahora voy a tener que hacerles participar también de la operación del millón de dólares y no solamente en el de la entrevista” (entrevista que significaba otros 50.000 dólares).
Dinero perteneciente al Movimiento, porque Amodio era un rastrillo, como expresaba Sendic, desde un televisor hasta un lingote de oro, todo le servía.
Allí vemos entonces a Alicia Rey presente en las reuniones entre presos y oficiales, desde la reunión que termina va directamente a la cámara nupcial, especialmente preparada por la Oficialidad del Florida, a reunirse con Amodio y los militares “auténticos revolucionarios con profundo sentido nacionalista”.
Lo que para cualquier alumno de cuarta categoría de inteligencia quiere decir que esta mujer intrigante y maliciosa, que al decir del “Bebé”: “Hacía buena pareja con Amodio”, lleva y trae la línea a seguir, previamente elaborada, en doble juego, oculto” manejado ni más ni menos que por el S2 Inteligencia Embajada-Escuela Mitrione, Trabal, Christi, Raúl Legnani, Jefe del Batallón Florida, sustituto de Trabal en la Escuela Militar y entregado por entero a la CIA e iniciador del diálogo patriótico con el MLN.
Personaje “oculto” es el Ministro del Interior Desgobiernos de Oscar Gestido – Pacheco – Bordaberry, Augusto Legnani que ¡Oh, casualidad! ¡Vivía en aquél preciso momento del apogeo patriotero en el mismo Batallón Florida!
Recordemos que esta ficha aseguró amplia colaboración, nada menos que al Jefe de la sección Política de la Embajada Norteamericana y segundo Secretario de la misma, superior inmediato de la Estación CIA, Nicholas V. McClausland.
Esto no es todo, en esta época, junio de 1972, llegaba de los EEUU y si esto es poco desde el Batallón Florida sale directamente al Ministerio de Defensa que es la llave maestra para la información y de las órdenes de represión para todo el territorio, para que nuestros hermanos del norte trabajasen sin posibles obstáculos.
Pero nuestro Superministro no sale de allí con las manos vacías, sino que va munido de un discurso con aires triunfales, pletórico de patriotismo y amenazas, elaborado por Amodio, con un claro mensaje al odiado Sendic, con párrafos pegoteados por la inteligencia de Trabal, con “aportes” de los prisioneros del batallón, hoy demolido, arado y sembrado con sal.

LLORA REPTIL, LLORA

Veamos qué nos dice Huidobro de Alicia Rey Morales.
Alicia Rey era quien manejaba y probablemente siguió manejando a Amodio aún dentro de los cuarteles. Con suficiente inteligencia como para hacerle dar la cara a él y permanecer detrás sin pagar el mismo tributo”.
Y si agregamos que en las reuniones de élite no dijo ni “esta boca es mía”, quiere decir que hubo un total acuerdo de Amodio en los planteos propuestos y llevados a la práctica por el mismo Huidobro, Mauricio Rosencof y Wassem Alaniz.
A pesar de la semblanza que nos pintan de Alicia Rey, nos rechina pensar... “¡pobre Amodio!”.
Definitivamente Amodio Pérez tenía que ser y lo fue, un activísimo participante y entusiasta proponente de la “Rendición Incondicional”, entrega de Raúl Sendic y los restos de la Resistencia Armada. Fundamento y base de una previa “Tregua” de siete días.
Podemos enumerar por lo menos dos razones que determinan la actitud de este reptil.
Una, la poderosa razón de haberse convertido en un traidor jugaba para poner a su mismo nivel a todo su entorno, necesitaba (valga la contradicción) “lavar” su imagen hundiendo en el barro a más gente, de ser posible toda la “dirección” que ya estaba fuera de los asuntos externos, y lo logró con creces.
Fue Amodio, como quedó dicho, quien convenció a “Héctor” para entregar “la Cárcel del Pueblo”, pero no fue el único, ni era tan manejado por Alicia Rey.
Federico Fassano afirma que Amodio le dijo: “Wassem me metió en esto. A los de “La Cárcel del pueblo” los convencimos yo y Wassem también”.
Aceptamos que el autor de la propuesta haya sido Amodio Pérez, lo que nos cuesta y... vaya si costó a lo interno, es que los propios integrantes de dirección hubiesen aceptado ser cómplices de tal infamia.
Cuando las papas le queman, Huidobro sale del apuro de esta manera; en la página 107 de “su novela” “La Tregua Armada”, la Redición Incondicional parte de Wassem Alaniz a página siguiente nos vuelve a despistar diciendo “Gravina propuso la Rendición Incondicional” y continúa “contestamos que nosotros podíamos ser intermediarios”.
Lo que nos da como resultado que en dos páginas de “distancia” se comete el mismo crimen por mano de dos personajes distintos, pero más extraño aún visto y oído por el mismo singular testigo, ¡lo que nos vuelve el expediente a fojas cero!
Devolvamos la pelota a Amodio, que contaba con otra razón para destruir a Raúl Sendic, es que era su enemigo personal, dado que el “Bebe” había mandado dos veces a expulsar de la organización al dúo Amodio – Alicia, quienes llorando convencieron a los responsables de ejecutar la sentencia y uno de ellos fue Tabaré Rivero Cedrés, que dejó la cuestión en un suspenso indefinido...
Había por fin, llegado la hora de la venganza soñada, la CIA y sus intermediarios le daban la oportunidad de liquidar a Sendic, necesitaba destruirlo y para ello no le importaba revolcarse en la bosta del cuartel, allí era feliz.
Ajenos al verdadero contenido de lo que fueron las “conversaciones” y ajenos a lo que se cocinaba con “La Tregua”, los periodistas autores del libro “Alto el Fuego” se preguntan: “¿Quién la hizo fracasar?”.
Claro que todos somos hermanos uruguayos, pero una cosa es el hermano del cuartel, o Bordaberry y otra muy distinta el que trabaja y recibe los palos. Los intereses son distintos, la dignidad es distinta, las clases sociales que conformamos la sociedad existen a pesar y por encima de las buenas intenciones.
Los intereses son inconciliables, los años clave, donde se ponen de manifiesto los hechos, estos tan dispares intereses se hacen más patentes desde el '68 hasta el asalto final del '73. Los hombres utilizados por la embajada cumplían por corto período su papel de sirvientes de oscuros intereses extranjeros, nunca más claro, nunca más patente, no eran momentos de duda o vacilación.
Ministros se sucedían sin siquiera llegar a calentar la silla.
Amodio, viejo conocedor de las formas de pensamiento, del carácter, las virtudes y puntos débiles de todos y cada uno de los integrantes de la dirección del MLN, sabe qué hilos mover, qué clavijas apretar, cómo y  cuándo apretarlas.
Valioso como un instrumento de uso, como consejero permanente de la milicada, comodamente instalado: “un cuarto amplio, provisto de dos placares, una mesa de luz y dos camas que entraban bien en el recinto”. Como lo pinta su propio amigo Fassano, recordando la puntillosidad del cura Larrañaga.
Con todas las comodidades del oficial, quienes a su vez le otorgan amplias facilidades para sus infamias, los disfrazan con un uniforme, interroga a ex compañeros, elabora cartas, comunicados, reprime y detiene gente en la calle, es un verdadero reptil arrastrándose y tratando de llevar más y más compañeros al abismo, así engaña a quienes sin quererlo entregan locales secretos, gente o armas (caso el mencionado Héctor: Rodolfo Wolf).
O bien algunos son fácil y extrañamente convencidos con su tesis: “crear un nuevo Movimiento de Liberación sin la nefasta dirección de Sendic”, (Caso Wassem Alaniz) y otros que irán apareciendo en el combate entre la vida y la muerte, la tortura o la entrega; las banderas del Pueblo o la vida individual, al indigno precio de la traición.

UNA SEMBLANZA (MAURICIO ROSENCOF)

A este hombre lo encontramos otra vez haciendo declaraciones, en el 9º de Caballería, según este personaje fuertemente infectado del virus cuartelero, pero, más de su autobombo, mantiene dos reuniones, una de seis horas con el conocido Esteban Christi y otra de ocho horas con Gregorio Álvarez; ya conocemos lo suficiente como para afirmar sin ningún lugar a dudas que dichas catorce horas consistieron en un mero interrogatorio de oficina de cuartel.
¿A qué acuerdo llegaron? ¿qué propuestas, qué iniciativas, qué acciones se tomarían en el futuro?
Ya lo veremos con lujo de detalles.
El miedo, eje principal de las subsiguientes medidas y por el cual corre el motivo de la propuesta de Rendición Incondicional.
El miedo es el mismo en ambos lados, en Rosencof derrotado y en las manos del enemigo juega un papel, el mismo que juega en todo el resto de la ex dirección del MLN. Para los militares que llevaban “la guerra” adelante, el mismo miedo que tenía una variante, que también veremos en sus detalles aun prolijamente tapados.
Rosencof dice que logra hacer comprender a los mandos que la Resistencia aún en la calle, podía convertirse en un esmirriado y desesperado “foco” y que ese sería un motivo, un pretexto, para que los sectores más gorilas de las FFAA llevaran adelante un Golpe de Estado, y que “¡¡... eso lo comprendieron también otros sectores del Ejército que estimaban negativo el avance de los gorilas!!”
Mirá vos, esta estrella del teatro, con su maravillosa palabra de Judas, tuvo la virtud de convencer nada menos que a dos robots del sistema, y justamente a los alumnos predilectos de la embajada norteamericana, con toda una vida de “formación” cuartelera, capacitados para la “guerra” represiva o lo que es lo mismo, el saqueo, el pillaje, la tortura, el secuestro y el asesinato en todas las formas conocidas y otras creadas al ritmo que impuso el momento.
Eran los gorilas mayores y también esto lo sabía el mismo Rosencof, que afirma más adelante que: “Christi ya tenía claro en su cabeza hacerse cargo del país”.
Y continúa Rosencof: “Me plantearon entonces la Rendición Incondicional”.
“Les respondí que en esos términos yo no movía un dedo, porque conocía muy bien a Sendic y a los compañeros que estaban libres, sabía de antemano que eso no sería posible”.
Pero a pesar de todo...
“Al poco tiempo nos juntan en el Batallón Florida a los dirigentes presos a instancias de Wassem”.
Es decir, de Wassem y Amodio, que son los que convencen a “Héctor” para la entrega de la “Cárcel del Pueblo”, pero muy bien que lo oculta y si vamos a guiarnos por Huidobro, también Alicia Rey, Christi, Álvarez, los Legnani, etc., etc. Porque sin la previa aquiescencia de “los mandos”, nadie podía ser sacado de los cuarteles y nada menos que para una reunión cívico-militar.
Rosencof, un tiempo más acá, no ha dejado su manía, declara ahora sobre el múltiple asesinato de cinco compañeros en el paraje Soca, como tapadera del asesinato de Trabal, ingeniosa fórmula del gobierno y las FFAA uruguayas, de tapar el crimen con más crimen, ¿de dónde obtuvo Rosencof la información que aparece en La República?
Rosencof, de manera no santa se enlaza con Rosa Domínguez Kauffman, presentada por él como “refugiada política” en Suecia a causa de la persecución de que ella es objeto, por parte de su “padrino” Gregorio Álvarez.
Es decir, Domínguez estuvo vinculada a las mafias del proceso, era una fuente de información de primera mano. ¿Qué infamias conocía que la transformaron en una enferma psíquica? La relación con uno y otro ex enemigo la hizo caer en desgracia: terminó ¿suicidándose? En Montevideo... el proceso no perdona.
No nos apresuremos, Rosencof, con un pase mágico puede transformar... “Rendición no, Capitulación sí”, o sea, rendición pero “agiornada” e inseparablemente unida a la entrega de Raúl Sendic, las armas y el resto de la resistencia.


EL SHOCK VIETNAM. EL ORO.

“LA GUERRA”

