Cae la pobreza, aumenta la desigualdad

URUGUAY-Economía-Pobreza siguió cayendo pese a la crisis, pero creció la desigualdad


LAS PERSONAS QUE PERTENECEN A HOGARES CUYO INGRESO NO SATISFACE LAS NECESIDADES BÁSICAS SON EL 20,9% DE LA POBLACIÓN    


Pobreza siguió cayendo pese a la crisis, pero creció la desigualdad

Unas 48 mil personas dejaron de ser pobres y 13 mil abandonaron la indigencia durante 2009. Si bien se desaceleró el ritmo en el descenso del indicador, mejoró la situación de la infancia      
Durante el último año, Uruguay logró reducir la pobreza y la indigencia, pero en materia de distribución el país profundizó la brecha entre los más ricos y los que menos tienen. Si bien la crisis internacional no revirtió el proceso de mejora de los indicadores sociales de los últimos años, se desaceleró la reducción en los índices de pobreza e indigencia, y afectó de forma negativa la distribución del ingreso.
Según los datos difundidos ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE) a partir de la implementación de una nueva metodología de análisis, en el último año 47.700 uruguayos que en 2008 se encontraban en situación de pobreza, lograron acceder a un nivel de ingresos suficiente para satisfacer sus necesidades básicas. En tanto, 13.200 abandonaron su condición de indigentes.

Aun así, uno de cada cinco uruguayos –20,9% de la población total– todavía posee un nivel de ingresos por debajo de la línea de pobreza e incluso, 1,6% carece del mínimo de ingresos para satisfacer de manera básica sus necesidades alimenticias.

El indicador de pobreza se redujo en 1,5 puntos por debajo de los registros del año anterior, mientras que la desigualdad cayó cuatro décimas porcentuales.

En ambos casos, la reducción fue más moderada que en 2008, cuando la aplicación de una serie de programas sociales –extensión del Fondo Nacional de Salud (Fonasa) a menores de 18 años y ampliación de las Asignaciones Familiares, entre otros– permitió reducir de 30,5% a 22,4% la población con ingresos por debajo de la línea de pobreza, y de 3,2% a 2% la indigencia.

Niños carenciados. Si bien los datos existentes sobre la incidencia de la pobreza en los distintos tramos de edades corresponden a metodologías de análisis diferentes, llama la atención que la mejora de los indicadores sociales en el último año se haya dado únicamente en niños menores de 12 años.

De todas maneras, la infantilización de la pobreza sigue siendo un problema a nivel local, puesto que 37,8% de los niños menores de 6 años vive en hogares cuyos ingresos no alcanzan para satisfacer sus necesidades básicas.

En Montevideo, la incidencia de la pobreza en el tramo de edad inicial alcanza a 44,1% y llega a 43,7% en los niños de entre 6 y 12 años.

A partir de los 18 años, el nivel de pobreza es más bajo que en el conjunto de la población, que alcanzó su menor nivel en los mayores de 65 años, donde solo 7,4% padece una condición de pobreza.

Desigualdad. La brecha entre los hogares de menores y mayores ingresos se amplió durante el último año, desandando parte del camino recorrido hacia la equidad durante las cuatro mediciones anteriores.

El Índice de Gini, que evalúa qué tan desigual es el reparto de la riqueza en un país, se redujo de 0,46 a 0,432 entre 2004 y 2009.

El indicador se fija en función de una escala de 0 a 1, donde el 1 representa la mayor desigualdad posible –el reparto de la riqueza donde una única familia concentra 100% de los ingresos del país–, y cero la igualdad absoluta en los términos de distribución del ingreso generado (un reparto equitativo para cada hogar).
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Los que más tienen y los que menos    
Desigualdad. La brecha en el ingreso del 10% de la población más rica respecto a la más pobre se hizo más grande en el último año. La familia promedio perteneciente al decil de menores ingresos percibió en 2009 un ingreso per cápita de $ 1.343, mientras que los hogares más ricos perciben $ 36.650 por cada integrante.
Brecha.
El 10% más rico de los hogares recibe por mes 16,6 veces más ingresos que el 10% más pobre. Esa relación se hizo más amplia que en 2008, cuando alcanzó un mínimo de 15,7 veces.
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Cifras

$ 18.242
Ingreso medio de hogares
En promedio, los hogares uruguayos registraron un ingreso de 18.242.

$ 6.111
Ingreso de hogares pobres

Las familias en situación de pobreza recibieron, en promedio, un ingreso de $ 6.111 durante 2009.
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ANÁLISIS
Las dificultades de incidir en el Índice Gini
La distribución del ingreso es el resultado de la interacción económica que no es fácil de modificarNELSON FERNÁNDEZ
  
En un país en el que se hizo un plebiscito para aprobar una enmienda constitucional que dejara fijo, inamovible por ley, un porcentaje asignado al presupuesto de la enseñanza estatal, llama la atención que no se hayan juntado firmas para impulsar una reforma que establezca en la Constitución un mínimo para el Índice de Gini.
Ese indicador, creado por el estadígrafo italiano Corrado Gini, es el que mide la distribución del ingreso entre personas y familias de un país. Dicho coeficiente varía entre 0 y 1, y cuanto menor sea, significa que hay una distribución del ingreso más equitativa y cuanto mayor, o sea más cerca de 1, quiere decir que está más concentrada en menos familias. Según lo divulgado ayer por el INE, Uruguay tiene un Índice de Gini de 0,432, lo que indica que volvió a empeorar, pese a que fue el último año de un gobierno que puso el acento en la mejor distribución del ingreso (“que pague más el que gana más …”).

Comparado con países de la región, Uruguay tiene una sociedad más integrada en materia de ingresos, pero igual sigue lejos de los países con distribución más igualitaria. Un historiador económico bromeó tiempo atrás sobre la conveniencia de hacer un plebiscito que fijara la exigencia constitucional de un índice de Gini en 0,30. Pero aunque no estuviera esa obligación, un gobierno podría fijarse ese número como meta para lograr mediante políticas económicas y sociales.

El Frente Amplio llegó al gobierno con el objetivo de mejorar la distribución del ingreso. Y en el gobierno comprobó que eso es más difícil de lo que creía.

En un quinquenio de inusual bonanza económica, mejoró la calidad de vida de los uruguayos, bajó la indigencia y la pobreza. Pero la distribución del ingreso no cambió mucho (la mejora estuvo más ligada a la reforma de la salud que a otros impactos políticos).

Es fácil reclamar o exigir distribución más equitativa, pero es difícil concretarla.


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