Da para seguir pensando....

Da para seguir pensando....

A este conjunto de textos de distintas épocas, adjunto el libro “Memorias del calabozo” escrito por Rosencoff y Huidobro en formato pdf. Creo que leer lo que escribieron en ese libro y comparar con textos de declaraciones actuales es bastante significativo y no necesita de demasiadas explicaciones ni análisis, cada uno de nosotros puede sacar sus propias concluciones. Hay mucha información en Internet de distintas épocas que falicitan el poder seguir un patrón de comportamiento, una evolución o como diría Marenales una "involución" en la conducta de Eleuterio Fernandez Huidobro. Me tomé la libertad de subrayar y señalar algunas frases que muestran las contradicciones ideológicas y la dirección hacia donde se fue inclinando sin tapujos la lealtad del senador Huidobro,  e incluso transcribir una nota que Gavazzo replica en su página “En Voz Alta” donde resalta las cualidades del ministro Eleuterio: “Su contenido es muy claro (escribe Gavazzo refiriéndose al artículo) y no necesita comentarios, sí la salvedad, de que dicho Senador a través del tiempo y las circunstancias y sin importarle sus costos políticos personales, ha mantenido su pensamiento y su palabra, hecho poco común en los políticos frenteamplistas.“

En el prologo del libro “Memorias del Calabozo” encontramos frases como “Resulta descomunal e imposible tratar de encontrar causas racionales en la conducta bestial de los mandos militares que asolaron Uruguay.” O “Ellos piensan el mundo de acuerdo a sus parámetros; por lo tanto, el universo es un cuartel.” , o “Y no solo fue Wasem: muchísimos compañeros y compañeras cayeron en cárceles, calabozos y salas de tortura para siempre. Quienes fuimos elegidos por el azar para quedar tenemos el deber, por ellos y por nuestro pueblo, de testimoniar”

En “Memorias de insurgencia” de Clara Aldrighi afirma Huidobro:” El ejército uruguayo estudia eso todos los días. Con los impuestos que nosotros pagamos. Se preparan para -en caso de guerra- matar al enemigo, en lo posible durmiendo, y sin bajas propias. Eso hacían Napoleón, Julio César, Artigas, Eisenhower, Montgomery, Lenin, Trotsky, Mao”.

El discurso mutó paulatinamente a declaraciones tales como: "existen sectores que quieren justicia además de verdad" en relación al tema de los desaparecidos. "Quieren castigar a los culpables de las violaciones de derechos humanos", dijo el legislador, y agregó: "Yo no lo acepto". O “Los hechos del pasado y las atrocidades que se cometieron fueron, en primerísimo lugar, decisión civil, no militar, y también por parte de potencias extranjeras".

Como si fuera poco leemos como declara estar dispuesto a ir a la cárcel por defender el anonimato de quienes den datos sobre los desaparecidos, mostrandonos que pasará por encima de la justicia si es necesario: “Eleuterio Fernández Huidobro, fundador del Movimiento de Liberación-Tupamaros (MLN) y ministro clave en esta instancia del gobierno uruguayo, se ofreció públicamente a recibir información sobre los desaparecidos, y aseveró que en caso de que la justicia le solicite la identidad de sus eventuales fuentes, se negará a brindar sus nombres. Incluso a riesgo de ir “preso por desacato”.

Veronika Engler

Fragmentos de “Memorias del calabozo”

Una noche de septiembre de 1973, nueve militantes del Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros fueron sacados sorpresivamente de las celdas donde estaban encarcelados. Iniciaron así un viaje que duró "once años, seis meses y siete días", de cuartel en cuartel, aislados, torturados pero mantenidos vivos como rehenes del régimen militar uruguayo. Condenados al silencio, inventaron un código de comunicación mediante golpes en la pared. Por medio de ese código improvisado, Rosencof y Fernández Huidobro se juraron que "cualquiera de los dos que sobreviviera, testimoniaría… Para que el sacrificio no fuera en vano". Memorias del calabozo es ese testimonio.

...

En la década del sesenta, la oligarquía hunde a Uruguay en una profunda crisis económica como único modo de salvar sus privilegios.

Tras esa crisis se desencadenaron las demás: la social, la política, la moral…

El pueblo uruguayo resistió pagar las tremendas consecuencias necesarias para el salvataje de intereses minoritarios y antihistóricos.

A partir de 1968 la oligarquía recurre a la violencia sistemática. La represión golpeó sin piedad.