Álvarez y Christi le confiesan a los prisioneros que estaban: “espantados”. El miedo jugó un papel central junto con la avidez del dinero y por más que “los mandos” no salían al enfrentamiento, tampoco se libraban de las balas tan fácilmente.
El oro corría en el “Batallón Florida”, cada “berretín”, cada compañero, cada local tenía su “reserva” de dinero, dólares, muebles, televisores, ropa, alhajas, herramientas, vehículos, era dinero.
En cada cuartel el impulso del miedo a la muerte los llevaba a torturar, y el mismo miedo a dialogar. Lloraban y torturaban, pero también pedían dólares.
Torturar, saquear, asesinar; subían el volumen del pasadiscos a todo trapo.
Vivaldi... se mezclaba con los aullidos del torturado y el torturador.
Es completamente seguro, sin un Amodio, Píriz Budes, Alicia Rey y los del escalón siguiente, Huidobro, Marenales; no hubiese habido “triunfo”. No hubiese habido literatura de cuartel, ni los dos pesados tomos de “La Subversión”.
Porque el miedo llenaba la vida diaria de estos infelices, el miedo los llevaba a empantanarse  más y más en el círculo infinito de la tortura y el crimen que corrompidos, ya estaban.
El “Pacto” secreto firmado por Bordaberry y los “Comandantes” le otorgaban a ciertos estratos de la Oficialidad la segura impunidad, era obvio.
No por nada iban a andar expuestos a una ráfaga de plomo, no por nada hubo de cambiarse toda una estructura, por muchos años intocada y ociosa.
Cambió la relación habitual entre milicos, desde el recluta raso hasta el clase con la Oficialidad.
El basureo, algo común entre estas dos irreconciliables clases sociales dentro y fuera del cuartel, ahora tuvo que disimularse hipócritamente, gracias al miedo.
Se produjo una reacción en cadena, desde los mandos a la oficialidad y desde estos hasta el recluta, una pequeña “revolución” que, de no ser por el miedo, no se hubiese logrado de otra forma, la complicidad flexible y elástica, la “democracia”.
Debe de haber pocas excepciones entre los prisioneros de los calabozos cuarteleros en que el milico de todos los grados no haya venido a jurarte que “él no tenía la culpa de lo que estaba pasando”, o sea la tortura, que ellos “cumplían órdenes de arriba”.
Unos y otros se relataban las horribles pesadillas, los tiroteos dentro de enormes y oscuros galpones, donde debían arrastrarse por el piso para salvar su vida, mientras las balas silbaban, despertando locos de terror, sudando frío. Era la muerte.
Con el mismo terror se despedían de sus amigos, cuando les tocaba salir de patrulla por las peligrosas e inseguras calles de la ciudad, o bien cuando salían a allanar, se abrazaban, dejaban sus pertenencias, fotos, cartas, mensajes para sus familias.
Muchos de ellos se negaban redondamente a salir, estaban seguros que ese día morirían, lloraban, le explicaban al oficial, “¡no sea maricón!” les gritaba éste quien, por supuesto, nunca iba, “¡¡Cállese que no se va a morir nada!!”.
Después del 18 de mayo, les costaba cada vez más trabajo sacarlos a la calle, ellos mismos contaban que, a pocas cuadras del cuartel clavaban la bayoneta en las gomas para no alejarse un paso más. Los triunfadores sufrían el miedo como perros apaleados.
Los oficiales jugaban de manos, campechanos con los mismos reclutas que pocos meses atrás despreciaban y escarnecían.
Había que resguardarse las espaldas, no fuese que “el shock Vietnam” comenzara a quemarles las carnes a ellos. El miedo estaba en los oficiales borrachos, que una madrugada tras otra llevaban adelante verdaderas orgías de torturas, debían torturarte, juraban con voz temblorosa que no te tenían miedo, golpeaban al prisionero bien atado y encapuchado y juraban su valor.
Querían matarte, pero no podían, eso era lo que los hacía llorar, porque no estaban seguros de si mañana pagarían de la misma forma y ese miedo, ese terror les impulsaba a torturar y hablarte del amor por sus hijitos.
El cambio a través del miedo fue profundo, estudiado hasta el detalle, la canción “El Soldadito” atronaba todo el santo día desde “Aquí está su disco”, por Radio “Montecarlo”, había que combatir el miedo con todo lo que hubiese a mano, así que esa estupidez estaba primero en el “ranking” de audiencia a pesar de todo.
La oficialidad no sólo se vio obligada a tratar mejor al raso, que subió medio punto, sino que tampoco su uniforme tenía ya mayores diferencias con el del milico común, sólo les quedó el capote, que pasó disimuladamente al “clase” (cabos y sargentos) para que en caso de elección, las balas no fuesen dirigidas a un oficial.
Un quepí común de visera suplantó discretamente a la amplia gorra llena de laureles y flores.
Desaparecieron también las enormes hombreras con cordones dorados.
Las floridas y vistosas insignias se transformaron también en microscópicas chapitas en la punta del cuello.
El miedo arrasó con el protocolo y los tigres de la tortura con el prisionero atado y encapuchado quedaron reducidos a gatitos mimetizados hasta el imposible, perdieron la hidalga personalidad que de todas maneras era una burda fachada.
Ya no corría el arresto por pelo largo, el tabú del barbudo dentro del cuartel pasó a la historia, la barba del milico de todas las categorías estuvo “de moda” cuarteles adentro.
Nunca se habló ni nadie comentó de los milicos que fueron desarmados y reducidos por “la subversión”, ni tampoco de los que se rendían y se les dejaba ir nuevamente, convirtiendose despues, en peores torturadores. Era necesario ocultar prolijamente estos tropezones e inconvenientes.
La necesidad de tapar las hemorragias de bajas de los cuarteles hizo milagros en la prensa “oficial”, cada baja del enemigo era un ataque a traición.
Cuando les tocaba “franco” ya no podían distinguirse sus botas con la ropa “de civil”, criteriosamente, botas de infantería, cinto y mochila de uso tan común quedaban bajo llave, en la taquilla.
No hubo pluma que recogiera las “debilidades militares” el secuestro de niños, hijos de prisioneros, por aquellos oficiales impotentes y estériles.
Más, el dinero que caía con cada detenido, el saqueo a la vivienda del “culpable”, de sus familiares o amigos de la víctima. Todo era “buena presa”, la guerra estaba en pleno apogeo; aquí entraba a funcionar la flexible complicidad; la ropa, juegos de mesa, pasadiscos, radios y el chiquitaje en general, era para la tropa.
Televisores, muebles, puertas, ventanas para los clase (cabos y sargentos).
Dinero y joyas, pago de rescate por la libertad correspondían a la oficialidad, sin olvidar el alojamiento de casinos de tropa y oficiales con el metódico saqueo. Los secuestros de niños son materia de otro capítulo negro, destapado muchos años después.
El miedo, motivo central de las “conversaciones” con los prisioneros que se prestaron a ello; hacía maravillas de “amistades” así no se andaban con miramientos para publicar a los cuatro vientos la “carta de un arrepentido”, las que estaban destinadas a mostrar “la cara humana” de los torturadores.
A los salvadores de la patria tuvieron que llevarlos a las “escuelas” norteamericanas para pulir su cerebro en la “ciencia” de la tortura, tuvieron que trasladar “maestros” técnicos y asesores para el crimen profesional, no sólo norteamericanos, también argentinos, paraguayos, brasileños, chilenos así de incapaces y ridículos eran, como inútiles sus arsenales abarrotados de armas y explosivos.
Tuvieron que acarrearles montañas de oro y armas desde varios países.
Tuvieron que votarles suculentos sueldos, más oro, medidas especiales, saqueos asegurados y toda la impunidad posible, los políticos se pelaron las rodillas rogándoles para que salieran a la calle.
Y esa fue la valentía que se vendió como una mercancía al Pueblo, todos los días envuelta en la bandera y con el rataplán del tambor, estos tigres de papel no han sabido aun lo que puede ser una verdadera “Guerra”.
Ni aun todo eso les sirvió para nada, le eliminamos al mercenario mayor y aún deben derramar lágrimas de cocodrilo año tras año, con el 14 de abril, día en que se accionó contra los criminales que homenajean.
Cuando a sus hermanos de crímenes y represión les tocó sufrir una guerra, fueron el hazmerreír de los pueblos del mundo.
Se borraron los criminales que pudieron escapar a las balas el 14 de abril, cambiaron de nombre y domicilio, las bajas salían publicadas en los semanarios de izquierda, donde ellos mismos concurrían a publicarlas. El mismo presidente no las tenía todas consigo, le ordenó a Sanguinetti hacer el mandado y el juramento, de que estaba “consternado” (julepeado), por los crímenes de sus perros que, por otra parte, pidieron asilo en las embajadas.
Se votó mucho dinero para pagar la seguridad de los criminales, ascensos, medallitas y escudos con carabinas cruzadas y con la inscripción “En honor al mérito”.



EL ACARREO DE “LOS ELEGIDOS”

Elaborado el plan de entrega de Sendic, mediante los “peces gordos” Christi, Álvarez, Trabal más Amodio-Alicia, Wassem y otros subcomandos detenidos en el Batallón Florida y otras unidades, comienza el traslado de los elegidos que más peso podían hacer dentro de los cuarteles, a los efectos de lograr una amplia participación, o sea, se buscaría la mayor complicidad posible, como quedara demostrado por las declaraciones de los participantes del “consenso” algo más o menos como en la “salida democrática”, de la cual los únicos que no pudieron participar fueron los “blancos”, que participaron en la “entrada” a la dictadura.
Cuenta el traslado a cuarteles, el propio Huidobro: “Mauricio Rosencof había sido traído junto con nosotros y Jorge Manera, en el mismo camión esa misma tarde, proveniente del 9º de Caballería y Manera del 5º de Artillería.
Sólo Wassem y Alicia Rey -a quien no sabíamos traidora- estaban en Florida.
Y aquí comienza entre Huidobro y Rosencof, la disputa por el primer puesto para el protagonismo, aunque se trate de una canallada.
“Rosencof había mantenido tiempo antes, en el 9º de Caballería, discusiones con Christi y con Gregorio Álvarez, pero nada había sido tan concreto como lo que se ponía en marcha esa tarde”.
Cuenta el traslado Rosencof: “Al poco tiempo nos juntan en el Batallón Florida a los dirigentes presos a instancias de Wassem y allí vamos a dar junto con Manera y Huidobro”.
Confirmamos entonces por boca del propio Manera Llaveras: “esta reunión fue la culminación de muchas otras, donde varios puntos ya habían sido previamente acordados con los Capitanes, Calcagno, Camacho, el Teniente Caubarrere y el Comandante de la unidad, el Teniente Coronel Legnani” y el miedo: “especialmente habíamos asegurado que no nos torturaran”.
Obligados estamos, en ofrecer algunos detalles más para aclarar puntos que fueron prolijamente oscurecidos con toda la “sana” intención de presentar los hechos vueltos al revés.
En la novela “La Tregua...” nos coloca Huidobro todo un pesado capítulo por “su” bala en un pie (que por esa bala se entrega, por miedo a morir) y al fin siguiendo con el pesado relato, se pisa el palito, pero dejemos que el mismo nos lo cuente: “Mirando el mundo desde allí (la bala) pudo ir viendo y oyendo: hospitales, calabozos, cárceles; una población cada vez más nutrida de torturados y cicatrices sobrevivientes de casi todos los confines del país. Todos ellos procesados por la Justicia civil, o sea capturados antes de la declaración del Estado de Guerra, el 16 de abril” (1972).
Licencia literaria, o mentira piadosa. Momentos antes el mismo autor, una sola página atrás había dicho que había ido a mear con uno de los sobrevivientes de la seccional 20ª. del Partido Comunista que estaba herido en el hospital militar. Fecha del asesinato de la seccional: 17 de abril de 1972.
Porque como Huidobro señala, tuvo la oportunidad de contactar gente caída en todos los confines del país, pero también de Montevideo, como se vio.
Mediante las noticias de su propia familia pero muchas veces también de los compañeros en el hospital y el Penal de Punta de Rieles, que a su vez tenían visitas familiares y por lo tanto un claro panorama de lo que “afuera” ocurría, caídas de compañeros, enfrentamientos, torturas. Huidobro sabía mucho de Amodio y de Alicia, sabía que el nivel de caídas y “descubrimientos” de locales y “Cárcel del Pueblo” tenían un nombre, tenían un responsable y era Amodio, porque “sospecha fuerte” equivale a traición, no existe en el lenguaje de la prisión política la “sospecha fuerte” de traición. Es imposible convivir con alguien que esté ocultando la traición, por la propia información del capturado, que sabe por que vía le llega la represión.
Tuvo contacto con gente durante dos meses y medio, estaba al día de prácticamente todo lo que estaba ocurriendo afuera. Pero también en el mismo camión en que son trasladados a “un destino misterioso”, conversa con los demás “bultos” similares a él.
Por el lado de Rosencof, seguramente existe (pero falta en las declaraciones) dentro de las charlas con los “peces gordos” la propuesta de reunión cívico-militar. Porque el papel de llevaytrae lo jugaron también, como vimos, Álvarez y Christi.
Fernández Huidobro en la novela “La Tregua...” ha “olvidado” algo muy importante, prestad atención: cuando nombra “la bancada” militar presente, ni siquiera menciona la “bancada” de los prisioneros.
Fe de erratas: cuando Fernández Huidobro dice “...ignorábamos todo o casi todo lo que estaba pasando afuera”, página 91, tomo 1 de su novela “La Tregua...” debió decir “conocíamos todo o casi todo lo que estaba pasando afuera”.

