DESOBEDIENTES - Jorge Zabalza

DESOBEDIENTES



La mira ideológica apunta a salir de la crisis concentrando la propiedad del capital y aumentando su rentabilidad. Un propósito que sólo se puede financiar achicando la parte del producto que corresponde a masa salarial e inversión social. Es la ley y el orden del quehacer político en el capitalismo y define dos sendas: o se transita por una de ellas o se lo hace por la otra, no es posible caminar por el medio.
En ese marco, más que un amontonamiento informe de normas, la ley de urgente consideración (LUC) es una estratagema de guerra para expropiar más masa salarial a la fuerza de trabajo. Por supuesto, para disimular su perversa intención, la aderezan con el discurso de la libertad individual y la democracia representativa, aunque, en el fondo, están intentando desvirtuar el espíritu de rebeldía.
Saben muy bien que el malón provocará descontento y, por eso, previendo las protestas masivas, están acostumbrando la población a la presencia militar y policial en los espacios públicos (recordar que la “acción cívica” era recomendada por la Doctrina de la Seguridad Nacional en los ’50). La pandemia fue utilizada para paralizar la lucha de los pueblos con un shock de miedo, con señales que abren caminos al autoritarismo y les permite testear reacciones en el campo popular.
Ahora saben que los parlamentarios progresistas, que podían estar en la primera línea, enfrentando el malón reaccionario, optaron por el pragmatismo y la conciliación:
rechazaron la ley en general, pero aprobaron casi el 50% de su articulado. Para su particular manera de ver el mundo, esos artículos habían perdido el carácter regresivo, concentrador y autoritario. El Mario Bergara redondeó la idea: van en la “dirección correcta” aunque hayan sido elaborados por la coalición multi reaccionaria.
¡Asombroso!
Rafael Michelini definió más claramente la concepción general: “No estoy hablando de los tres millones y medio de habitantes, ni siquiera de la mitad, pero con que en el Uruguay un 10% la pase muy mal los jóvenes van a salir y yo los prefiero juntando firmas. “(…)” Pasó en Chile, pasó en Colombia…Se juntan con el celular. Se juntan en un minuto. ¿Por qué no va a pasar en Uruguay?”. Michelini no percibe que más de ese 10% ya comen en las ollas populares, el conflicto social ya está instalado no le será fácil desalentar la indignación popular. Se han convertidos en bomberos que apagan llamas, pero dejan encendidas las brasas.
Con el progresismo atrapado en el trampero, los multi reaccionarios prosiguieron a paso redoblado su ofensiva contra el movimiento popular: aumentaron un 2% el IVA y las tarifas de los servicios públicos -un modo camuflado de recaudar más-, se pasó a medir por el índice medio de salarios el monto no imponible del IRPF, de costado preparan más privatizaciones en ANCAP y ANTEL y comenzaron a implementar la reforma de la seguridad social. La paralizante prudencia opositora está empedrando el camino hacia el infierno. No es posible defenderse del malón con buenos modales de liberales. Da bronca, mucha bronca.
Gabriel Molina (SUTEL) sintetizó el enojo predominante en 19 de los 50 sindicatos representados en la Mesa del PITCNT: “Me importa un carajo lo que el Frente hizo en el parlamento, porque el tema acá es mucho más profundo que la decisión que tomaron los legisladores nuestros”. Lo mismo sentían las bases de FUCVAM, FEUU y la Intersocial Feminista. Entonces, antes que la marea se hiciera tsunami, el progresismo atropelló la independencia política y finalmente la Intersocial y el Frente Amplio salieron unidos y adelante, juntando firmas contra 135 artículos. En un santiamén convirtieron más de dos tercios de la LUC en políticamente aceptables ¡milagro de milagros! “Por la forma en que se toma esta posición, pero también por el contenido que conlleva, dejó al descubierto que sobre los intereses de los trabajadores se ponen los intereses de un partido”, redondeó Lorena Lavecchia, presidenta del Sector Banca Pública de AEBU.
Estimulados por el enojo y la bronca decenas de luchadoras y luchadores sociales acudimos al llamado de las maestras en lucha contra toda la LUC. Ya somos cientos y pronto seremos miles. Son muchas las organizaciones sociales cuyas asambleas están decidiendo juntar firmas por las dos opciones: la total y la del tercio. Es un grito que dice ¡presente! “vamos a defendernos, ya lo hicimos cientos de veces, sabemos cómo hacerlo y no nos detendrán con transas moderadas”. Se proclama la voluntad de resistir a la manifiesta voluntad de la clase dominante: un acto político de doble
desobediencia: a los que quieren implantar las bases jurídicas del terrorismo y a los que transan con ellos.
No es una lucha fácil: “Gracias al terror a la pandemia, plantear salir a la calle y reunirse forma parte del ideario de ser un irresponsable. Hasta esa batalla tenemos que dar con los compañeros: que van a trabajar, pero no van a militar. Que van apilados en los ómnibus, pero no pueden ir a la plaza a tocar el tambor un sábado” agregaba
Lavecchia.
Sin embargo, es necesario darla: “No sólo porque implicará rebajas salariales, y más privatización y pérdida de soberanía. No sólo porque da el golpe de muerte a la educación, ya ninguneada sin el presupuesto necesario. El gatillo fácil, la reglamentación de piquetes sumado a las otras disposiciones de permitir la libre circulación, también es producto de 15 años de gobierno frenteamplista que sucumbió, -porque le convenía- a permitir ese discurso que, más temprano que tarde, nos llevaría a un gobierno “de mano dura”. Acá no hay inocentes, te diría”, finaliza Lavecchia la entrevista con “El Muerto”.
En el Oeste montevideano, tradición de lucha obrera y autonomía, se salió a pintar muros y rejuntar la militancia dispersa, a quebrar de hecho el “aislamiento social” respetando las medidas sanitarias. Se comienza a tender un cerco de pueblo embravecido para aislar a los dueños del Uruguay y derrotarlos, la misma estrategia que obligó la dictadura a retroceder.
Los dueños del Uruguay y su coalición multi reaccionaria comenzaron a trepar la cuesta hacia el autoritarismo… ¿culminarán nuevamente en terrorismo de Estado?
¡Alerta, compañeras y compañeros! las luchas que vendrán serán las más caborteras de la historia.

