Zabalza: Necios paralelismos

Necios paralelismos


1964. 8 de setiembre. Una vez fracasada la invasión de Bahía Cochinos, pergeñada por la CIA y los “gusanos” con el beneplácito del presidente J.F. Kennedy, el gobierno de los EEUU dio directivas a la Organización de Estados Americanos (OEA), su organismo diplomático para América Latina, que recomendara a  sus miembros romper relaciones con la Cuba Revolucionaria. El objetivo evidente era aislarla en el contexto latinoamericano y presionarla para que se apartara de la URSS.  El gobierno de México fue el único con la dignidad suficiente para reafirmar la autodeterminación de los pueblos como principio para las relaciones internacionales. El Partido Nacional, que se vanagloriaba de haber impedido en el pasado la instalación de bases militares yanquis en territorio uruguayo, tiró por la borda su orgullo y echó rodilla en tierra para subordinarse a la voluntad del gobierno imperial. El movimiento popular, por el contrario, reaccionó indignado ante la claudicación de los gobernantes y manifestó de varias maneras su solidaridad con el pueblo cubano.  Los estudiantes universitarios llenaron la Avenida 18 de Julio  y, para indicar el carácter pacífico de la protesta, hicieron una “sentada” frente a la explanada de la Universidad. Los caballos del Regimiento No. 6 de Caballería atropellaron a miles de personas, muchos heridos, más detenidos, los que pudieron corrieron a encerrarse en el edificio central de la Universidad. Una ocupación forzada. Esa noche, el ministro del interior Adolfo Tejera subió al techo del café Sportman (18 de Julio esquina Tristán Narvaja) y con un megáfono conminó a “desalojar pacíficamente” la Universidad  o, en caso de negativa, un grupo de choque tomaría el edificio por asalto. Los ocupantes hicieron una asamblea donde, en función de posturas ideológicas, unos planteaban abandonar el edificio y los otros queríamos seguir resistiendo.

1964. 12 de setiembre
Se produjo el desalojo “acordado” y a casi todos los cuatrocientos ocupantes se les tomó las huellas digitales  y los datos personales. Algunos permanecimos escondidos  hasta que los “tiras” se fueron. Cuarenta y tres personas que no pudieron acreditar su condición de estudiantes fueron detenidos y posteriormente dejados en libertad desde jefatura. El objetivo del ministro Tejera era doble, por un lado, identificar a “quienes estaban detrás de los desmanes” y, por el otro, disuadir y amedrentar, dar mucho palo para que los estudiantes supieran cuán fuerte y largo es el brazo de la ley. Sin embargo, la casi totalidad de los que ocuparon la Universidad aquella primavera del ’64, se metieron de lleno en la lucha revolucionaria desencadenada a partir de 1968. Se reencontraron en las salas de tortura y en las cárceles del pachecato y la dictadura; muchos de ellos, demasiados por supuesto, fueron asesinados y forzosamente desaparecidos. Tal vez Adolfo Tejera amedrentó a algunos pocos  pero, por el contrario, a la inmensa mayoría nos radicalizó y definió por la Revolución. Fue un verdadero tiro por la culata. Esa tarde el compañero Mario García Incháustegui,  embajador cubano en Uruguay, expulsado, subió al avión que lo llevaría a la isla de José Martí. Una multitud se concentró en la doble avenida del Aeropuerto de Carrasco. La Guardia Republicana  reprimió a sable limpio la manifestación. Más heridos, más detenidos, de la “Suiza de América” sólo quedaban los restos.