EN EL BATALLÓN FLORIDA

El misterio de la propuesta de Rendición Incondicional significó el hilo rojo de las desavenencias internas del MLN, como quedó dicho, la novela de Fernández Huidobro, que empareja la conducta del núcleo de colaboradores de la milicada, para entregar a Raúl Sendic, con la del resto de los prisioneros que no participaron en la infamia, fue puesta a la venta cautelosamente luego del fallecimiento de Raúl. No era para menos, cuando Fernández anuncia al núcleo de “sus” colaboradores que va a “escribir la historia de los tupamaros”, Raúl Sendic le dice: “Si escriben una historia ustedes, yo escribiré otra historia”.
Así estaban las cosas por la infidencia Rendición, que terminó sepultada por “La Tregua Armada”.
Con Sendic fuera de escena, la “historia” ve por fin la luz, será una dura tarea encontrar “el eslabón perdido” ¿De dónde parte la propuesta?
¿Desde los enemigos?
¿Desde los ex dirigentes derrotados? ¿Dónde está la madre del borrego?
Escuchemos a Fernández que está llegando al Batallón: “De allí (supongamos que desde el camión), poco después por un pasillo, llegamos a una habitación donde, insólitamente, nos estaban esperando varios compañeros a quienes veíamos por primera vez desde la época en que andábamos por las calles y, algunos, desde la cárcel de Punta Carretas, antes de la gran fuga”, siempre el misterio, la sorpresa, no sabremos sino por boca del propio enemigo de cuáles “compañeros” nos habla. Sigamos escuchando.
“Brevemente porque había temas más importantes, me explicaron que había una negociación en marcha. Alguno (no dice quién) me dijo tener la sospecha de que AMODIO 'ANDABA MAL' Y AUNQUE AMODIO NO ESTABA ALLÍ, TUVIERA CUIDADO PORQUE SÍ ESTABA EN ESE CUARTEL: EL BATALLÓN DE INFANTERÍA Nº1 EN EL BUCEO, A POCAS CUADRAS DE MI CASA” (subrayado nuestro).
“Averigüé la fecha exacta en la que estábamos viviendo: 26 de junio de 1972.
Me faltaba conocer todo el tramo a partir del 16 de abril”.
Fernández Huidobro miente.
Las palabras claves para todo prisionero que era informado de un traidor eran justamente las que le transmiten a Fernández, “Amodio anda mal” esas palabras, por lo que encierran para la moral y el futuro de un compañero, no se pronuncian jamás “al boleo”. Es una regla de hierro para cualquiera y más aún para Huidobro, canero viejo.
De ahí en más, Fernández Huidobro sabía que Amodio era un traidor, sin ningún lugar a dudas. Por una regla simple sabía que Alicia, compañera de Amodio, estaba en la misma.
Pero por si alguna duda le quedaba todavía, allí estaba Wassem Alaniz, que como Huidobro conoce por estrecha y larga militancia, era uno de los llevados a distintos cuarteles para “convencer” a los caídos sobre la marcha de la “revolución cuartelera”, y a quien -según Huidobro- los militares le habían pedido que la iniciativa de Rendición y Entrega se le atribuyese a algún tupamaro, y que le “habían tirado todos los hilos” para que fuese de Wassem, que este la había aceptado por entender que era conveniente. No nos queda otra, creer o reventar... como Alaniz falleció.
Con el “ablandamiento” por distintos cuarteles, con “la máquina” dolorosamente presente, la derrota, la traición, con las cicatrices tan frescas que aún están abiertas, estamos en el día 26 de junio de 1972, plena “guerra” en Uruguay, entramos ahora a la oficina donde fue acarreado lo más granadito de la dirección capturada hasta ése día, más algunos cuadros intermedios.
Pero también estaba presente Alicia Rey Morales, quien era -al decir de Huidobro- “mucho más capaz que Amodio en labores de intriga”.
O sea que el hecho de que Amodio no estuviese de “cuerpo presente” no significaba más que una mera fórmula, una jugada de inteligencia de los que manejaban los presos, para lograr el objetivo propuesto; allí están las manos y en las manos de Trabal, Christi, Álvarez y de los Capitanes y Tenientes llevaytrae, algunos de los cuales hemos mencionado.
Por otra parte Fernández Huidobro ya estaba avisado de la traición de Amodio no sólo por el aviso oral, sino porque el traidor no estaba allí y esa ausencia de por sí ya era la confirmación, la alerta roja de la traición.
La “bancada” de presos por fin de boca del Contralmirante Zorrilla porque no la encontramos en “La Tregua...”. Wassem Alaniz, Mauricio Rosencof, Manera Lluveras, Fernández Huidobro y Alicia Rey Morales”.
Veamos la llegada de los mandos.
Dice Huidobro: “Nos preguntaron si estábamos dispuestos o no a hacer contacto con el MLN para trasladarle una propuesta. Habiendo contestado que -con las debidas garantías- lo estábamos, dijeron entonces, recién entonces, podian citar a los mandos para comunicarles esta iniciativa en la que se jugaba todo el Batallón Florida”. Está muy clara la frase, agarran viaje, sin saber muy bien en qué. Pero por ahora, a cambio, de que a ellos, ¿no los torturarían?
Creyendo en las “garantías” sigue Fernández: “No dejó de ser extraño que al poco rato con una premura y puntualidad no propias de ningún uruguayo, aunque sea militar, comenzaran a llegar viejos”.
Los mandos se vinieron como vimos “volando” al Batallón Florida, por algo muy distinto a la reforma agraria o el plan de pesca.
Vinieron porque estaban “espantados” por las emboscadas y entonces cabía la posibilidad de salir a la calle, sin el inconveniente de toparse en cualquier esquina con una ráfaga, no tendrían que andar disfrazados “de civil” ni con custodias, siempre molestos testigos.
Veamos algunas “garantías” más. Otra vez el Contralmirante Zorrilla (ésta gente de la Marina es realmente simpática): “Los tres Comandantes en Jefe, Gravina, Pérez Caldas y yo, concurrimos a esa reunión a pedido del Presidente de la República, nos citó y nos pidió que fuéramos al Batallón Florida a conversar con determinados dirigentes tupamaros”.
Gravina también con esta comprometedora versión: “más adelante llama el Presidente Bordaberry, nos habla de un ofrecimiento concreto”. Sí hermano Bordaberry; estaba en el ajo, la Rendición.
Mencionemos ahora “la bancada” uniformada: G. Álvarez, J. Aranco, Christi, P. Caldas, A. Gravina, J. Zorrilla, J. Zubía, R. Trabal y R. Legnani. Pero estaba oculto, “culo enhiesto”, el primo Augusto.
Sin embargo, Fernández lo sabía, por más que los Generales lo ignoraran y se quedó con ganas de avisar: “¡Ojo con lo que digan que hay grabadores!”.
A nadie debería extrañar que junto a Augusto estuviese también escuchando “culo enhiesto” Amodio Pérez.
Estamos ahora frente a una de las más feroces bandas de asesinos que jamás haya malparido la santa tierra uruguaya. Ellos están “pacificando”.
Ellos son los que tienen en sus manos -Parlamento mediante- el Alfa y la Omega, ellos deciden quién vive y quién muere; puede ser tu hija, tu madre, tu padre, tu hermana. Puedes ser tú mismo, o yo.
Es cruel, pero es así. Entre los presentes hay dos hermanos de la logia de la mafia puesta “a dedo” por Pacheco: Esteban Christi y Eduardo Zubía.
Estamos con los nervios como cuerda de violín, rodeados de semejantes “semejantes”, va a comenzar la reunión. Y comienza nomás...
Gravina en el año 1986 recuerda que dijo en 1972: “bueno ¿qué pretenden?”.
Huidobro, también el 1986 recuerda: “no pudimos hablar mucho”.
Pero en cambio tres años después notoriamente mejorada su memoria -con el fallecimiento de Raúl Sendic- dice que: “Aproveché para hablar largo y tendido”.
Y luego, con su particular modestia, cuando termina su discurso, frente a la colorida galería de criminales, nos cuenta que Gregorio Álvarez (el pollo de la izquierda) dice: “Si eso es así, puede decirme ¿por qué nos estamos peleando?”
La primera impresión de Fernández fue que (textual), “lo había reclutado” y la segunda impresión de que: "estaba jodiendo”. Nos quedamos con la segunda, por ser la mejor ubicada.
Pero ¿qué discurso hizo Huidobro? Dejemos que el propio Gravina nos lo cuente, consultado por Caula y Silva en el año antes dicho, dice que: “entonces hicieron una serie de exposiciones, que les importaba saber qué era lo que pensaban los que estaban afuera y querían presentar una planificación (…) y un plan de renovación de las instituciones, me quedó algo en la cabeza de un posible plan de pesca...”. Evidentemente el discurso del dirigente se puso pesadito. El mismo Gravina con total irreverencia lo corta de un solo sablazo: “Bueno, a mí me ordenaron que viniera acá porque me dijeron que ustedes se iban a rendir, porque ustedes están derrotados, militarmente vencidos. Acá no tengo más nada que hacer, vine por una cosa y ahora me salen con otra, hablando de planes económicos y cuestiones por el estilo, voy a transmitirle esto al presidente a ver qué dice él”.
Gravina estaba enojado y tenía por qué, era el hombre que había sufrido el miedo como ninguno de los presentes. Puesto que cuando se le fue a pedir cuenta por las torturas y los asesinatos del ejército y los torturadores a su cargo, estuvo unas cuantas horas metido de barriga bajo el auto en su propio garaje, paralizado por el pánico, lo había salvado el escudo protector de los reclutas que fueron la carne de cañón del 18 de mayo.
Comprensible debilidad del General, porque nuestras balas tenían el mismo efecto que las de ellos y conocían bien los fusiles que habían sido de su propiedad. La oficialidad comentó mucho la pérdida del habla del General por un día entero.
Recuperado entonces su extraviado valor comenta que: “Una vez con el Presidente le dije; acá lo que hay que hacer es aceptar la rendición y se acaba, porque nosotros estamos combatiendo una sedición”.
La pista más importante que nos da el hombre es que la propuesta parte de “la sedición”.
¿Y el “plan de pesca”?
“Todo empezó durante la dictadura. Fue una ley hecha por accionistas y empresarios, que fueron Strauch y Aznárez, más varias transnacionales extranjeras, el robo es voluminoso, son varios millones de dólares. Pero recibieron varios millones de dólares más del Banco Central del Uruguay”.
Los Aznárez se encuentran en dos importantes proyectos de inversión durante la dictadura y ambos contaron con respaldo de facilidades de crédito en función de sendas declaratorias de “Interés Nacional”.

Procesado por estafa un testaferro de los Aznárez – Strauch (Tejera) por el robo de un millón de dólares, Luis Mauricio Strauch y Julio Aznárez socios en las empresas estafadores: ASTRA Y OCEÁNICA.
Julio E. Aznárez Bechtold fue entre el año 1974 y 76 Ministro de Agricultura y Pesca del gobierno golpista, en seguida Presidente de ASTRA y luego Embajador de Uruguay en España nombrado por Lacalle. Pequeño botón de muestra de una de las “banderas de la subversión” que tomaron los “cuarteles progresistas”.


LA ÚLTIMA CENA

Si estamos buscando desde donde sale la propuesta y Huidobro nos dice que sale desde las Fuerzas Conjuntas, y Gravina que desde la sedición...
Por evidencias no le creeríamos a Gravina, ni así nos jure por su madre.
Como hemos visto la mayoría de los Oficiales que concurrían ya “tenían noticias” de lo que se trataba.
Venían paladeando el triunfo, el “comunicado de la hora 20”. Cuando leemos la novelita de Huidobro, tenemos que pensar...” ¿A qué escuela fueron estos Generales?
Nos cuenta Huidobro continuando el contrapunto Rendición: “Gravina propuso la rendición incondicional. Contestamos (…) que podíamos ser intermediarios y que para eso necesitábamos saber en qué, concretamente, consistía la rendición incondicional del MLN.
“¡No lo había pensado!”. Huidobro nos pinta un escenario como el de “la última cena”.
“Al no estar definido (cómo sería la rendición), nuestros interlocutores comenzaron a  cambiar ideas entre ellos, delante nuestro: basta con los dirigentes más conocidos, los requeridos, el armamento, una declaración...” Esta “declaración” puesta como al pasar, en último término, fue la rebatiña entre las Fuerzas Conjuntas y el verdadero punto de quiebre, a dos puntas.
Por una parte el comienzo de la pugna entre “los mandos” ofreciendo las más amplias garantías para la entrega y los detalles previos, tanto que de creer a Huidobro les llegaban a ofrecer ¡hasta la propia casa!, es que era la expresión práctica de ascensos, “primas “en dinero contante, más “botín de guerra”, galones y otras “mieles del triunfo”, el comunicado... “la subversión se ha rendido, el merito le corresponde a...”. No serían los únicos gorilas  soñadores, también soñaron los gorilas argentinos.
“Políticamente pensamos en una gran conferencia de prensa o algo así.
“Una capitulación en regla de los Jefes Montoneros...”
Por otra parte es el comienzo de una época aún no salada, con entreguistas, por un lado y la resistencia por otro, soportando no solamente todo el peso de la avalancha fascista, sino también el discurso de las bondades para la Rendición Incondicional, ridículamente patriotero de los nacionalistas de cuartel, súmesele a esto las “cartas de los arrepentidos” a quienes mejor no recordar, porque después volvieron a arrepentirse y después....¡¡ volvieron a arrepentirse!!
Lo cierto es que se termina por sellar un pacto con los ex dirigentes, el caos que nos pintan no dejaban de tener  una coherencia, cuando llenaron de plomo a Trabal, terminó de cuajar “una línea”, así vemos algunos patriotas que expresan su punto de vista: “Otros se nos acercaron para decirnos lisa y llanamente,  que no nos rindiéramos nada, que esos Generales eran unos sinvergüenzas”
“Otros nos dijeron que nada de lo acordado en las alturas sería respetado por ellos...”
Es decir resultaba todo muy vidrioso y se habían comprometido a meter en la cocinada al resto de la gente que ignoraba por completo la trama.
El pacto, el primer pacto consistiría en una tregua, con el fin ya indicado pero con mucha “flexibilidad” para el enemigo y acatado estrictamente por la resistencia.
Comienza entonces el segundo paso, la “elección” del acompañante, para sacar del cuartel a los colaboradores, lo que ya nos está hablando de largas y sesudas negociaciones.
Carlos Gorlers Calcagno, elegido para “acompañante” con la “razón” de su “pinta de bolichero” a los efectos de “no levantar sospechas”, es ridículo como argumento e inconsistente desde cualquier punto de vista, estaban en “buenas manos” ¿de qué habrían de cuidarse?
El eje de la cuestión era congraciarse con el enemigo, para “la máquina” que les resultaba terriblemente cruel y es incomprensible.
Calcagno era quien más y mejor torturaba, no era “un bolichero”, era un carnicero y eso lo dejó bien claro desde el pique.
Así nos lo relata el propio Fernández: “Nos dijo que se seguía considerando enemigo nuestro”. ¡Chocolate por la noticia, Huidobro!
Es más, en la página 111 de su novela lo dice Huidobro con claridad: “Ningún general, ningún mando podía garantizar nada...”.


EL PRECIO DE LA NOBLEZA

El ejército era a esa altura del partido el dueño absoluto de la situación, nos resulta pues incomprensible la envoltura de caramelo de los “problemas prácticos” relacionados con el futuro contacto con la gente de “la Resistencia” y menos comprensible ese “par de granadas en la guantera” del vehículo a entera disposición de Fernández Huidobro, a la prueba está, los Capitanes eran suficiente “garantía para todo”, no hizo uso de las armas cuando los detienen los milicos.
No es más que la trampa novelera para atrapar al lector y así los reconoce el autor cuando dice que “los propios Capitanes y Tenientes del Batallón Florida pasaron a ser quienes realmente manejaban los detalles prácticos de la empresa”.
Con el fin de no olvidar, reiteramos cuál era “La Empresa”, LA ENTREGA DE TODA LA RESISTENCIA.
No dudamos ni por un instante que los Capitanes y Tenientes fuesen los que verdaderamente se ocupaban de los detalles menores, Christi y compañía sabían manejar marionetas.
Otros pactos hubo que solamente se conocieron, por razones prácticas este fue el llamado “Pacto de Caballeros”, por el cual el detenido no podía “fugar” en caso de intento de rescate por algún compañero “despistado” de la resistencia.
Justamente, para esos “despistados y tozudos” se necesitaban las granadas de fragmentación que las podía utilizar indistintamente el Oficial o el preso. También Amodio Pérez tenía un arma a su disposición con el mismo fin.
A pesar de las precauciones, el Teniente Braida sale a detener con un prisionero que había sido sumado al “nacionalismo” a un miembro de la resistencia, un “despistado” que hiere al Oficial e intenta rescatar al prisionero, pero éste no sólo no se fuga sino que traslada al Oficial con la premura del caso, hasta el Hospital Militar, donde murió.
¿Qué podemos pensar del prisionero que tuvo tan noble gesto?
Muy simple, cumplió fielmente “la línea” de los prisioneros, de no hacerlo sería un nuevo enemigo político de los dirigentes detenidos. ¿Quién no entendía las miradas severas y críticas, los silencios de “los otros”, los que no comulgaban con los “presos buenos”? Y si no comulgabas eras enemigo prisionero dentro de los enemigos. ¡¡El noble gesto del compañero Serrano le costó una prisión de sólo 13 años!!
Se cae de maduro que “en la mesa chica” se cocinó bastante más de lo publicado, y lo publicado fue bastante diferente de lo sucedido.
No obstante estas tragedias, la manía de la “mesa chica” nunca se abandonó: sí o sí, había que salir a la calle a tramitar la entrega, a las amenazas y rehenatos se les ponían nombres digeribles.

LA UNIDAD DE LOS CONTRARIOS EN UN ESTILO DE TRABAJO

Para el enemigo era completamente necesario realizar “el contacto”, de lo contrario se liquidaba, por lo menos por el lado de Amodio, la facilidad de los triunfos, había que “trabajar” para que la guerra siguiese siendo una empresa rentable, más fácil imposible.
El oro provenía del mismo enemigo (y enemigo era todo lo que tuviese oro) la guerra se autofinanciaba y aún generaba excedentes.
Dentro de las filas de los que estaban salvando la patria, era mejor que hubiese enemigos, pero por la poderosa razón que imponía el “espanto” a las emboscadas, era más tranquilizador que, por lo menos, los que tenían armas no anduvieran en la calle.
Era necesario elaborar una fórmula y ponerla en práctica, las condiciones requeridas para ello ya estaban dadas, pero no caía mucho más y Amodio entonces comienza a salir a la calle.
En el capítulo olvidado “Amodio” de su novela, pág. 113, el ex bancario se explaya en largas y aburridas parrafadas sobre “el estilo de trabajo” de Amodio Pérez.
Pero en páginas anteriores ya nos había ilustrado Fernández Huidobro con su “estilo de trabajo” propio. Dice así: “durante esos días salieron a la calle (aparte de Huidobro mismo y Amodio) también en busca de contacto, Wassem y Rosencof... había varios dúos recorriendo Montevideo cuando por fin logramos un contacto”. Quizás fue un error de imprenta, Huidobro debió decir “habíamos”.
Las razones de contactar eran distintas pero sólo en las apariencias.
Naturalmente quien era contactado por Huidobro y compañía, a la misma vez quedaba “escrachado” por el enemigo, las casas “quemadas” y las “formas de trabajo” precisamente verificadas, con las garantías de la práctica.
Por más que tenían a mano y para todo quehacer varias parejas de “ortibas” declarados, era para cualquiera que no estuviese dispuesto a colaborar, demasiado evidente el juego, puesto como zanahoria delante del burro.
Hasta aquí hemos seguido al detalle, nombre por nombre, a casi todos los participantes de las reuniones en el Batallón Florida, hasta aquel día 26 de junio, reunión culminatoria de “muchas otras”, por la amplia representatividad. Nos quedó meridianamente claro, quiénes decidían, quiénes influían, ordenaban o cumplían, cada quien en su rol y todos a una, en dirección al mismo objetivo.
Había una amplia representación, hasta Bordaberry, conocida por todos y una más amplia garantía ¿de qué habrían de cuidarse? Pero la novela...
“Cada vez que salíamos o entrábamos al cuartel, lo  hacíamos sorpresivamente” nos relata su autor en “La Tregua Armada”.
“El estilo de trabajo” era diferente, por eso Huidobro no fue provisto de su uniforme, que bien se lo había ganado. Ya veremos por qué.

