Roger Rodríguez: Julio Castro: hombre encontrado

Julio Castro: Hombre Encontrado


Fue desaparecido por la dictadura. Se inventó que había viajado en avión a Buenos Aires. Se pidió su búsqueda a Interpool. La mentira se mantuvo en democracia. El caso quedó en contienda de competencias y luego fue amparado en la ley de caducidad. Ramela le dijo a la familia que el cuerpo nunca sería encontrado. La Policía mintió en su investigación oficial. También los informes del Ejército dijeron falsamente que sus restos habían sido incinerados... Pero, finalmente, Julio Castro fue encontrado.

ROGER RODRIGUEZ
rogerrodriguez@adinet.com.uy


El abogado Carlos Ramela Regules se dirigió a los familiares de Julio Castro y en tono confesional les dijo: “Hay dos cuerpos que nunca vamos a encontrar. El de Elena Quinteros y el de Julio Castro”. La aseveración del integrante de la Comisión para la Paz no era oficial, pero imponía a la familia del maestro que el Estado uruguayo consideraba imposible saber el destino del reconocido periodista que había desaparecido en 1977 por un operativo del Servicio de Información y Defensa (SID).

Lo imposible para aquel vocero del Estado, y lo que probablemente se deseaba que fuera imposible por parte de los represores de la dictadura, se hizo sin embargo posible. El cuerpo que debajo de un zapato encontró el pasado 21 de octubre el equipo de antropólogos que encabezaba el profesor José López Mazz en el Batallón de Paracaidistas Nº 14, cercano a la ciudad de Toledo, fue confirmado ayer como perteneciente al maestro y periodista Julio Castro.

La información comenzó a trascender en la mañana de ayer, cuando los familiares de varios desaparecidos comenzaron a ser llamados telefónicamente por autoridades del gobierno para advertirles que el cuerpo del Batallón 14 no correspondía a su caso. Luego del mediodía el juez penal de 2º turno, Pedro Salazar, se dio por enterado del informe identificatorio que indicaba que los exámenes de ADN coincidían con las muestras familiares del maestro. Salazar derivó la información a la jueza Mariana Motta, a cargo del caso de desaparición de Julio Castro.

La confirmación de la identidad de Julio Castro en el estudio de los restos óseos encontrados en la llamada “Zona 3” de las excavaciones en el Batallón 14, al norte del arroyo Meirelles, implica también un total desmentido al informe oficial que el Ejército entregó al presidente Tabaré Vázquez el 8 de agosto de 2005. En su documento sobre los desaparecidos, los militares afirmaron que Julio Castro había sido enterrado, exhumado, incinerado y sus cenizas esparcidas en la zona. Pese a los muchos intentos por mantenerlo desaparecido, Julio Castro fue finalmente encontrado.

EL OPERATIVO DE LA MENTIRA

Julio Gerardo Castro Pérez, tenía 68 años de edad, aquel primero de agosto de 1977, cuando fue secuestrado en Francisco Llambí y Avenida Rivera, luego de visitar a sus amigos Efraín Quesada y el capitán de navío Oscar Lebel. Julio Castro estaba jubilado como docente y era redactor responsable de la clausurada revista Marcha. Los tres intentaban en forma clandestina ayudar a otros uruguayos que debían salir del país por razones de seguridad. Castro habría sido víctima de una denominada Operación Pecera orquestada entre el Servicio de Información y Defensa (SID) y la Oficina Coordinadora de Operaciones Antisubersivas (OCOA).

En 1985, ocho años después de su desaparición, el ex agente Julio César Barboza admitió en una conferencia de prensa convocada por Serpaj, que aquel día había participado en el secuestro de Julio Castro por orden del oficial principal Juan Ricardo Zabala. Barboza admitió entonces que el maestro fue llevado a un centro clandestino de torturas conocido como La Casona, ubicada en Avenida Millán casi Loreto. Allí fue testigo de la tortura sufrida por Castro el ciudadano brasileño Flavio Tabárez, también periodista, que había sido detenido y tras someterlo a apremios fue expulsado del Uruguay. Tabárez escuchó los lamentos de “el veterano” que era torturado a su lado. “¿Sos algo de Fidel?... Sí, claro que sos”, le decía el torturador identificado como 'Julio César'.·

El ocultamiento de la desaparición de Julio Castro y su muerte por torturas implicó todo un operativo mediático de la dictadura que fue sometida a una gran presión internacional. En la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII) se encontraron archivos que demuestran una falsa indagatoria, que incluyó la publicación en el diario El País (4 de octubre) de un comunicado de prensa donde se afirmaba que Julio Castro había abandonado Uruguay el 22 de setiembre en el vuelo 159 de Pluna, con destino a Buenos Aires. Agregaba que la camioneta Indio, matrícula 129-024 de Montevideo, no había sido encontrada.

La farsa de su salida del país fue rápidamente desmentida. En aquel vuelo de Pluna viajaba el periodista Ruben Cotelo (padre del colega Emiliano Cotelo), quien recorrió el avión para saludar a su amigo Julio Castro y constató que no había viajado. La mentira oficial se sostuvo durante años ante organismos internacionales de derechos humanos. Incluso la dictadura argentina llegó a elaborar un documento falso sobre el tema en el marco de la coordinación represiva de la región. Se llegó a procurar su búsqueda internacional a través de Interpool.


