Testimonio de una hija de preso político

 Testimonio de una hija de preso político




Marina Weinberger
"Me sumo a la memoria Recién escuche el testimonio de una compañera que pasó su niñez lejos de sus padres presos. Sin memoria no podemos construir el presente. Esos pobre ancianitos que en estos tiempos defiende un senador de la república, son los que asesinaron y mataron. Los que se hacen cargo con un cinismo increíble de la tortura sistemática en complicidad con sus colegas del plan Cóndor. Pienso entonces que debo dar testimonio, aunque nadie me lo pida. Mi padre, Ismael Weinberger estuvo preso durante ocho años desde aquel siniestro 1976. Yo tenía 19 años y me casaba al otro día.
Por eso papá se quedó a dormir en casa esa noche.
Se llevaron a un hombre bueno, a un periodista revolucionario que nunca tuvo un arma más que sus palabras.
Un año entero desaparecido; lo buscamos por todos los cuarteles. Lo primero que nos mandaron fue la ropa en jirones con la que lo arrancaron de nuestra casa. Tenía 47 años y se entregó en cuerpo y alma en la lucha contra la dictadura. Después del cuartel de “La Paloma” donde la tortura seguía una rutina, lo pasaron al Penal de Libertad aunque parezca una burla su nombre.
Allí lo visitamos ocho años cada 15días a través de un vidrio con teléfono.
No creo en la guerra de los demonios.
Mi padre fue un trabajador incansable, también mamá trabajando en dos escuelas de maestra. Con mi hermano chico a cargo no dejó ni una vez faltar aquella bolsa de plastillera odiosa con el 2211 bordado por ella con punto “cadenita”, donde le llevaba lo que se permitía y lo que no, siempre intentaba.
No te olvides le pedía papá, del tabaco para los compañeros que fuman.
Se le partió el corazón a los 64 años, pero su memoria y su risa siempre nos va a acompañar
¿Como algunos quieren olvidar y borrar la historia? Esta que se hizo con sangre de los que permitieron que ahora estemos disfrutando de esta Libertad para elegir,que manifiesta el presidente.
Porque esta solidaridad a la que se alude en época de pandemia se debe también a nuestros hijos. A los jóvenes que fueron educados sin odio, sin rencores, pero con la esperanza,la memoria de padres y madres, abuelos y abuelas, hijas, hijos, hermanas y hermanos; compañeras y compañeros, que seguimos buscando justicia.

Ni uno sólo de estos asesinos recibió agresión alguna.
Ni ellos ni sus familias.

Nadie salió a hacer justicia por su cuenta.
Creo que fue porque crecieron con el anhelo de un mundo mejor. A pesar de los pesares se los entregaba temblando a soldados que los llevaban cada seis meses a ver a su abuelo en el patio del penal. Mis niños que ahora son adultos siguen transmitiendo los cuentos a sus hijos, que les contaba el abuelo. Ismael, como se llama el más pequeño de mis nietosque mañana cumple sus felices seis años. en un corazón que nos mandó papá recortado en papel higiénico en el bolsillo de sus harapos, dice Änimo, no me olviden!!!!

Nunca te olvidaremos!
memoria verdad y justicia"

1 comentario:

  1. Estas historias son la que nos hacen comprender y reconocer lo que ha pasado nuestro pueblo, sin el famoso " FIERRO en la cintura" que algunos viejos ( POCOS), hacen alaracas y despuès hablan de que nos les gusta que eseos viejitos estèn presos y no mueven ni un dedo por esos militantes que desaparecieron sin Fierro alguno,MÀS DEL QUE LOS MILICOS HIJOS .....P, le metieron en su cuerpo.

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