EL ANSIADO CONTACTO

Aparte de ampliar el “factor sorpresa” al mejor estilo de una verdadera operación guerrillera, para entrar o salir de los cuarteles, dentro de los mismos el “trabajo” de los colaboradores era agotador y así nos relata el autor de “La Tregua Armada” en su primer tomo. Pág. 113.
También “en las horas libres”, se intercambia información con los demás presos del Batallón Florida y otros cuarteles.
¿Pero cuál era la finalidad de la “acumulación de información”?.
Necesariamente Huidobro y sus muchachos, debían abundar en “información” a la hora que se produjera el ansiado “contacto”   con la resistencia.
Para ello los milicos no se quedaron en promesas, dieron amplia “libertad” de movimientos a los capturados...a algunos, se entiende.
Hasta que por fin, los artífices de “pactos” logran “el enganche con los de afuera”. “Al fin, por el repecho de Comercio abajo, vi venir la flaca figura de Engler sonriendo(2).
Huidobro... “No puedo precisar hoy la fecha exacta de ese primer contacto pero seguramente no pasaron más de tres días después del 26 de junio”.
Si que puede y hoy mejor que nunca, con la mayoría de los colaboradores vivos.
Ya estaba conversada la fecha de  “La Tregua”, de principio a fin, ya estaban conversadas con día y hora las respuestas esperadas por los “los mandos”, ya estaban prontos “los pactos” y las operaciones a realizar, quienes serían “los subversivos” que “tenían  orden de ejecución”, dada por el propio Bordaberry, aunque resulte impropio decirlo...Huidobro sí que sabía y sabe.
Porque pena de muerte había. Para algunos, se entiende.
Pero aquí la sorpresa que desnuda por completo las mentiras de Huidobro de lo que “no tenía conocimiento” (al mejor estilo Ministerial). Y el mismo autor, nos lo declara, con estas palabras... “En 26 de Marzo y Pereira, una tarde, el MLN verificó que lo del vínculo que se le pedía era serio”. Se cae por su propio peso, de “alguna manera” el MLN DE AFUERA, SE ENTERA QUE LOS PRESOS Y LOS MILICOS NECESITABAN UN CONTACTO.
Por la misma vía, Huidobro y demás presos sabían de la pareja Amodio-Alicia y otros.
Así nos lo confirma el autor en la pag.114. Tomo 1
“Puse en conocimiento de Engler, en primer lugar, el cuadro de la situación, que los otros compañeros, más conocedores de la intimidad organizativa del MLN y de los cuarteles, podían estimar no solo en base a lo ya caído, sino también a lo ya detectado...” Hasta aquí clarísimo, pero además, “...y los aprestos que -sobre todo con relación  a la columna 70- realizaba el ejército. Ese era el dato de más urgente transmisión; el enemigo preparaba una ofensiva sobre nuestra base de apoyo y nuestra caja de resonancia: la columna de masas”. Sobre “la columna de masas”, ya lo veremos más adelante.
El tipo sabía, “La única salvación de los vecinos es no esperar la salvación”, y entra a elaborar una manera de salvar el pellejo...colaborando con el enemigo.
Entonces, “Trasladé a mis compañeros tal vez el más completo panorama que una organización de izquierda hubiera recibido hasta el momento, de lo que significaba la tortura de nuevo tipo: la tortura masiva. Los compañeros muertos en ellas, los intentos de suicidio, las hojas de afeitar guardadas como un preciado tesoro para cuando no se aguantará más...”
Dos en uno, manía de enviar a otros a la muerte por medio del suicidio por ejemplo, no es más un arcaísmo traído por el autor de “ La Tregua...” desde su primera prisión, del lumpen de Puntas Carretas, allí mandan a Caillabet a suicidarse o, cuando en el plebiscito contra la “Ley de caducidad...” por un lado te sucucheaban en un departamento con un fierrito calibre 38 y por otro lado, ¡¡la élite mantenía una avioneta con los motores encendidos para el raje y tomaban mate con Jorge Batlle!!.Garantías totales.
¡¡¡Y mirá quién te mandaba al suicidio, nada menos que uno que se entrega por miedo a morir, con un balazo...en los dedos del pie!!!
Con la “tortura de nuevo tipo” era inútil cortarse, te cuidaban como a la niña de sus ojos, luego te torturaban bien torturado, por lo menos a aquellos que les interesaba mantener vivos ( escuela Mitrione) o sea los más apuntalados (acusados) por otros torturados.
Así como hubo “tortura de nuevo tipo”, hubo también: “línea de nuevo tipo” transmitida cuarteles adentro, por colaboradores de otros cuarteles, acarreados cada cuartel, seleccionados por el enemigo, quienes a su vez, retransmitían “la línea” a saber:
1)      Admitir las acusaciones o apuntalamientos de otros torturados o colaboradores a secas, (ortibas).
2)      Colaborar brindando información al enemigo sobre posibles acciones armadas que fuesen a realizarse (emboscadas).
3)      No “hacerse torturar”, esto iba dirigido a los “empecinados”.
4)      Brindar información sobre “ilícitos”.
Preguntando al enviado de los cuarteles... “¿Y la fuga para cuándo?” La respuesta fue categórica... “Ahora ni pensar en eso, está en octavo o noveno lugar”. El pánico era tan grande que ni siquiera mencionaban a LA FUGA por su nombre, “eso”. “Ni pensar en eso”.
Cualquiera que haya sido prisionero, no ya salvajemente torturado, sabrá si acepta la tal “línea”. En Artillería Nº1 La Paloma, algunos prisioneros pusimos “la línea” del Florida, justamente del revés. Faravelli, P. Mena, Vázquez, del Campo, W. de Mello. Pero mucha “máquina” quedaba aún por delante.
Resumen para su amigo Federico Fassano en el Batallón Florida, también Amodio Pérez “la línea” con otros detalles...: Cuanto más sectores involucrados haya, más sectores anti golpistas habrá”.
Si Amodio sabía lo que decía, él conocía al dedillo las propuestas de los “prisioneros buenos”, por la vía de los Capitanes y Tenientes llevaytrae y de su propia mujer, Alicia Rey, tan ortiba como él. Pero además de lo visto ¿qué otras razones había? ¿Por qué era necesario abundar en la pintura de situaciones terribles, que por otra parte eran conocidas?

LLANTO EN EL INVIERNO DEL '72

Era absolutamente imperioso impactar a estos “empecinados” de la Resistencia, de la inutilidad de resistir, debería pintar y pintó un cuadro “dantesco”, he aquí la única forma de que la “revolución cuartelera” fuese digerida. Había que convencer.
“Y lo peor -continúa Huidobro- la constancia de la traición de Píriz Budes (hoy en Uruguay) y la sospecha fuerte de lo mismo que costaba creer aún en el caso de Amodio Pérez.
“Los informantes de este ex guerrillero eran una verdadera tragedia. Le informan que el futuro Ministro estaba “escondido” en el cuartel, cosa que no sabían ni los mismos jefes, que habían llegado a la “reunión cumbre”. Le informan que Píriz Budes, caído el 9 de mayo de 1972 en el Departamento de Durazno, es un traidor... en cambio de Amodio Pérez, que cae sólo unos días después de Budes, en el mismísimo Montevideo y que está “militando” en el mismo cuartel a escasos metros de Huidobro no... ¿Increíble, no? El pobre hombre “no sabía lo que pasaba en su propia casa”.
Pero además, junto al líder derrotado estaban todos los caídos por Amodio y con Amodio e interrogados y engañados, etc., etc.
El “equipo Huidobro” debía transformar a los “de afuera” en otros tantos colaboradores de la milicada, Huidobro, que se entregó con Cámpora, porque tenía miedo de morir, luego de haber escuchado con total claridad cómo asesinaban al matrimonio de la casa donde estaban ocultos. Le quedó esa cola de paja. Amodio se entregó, Zabalza se entregó, Rosencof se entregó, Marenales se entregó... Así las “tesis militares nacionalistas con profundo sentido, etc. etc.”, “sin la nefasta decencia de Sendic”, había que hacerla funcionar. No podían sacar a Amodio para los contactos con el MLN porque había sido dado de baja.
No por nada comienza, a partir de allí, la consigna que le es trasmitida a Huidobro, junto con la negativa a la “Rendición Incondicional”.
“Caer peleando” será la consigna, tomada desde la base militante, donde la ya conocida propuesta fue discutida.
Huidobro relata su frustración: “Se me llenaron los ojos de lágrimas...”.
Pero Huidobro no lloró por la muerte que saldría al encuentro de los compañeros, Huidobro lloró su derrota. Lloró porque ahora debería retornar al incierto abismo del cuartel, lloró porque se le vino al suelo su castillo de arena y porque ahora debería retornar a elaborar fórmulas más creíbles, para ambos lados.
Lloró porque ahora estaba más preso que nunca, ¡ni afuera ni adentro le creían!
De esta peligrosa situación, ¡por fin! parece que incluso un ex bancario, como Fernández, logra darse cuenta y así lo expresa: “Las reuniones se hacían en el boliche que está frente a Tierra Santa. Tuve la leve sospecha de que los contactos habían sido detectados, cuando una tarde al salir, en un corredor del Batallón Florida, un oficial me dio un consejo: ¡no confíes en nadie, aparte del gordo Calcagno, en nadie!”.
La verdad es que para la Inteligencia Militar, aunque hubiesen sido los más estúpidos del mundo, ¡unos prisioneros como estos daban gusto!
Dejemos que el autor nos cuente: “varias veces nos reunimos la comisión de presos con los jefes militares. Es decir, se pasaban reunidos, excepto en las horas libres. No vamos a confundir y a separar bien las reuniones inter cuartel, con los contactos hacia el exterior.
Así: “se iba tornando cada vez más difícil la función de intermediación y peligrosa”.
Vigilancia y contra vigilancia rondaban el Batallón Florida” -Nos dice Huidobro.
Si el Comandante del cuartel Raúl Legnani, en vez de ser un espía de la CIA hubiese sido el Papa Wojtyla, seguro que a Fernández Huidobro lo canoniza en vida. ¿Cómo no se le ocurrió antes que el enemigo lo seguiría a sol  y sombra, con o sin pacto?
Y para que “la caballerosidad” fuese irreprochable, los espías sepultaban a los presos “buenos” en los calabozos nuevamente y, en ese ínterin, con toda la información ya recogida en sus manos.
Pero dejemos que Huidobro, quien no tenía conocimiento de las vigilancias nos lo relate con su convincente estilo.
“Como habíamos logrado percibir en los calabozos del 4º, nuevos y graves golpes habían caído sobre el MLN. También los estaba recibiendo la OPR33 (Velázquez era de dicha organización), insospechable porque es otra organización, pero...
“Luego supimos que entre el 10 y el 16 de agosto fueron heridos, muertos o prisioneros muchos compañeros, entre ellos Engler y Mujica”.
No podía esperarse otra cosa.
Luego para continuar recogiendo información de primera mano: “Se abren nuevas negociaciones, como así sucedía en la realidad. Trágico”.
Recurramos a la misma fuente oficial de Fernández, para indicar que el número real de gente detenida se sitúa sobre 45, más dos compañeros fusilados.
De estos 45, 8 de ellos son elementos de dirección.


“BEBE, ESTÁS FRITO, BEBE”

TODOS... MENOS UNO

“La cuarta negociación” así inicia Huidobro el capítulo 19 de su novela “La Tregua Armada”.
Hemos participado, en páginas anteriores, de una de las sesiones del comité central del MLN, donde Huidobro prácticamente clamaba por su vida. Varios seguidores lo rodearon, entre ellos Cámpora, de León (el sordo) Ember Martínez, Rosadilla, Casares, Villanueva, etc., etc.
Raúl Sendic necesitaba saber quién de los de allí presentes, Marenales, Mujica, Manera, Huidobro, en connivencia con Amodio, lo habían entregado al enemigo en aquel lejano final de agosto, principios de setiembre de 1972.
Había en el medio 15 años de soledad y dudas, es mucho para cualquiera.
Antes de volver por un instante más a la reunión del Comité, se imponen ciertas aclaraciones.
Transcribiremos e iremos haciendo un esfuerzo por aclarar los dislates de “La Tregua...”, verdadero desvarío febril, producido quizás por la macabra tortura.
Recordemos antes con palabras de Manera Lluveras, cuánto temor, pocas veces confesado, producía la tortura en los ex dirigentes, que los lleva a rogar: “Especialmente habíamos asegurado que no nos torturaran porque si salíamos afuera a establecer contactos...”
Queda claro que los que salían por lo menos, no eran torturados y por más que con muy buenas intenciones la “reivindicación” era extensiva a todos los prisioneros y a todos los cuarteles, los mismos presos con tratamiento preferencial, sabían según sus propias palabras, “qué otras unidades no estaban de acuerdo con lo negociado en el Batallón Florida”, lo que convertía a la “reivindicación” en una vulgar patraña.
Por otra parte el enemigo no tenía ninguna necesidad de torturarlos porque eran puntillosamente seguidos en todos y cada uno de sus pasos, contactos, casas tocadas,  compañeros enganchados en plena calle y que incluso andaban huyendo, quedaban “pegados” por los “presos buenos”, quienes de paso los convencían de “la cara humana” de los torturadores.
La verdadera y no desmentida “humanidad” de estos criminales nos la relata uno de ello: Scilingo dice claramente que cuando le ponían una inyección a los prisioneros para arrojarlos vivos al río: “estaban contentos”, porque les aseguraban que los trasladaban a campos de trabajo.
Nunca faltaron las promesas, ni en el Batallón Florida.
Prosigamos con el autor y su novela: “Sólo quedaba Sendic (libre). En el Florida reforzando el prestigio del batallón, se amontonaba prisionera  y herida casi toda la reunión chircal. Cosa que nos confirma a plenitud que el “prestigio” del Batallón Florida se debía, ni más ni menos, a que había varias parejas de prisioneros recorriendo calles y haciendo “contactos” codo a codo, con el enemigo.
La división de tareas, a través de los “camaradas de armas” de los demás cuarteles que complementaban y secundaban maravillosamente bien el trabajo de las fuerzas cívico-militares del Batallón Florida, hacían el resto.

