Los cultivos de soya aumentan el cáncer


Material gráfico de Héctor Rodríguez Cacheiro

La leche y la carne del primer mundo causan estragos en América Latina
La soya que alimenta a los vacunos en Europa causa graves problemas ecológicos en los países que la cultivan
La leche y la carne que se consume en Europa parecen productos naturales y frescos. Sin embargo están
produciendo enormes daños sobre los seres humanos y sobre el medio ambiente por ejemplo en Sudamérica, donde se cultiva la soya que sirve de alimento al ganado europeo.
Los grupos de apoyo a América Latina y las organizaciones ecológicas europeas estando mostrando los graves problemas ambientales que causan los grandes cultivos de  esta leguminosa.
La rápida expansión de los cultivos de soya en América del Sur implican además que los habitantes locales y los pequeños campesinos sean alejados de sus lugares de origen y que las fumigaciones peligrosas para la salud y el medio ambiente se viertan en los cursos de agua produciendo el aumento de los casos de cáncer, envenenamiento y alergias graves de los cultivadores.
La mayor parte de la soya que se importa por los países europeos es usada como alimento para los vacunos, los cerdos y pollos. Esta soya es una fuente barata de proteínas que permite crecer bien a los animales domésticos.
Desde que las proteínas de origen animal fueron prohibidas a causa de la “enfermedad de la vaca loca” ha aumentado el uso de la soya en Europa, con la consiguiente expansión de sus plantaciones en Sudamérica, que hemos visto naturalmente también en Uruguay. En el Paraguay este cereal insume el 40% del total de la tierra utilizada para cultivos de exportación, en Argentina las plantaciones de soya abarcan más de la mitad de la superficie cultivable y en Brasil han aumentado los cultivos el 200% , con una superficie total mucho mayor que la del Uruguay entero. Simultáneamente con la expansión incontrolada de estos cultivos luchan los campesinos sin tierra y la población local desesperadamente, sin posibilidades de  obtener una vida digna, cultivar para su sustento y asegurar el futuro para generaciones posteriores. Además se dañan recursos naturales de nuestra región.
La industria de la soya y de la carne vacuna da grandes ingresos por su exportación, pero sin embargo la mayor parte de esta torta va a parar a los bolsillos de pocos privilegiados. De lo que no se habla es del oscuro trasfondo de estos negocios. La transformación de la agricultura ha llevado a que las personas hayan sido empujadas hacia fuera y  desalojadas con los consiguientes violentos y dolorosos conflictos como consecuencia inevitable. Tanto en Brasil como en Paraguay los campesinos sin tierra han sido muertos y torturados  los últimos años a causa de su resistencia.
El sociólogo paraguayo Tomás Palau expresa aun que el campo se ha paramilitarizado por los cultivadores de soya y el estado, con el propósito de reducir a los pequeños agricultores y a los asalariados rurales que exigen una reforma agraria. Las grandes empresas y los productores de carne europeos son colocados antes que la propia población local.
Detrás de la gran mayoría de los productores de soya se encuentran gigantes multinacionales como Monsanto, Cargill y Bunge. En Paraguay Monsanto tiene un monopolio virtual de las semillas por medio de haber logrado una variante modificada genéticamente que es resistente a los pesticidas que se fumigan sobre los cultivos a los efectos de combatir los insectos dañinos y las malezas. Y además, la empresa que fabrica los propios pesticidas y herbicidas es la propia Monsanto.
El cáncer aumenta
Investigadores brasileños informan que los casos de cáncer aumentan. Muchos de estos plaguicidas y herbicidas están prohibidos en Europa, pese a lo cual se usan en Sudamérica, tales como paracuat, endosulfano y otros. En Paraguay los cultivadores de soya han sido acusados durante los últimos años por una serie de muertes. Las personas que viven cerca de los cultivos han sido de pronto fumigados con plaguicidas destinados a las plantas. También en hay muchos casos de  enfermedad y hasta muerte por haber bebido agua o comido alimentos contaminados.
Aparte de estos efectos directos las poblaciones locales se ven afectadas porque la expansión de los cultivos ha determinado que zonas naturales importantes desaparezcan. Los cultivadores de soya en Brasil compran tierras de los ganaderos que a su vez tienden a llevar sus ganados a las tierras más baratas de la Amazonia, cuyos árboles deben entonces ser eliminados. Según observadores suecos los cultivos de soya y la ganadería son los principales responsables de la deforestación de la Amazonia.
La selva amazónica
La selva amazónica contiene una invalorable variedad biológica y representa un entorno de vida para muchos aborígenes, aparte de ligar enormes cantidades de carbono y es, por lo tanto, de importancia vital para la supervivencia de la tierra entera. De acuerdo con cálculos del Instituto de los Recursos Mundiales la tala de la Amazonia liberaría aproximadamente 50 veces más de lo que produce todo EEUU por año. Aun así los consumidores europeos permiten que la necesidad de alimento barato de los productores de carne y leche contribuyan a que la selva amazónica y otros sistemas ecológicos únicos como la sabana sean destruidos.
No creemos que verdaderamente los consumidores del primer mundo sean conscientes de este desarrollo, en particular del sufrimiento de la población autóctona. De lo contrario seguramente con una disminución drástica del consumo de carne podrían influir sobre los productores e impedir que los vacunos europeos colonicen América del Sur, tal como lo hicieron sus tropas hace mucho tiempo. Pero somos nosotros los que debemos tomar nuestro destino en nuestras manos y controlar las plantaciones de soya en nuestro país y en nuestra América y el uso de fertilizantes y plaguicidas peligrosos.

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