El abajo que se desperezaba...
Por muy civilizado que fuera el discurso y la bien trajeada apariencia de los gobernantes de la Unión Blanca Democrática (UBD),  cada tanto les salía la fiera del alma y sacaban policía y ejército a la calle. Por dos veces, en 1963 y 1965, impusieron medidas prontas de seguridad contra los que ponían palos en la rueda de su política económica, signada por la primer carta de intención firmada con el FMI. La intensificación del autoritarismo no amilanó  a los asalariados, que en ese 1964 de la ruptura con Cuba, organizaron su Convención Nacional de Trabajadores (CNT), convocaron el Congreso del Pueblo para definir el programa popular y el 6 de abril de 1965 estuvieron en condiciones de concretar el primer paro general organizado por la novel central sindical.
La violencia policial contra quienes protestaban por la expulsión del embajador cubano podía parecer desproporcionada pero, en realidad, al reprimir a los manifestantes, el gobierno estaba peleando con un temido fantasma, la posibilidad remota de una insurrección popular como la que derrotó la tiranía de Batista en Cuba. Reprimían más lo que imaginaban que lo que ocurría delante de sus ojos. Insuficientes para sostener la vía pacífica de dominación, los amortiguadores batllistas empezaron a crujir y a dejar entrever que, en el fondo, la función natural de la democracia burguesa es asegurar libertades y derechos de unos pocos negando derechos y libertades a las grandes mayorías populares.
El error de estrategia
Cinco años antes que Jorge Pacheco Areco emprendiera su escalada de violencia, el gobierno del Partido Nacional dejó de utilizar los espacios de negociación (el ministerio de trabajo y el parlamento), y recurrió cada vez con más frecuencia a la jefatura de policía y los cuarteles del interior; al echar mano a los uniformados, las balas de goma y las medidas de seguridad estaban caminando el camino del infierno. Cuando se opta por la represión se está eligiendo el camino que, más tarde o más temprano, desemboca en el terrorismo de Estado, tal vez no fueran conscientes,  pero lo real es que el Partido Nacional encendió el motor de arranque. Es imposible  evitar que las desocupaciones violentas y los chorros de agua no enseñen a deletrear el abecedario de la resistencia. Al atacar con denuedo a “los que están detrás del asunto”, suponiendo que esos malvados llevaran del cabresto al resto, inocentes que no saben lo que hacen, todo lo que se mueve socialmente se vuelve sospechoso y todo es objeto de persecución. El muro de “carachatas” uniformados, disfrazados de marcianos, disparando gases lacrimógenos y “munición no letal” fue  el instrumento más eficaz para crear la bronca y avivar la comprensión política de los golpeados, maltratados y encarcelados.
La responsabilidad por el terrorismo de Estado es extensiva a los gobiernos previos al pachequismo,  que cometieron el error garrafal de dar palos para desalentar revoluciones.  No habían leído a Bertolt Brecht  y empezaron por reprimir a unos, después a otros y finalmente desde 1973 no dejaron títere con cabeza. En lugar de desalentar la lucha, la represión provoca bronca y movilizaciones en repudio. Desde la expropiación de los fusiles del Tiro Suizo en 1963, Raúl Sendic había pasado a luchar desde la clandestinidad, pero la gente seguía creyendo que elecciones y parlamento eran instituciones válidas, que votando cada cuatro años podía cambiar su condición social. Más allá de los avances en organización y en definiciones políticas que se lograron entre 1963 y 1968, el MLN (T) no dejaba de ser un grupo muy pequeño. El crecimiento de los movimientos guerrilleros y del MLN (T) en particular, vino de la mano de la masividad de la represión pachequista que castigaba a todos para perseguir a unos pocos, el régimen de Pacheco  creó el clima propicio al desarrollo de la conciencia revolucionaria al poner punto final al Uruguay Batllista. La bestialidad de los represores es la mejor propaganda revolucionaria.