EL “ABLANDE”




Tendremos la oportunidad de analizar con mejor detalle la forma en que funcionaba la comunicación en filas enemigas, ni siquiera por ahí, se podrá contrabandear la mentira.
Seguidos, fichados y luego sin mucho riesgo capturados, los pocos hombres que aún resistían; se comenzaba entonces todo un “trabajo de ablande”.
En qué consistía este “ablande”, que era toda una preparación finamente estudiada, elaborada y “enseñada”, como vimos y no por nada lo hemos analizado, aún a riesgo de ser abusivos en detalles, es que todo tiene una lógica, un sentido, un plan.
Pero dejemos ahora la palabra, al Teniente Julio Cesar Cooper Alves, asilado en Suecia desde el mes de agosto de 1978; militante del 6to.Regimiento de Caballería de Montevideo, quien tiene ciertos detalles sobre el “ablande”.
“Yo estaba en el cuartel. Me enteraba esporádicamente, me daba cuenta de cómo lo estaban tratando. Lo veía pasar una noche entera al aire libre, en ablandamiento. Lo veía con lesiones, atado como un perro, arrollado, sin poder levantarse ni acostarse. Pienso que le aplicaron el submarino, golpes, picana eléctrica...
Pienso, no. Era así. Y alcancé a verlo después detenido en un vagón. (vagones de carga de AFE, que se distribuyeron en varias unidades, como calabozos) -o sea que el ente autónomo, puso también su óbolo en todos los cuarteles-. Estaba encadenado y el soporte de la cadena estaba a unos 30 centímetros del piso. Estaba en cuclillas, no podía pararse, ni estirarse, mal alimentado, en ablandamiento total”.
Este aporte del Teniente Cooper, picanazos más o menos, hacía el, “recibimiento”, obligatorio al desgraciado que caía en manos de los hermanos Uruguayos (del cuartel), en el entendido de que eras capturado. Si tenías o no “algo que ver” eso no les correspondía saberlo, eso, después del “ablande”.
En este caso el hombre del ablande se refería a Gabino Falero Montes de Oca, quien luego estuvo en una “comisión” de las que nombra Huidobro, pero como pertenecía al bando de “los malos” haciéndose “el bueno”, es decir no respetó ningún “pacto de caballeros” fugándose del mismísimo cuartel.
Así el agente al servicio de la CIA, Raúl Legnani, trae nuevamente a los “colaboradores viejos” y a los nuevos capturados previamente “ablandados” con el tratamiento cívico-militar. Ahora reúne en su despacho por un motivo; pero siguiendo la norma dejemos que el propio Huidobro nos lo relate; pág. 142. T.1.
¿Para qué era, Huidobro? Para: “Hacer un balance ahora que estábamos todos juntos...”. Excepto R. Sendic.
Pero el Comandante Legnani, se traía una carta en la manga, carta que lee a los prisioneros, como introducción a lo que vendrá, o sea, la siguiente etapa a saber: el plan de captura de Raúl Sendic, para cual era imprescindible volver a contar con la colaboración de los ex dirigentes prisioneros; como dice el dicho...” en la guerra y en el amor”.
El pasado y el futuro, Ministro Augusto, primo hermano de Raúl Legnani, dos agentes de la CIA, no se andaban con chiquitas, se trataba del poder, de ganar “la guerra”, así que las promesas y las palabras altruistas estaban allí en el orden del día...

EL CANTAR DE AUGUSTO

Escuchemos una parte del discurso leído frente a una dirección guerrillera, derrotada, apaleada, baleada, mordida por los perros, encadenada, hecha pedazos, lejos, inmensamente lejos de  la realidad, de la pugna interna, de las discusiones y crímenes de neofascismo en permanente alza, que créase o no, a pesar de los “crímenes de la subversión”, reunía a su misma dirección ( derrotada, pero dirección al fin) en el despacho y dialogaban  “de igual a igual”, con ellos, les hacían promesas, discutían el futuro de la patria, los planes de desarrollo económico, la corrupción de los Parlamentos, etc., etc.
“Ahora la tarea fundamental -dijo el Ministro Augusto Legnani la noche antes, por cadena de Radio y Televisión- e irrenunciable, es la del destierro de la violencia, la del afianzamiento de la paz”.
Y un claro mensaje para Sendic: “los que se han apartado de la convivencia pacífica deben someterse a la inflexibilidad de las leyes. Si no lo hacen se empeñarán tozuda e inútilmente en prolongar su propia agonía”.
Los mensajes a Sendic partían por “cadena”, a nivel oficial e inmediatamente a nivel clandestino a través de la ex dirección del MLN, que discutiría, de aquí en más, “todos juntos” la “mejor” manera de entregarlo.
El manido discursito, tenía de todo... “La verdad es que nos agobiaban con él Habrá patria para todos o no habrá patria para nadie. O con el lema de que no puede existir paz sin justicia. Es claro que debe haber patria para todos y la habrá mientras los uruguayos tengan asegurado el juego de las instituciones por la vía de sus libres pronunciamientos”.
El discurso contenía hasta las mismísimas consignas tupamaras y frenteamplistas, pero ahí no paraba la cosa... “Nadie puede o debe ser ajeno a tales reformas  y transformaciones. Estas sólo podrán cumplirse con la voluntad y el esfuerzo de todos, entre los cuales entiendo que deben tener participación, entre nosotros, incluso los propios sediciosos de hoy.”
Era el súmmum, lo necesario, lo adecuado, lo correcto y lo que ¡por fin! debía decirse; consignas, promesas, “participación”, patriotismo, ¡el despegue!
Para eso era Ministro y como confesará muchos años más tarde: “Pero la fuerza...ya estaba en otro lado”. Hacía un buen rato que la fuerza estaba en otro lado, fue la misma fuerza que le hizo leer el discurso y luego se lo hizo comer.
Los prisioneros escuchando aquello no cabían en sus sillas, pero aun había más, allí el plan militar enviado como propuestas de rendición y entrega de las armas, transmitido a la escasa resistencia el día  1ro de julio de 1972 por Fernández, oigámoslo por el Ministro... “En efecto, erradicados, como es natural, por la justa aplicación de la ley, de entre ellos serán muchos los que al principio encuadrados en regímenes oficiales se incorporen luego plenamente a la vida útil y productiva del país”.
La propuesta de rendición incluía, para un lapso de dos años, la libertad hasta los cuadros medios, quedando los niveles de dirección, “sueltos” pero dentro de los cuarteles, o sea, más o menos, el régimen que tenían en ese preciso momento los “presos buenos”.
De seguimiento constante, paso a paso, en las horas que se mantuvieran cuarteles afuera.
Como Ettore Pierri: “Estas libre, pero volvés aquí”. Quedaba como en régimen de “asimilado” pero sin goce de sueldo.
Allí estaba y por lo menos en el espíritu quebrado de Huidobro aquello causó una tremenda impresión, tan profunda y frustrante como lo indica su novela.
Él era quien tomaba sus grapas con los Capitanes, él era el que trillaba la calle con su pie dolorido, el que llevaba y traía del cuartel a la calle y de la calle, era sepultado en los calabozos, hasta que eran capturados los “contactos” de la resistencia que el mismo Huidobro y varias parejas más quemaban.
Ahora, “estaban todos juntos” o, casi todos. Faltaba “el BB”.
Los famosos “planes de desarrollo” no sólo sufrieron transformaciones a muy corto plazo; si la vida humana no tenía ningún valor, mucho menos lo tenían las palabras.
El Ministro marchó.
El verticalismo militar no admite “acciones por la libre”.
Los planes de la Embajada, debían seguir su curso, la resistencia no se rendía.
La “integración” se convirtió a largo plazo en “El Plan Attica”, exterminio de prisioneros, para cuyo concurso y elaboración también contaron con prisioneros “buenos”. Increíble infamia  cuando ya no había “enemigos” a la vista. Capitulo quizás, de otros oscuros momentos, que esperan ver la luz.
Huidobro relata: “Seguidamente Raúl Legnani, en nombre del Batallón Florida pero también  en nombre de otras unidades y por primera vez, de altas esferas del gobierno, nos hacía una nueva propuesta de negociación para que trasladáramos al MLN.
¿Qué otra promesa faltaba, la de la Embajada norteamericana?, estaba pues en el Comandante del cuartel ¿Bordaberry?  Ya lo sabemos, promesas, pactos, acuerdos por primera vez, estaba todo garantido y por primera vez también -según Huidobro-¡¡les daban fundamento!! Lo que nos ratifica que todos los capturados con anterioridad, gracias a los prisioneros mandatados desde el cuartel no tuvieron ningún fundamento.
¿Y para qué tanta garantía desde “altas” esferas del gobierno y con fundamento incluido, recién a estrenar y con el acuerdo, además, de otras unidades, para qué?
Antes de salir Huidobro nuevamente en comisión nos lo explicará así: “Ahora prácticamente lo único que reclamaban era a Raúl Sendic. A su parecer en ello consistía todo”.
El dichoso “fundamento” era que: “Creían que el MLN estaba virtualmente derrotado. Todas las unidades se dedicaban a la búsqueda de Sendic”.
No podemos creer que recién en ese momento todos los milicos del país de dedicaran a la búsqueda de esquivo “Rufo” (rojo).
Cualquier capturado sabe que el primer interrogatorio con “ablande” de por medio iba dirigido a la captura de “Rufo”. Sabían casi al día, el camuflaje de cada requerido, con cierto nivel de importancia orgánica, color de pelo, estatura, costumbres, forma de caminar, qué arma prefería usar, etc.
Se iba el mes de agosto y “Rufo” no caía... era grave.
 Caía todo el mundo, pero este hombre sabía moverse en la calle, tenía una gran experiencia de clandestinidad. Era evidente  y lógico aquél que lograse su captura, vivo o muerto, se levantaría una jugosa recompensa.
Por otra parte en las cabezas de “los mandos” estaban todas las aberraciones humanas directamente importadas de las “escuelas” norteamericanas, no es una versión antojadiza, están adiestrados para el crimen político y económico, los Manini, los Bordaberry, Aznárez, Sanguinetti, etc., etc... ¿Qué les podía significar mentirle a un  prisionero, un enemigo, un “asesino”? ¡nada! Sólo un juego perverso más.

FIN Y PRINCIPIO

No existen palabras para definir la credulidad y candidez, casi angélica de este hombre, cuando relata los discursos y promesas de Legnani, la antojadiza versión de un Legnani “de izquierda”.
Para Huidobro, que no lo dice “pero nos tira todos los hilos” para que nos juguemos a ella, y seguramente mejor “agiornada” la retransmite al tozudo Raúl Sendic para arrastrarlo a la trampa del Batallón Florida.
Veamos la novela: “La mayoría lo buscaba para matarlo y no para capturarlo, la muerte de Sendic sería -para el sector del ejército que nos estaba hablando- un hecho gravísimo, porque las posiciones internas dentro del ejército se habían ido radicalizando al punto que el dilema previsible en el futuro inmediato -se jugaba también en torno a la caída de Sendic- era libertad o fascismo.
“Libertad o fascismo” así era el aderezo “político” del Comandante Legnani, una “nueva” contradicción, que no estaba en los manuales de la dirección prisionera. Sonaba bien, no significaba nada, pero con el discurso de Amodio-Legnani, recién leído por “cadena” de Radio y Televisión... aquello servía; por lo menos pararía “la máquina” de ellos, otra vez la ansiada calle...
Todo es un gran delirio, toda la cháchara de Legnani se dirige a que los prisioneros acepten convencer a Raúl Sendic, de que era posible, con su “peso” político, dirigir una revolución desde el mismísimo Batallón Florida -previo paso de entregarse-.
Así dice Huidobro, que Legnani decía: “Un fascismo que nosotros ni imaginamos, porque no conocíamos realmente el pensamiento de ciertos militares uruguayos, frente a los cuales, los brasileños más famosos, eran nenes de teta”.
Impactó mucho y bien este discurso a los ex dirigentes cautivos, como se verá por lo ocurrido en días venideros.
Sigamos escuchando a Fernández: “Pero lo que unos veían como un fin era el comienzo para otros, dependía de cual fuerza del ejército se estuviera”.
Para los de Florida tenía que ser realmente el final, para “los otros”, sólo un paso más en su avance al fascismo, avance para el cual no convenía la paz ni la terminación de una guerra. Necesitaban -según decía Huidobro que decía Legnani- excusas y peso interno”.
Legnani seguía dejando boquiabiertos a la dirigencia presa, varios “estrenos de nuevas y fecundas palabras utilizó esa vez Legnani, una verdadera artillería pesada: por primera vez; “altas esferas del gobierno”, por primera vez; “nos daba un fundamento”,¡ y también “por primera vez” escuchaba la palabra “fascista” en boca de Legnani! No se podía esperar más.
Hay -por lo menos para Huidobro y sus muchachos- suficiente para agarrar viaje nuevamente, pero veamos de todos modos, qué otros “argumentos” planteaba Legnani: “Nos decían que quienes menos efectivos habían sido en la lucha contra el MLN, más fascistas eran. Quienes menos capaces como militares habían sido, más capaces eran como fascistas.”
Es evidente la alusión a la Marina y a propósito... ¿qué es un fascista capaz?
Nos dice Huidobro que: “Según ese planteo, la muerte de Sendic con su secuela de odios, y por eso mismo la prolongación de los enfrentamientos era lo que los fascistas estaban buscando desesperadamente”.
“La peripecia del aprendiz de brujo se presentaba como paradoja en este planteamiento hecho en tono dramático”. Debemos decir que en esto sí estamos en completo acuerdo, era teatro y del bueno, bien dramático.
Aún en contra de los hechos vamos a aceptar las puntas y las pautas que Fernández Huidobro  nos tira a puñados de un Legnani “de izquierda”.
Legnani “temía” que Sendic fuese capturado por “los fascistas” de quienes no conocemos nombres ni direcciones, de cuáles eran las otras unidades que apoyaban al batallón Florida.
Por sus dichos, podría ser cualquiera, y por lo tanto Sendic debía ser capturado bien por el Batallón Florida o por cualquier otro, no fascista, en todos los casos, quedamos en cero.

UNA PREGUNTA... CON RESPUESTA INCLUIDA

Los hechos: Para comenzar, Rufo cae en manos “de los que menos éxitos como militares habían tenido”, paradojalmente con ese “sector” fue con quien más problemas tuvieron y no precisamente por fascistas, que también lo son, sino porque se jugaron como “constitucionalistas”, lo que configura otra de las grandes planchas de Huidobro.
Por otra parte, si bien todos (menos el Batallón Florida) buscan a Rufo para matarlo, se produce aquí otro contrasentido con los porfiados hechos que desmienten a Huidobro una y otra vez.
“Rufo” no cae muerto, si bien malherido “por los fascistas”, cae vivo, lo que tampoco produce emociones fuertes y los escasos movimientos de tropas, barricadas y otras alharacas, fueron de signo contrario a las previstas por el Comandante Legnani.
O sea que por ese lado tampoco avanzó el fascismo, es más, existe otra contundente prueba que desmiente a Legnani y a Huidobro, es el propio Sendic, que lo hace con estas palabras: N. Caula y  A. Silva preguntan, pero a la vez inducen a una respuesta: ¿Quiere decir que visto con la perspectiva que da el tiempo para ti el 14 de abril fue un error? Y responde Rufo:
“Bueno, yo te diría que con la perspectiva que da el tiempo se habrían ahorrado muchas vidas si hubiera habido un exterminio total del Escuadrón de la Muerte. Porque aun cuando yo caí herido en La Marina y vino Campos Hermida, un sobreviviente del Escuadrón y dijo: éste es Sendic y hay que matarlo (estaba mi compañera que estaba semiinconsciente, escuchando) el oficial de la Marina que se llamaba Campos también le dijo: No, yo no tengo orden de matarlo y voy a llamar a la ambulancia... Yo estaba muy desangrado y cuando estaba ya arriba de la ambulancia, Campos Hermida subió y me dijo: Bebe, estás frito, Bebe. Era la extremaunción, dada por un especialista”.

