Derribar el muro de Belén

Derribar el muro de Belén
Foto de Héctor Rodríguez Cacheiro

Librar Belén del muro

Allí en el pago de los pastores entre los bosquecillos de olivos y los árboles de almendros en flor se conoció el mensaje de que un redentor había nacido en un establo humilde que pasó a ser el centro del cristianismo y del mensaje del valor inaudito del ser humano que se vuelve receptáculo de Dios.
En todas las congregaciones de las iglesias cristianas se proclama la paz de la Navidad. Empero, los establos navideños han sido cambiados en algunas partes del mundo.
En un establo de madera de olivo en la zona de Belén se ha visto un muro separando a los Tres Reyes Magos de Jesús.
De esta manera se quiere recordar al Belén de hoy en día que es el centro de uno de los mayores conflictos contemporáneos.
En Belén se mancilla el valor del ser humano en forma cotidiana. Del terreno floreciente de los pastores queda un 13 % que es accesible para los 175.000 palestinos que viven en la zona. Las retroexcavadoras han destruido los montes de olivos y los árboles de almendros han sido arrasados para dejar lugar para los asentamientos israelíes. Dos tercios de la zona de Belén están controlados por 19 asentamientos ilegales donde viven cerca de 86.000 israelíes ocupantes.
A través de la ciudad nativa de Jesús atraviesa un muro de cemento que es en algunas de sus partes tres veces más alto que el muro de Berlín.
Se trazan autopistas a través de tierra palestina, pero que sólo los israelíes tienen derecho a traficar.
Todo esto sucede en colisión con el derecho de los pueblos y los derechos humanos que se generan justamente en el mensaje de amor de que se trata la Navidad.
En mayo el órgano de las Naciones Unidas OCHA produjo un informe sobre la situación de Belén. A causa del muro, los asentamientos y la construcción de carreteras israelíes la ciudad ha quedado cada vez más aislada. Los habitantes palestinos son impedidos de llegar a sus cultivos y reservas de agua. Nuevas reglas administrativas les obstruyen  de trasladarse fuera de la ciudad.
No es mucha la distancia entre Belén y Jerusalén pero la complicación de los pasajes de frontera y los así llamados “check points” pueden transformar un viaje que normalmente llevaría media hora en una penosa peregrinación de un día entero. En la gran estación de frontera de Gilo los palestinos son obligados a veces a hacer una cola de más de tres horas. Mantener una vida cotidiana con trabajo y/o asistencia a estudios se vuelve naturalmente casi imposible.
 El agua es un gran problema para todos los habitantes palestinos de Cisjordania. Israel se ha apropiado de los recursos hídricos y ha establecido un sistema centralizado de suministro de agua.
El Banco Mundial critica a Israel en un informe que demuestra que la empresa estatal israelí de suministro de agua Mekorot bombea más del 50 por ciento más de la zona de lo que alguna vez permitió el tratado de Oslo. Los 450.000 ocupantes israelíes usan considerablemente más agua que los 2 millones 300 mil palestinos que viven en la misma área.
Todos los que viajan por esta zona pueden ver los jardines florecientes y las piscinas repletas de los ocupantes israelíes mientras que el suelo palestino está rajado por la sequía.

Cerca de 200.000 palestinos en Cisjordania carecen de agua corriente y son dependientes de camiones-tanque. Este sistema es caro y se lleva cerca del 20 por ciento del presupuesto familiar. Las enfermedades trasmitidas por el agua aumentan y las consecuencias ecológicas son importantes.
Mantengamos la porfiada esperanza durante esta Navidad de que el mensaje de un amor que vence el miedo despeje la oscuridad y derribe este muro de apartheid.



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