DESAPARECER EN DEMOCRACIA

Tras la reinstitucionalización del país, la familia de Julio Castro presentó el 28 de junio de 1985 una denuncia ante el juzgado penal de primera instancia. El caso, como otros, derivó en una larga contienda de competencia entre la justicia penal y la justicia militar, y cuando la Suprema Corte de Justicia otorgó jurisdicción a la juzgado civil, la causa quedó amparada en la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado por decisión del presidente Julio María Sanguinetti. Julio Castro volvió a desaparecer en democracia.

Durante varios años el caso estuvo en manos del juez Jorge Ruibal Pino (actualmente integrante de la Suprema Corte de Justicia) quien no lograba una confirmación de una decisión presidencial que recién fue oficialmente confirmada en setiembre de 1989. Se dispuso entonces la investigación del caso, establecida en el artículo 4º de la Ley 15.848. La indagación la hizo la Jefatura de Policía en 17 días. Concluyó, igual que la dictadura, que Julio Castro había volado en Pluna a Argentina. Una mentira más del Estado.

El caso volvió a ser investigado con la formación de la Comisión para la Paz por parte del presidente Jorge Batlle. Fue el 26 de febrero de 2003 que en presencia del abogado Gonzálo Fernández y del arzobispo de Montevideo, Nicolás Cotugno, el secretario presidencial Ramela Regules dijo a los familiares que todos los desaparecidos estaban muertos y que los cuerpos de Julio Castro y Elena Quinteros nunca serían encontrados. Sin embargo, en el informe oficial de la Comipaz se concluía que el maestro había sido secuestrado, trasladado a la casona de Millán y sus restos, enterrados en el Batallón 14, habían sido exhumados, incinerados y arrojados al Río de la Plata. Otra mentira oficial.

La familia de Julio Castro inició entonces una causa contra el Estado ante el juzgado de lo Contencioso Administrativo. Los abogados del Ministerio de Defensa Nacional -cartera encabezada en ese momento por Yamandú Fau- volvieron a interponer la hipótesis de que Castro estaba en el exterior. Las trabas y chicanas jurídicas se mantuvieron durante años. Incluso durante la presidencia de Tabaré Vázquez, con la doctora Azucena Berrutti en el Ministerio de Defensa, los abogados del ministerio siguieron manteniendo la tesis de que el maestro había viajado a Argentina por Pluna. Finalmente, se adjudicó razón a los denunciantes que sólo pudieron indagar el caso por la vía administrativa.

El pronunciamiento del Contencioso dio los elementos para que la causa fuera planteada de nuevo ante la justicia penal. El caso fue excluido de la ley de caducidad por el gobierno del Frente Amplio y derivó al juzgado penal a cargo de la causa. Sin embargo, es en el marco de la indagatoria sobre el Caso Gelman y por orden del juez Pedro Salazar que se realizaron las excavaciones en el Batallón 14, en las que se encontraron los restos que ayer se confirmaron como los de Julio Castro. En la zona de Toledo había un dato que se manejaba con insistencia: el zapato de aquel cuerpo de un desaparecido, apuntaba hacia una Escuela cercana.


Ejemplo

El floridense Julio Castro no era un maestro más. Ejemplo de pedagogo, supo ser maestro, director de escuela e inspector. Su compromiso con la educación pública no sólo se dio en las aulas, sino también en su tarea de periodista y escritor, conjugando todas sus profesiones en trabajos como El analfabetismo y Programas escolares vigentes, con los que ganaría dos veces el premio Concurso Anual de Pedagogía. Perteneció a la Federación Uruguaya de Magisterio y a la Asociación de la Prensa Uruguaya. En 1930 se unió a Arturo Ardao y fundaron el diario El Nacional, pero debieron cerrarlo a los pocos meses por problemas económicos. En 1932 se arriesgaron nuevamente creando el semanario Acción, publicación que enfrentó con dureza a la dictadura de Terra. En 1935 fue detenido y preso en Rivera, pero pronto sería liberado. Cuatro años más tarde, en 1939, volverá con Ardao a las viejas andanzas, pero esta vez se les uniría Carlos Quijano y darían vida a Marcha. Allí se desempeñó como secretario de redacción y como director, siendo ese el puesto que ocupaba en 1974, cuando la dictadura clausuró el semanario. En el año 1971, el Canario, como se le decía en Marcha, había encabezado la lista 77 del Frente Amplio, que en aquellos tiempos salía bajo el lema Partido Demócrata Cristiano.


Ejecutado

Luego de cerrada la edición de Caras y Caretas, un informe oficial de la justicia uruguaya aportó datos impactantes sobre la forma en que Julio Castro fue ejecutado de un balazo en la frente: “No fue posible establecer la fecha precisa de la muerte” (…) “Hubo un factor agresor de la materia orgánica como es la cal” (…) “Las lesiones se encuentran en región craneal y vértebras cervicales” (…) “corresponden con lo que se denomina estallido de cráneo” (…) Se encuentra a nivel frontal un cuarto de circunferencia correspondiente a orificio de entrada de proyectil de arma de fuego” (…) “Se descarta la accidentalidad o lesión autoinferidas” (…) “el hallazgo de ligaduras de ambas manos en posición anterior, con nudo fuertemente ajustado, así como un alambre asociado a la región de los tobillos y un fragmento de costilla con fractura de características perimorten permiten establecer la situación de apremios físicos asociados al momento de la muerte”…


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