MARENALES SE SUBE AL CARRO

Veamos el último par de páginas de este culebrón.
Si bien en la página 143 de “La Tregua Armada” T.1. “...el MLN estaba virtualmente derrotado”, media pág. Antes, en cambio: “Ya ni se hablaba de rendición incondicional. Sabían intactas ciertas estructuras de masas del MLN, también las del exterior y restos del aparato militar”.
No sabe uno con qué quedarse.
Sencillamente, no se hablaba más de rendición incondicional, porque del aparato armado que era, como hemos visto, la principal causa de sus desvelos, la que les producía bajas y espanto, gracias a las parejas de prisioneros colaboradores, ya no quedaba nada. De las estructuras de masas al no estar armadas y en pleno desbande, no les preocupaba y para el exterior ya habría tiempo. Y el caso Trabal, así lo demuestra.
Sigamos con los cuentos de Huidobro. Pág. 144 T.1. “Al contrario de todas las veces anteriores, ahora ofrecía generosamente a manos llenas: llegaban incluso a alertar en torno a supuestos movimientos arriesgados de Sendic, por tal o cual zona”.
¿Para qué envían gente “en comisión” para que Rufo se entregase, si le mandaban alertas cuando lo “veían” moverse por “tal o cual zona”?
Pero veamos los ofrecimientos “las manos llenas” que Legnani les hacía a los prisioneros “buenos” y por qué razón Sendic no podía ni debía – según ellos – caer en otras manos que no fuesen las del Batallón Florida. El hilo de este planteo pasaba por otras unidades que lo compartían y se anudaba en el Ministerio de Defensa y llegaba aún más arriba.
Nos preguntamos ¿de qué alturas infinitas venía el planteo? … misterio, y son un misterio también las “otras unidades amigas” o, no fascista por la libertad.
A párrafo seguido Huidobro se pisa el palito, confesando algo que ya estaba claro: “conocían la resolución de Sendic de caer peleando”. ¿A qué iba a salir entonces Huidobro y cómo sabría dónde contactarlo, cuando los contactos anteriores, gracias a él, ya estaban en cana? También esto es un misterio.
Volvamos unos minutos más a la turbulenta reunión del Comité Central del MLN llegamos justo para escuchar a Marenales, cuando responde a la acusación de Raúl Sendic, de que también él, Marenales, quiso entregarlo.
“¡Mentiras!” Dijo Marenales. “Yo lo único que propuse fue que se simulara un enfrentamiento ¡para que no se supiese que era una entrega!”.
Con esta confesión a más de uno se le pararon los pelos de punta. ¿Quiénes no habían estado en la “cocinada” del Batallón?
La brillante propuesta de Marenales estaba dirigida a aliviar la indignidad de la entrega, que como él mismo lo confiesa, se trata de armar otro teatro en plena calle.
A lo que Legnani responde: “díganle que si es por eso le montamos un tiroteo hasta con armas pesadas... pero que es un suicida”. Pero de acuerdo a su manía, Huidobro nos canta errado: “Llegaban hasta ofrecerle (a Sendic) la simulación de un enfrentamiento”. Fuerza la realidad, igual que con la rendición.

MANEJO MILITAR

A Huidobro y sus muchachos, para demostrarles la seriedad de la propuesta si aceptan salir nuevamente a establecer contacto, les ofrecían un contacto político de alto nivel... pero que lo mejor sería manejarse “militarmente” porque existía un riesgo enorme esta vez, ya que sólo se contaba con el apoyo del Batallón Florida y algunas otras “unidades amigas”.
Pero en frontal oposición a este ofrecimiento, Huidobro nos remata que las “altas esferas” hacía rato que habían perdido el control del ejército.
Legnani ofrecía e inmediatamente los convencía de que mejor no, y de las tan mentadas “unidades amigas”, aún sin saber nada.
Cuentos y promesas, espejitos y collares, pero de todas maneras los colaboradores continuaban agarrando viaje; verdaderamente esta gente respondía mucho mejor de lo esperado por la “inteligencia militar”.
Con las parejas ya listas para salir a buscar a Sendic, el Comandante Legnani comienza a llamar de inmediato para que “las otras unidades amigas” preparen los seguimientos para el caso, queda en la calle un último e importante dirigente dispuesto a resistir, y debe caer, vivo o muerto, y mejor aún, no caerá en el Batallón Florida por expresa orden de los Legnani.
Pero dejemos que los propios militares nos confirmen el sistema de comunicación.
Pág. 175 “Alto el Fuego” “...si había una pista, había que seguirla y actuar en seguida, interrogar a quien tenía un contacto previsto y había sido detenido porque de esta manera se agarraba a otro y así sucesivamente. Entonces se establece una serie de coordinaciones por abajo; colectivización sin perjuicio de que el mando recibe los informes. Por ejemplo, de repente un sedicioso “o delicioso” - como le decíamos entonces – detenido en Montevideo tenía información que era utilizable rápidamente en Artigas, lo que obligaba a tener un sistema muy rápido de comunicación.
Pero también W. Ferreira Aldunate, que tiene por qué saberlo, nos dice que “quien tenga la más mínima referencia de cómo funciona la institución militar, tiene que llegar a la conclusión de que es prácticamente imposible que en su seno hayan operaciones individuales”. Tomado del mismo libro, pág. 243.


“RUFO” VUELVE A ESCAPAR

En el tramo final del relato de la entrega de Raúl Sendic, Fernández Huidobro nos manda una verdadera ráfaga de dislates, uno mayor que otro.
Salían escondidos desde el cuartel para despistar a los enemigos, salían con un oficial y luego “transbordaban” a otro vehículo; ¡¡allanamientos al Batallón Florida!! Y como todo le parece poco... “los presos valorando la situación... (que era todo un teatro planificado por Amodio y la oficialidad) decidimos que no había lugar más seguro para las reuniones y los contactos ¡¡que el mismo Batallón Florida!!”.
He aquí la apoteosis: “Y así pudo darse que mientras era buscado afanosamente por todo el país, Sendic se reunía con nosotros dentro del Batallón ¡¡al cual entraba y salía sin problemas...!!”. A continuación nos trae una anécdota de apoyo a sus dichos con un misterio incluido, que un día creen que al BB lo habían secuestrado, etc., etc.
Uno se siente tentado a pensar lo tonto que era “Rufo”, el hombre más buscado del Uruguay en ese momento... ¿por qué no se le ocurrió guarecerse del temporal dentro del propio Batallón Florida?
Escuchemos a Seregni, que por ser General y por haber pertenecido a la misma Región Nº1 “Soñaba el ciego que veía, soñaba lo que quería, esto le pasó, incluso, a aquellos que creían ver con lentes de aumento a las Fuerzas Armadas”, sabe lo que dice.
El tratamiento daba resultado; los planes de Amodio y Alicia Rey Morales el discurso de Augusto Legnani, por “cadena” de radio y televisión sumado a las palabras del Comandante Raúl Legnani, dulcificadas con promesas “por su honor”, la comodidad de su despacho, el tratamiento “de igual a igual” con los prisioneros “buenos” que además tenían a todo el resto de los presos del Florida comocomplices a traves del "consenso" y la consulta, engañados con  una pronta amnistía, para dejar el infierno bien lejos, como una pesadilla, “la máquina” allí presente, amenazante, los calabozos, la picana, el submarino, los insultos, puteadas, escupitajos, puntapiés, puñetazos, capucha, hambre, garrotazos, muerte, gente que intenta suicidarse y la “sacan” para continuar torturándola, se cortan las venas, se arrastran por el piso porque ya no se mantienen en pie, el infierno en la tierra, en el Uruguay donde “nunca pasa nada”.
Había que pararlo de alguna manera y la manera elegida era arrastrar a más y más gente, huir hacia adelante, hacia el infinito sin respuesta.
Pero ¿qué nos dice el propio Raúl Sendic de esto? Únicamente lo que ya hemos visto: “hay que ponerse en el contexto de la época, donde las torturas duraban días y meses, donde algunos compañeros veían a otros deshechos y entonces buscaban algún alivio haciendo o aceptando transmitir proposiciones como esa de una tregua, que se dio sólo esa vez y no cuajó”.
A lo interno del MLN se comentó mucho el hecho de que los enviados de los cuarteles, logran convencer a Raúl Sendic para concurrir a una reunión “dentro del cuartel Florida, jugándose a la sinceridad de los compañeros, el “BB” corre el riesgo y entra en la trampa, que se cierra sin remedio y ya no le dejan salir... alguien le había mentido y eran los que salían a entregar. Era la catástrofe... Raúl Sendic logra por fin salir, pero la fisura  nunca se cerró e hizo eclosión con la salida de las cárceles del año 1985.
Nunca se supo por qué razón, salen antes que ninguno de los prisioneros marcados: Jorge Zabalza y José Mujica, que no por nada probó la fuerza de los puños del “BB”.

BALAS EN LA MADRUGADA

Durante los larguísimos años del penal y para siempre, Huidobro perteneció al bando de “los que nos habían entregado” junto con “la dirección nueva” la misma “dirección” que “entierra” a Raúl Sendic en un monte del interior del país, bajo una estrecha vigilancia, comandada por Píriz Budes.
Este hecho es mencionado por el “BB” sin dejar traslucir el menor rencor, pero a su vez estampa la verdadera advertencia de que conoció la maniobra.
En el reportaje que N. Caula y A. Silva le hacen a Raúl para la revista “Guambia” - mencionado por nosotros – y que fue luego reeditado en la redacción del seminario, “Mate Amargo”, en una versión casi microscópica en la página 12 de esta versión puede leerse:
… “Ahí ya no estábamos nosotros en la dirección, nosotros estábamos en el interior del país en los montes y coincidió que se revió la práctica anterior...”.
Es decir, se había producido un golpe de mano interno, “los jóvenes” desplazan a Raúl Sendic y más de veinte años de lucha, luego los “golpistas” caídos, dentro de los cuales se cuenta Huidobro, manda buscar urgentemente al “BB” para Montevideo, en ese entonces es cuando Sendic les pregunta con proverbial ironía: “¿Y no querían guerra?”.
Para sacarles las castañas del fuego regresan a “Rufo”, zafando a su vez del otro control traicionero: Píriz Budes. Pero eso será motivo de otra investigación.
En aquél lejano invierno del '72, cuando se procesa la discusión interna a los efectos de definir la situación sobre la “Rendición Incondicional”, motivo de “La Tregua” (y que gracias a ese primer contacto caen los últimos hombres mal armados que resistían), la respuesta fue clara.
“Raúl Sendic no debe entregarse y tampoco las armas”.
Conocida por “Rufo” la respuesta que daban las bases, éste envía una felicitación a toda la resistencia agregando además que si la respuesta de las bases hubiese sido la entrega, “Rufo” “hubiese dado una dirección para que el enemigo fuese por él y se quitaría la vida”.
Esto es trasmitido por Henry Engler a las bases el día 5 de julio de 1972.
Esta respuesta, como bien lo expresa Huidobro, es contraria a los “negociados” cuarteles adentro de “la dirección” que el mismo representa, así lo confiesa llorando amargamente.
Es lógico, él era el enviado civil, prisionero, usado y despreciado (como Gravina lo explica).
No por puro antojo antes del tiroteo y batalla final de “Rufo”, solo, más solo que nunca frente al enemigo, en aquella madrugada del 1º de setiembre del año 1972, Raúl Sendic les aclara al enemigo y a Huidobro y sus seguidores: “YO SOY RUFO... ¡¡¡Y NO ME ENTREGO!!!”.

LA LÍNEA ILÍCITOS ¿A DÓNDE SE DIRIGE?

HUIDOBRO Y SUS AMIGOS





Ya existe suficiente literatura especializada sobre el tema “ilícitos” para tener una idea aproximada de lo que es, cómo funciona y quiénes manejan la economía, los negociados de nuestro pequeño Uruguay.
Nadie le va a decir a nuestros ciudadanos cómo y por qué lo manipulan.
Trataremos de ver solamente cómo un estamento de nuestra sociedad, en este caso el ejército, quiere y logra salir de la miseria tradicional en que lo tenían sumido, provinciano, abandonado, subsistiendo a galleta dura, los hermanos del norte azuzan con gran habilidad el adormecido cerebro, lo lavan, lo pulen y “lo mandan a la guerra”.
Se suben a la palmera a compartir con los gorilas civiles, mostramos la forma, conocemos el efecto y vivimos el modo, nos pasó a todos los Uruguayos ¿Quién no lo conoce?
¿Qué nos quieren hacer comprar hablando de “legalistas”?
A los uruguayos la práctica nos ha demostrado que la especie “legalista” no existe. Hasta que se demuestre lo contrario.
Por otra parte, lo “legal” es ilegal.
La “línea ilícitos” como vimos y veremos fue la otra muela de la “pinza” que comenzaba a cerrarse sobre el Parlamento burgués.
“Ensuciar” a políticos con tiros de francotirador, en tanto no fuese liquidada la “subversión armada”.
Completada la obra de limpieza de este escollo, con la captura de Raúl Sendic, para lo cual se sirvieron de algunos detenidos, comienza la última etapa del Asalto al Poder con la oligarquía y sus perros asesinos.
En esta “nueva etapa” que es la continuación de las anteriores, se siguen haciendo servir por ciertos prisioneros y como tapadera de acercamiento táctico, se toma la consabida y trillada corrupción.
Corrupción que por otra parte fue, es y será la triunfadora absoluta de “la guerra del Uruguay” a caballo de la cual llegaban los jinetes cuarteleros del Apocalipsis: guerra, muerte, hambre y peste.
Entramos en la “versión Huidobro” de la misma línea, e inmediatamente nos remitimos a las páginas 136-37 de la novela “La Tregua...” donde dice “En el famoso Club Naval, por otra parte, se produjeron acontecimientos de gran repercusión pública. - Se refiere al comunicado de la Marina, tan insoportable y mentiroso, como todos los miles anteriores, provenientes de cualquier rama represiva -. Sigue Huidobro: “Ningún preso del MLN había trabajado en ilícitos económicos cuando esta declaración, compartida por la mayoría de los oficiales por lo menos de Montevideo, tomó estado público”. Y continúa haciendo una caprichosa interpretación para afirmar muy sueltito de cuerpo que: “La línea cundió como reguero de pólvora por los cuarteles. Nos habla de “la línea de ilícitos” claro, pero nos vuelve a hablar de “su bala”, tema que usa como escalón para hacer potable “su problema” de colaborar con el enemigo: “No lograba salir (la bala) pero había sacado afuera un gran montón de plomo. Tanto que me separaba los dedos”. Y luego “Fue en ese barracón y en esa oportunidad, mientras un compañero me curaba el pie, que me dieron por totalmente confirmada la traición de Amodio”.
Si estas dos redondas mentiras hubiesen sido otras tantas balas, su impacto seguramente le cortaban de cuajo las dos piernas a Fernández Huidobro.
Primero la traición de Amodio, hacía un buen rato la tenía más que aclarada, precisamente desde el día 27 de junio de 1972 por ser generosos, cosa que ya se analizó. No por nada lo dejan salir de nuevo del cuartel después de la caída del “BB”... “Para aclarar que... no hubo juego sucio”. Cosa que por otra parte “Rufo” nunca se lo creyó.
Número dos: la “línea ilícitos” que ya pasamos a analizar, no tuvo nunca, ni tendrá jamás, la pureza de intenciones que Huidobro regala al cerebro simiesco del ejército.
Veamos entonces la verdadera intención, declarada incluso por esta especie en su habitual lenguaje.
Es importante tener en cuenta los nombres pero también los dichos “en caliente” porque algunos de ellos nos dejan la impresión contraria al verdadero fin perseguido.