Jorge Zabalza

(recuadro): 
LOS MUROS EN LA LUCHA DE LOS PUEBLOS


El ser humano ha pintado y grabado sobre los muros desde épocas prehistóricas, para transmitir conocimientos y también como expresión de sus demandas económicas, sociales y políticas. Desde el hombre de las cavernas y sus pinturas de animales, plantas y del entorno que lo rodeaba, pasando por los muros pintados en Roma con las demandas de esclavos y plebeyos, los muros de la Revolución Francesa de “pan y muerte al rey”, a los muros pintados en el transcurso de la Revolución Rusa con la consigna de “paz, pan y trabajo”.
Los muros fueron siempre escenario de comunicación en el espacio público, construyen identidad y a través de ellos nos apropiamos de nuestro territorio y de lo público, nos ayudan a tomar conciencia de nosotros mismos, a qué clase social pertenecemos, unifican demandas y aspiraciones populares y nos llaman a la lucha social y política.
Detrás de los medios de comunicación hay clases sociales que los poseen, por ello, frente a la propiedad hegemónica de los medios audiovisuales (televisión, radios y diarios), los medios de desinformación que maneja la oligarquía, los trabajadores y sectores populares pintamos muros como forma de contrarrestar su mensaje y también como expresión de empoderamiento por los oprimidos de una zona, de un barrio, de una ciudad.
Pintar un muro es comunicar una injusticia, una demanda, que nos identifica como clase y también con una etapa de nuestra militancia, de nuestra niñez y juventud, dónde solo teníamos “Nuestros Muros”.
Es también una acción colectiva por excelencia, en una pintada se suman voluntades, se decide la consigna en forma democrática, se charla, se intercambia información, nos contamos anécdotas de viejas y viejos luchadores, de pintadas históricas y nos reímos de todo un poco.
En la dictadura era una acción en la que compartíamos riesgos, recordemos al compañero Medina que lo mataron por estar pintando un muro. No debemos olvidarnos jamás que nos disparaban y tiraban a matar.
Los militares tenían muy claro el valor de nuestros muros y también lo tiene claro la oligarquía, la derecha, no es casual que nos hayan vandalizado algunos muros que volvimos a pintar inmediatamente.
Ellos temen nuestros muros, temen al grito de guerra a las injusticias, al grito de libertad de expresión, al grito de rebeldía y al grito de que “¡no nos callarán!”.
Ellos nos quieren mudos, sumisos y obedientes, que sigamos tragándonos su televisión, sus radios y sus diarios, por ello cada muro que pintamos es mucho más que una pintada, es un símbolo de RESISTENCIA ORGANIZADA.

Hugo Ramírez






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