INGRATA TAREA - Jorge Zabalza

INGRATA TAREA


Herido y prisionero en Vallegrande, la actitud de Ernesto Ché Guevara frente a los verdugos fue paradigmática. Dejó sentado, para la mejor historia, hasta dónde el revolucionario puede llevar su compromiso ético y moral, en especial cuando se reviste el carácter de dirigente de la Revolución. Nadie puede exigir a nadie que se comporte como el Ché Guevara, pero, sin embargo, su comportamiento era el esperado en quienes asumieron la responsabilidad política de convocar a hacer una revolución.
Más allá y más acá de los Andes, de norte a sur, tras los pasos de
Guevara, decenas de miles empuñaron las armas y cultivaron con esmero los valores, principios y sentimientos que promovió. Nadie imaginaba colaborar con el torturador, la idea dominante era resistir y afrontar las consecuencias. Sin embargo, no alcanzaba con pegar el poster del Ché con la fotografía tomada por Korda (Alberto Díaz): era necesario reafirmar con hechos lo proclamado con la palabra.
Las diferentes vertientes del pensamiento revolucionario latinoamericano de los 60, y los tupamaros en particular, hicieron una bandera de la coherencia entre el decir y el hacer. Era el imaginario del 68, el de Susana Pintos, Hugo de los Santos y Julio Spósito, de todas y todos los que se jugaron la vida simplemente saliendo a la calle a protestar contra el pachecato. En otro plano de la lucha, Jorge Salerno, Alfredo Cultelli y Ricardo Zabalza tuvieron la oportunidad de demostrar su consecuencia al dar la vida por sus convicciones.
Edison Marín, Elena Quinteros, Gerardo Alter, Nibia Sabalsagaray, Nelson Berreta y decenas de heroínas y héroes que se hicieron matar por sus torturadores antes de contradecir los principios de la ética guevarista.

Treinta años después de la retirada a los cuarteles – los torturadores ya se habían asegurado la impunidad- 28 compañeras tuvieron el coraje de emplazar a quienes tomaron sus cuerpos como botín de guerra. Continúa viva la dignidad.
“Soy Rufo y no me entrego”: la actitud de Raúl Sendic Antonaccio al ser detenido, mantenida luego en los interrogatorios y en los calabozos cuarteleros, era lo esperable en quienes se habían atrevido a enfrentar el sistema para transformarlo. Raúl se exigió a sí mismo, y hasta el fin, la conducta que reclamaba a quienes lo acompañaron es su peripecia.
Muy difícil saber de antemano cómo será la reacción del torturado al pisar las fronteras del abismo; sus reacciones pertenecen a las regiones más oscuras del espíritu humano. Son misteriosas, imprevisibles. No cabe juzgar desde el Olimpo de la moral a quienes cedieron ante el ejercicio desmedido de poder de personajes sin límites morales. En este presente de imposibles y resignación, cuando los que se rindieron sin condiciones son venerados por su pragmatismo, es natural que actitudes como la de
Guevara y de Raúl parezcan “demodée” o fuera de lugar. Hoy se aplaude la “viveza criolla” de los que saben “negociar” y llegar a “acuerdos” con los criminales de lesa humanidad.

Las declaraciones adjuntas de Eleuterio Fernández Huidobro y Mauricio Rosencof fueron registradas por los servicios militares de inteligencia y figuran en el “Archivo Berruti” 1 . Manos compañeras me hicieron llegar esos documentos, que muchas y muchos ya conocen y que su contenido permite inferir que son auténticos. De todas maneras, el “Archivo Berruti” está abierto a curiosos y desconfiados que quieran conocerlos de primera
mano.
En esos días, aunque los presos no podíamos saberlo, Alberto Iglesias, Arapey Cabrera y Carlitos Medina, queridos tupamaros que habían eludido la gran cacería de 1972, estaban en Santiago de Chile, dos de ellos en el Estadio Nacional y el tercero refugiado en una embajada. ¿Qué necesidad había de denunciarlos como posibles autores de unos atentados a realizar? ¿No era enviarlos directamente a la muerte? Espantosa irresponsabilidad.
¿Qué necesidad de ofrecerse como intermediario ante lo que sobrevivía de organizado del MLN, para que se entregaran a las FFAA? ¿cómo confiar en las promesas de los terroristas que dieron el golpe de Estado. Anticipo del trágico error en Colombia.
¿Qué necesidad de revelar gratuitamente el método de codificación con el Nuevo Testamento? ¿Qué necesidad de entregar los berretines que eran la base del funcionamiento clandestino de los presos políticos?
Aun indignado, las dudas y titubeos me asaltaron, se trata de personas que quise mucho, que sufrieron mucho, cuyas debilidades uno tiende a disculpar. Es fácil justificarlas, porque es humano que el torturado quiera sobrevivir a cualquier precio. Sin embargo, en 1985, una vez fuera del alcance del torturador, ¿por qué no pudieron blanquear sus debilidades, actitud que hubiera sido cabalmente comprendida? Resulta difícil disculpar tanto disimulo e hipocresía para con los propios y, en la medida que estuve ahí, en el mismo canasto, no puedo evitar el sentirme corresponsable.