“ILÍCITOS”: LEGNANI Y SUS AMIGOS

Los Capitanes del Batallón Florida, Calcagno, González y Camacho y los Tenientes Caubarrere y Méndez preguntan a Ettore Pierri si tenía información sobre “la rosca” y si podía, sí o sí, dársela a las Fuerzas Armadas, no deja de asombrar la “prolijidad” para preguntar con tanta escuela como tenían.
Pierri les dice que “sí” y pregunta a su vez: “¿Para qué la quieren?”
Cuenta Pierri: “Me respondieron que para tomar medidas porque ellos entendían que los fraudes, la especulación, la joda del Gobierno con los fondos públicos eran una de las causas que provocaban la subversión y que para terminar con ella, había que terminar con los tupamaros y también con las causas que la engendraban: la corrupción, la inmoralidad de los políticos y la propia acción de los resortes del Estado y la economía nacional, por parte de los empresarios; los vamos a llevar presos a todos, me dijeron. El Comandante del cuartel, Teniente Coronel Legnani, más tarde, me repitió todo el mismo verso”.
Pierri dice: “Ustedes hablan en plural, díganme quienes”. A lo que Legnani le responde: “Yo y mis amigos, muchos hombres de dentro y fuera del ejército, honorables con afán patriótico y empeño mi palabra de honor que esto es así”.
La epidemia del “virus nacionalista” que ya había infectado de manera letal a los presos del Batallón Florida, penetra también al periodista Pierri, que con el simple expediente de promesas, es convencido para colaborar con el ejército, pero también (y no es poco) la palabra de honor del Comandante Legnani, que ya la conocemos por la CIA de la cual el Comandante es fiel súbdito.
Ettore Pierri: “Bueno, le dije (al Comandante Legnani), pero aclaré que era un precio, que no podía tomar ninguna actitud de tipo individual, que debía consultarlo con los otros, porque ellos me habían sugerido que los otros presos estarían de acuerdo con eso. Se había referido muy veladamente a que era parte de una estrategia común”.
Luego de hacer algún teatro, como que no quería asambleas en el cuartel, Legnani le pregunta: “¿Con quién quiere hablar?”.
“Como yo no sabía exactamente quiénes estaban presos, él me mencionó una larga lista y al cuarto o quinto dijo “Marenales”. Ah, bueno, con ése mismo, dije yo. Me preguntó el porqué de esa decisión y le señalé que era uno de los más representativos de los que estaban ahí”.
“Me trajeron a Marenales, yo lo conocía de cuando los dos habíamos militado en el Partido Socialista, hacía añares de eso. En presencia de los oficiales – que incluso se ofrecieron a dejarnos solos – le dije: “mirá loco, acaban de plantearme esto...” “Línea ilícitos”. - “a lo cual Marenales respondió: “Bueno, yo estoy de acuerdo” Y cual niña engañada... “esta es la última vez...”.
Los grititos de Marenales eran bien conocidos por Amodio y naturalmente por toda la oficialidad del Florida que según Ettore Pierri: “la cosa quedó por esa plata”.

NUEVA “VEDA” DE TORTURAS

Es muy claro, la cuestión “ilícitos” tenía a no dudarlo un solo e inequívoco fin, recoger información de primera mano para ir quitando puntales a las “sagradas instituciones”, para ir metiendo, uno tras otro, cartuchos de dinamita, hasta desplomarlas, cual un vetusto e inútil edificio.
Pierri obtiene, en definitiva, el consentimiento del “ingenioso” Marenales, no olvidemos “su plan” para entregar a “Rufo”, Marenales, también activo militante del Batallón Florida junto con Huidobro, Rosencof, Alicia, Amodio y los Capitanes y Tenientes llevaytrae, camaradas Calcagno, Méndez, González, etc., etc.
Porque según Pierri: “De una forma nada velada hubo consultas con el resto de los presos y ¡¡Todos estuvieron de acuerdo!!” (subrayado nuestro).
Diez días después cae el Teniente Méndez por la barraca donde se amontonaban los colaboradores, habló con ellos y dijo: “Bueno... empezamos. Vamos a juntar información y a tomar medidas contra los hijos de puta estos”.
Como sabemos, se refería a los mismos hijos de puta que después los ascendieron.
Pierri cuenta: “Hubo una reunión con el Capitán Camacho, el torturador más prototípico del momento junto con el Teniente Méndez en la que participamos Vergara, Lucía Topolansky (compañera del Diputado Mujica, entregado por ella) y yo, donde planteamos fundamentalmente el cese inmediato de torturas, si no, no había trabajo. Y cesaron las torturas en el Florida y tuvimos datos fidedignos que también se pararon en muchos otros cuarteles”.
Es decir, la misma “reivindicación” que plantearon en el mismo Batallón un mes atrás los ex dirigentes del MLN, lo que habla muy claro de “la palabra de honor” de los torturadores y el miedo de los colaboradores que como decía Seregni: “Soñaban que veían”.
Se equivoca feo Pierri, existen numerosos testigos que pueden informar al mismísimo Pierri y a todos sus colaboradores (con señora de Diputado incluida) que las torturas no pararon en julio, no pararon en agosto, ni nunca. Para hacerla corta diremos que en los cuarteles abarrotados no había vacaciones, ni veda de “máquina”.
Es triste aceptar que para colaborar “se peleaba” la reivindicación de que no los torturasen, hubiese sido más digno al revés, no colaborar aún bajo tortura; la historia se hubiese escrito de otra manera, porque no es nada dignificante hacer apología de la colaboración con los milicos de cualquier rama o condición.
Importa entonces que para los no colaboradores existió una ficha especial con especiales “recomendaciones” de tortura permanente, decía así: Nombre: RP. Grado de colaboración: ninguna. Grado de Peligrosidad: máxima. Exclusión: total.
Continúa informándonos Pierri: “Se fueron instrumentando varios operativos, el primero fue el operativo fogata, así se le llamó y fue el único que se ejecutó.
Nosotros no participamos, trabajamos dentro del cuartel, preparando el material, las pruebas, y ellos salían a detener gente. Este operativo estaba referido a las Compañías de Seguros.

EXTRAÑA “LIBERTAD”; PIERRI TAMBIÉN SUDA LA CAMISETA

“En la investigación que se hizo, descubrimos que éstas compañías que se instalaron hasta hoy están actuando en forma ilegal.
Teóricamente no podrían estar funcionando, pero están y cometen fraude de todo tipo.
Un día salieron y se trajeron a todos los gerentes de las compañías de seguros para el cuartel”.
La última frase de Pierri no puede ser más lapidaria:
“Inmediatamente dio orden Bordaberry que los dejaran en libertad” (…) “al final todos los gerentes recobraron la libertad”.
Para qué ponerse a calcular por cuántos ceros se multiplicó la corrupción con la milicada desatada, para qué calcular cuántos ceros se le agregaron luego, a la corrupción con la “democracia recobrada”.
Las órdenes como vimos y veremos no partían de ningún capitancito caprichoso, como nos lo quiere vender la “nueva literatura” política.
Pero veamos cómo Pierri, con un poquito más de habilidad y todo, queda atado de manos al cuartel, obra y mezcla de mafia e inteligencia vía embajada, escuela Mitrione.
Mafia a la uruguaya, cuarteles adentro y afuera, Legnani, sus amigos y los amigos de los amigos de Legnani.
Ettore Pierri: “Yo estuve teóricamente preso hasta el 25 de agosto, ese día Calcagno me dijo: bueno, te vas, quedás en libertad”.
Pero en la práctica ¿qué pasa?
Sigue Pierri: “A mí me pareció fenómeno, te vas pero venís. Nosotros queremos seguir con ésto y la única persona que puede conseguir información sos vos. Vos estás en libertad, pero necesitamos que sigas viniendo al cuartel a pasarnos información”.
Es necesario tener bien en cuenta las palabras de Calcagno.
Cumple nuevamente Pierri el rutinario trámite de consulta a los amigos presos para continuar colaborando con los milicos y un nuevo acuerdo sella el nuevo pacto de colaboración, con la variante de creerse que está libre, cuando en realidad ha quedado atado al cuartel con todo lo que esa extraña “libertad” implicaba.
“Yo ya no estaba en el cuartel pero iba todos los días, trayendo información participaba en las reuniones y me iba”.
No estaba tan “libre” como lo cuenta y quien le da la captura es un insospechado personaje, dejemos que él mismo nos lo cuente: Ferreira Aldunate dice: “Fue un día en que un amigo me dijo que vio pasar a Ettore Pierri en un automóvil al lado de un oficial del ejército cuando yo sabía muy bien que Pierri estaba en la cárcel detenido por tupamaro”.
Pierri, según él mismo relata, hizo un verdadero trabajo de hormiga, incansable, tenaz, sacrificado, perseverante, abnegado, sin pausas. Consiguió la documentación del Banco Francés e Italiano que se había perdido.
Pierri había escrito sobre ese tema, tenía informantes, amigos, funcionarios de los bancos, consultó, interrogó, sonsacó información a nivel parlamentario, Pierri tiró líneas, recogió piolines, abrió puertas, movió influencias, fue consiguiendo poco a poco, de aquí, de allá y acullá mucha, muchísima información, incluso material que ni los mismos tupas jamás hubieran conseguido ni soñaron tener algún día.
Los militares no tenían nada.
Pierri mismo nos dice que colaboró con el enemigo de tal manera que fue creando un fabuloso archivo.
El ejército le debe a Pierri un monumento que, si fuese justo como se lo merece, debería tener las dimensiones del archivo... ¡¡¡Unos nueve metros cuadrados!!!
Pero... “Todo ese archivo desapareció” junto con el expediente de la infidencia que era uno de los materiales más codiciados de todos, dice Pierri y saca una brillante conclusión: “Obviamente iba a parar a manos de alguien importante, el Teniente Méndez por ejemplo, era del servicio de Inteligencia”. Y con cierta tristeza... “Yo lamentablemente no pude quedarme con nada”.
O sea que Pierri colabora con el ejército dándole nada menos que la llave para la extorsión, el chantaje, la pillería, una impagable información que significaban ascensos, grados, aumentos de sueldo. Años y años de movimientos ascendentes del escalafón cuartelero, les dan la razón de la guerra, para prolongarla indefinidamente, para borrar hasta las raíces del Batallón Florida. Pierri le dio la palabra a Aguerrondo para decir que “ahora no nos para nadie”; porque no es lo mismo saber que eran corruptos sin, que con documentos probatorios. ¡¡A seguir torturando que “la guerra recién empieza!!”.
Pierri los asciende a todos en masa, porque en esa información existen nombres, hay corrupción, familias de alcurnia, “yo no te toco, tú me asciendes, yo no hago comunicados, tú me pagas”. Esos nombres tienen amigos, hijos, tíos, primos, Presidentes, Ministros, nietos, abuelos, cadenas genealógicas, vida y corrupción eternas, asegurada por los siglos de los siglos, impunidad, “olvido”, “diálogos y silencios subyacen y/o sobrevuelan”.
Se explica así muchos porqué, por qué hubo intocados e intocables en la dictadura, por qué hubo categorías de cárceles, categorías de prisioneros, condenas a muerte y amistades duraderas, hijos y entenados, logias y bandas, traidores y absueltos. Asesinatos antes, durante y después y ahora.

FASSANO Y SUS AMIGOS

Para el Servicio de Inteligencia la información es naturalmente la clave de su funcionamiento, es el motivo de vida del Servicio, o este no existiría y así se lo hicieron saber a Federico Fassano, quien mucho años más tarde, olvidado de su tesis de “pasarlos a degüello y enterrarlos en el jardín”, en un arrebato de cariño y comprensión intenta besar al Jefe de Policía y amigo entrañable de Charquero que, milico viejo al fin, tras una sentada magistral, logró evitar la baboseada.
Federico Fassano Mertens quien auspiciaba, colaboraba y proclamaba a las logias cuarteleras, organizando encuentros “históricos” entre torturadores y entreguistas.
Federico Fassano se entrevista con su amigo Amodio Pérez en el Batallón Florida; previamente uno de los Capitanes llevaytrae del equipo pregunta “Sí ¿pero qué uso va a hacer de los datos y de la información que obtenga? ¿Qué actitud va a adoptar? ¿Qué le va a preguntar concretamente a Amodio Pérez?” Por supuesto, Fassano oculta qué va a hacer después de la entrevista.
Es que el Batallón Florida fue el eje del juego de la mentira, de los grandes “operativos”.
Christi le mentía a Trabal.
Trabal le mentía a Fassano.
César Martínez le mentía a Ferreira Aldunate, éste le mentía a Michelini.
Pierri les mentía a sus informantes, Fassano le mentía a Amodio.
Amodio y los capitanes a todo el mundo. Pero a su vez cada mentira tenía un “motivo” altruista, según el grupo que portaba la bomba de tiempo, así cada grupo tenía “su operativo”, a saber: Fassano “abortar el complot” de Amodio y su compañía.
Amodio-Alicia el “operativo del millón de dólares”.
Ferreira Aldunate: “Salvar las instituciones”.
Los milicos: “Hundir las instituciones”.
Los prisioneros “buenos”: “Entregar a Sendic”.
Sendic: “No caer en manos del fascismo”.
Bordaberry: No dejar el sillón y los norteamericanos llevarse el oro.
¿Cómo iba a salir de esto, algo que no fuese una canallada?
Escuchemos una variante más sobre la cuestión “ilícitos”, preparémonos a oír (aunque nos repugne) nuevamente a Amodio Pérez con su amigo Fassano después que lo manda a buscar para la conocida “entrevista”.
Dice Amodio: “En materia de ilícitos económicos, están trabajando full-time.
Y los estamos apoyando muchos tupas. No es ésta la línea oficial. No es compartida por Sendic, por Marenales; pero ahí está Pierri trabajando intensamente. Hoy por ejemplo detuvieron a cincuenta. Fundamentalmente referidos a problemas de seguros”. Cierto: apoyan muchos tupas “buenos”.
Es claro que Pierri trabaja muy cerca de Amodio con las promesas de sus nuevos camaradas: “Esta gente tiene un gran entusiasmo y es admirable, Pierri viene de mañana, toma su máquina de escribir y trabaja como si ésta fuera su oficina.
Y lo mismo hace otra gente. Y también hay peces gordos que están en la cosa.
Por ejemplo Christi”.
No sólo Pierri sudaba la camiseta por Christi, como sabemos, sino todo un equipo admirablemente manejado por los “peces gordos”. Miente Amodio una vez más al afirmar a Fassano que Marenales no estaba de acuerdo en colaborar, el mismo Pierri fue quien nos confirmó que sí estaba de acuerdo “por última vez”.