El país del olvido y el perdón

El semanario BÚSQUEDA (No.1656 del 29 de marzo del 2012) informó sobre la ocupación del Liceo No. 70 por los padres, profesores y estudiantes. No reclamaban nada fuera de lugar, apenas algo mejor que contenedores como salones de clase y que se arreglaran los baños. El gobierno renunció a la paciencia y mandó un comisario a “negociar”. “El desalojo del liceo se produjo en forma pacífica luego de que un comisario ingresara la lugar y comunicara a los ocupantes que si no salían ingresaría un grupo de choque”. Cuesta  entender que se califique de “pacífica” una desocupación realizada bajo amenaza de intervención por un grupo de choque policial. Más adelante continúa BÚSQUEDA:  “Disparando ‘munición no letal’ la policía desalojó a los manifestantes golpeando a varios de ellos con palos. Además de tres camiones había motos Puma en las inmediaciones y una tanqueta blindada rusa que la policía adquirió recientemente para emplear en operaciones tácticas. Es igual a los vehículos que las fuerzas especiales brasileñas usan para ingresar a las favelas”
El ministro de todas los policías, Eduardo Bonomi, afirmó a través de los informativos televisados que “no hubo mucha represión”, expresión que admite que se reprimió en los accesos a Montevideo. Para Bonomi fue una especie de “operación quirúrgica”, aséptica y con bisturí, como las de la fuerza aérea estadounidense, pero sus balas de goma, de 90 gramos de peso, pueden lastimar y hasta sacarle un ojo a la víctima. Por las dudas a la vuelta de la esquina apostaron la “pesada”... cualquier observador desprevenido  puede pensar que el ministerio del interior se sale de la vaina por dar palos.
Se podía haber hecho un esfuerzo mayor para encontrar un camino de salida que evitara la acción policial,  podían haber concurrido parlamentarios (¿para qué sirven si no es para eso?), el viceministro de Educación y Cultura o, incluso el ministro Ehrlich, si se quería poner todos los medios al servicio del diálogo. No se hizo así y  se prefirió enviar un comisario antes que agotar el diálogo con los padres y trabajadores. Se los ignoró porque el presidente supuso que “alguien” estaba detrás del reclamo, no podía creer que sus vecinos del Cerro, que lo votaron a él, se cansaran de ver las condiciones en que sus hijos están obligados a estudiar y le pusieran un palo en la rueda. En realidad, para dejarlos conformes bastaría con asignar un millón de dólares más por día a la educación... aunque para ello hubiera que quitárselos a esas fuerzas armadas culpables de tantos crímenes. Por supuesto el progresismo rechaza de plano posibilidades tan concretas -¡que sería de un gobierno sin milicos! – y por eso, para resolver el problema de la educación el presidente puso toda su carne en el asador del acuerdo “multipartidario”...  que no se sabe muy bien para qué diablos servirá, pero que el gobierno lo exhibe como un triunfo. Se enorgullece de su espíritu abierto al diálogo y la negociación y en ese sentido exhibe varios éxitos rotundos, como el acuerdo con los intendentes blancos y colorados para aprobar la ley de patente única de rodados.  ¡Cuán paciente fue el presidente con los generales que se resistían a concurrir al parlamento el 21 de marzo para cumplir con la condena impuesta por la Corte Interamericana! La imagen es que se dialoga con todos y con todas, con los empresarios argentinos, con el asesino de Nibia Sabalzagaray... hasta con las “damas de blanco” se dialoga. Sin embargo, está claro que Mujica tiene serias dificultades para entablar el diálogo con Ney Thedy, el “peludo” de la generación de Raúl Sendic. Aunque gusta exhibir su veta humanista con los pobres “viejitos” presos por asesinar, desaparecer y torturar, no ha mostrado el mismo talante hacia el  veterano colono de 70 años a quien expulsó de la tierra con cien coraceros. Sufre de asimetrismo,  está predispuesto a dialogar con la derecha y con el arriba pero algo en su cabeza le impide hacerlo hacia abajo y a la izquierda.
Se puede percibir que el gobierno es proclive a usar la fuerza policial. ¿El gobierno de Mujica opta por la coerción y la represión a quienes reclaman por sus derechos? No, no puede ser, nadie puede creerlo, es puro subjetivismo de los “radicales”, pero sin embargo ¿para qué están comprando armas, blindados y otros chiches?, ¿quién podía creer que Mujica atacara a la jueza Mariana Motta que está comprometida con la verdad y la justicia?. La intensidad de la violencia represiva no puede graduarse, no hay mucha o poca represión... es represión nomás, como no hay tortura leve o dura, es tortura a secas. Si el presidente continúa recurriendo al aparato represivo para quitar los palos de su rueda, se irá diluyendo la imagen de guerrillero que puso su vida en juego por las clases populares y  la gente entrará a darse cuenta del contenido real de su proyecto político, habrá más desengaño y más decepción, se multiplicarán los indignados con las actitudes del gobierno y... las consecuencias no serán obra de una conspiración de la “izquierda infantil” sino de las propias incoherencias y contradicciones del gobierno. Al parecer está emprendiendo el mismo camino que tomaron los gobiernos y los partidos políticos en los años previos al autoritarismo ilegítimo de Jorge Pacheco Areco. Es mucha responsabilidad la que está asumiendo este elenco de ex-guerrilleros devenidos gobernantes en el Uruguay. Por supuesto que estos paralelismos son necios... pero, la realidad es dura  A pesar de que se dio cumplimiento a la sentencia internacional, se está construyendo el país del olvido y el perdón, se abren espacios a las cada vez más frecuentes apariciones públicas de los altos mandos dando su visión y sus opiniones reaccionarias. 
No me hagan caso, estodo puro subjetivismo, rencor y envidia.

Jorge Zabalza



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