1 Reafirman las sospechas de “Carne Podrida”, artículo de mi autoría publicado en abril del 2009.
http://elmuertoquehabla.blogspot.com/2009/04/carne-podrida_20.html

Las declaraciones están fechadas a principios de octubre de 1973, a un mes escaso del día en que nueve de nosotros fuimos tomados como rehenes para iniciar un largo periplo del aislamiento. De manera que se puede presumir que el “derrumbe” de quienes aportaron la información fue demasiado rápido, indica cierta predisposición a colaborar, elemento que explica comportamientos, acuerdos y discursos muy actuales.

¿Cuánto de esa predisposición existe en las formas sutiles de consentir la impunidad? ¿Cuánto de ella hay en algunos relatos que el mundo acepta por verosímiles? Callar implica complicidad en las mistificaciones. Es preciso divulgar la información, que cada uno y cada una haga sus propios juicios de valor. Algunos seguirán ciegos y sordos, a otras la invadirás la tristeza y la decepción. Tarea ingrata la de pinchar globos.
Se puede inducir que el fracaso de las experiencias revolucionarias se debió a las defecciones de algunos personajes importantes. Falsa
impresión. La derrota fue, sobre todo, producto de la ceguera, de articular estructuras en base al obedezco sin pensar y mando sin control, formas organizativas que levantaron un muro entre el movimiento popular y los revolucionarios, que favorecieron el militarismo enceguecido. Las defecciones fueron apenas una expresión, muy puntual, de las razones de fondo de las derrotas del siglo XX.

Jorge Zabalza

Ver:
http://zurdatupa.blogspot.com/2020/05/ingrata-tarea.html



 ANEXO 3

…- (FERNANDEZ HUIDOBRO) propuso como base de acuerdo Fuerzas Armadas al señor Director del S.I.D. lo siguiente:
A.  (ilegible)
1.   Desmantelamiento del Aparato Militar del MLN entregando, armas, berretines, locales e infraestructura.
2.   Presentación de los Clandestinos y requeridos con garantía de su seguridad física.
3.   Liberación de los presos del M.L.N. en forma escalonada con una reducción de la pena (esto a estudiar en cada caso)
4.   Solicitan: cesen las actividades anti-subversivas y una declaración de los señores Comandantes en Jefe llamando a una pacificación general con enunciado de los puntos mencionados.
En el caso de condenas prolongadas se cumplirían en chacras o granjas militares o en Entes Estatales (ejemplo terminal pesquera del SO.Y.P)
5.   Consideraciones sobre el método para realizarlas y expuestos por el declarante:
-Proposición de las bases a RAUL SENDIC directamente.
-Integrantes antiguos del M.L.N. que estima HUIDOBRO que estarán de acuerdo: ENGLER GODOGCHENKO (OCTAVIO), WASSEM ALANIS, ROSSENCOF, MUJICA CORDANO.
-Integrante M.L.N. convencibles: MARENALES SAENZ Y MANERA LLUVERAS.
-Hombre clave SENDIC (ZABALZA adopta línea de éste). Propone realización de una reunión con todos los jefes actualmente presos.

6. Propuso la forma de hacer llegar lo resuelto a los jefes del    M.L.N. prófugos, el declarante ofrece un contacto en Buenos Aires con LUCAS MANSILLA, presumiblemente jefe actual del M.L.N. Este contacto se haría por intermedio de ETTORE PIERRI (conocido del Tte. MENDEZ) o de cualquier otra persona de confianza del M.L.N. y las FF.AA., quien llevaría una carta de él a MANSILLA.

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