FERREIRA ALDUNATE Y SUS AMIGOS

El “informe Amodio – Píriz Budes” no por voluminoso resultaba convincente, sí muy pesado,  insoportable...
El traidor tenía por qué saberlo, los hechos avalan, por fin, sus palabras. He aquí la clave en la palabra del traidor que, como se trata del triunfo de la traición, vale: “El golpe está pensado en dos direcciones, según líneas impartidas por el “Goyo” Álvarez.
La primera sería la operación de lucha contra la subversión.
En segundo lugar, vendría la lucha contra la corrupción.
Son dos pinzas que se están cerrando sobre el Gobierno, por un lado el pedido de desafueros. Y luego paralelamente, el ataque a los políticos y a los policías corruptos. El conjunto de ambas operaciones hará estallar a todos”.
Tan solo un mes más tarde las “sagradas instituciones” no valían un cobre, pisoteadas por la última ruina del mundo cual es la bota cuartelera, muy a pesar de Ferreira Aldunate y sus amigos, que andaban de puntillas, se hablaban al oído y se veían secretamente.
Así nos relata el propio finado: “Los amigos nos consultábamos prácticamente varias veces al día, por encima de partidos políticos, intercambiábamos información, ideas y muchas veces ajustábamos la conducta que íbamos a asumir.
Todos estuvimos de acuerdo, entonces, que teníamos que evitar dar sensación de provocación o desafío y era preferible manejar algunas cosas en sesiones secretas. No sé si hacíamos mal o bien, pero lo cierto es que en aquel momento vivíamos una gran incertidumbre”.
Y dentro del marco de la ofensiva final “a palacio” es cuando el basurero cuartelero continúa tiñendo de colores verdes tanque el Parlamento, pero esta vez, ¡¡¡pasando al mismísimo Parlamento al cuartel!!
Así lo relata Ferreira Aldunate: “... se llegó a discutir si se accedía o no a la exigencia de las Fuerzas Armadas de no realizar la entrevista con Amodio Pérez en el Parlamento, sino en una unidad militar. Discutimos mucho (…) la consecuencia curiosa fue que pasamos una situación difícil frente a otros legisladores, porque no pudiendo decir cuál era el objeto de nuestra insistencia de aceptar la entrevista fuera en una unidad militar, aparecíamos como cediendo en algo que el Parlamento no podía aceptar. De ninguna manera el Parlamento podía admitir la exigencia de los militares. Michelini estaba sumamente enojado...”
Obviamente a nadie escapaba el significado de las exigencias cuarteleras, aquel paso significaba mucho más que una simple entrevista a un reptil como Amodio, era el manoseo liso y llano, el desconocimiento de lo que iba quedando del Poder Político.
Era la subordinación del Parlamento, de rodillas frente a la “razón del artillero”, el acatamiento pasivo y tembloroso a la prepotencia, a la brutalidad del milico irreverente, era el cachetazo soñado al político civil convertido en realidad. La bota con todas las luces prendidas, catorce años antes de su verdadera aparición en la negra noche de Montevideo.
Seguramente debe haberle resultado muy duro a Ferreira Aldunate ponerse de rodillas ante todos los “nabos y chorizos que se juntaron para dar el golpe”.

MENCIONES DE CONSULTAS

“REPORTAJE A RAÚL SENDIC” N. Caula y A. Silva
Testimonio. Ricardo Perdomo
Historia Uruguaya: T.8 Nahum-Frega-Maronna-Trochon
Revistas “3”. “POSDATA”, “ALTERNATIVA”
“APUNTES SOBRE EL TIRO SUIZO”. Andrés Cultelli
“PASAPORTE 11333” Manuel H. Cosculluela
Semanarios - “El Observador”, “Brecha”, “Búsqueda”, “Las Bases”
“ALTO EL FUEGO” Nelson Caula y Alberto Silva
“EL VUELO” Horacio Verbitsky
“EL PROCESO POLÍTICO DE LAS FFAA” Capitán Jerónimo Cardozo
“EL CABALLO DEL GENERAL” Carlos Quijano
“QUINCE AÑOS EN EL INFIERNO” J. Calacce
“URUGUAY: EL FRACASO DE LA OPCIÓN NEOLIBERAL” Jorge Irisity
“Carta abierta a la Policía” (Fragmento)
“SOBRE TAREAS IDEOLÓGICAS EN LA LUCHA CONTRA EL FASCISMO” Sergio Sierra
“LAS DOS CARAS DE LA MONEDA” (Fragmento) Nebio Ariel Melo
Ruben Lena (fragmento)
“EL FASCISMO COLONIAL EN URUGUAY” Andrés Cultelli
“CONFESIÓN” Nelson Bardesio
Diario Oficial Nº 18.837, junio de 1972
Mario Benedetti (fragmentos)
“LE MONDE”  Declaraciones de Héctor Gutiérrez Ruiz
Discurso de Zelmar Michelini ante el II Tribunal Russell.
“EJÉRCITO Y POLÍTICA EN EL URUGUAY” Carlos Real de Azúa
Julio César Castro (Fragmentos de comentario sobre la “ley de enseñanza”)
“AYUDAMEMORIA” Héctor Rodríguez
“EL TEJAZO Y OTRAS INSURRECCIONES” Jorge Zabalza
“DESPUÉS DE LA DERROTA” Federico Fassano
“CONFESIÓN” De Jorge Tróccoli
“LAS FFAA EN LAS SOCIEDADES IBEROAMERICANAS”  Vivian Trías
“PAREN LAS ROTATIVAS” Federico Fassano
“RECUERDO DE LA MUERTE”  Miguel Bonasso
“MATE AMARGO” (Varios)
“LA REPÚBLICA” (Varios)
“DOCUMENTO Nº1” (MLN)
“SUPLEMENTO AL DOC. Nº1” (MLN)
“EL COLOR QUE EL INFIERNO ME ESCONDIERA” Carlos M. Moreno
“LA TREGUA ARMADA” E. F. Huidobro
“El vientre del cóndor” S. Blixen



    DEDICATORIA.. 4
    LOS “TRADICIONALES” EN EL PODER.. 6
“LA PATOTA” Y “LA COMADREJA”. 6
COMIENZO CON “MEDIDAS DE SEGURIDAD BUENAS”. 6
BALAS PARA EL “CHE”. 7
Y AHORA “MEDIDAS MALAS”. 7
CÓMO Y POR QUÉ.. 8
EL DORADO URUGUAYO – JEFATURA DE POLICÍA.. 10
FICHAS PARA EL DESARROLLO.. 12
LA MODERNIZACIÓN DE LA ENSEÑANZA.. 13
MARCHESANO Y FIERRO.. 13
CONTROL PARA TODOS.. 14
PILARES ESTATALES DE LA CORRUPCIÓN Y SUS CONSECUENCIAS.. 16
HERRAMIENTAS DE EXTORSIÓN.. 16
EL “EXPEDIENTE ROVIRA”. 18
ENTRADAS – SALIDAS Y MÁS CORRUPCIONES.. 19
RAÍCES VIEJAS PARA NUEVOS APARATOS.. 20
UN NOTABLE “PROFE”. 20
LA VUELTA DE FIERRO... Y MARCHESANO.. 22
LA CUADRATURA DEL CÍRCULO.. 24
EL INFINITO... 24
EN EL NOMBRE DE LA PAZ.. 25
CATEGORÍAS SOBRE “EL ENEMIGO”. 28
EL NÚCLEO DE VIGILANCIA Y EL APARATO PARALELO.. 28
LA UBICACIÓN DE LOS ACTORES RESPONSABLES.. 32
LA UBICACIÓN DE LOS ACTORES RESPONSABLES.. 32
LA UBICACIÓN DE LOS ACTORES RESPONSABLES.. 33
EL COMPLEMENTO DIRECTO.. 35
QUÉ PENSABA EL SEÑOR DEL CUARTEL.. 35
LA DEPENDENCIA ECONÓMICA, EL DERRUMBE.. 38
PATRONES, OBREROS, TRIUNFOS Y DERROTAS (EFECTOS). 38
TINIEBLAS EN DICIEMBRE, EL DÍA “D”. 40
EL ENEMIGO VISTO POR EL ENEMIGO.. 41
PRÓDROMOS DE LA “GUERRA DEL URUGUAY”. 42
DEBILIDADES DE FORTEZA.. 44
EL POLICÍA “CLÁSICO”

LA BALADA DE LOS MUERTOS
EL HIELO DEL VERANO.. 47
EL REPRESOR (PACHECO). 47
EL REPRESOR.. 47
EL REPRESOR.. 48
EL D.O.P. (DEPARTAMENTO DE OPERACIONES PSICOLÓGICAS). 49
EL CRIMINAL CIBERNÉTICO (DAN MITRIONE). 50
LA “LISTA 15” Y “EL ESCUADRÓN DE LA MUERTE”. 54
DOS CARAS DE LA MISMA MONEDA.. 54
EL ESCUADRÓN DE LA MUERTE.. 54
ATENTADOS ESTATALES... (CON EXPLOSIVOS). 56
ASESINATO DE MANUEL RAMOS FILIPPINI 57
   “EL ESCUADRÓN...”SEGÚN MARIO BENÍTEZ.. 58
EL BASTARDO (BORDABERRY). 62
EL BASTARDO.. 63
DE “LA 15” AL “FORO”. 63
EL PACTO DEL SILENCIO (SANGUINETTI). 64
LA “RENDICIÓN INCONDICIONAL” DEBAJO DE LA TREGUA.. 66
EN EL COMITÉ CENTRAL.. 66
EL NUEVO GADDAFI 67
“LOS OTROS”. 68
EL PLAN.. 69
“RUFO” Y “LA TREGUA”. 70
LA VOZ CANTANTE.. 71
LAS FUERZAS OCULTAS EN LA CUEVA DEL REPTIL.. 71
LLORA REPTIL, LLORA.. 73
UNA SEMBLANZA (MAURICIO ROSENCOFF). 74
EL SHOCK VIETNAM. EL ORO. 76
“LA GUERRA”. 76
EL ACARREO DE “LOS ELEGIDOS”. 78
EN EL BATALLÓN FLORIDA.. 79
LA ÚLTIMA CENA.. 82
EL PRECIO DE LA NOBLEZA.. 83
LA UNIDAD DE LOS CONTRARIOS EN UN ESTILO DE TRABAJO.. 83
EL ANSIADO CONTACTO.. 84
LLANTO EN EL INVIERNO DEL '72. 86
“BEBE, ESTÁS FRITO, BEBE”. 88
TODOS... MENOS UNO.. 88
EL “ABLANDE”. 88
EL CANTAR DE AUGUSTO.. 89
FIN Y PRINCIPIO.. 91
UNA PREGUNTA... CON RESPUESTA INCLUIDA.. 92
MARENALES SE SUBE AL CARRO.. 92
MANEJO MILITAR.. 93
“RUFO” VUELVE A ESCAPAR.. 94
BALAS EN LA MADRUGADA.. 94
   LA LÍNEA ILÍCITOS ¿A DÓNDE SE DIRIGE?.. 96
HUIDOBRO Y SUS AMIGOS.. 96
“ILÍCITOS”. LEGNANI Y SUS AMIGOS.. 97
NUEVA “VEDA” DE TORTURAS.. 97
EXTRAÑA “LIBERTAD”; PIERRI TAMBIÉN SUDA LA CAMISETA.. 98
FASSANO Y SUS AMIGOS.. 99
FERREIRA ALDUNATE Y SUS AMIGOS.. 100
   MENCIONES DE CONSULTAS.. 102
   ÍNDICE.. 103


















TEXTO DE CONTRATAPA

“Esta no es ni puede ser la historia de Raúl Sendic, es un aporte destinado a esclarecer algunos puntos oscuros dedicados a su memoria y a la lucha obstinada y sin pausa de los que no claudican nunca”.
Así nos introduce Ricardo Perdomo en su testimonio. Es un grito de rebeldía construido con elementos de una vivencia que aún campea por nuestro Continente. Pese a que muchos desean olvidar esa dura realidad, ahora ella nos golpea vestida con ropajes democratizantes.
Pocos pensamos al mirar esas imponentes fachadas y esas “respetables” figuras, que en realidad, son grandes criminales. Criminales de traje y corbata y no hablamos de los diarios crímenes de la devaluación, de los aumentos de precio, de la falta de trabajo, crímenes de todas formas, pero ahí no se ve la sangre correr ¡por las calles, no!
Hablamos de asesinos de verdad, con galera y bastón, pero criminales, ladrones y cómplices de ellos.
No te asombres hermano, ellos de nada se asombran, son mucho más fríos de lo que tú crees, llevan años viviendo de sangre humana, están cebados, no se andan con chiquitas.
Ayer, ¡Ministros de Educación y Cultura! Jefes que son de escuadras criminales, dirigentes de clubes de fútbol que son Presidentes de la República, encubridores de asesinos, cómplices.
Nosotros Reclamamos, ellos apalean, nosotros exigimos, ellos balean, nosotros nos resistimos, ellos nos desaparecen después de torturarnos.
Es así hermano.
Nos aleccionan con “la paz”, nos tiran con palabras “revanchista”, “espíritu de venganza”; nos enseñan que eso es malo, “inhumano”, nos dan con los discursos como con un garrote, con la propaganda como un cañón, no hallamos adónde meternos, no hay rincón donde no te alcancen, puesto que somos culpables de pecar con el pensamiento.
Hermano, te pido que no te asustes si te dicen “violentista”, levanta bien en alto esa aburrida palomita con el ramito de olivo, simbolizando “la paz” y piensa, hermano, la forma de violencia más conveniente, recuerda cuando te colgaban en el cuartel, cuando tenían colgados a nuestros hermanos uruguayos, recuerda cuando nos pisoteaban, igual que ahora.
Calcula hermano, qué ancho tienen sus muros, con qué carga volará por los aires.






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Todos los dichos y afirmaciones en el contenido del mismo son entera responsabilidad del autor.
Los números de página no coinciden en su mayoría con los de la edición papel.




[1] Según aportes de otros compañeros “tratados”, el vomitivo era para limpiar el estómago de la víctima, para que no muriese por la electricidad.
[2] Nemotecnia

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