Entre las muchas formas de lucha que el pueblo opuso al avance del fascismo, estuvo la armada. Los tupamaros fueron una de sus expresiones organizadas.

Durante 1972 se produce una severa derrota militar del Movimiento de Liberación Nacional (MLN). Tras ella, el Ejército, última carta de la oligarquía, avanzó sobre las demás posiciones populares.

Disolvió el Parlamento en junio de 1973, ilegalizó la Convención Nacional de Trabajadores (que mantuvo durante más de 15 días una heroica huelga general de resistencia al golpe de Estado), prohibió los partidos políticos, destrozó la autonomía universitaria, liquidó las libertades, torturó y encarceló en masa, asesinó llegando a las peores atrocidades…


Una noche de setiembre de 1973, nueve militantes del MLN fuimos sacados, por sorpresa, de cada una de nuestras celdas en el Penal de Libertad.

En la soledad de la helada madrugada de ese invierno creciente, hasta el motor de los camiones que nos aguardaban parecía querer hablar en voz baja para que los demás presos (miles) no oyeran. Para que nadie se enterara de lo que allí comenzaba a hacerse.

Era, lo fue desde el principio, un traslado vergonzante. Allá, en el más hondo fondo de la conciencia tenebrosa de quienes tomaron la decisión, pero también en la de los oficiales, clases y soldados que nos ponían tapones en los ojos, campeaba la ideíta de que algo malo se estaba haciendo. Siempre campea ese tipo de ahogado y tenue reproche.

Nosotros también lo intuimos y nos propusimos demostrar que el ser humano, piense como piense, puede resistir tal tamaño de crueldad sin pasar a ser bestia o planta. Sin mineralizarse.

Ese largo viaje de los nueve rehenes de la tiranía duró, exactamente, once años, seis meses y siete días. Hubo, en la historia de la humanidad, vastamente torturada, muchísimos antecedentes. El aguijón del dolor es el de ella. Dios no debe haber soplado el barro para hacer a los hombres: lo más probable es que lo haya golpeado.

Adolfo Wasem, Raúl Sendic, Jorge Manera, Julio Marenales, José Mujica, Jorge Zabalza, Henry Engler, Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández fuimos los nueve señalados por la pezuña de la tiranía.

Muchos de nosotros, presos y torturados varias veces en la década del sesenta. Todos presos y torturados en el año 1972. Algunos, torturados nuevamente en 1973 antes del secuestro que nos transformará, refinamiento nuevo, en rehenes.

Resulta descomunal e imposible tratar de encontrar causas racionales en la conducta bestial de los mandos militares que asolaron Uruguay.

Podemos, a pesar del riesgo, intentarlo. Por lo menos señalando las razones obvias.

Una de ellas: nos consideraban dirigentes del MLN y, por ende (de acuerdo al peculiar mecanismo de sus engranajes mentales), impedirnos toda posibilidad de comunicación con el mundo exterior sería decisivo para liquidar, no solo al MLN sino a lo que daban en llamar ?la subversión?, o sea, la protesta del pueblo uruguayo.

Vale la pena detenerse un poco en esto. Ellos piensan el mundo de acuerdo a sus parámetros; por lo tanto, el universo es un cuartel.

Liquidado el Comando Supremo, todo lo demás, desde que no piensa, queda aniquilado. A veces, cuando la realidad que enfrentan se parece a un ejército, la práctica les da la razón. Ello hace que se mantengan, macizos y contentos, en el error. Otra, bien material y concreta:cualquier cosa que hiciera el MLN sería contestada con la muerte o el castigo corporal en esos nueve militantes. Ergo: rehenes en el sentido neto de la palabra.

La última: fuimos detenidos en 1972. En ese momento las condiciones no estaban dadas como para asesinarnos a pesar de que lo intentaron. Después, la única alternativa que les quedaba era volvernos locos.

Pusieron manos a la obra con fruición y esmerada tenacidad. Para ello fuimos separados en tres grupos de tres y diseminados por los cuarteles del interior del país. Un trío en cada una de las tres divisiones del Ejército emplazadas lejos de Montevideo.

El último año, siempre aislados, lo pasamos en el Penal de Libertad.

Cada división, dentro de un lineamiento similar de castigo, usó estilos diferentes: en la número 4 el sistema consistía en cambiarnos permanentemente de cuartel, en forma sorpresiva, cada pocos meses. El trío iba completo de acá para allá.

En la número 3, los rehenes permanecían siempre en los nichos de un sótano del Batallón de Ingenieros Nº 3 con asiento en Paso de los Toros.

Y en la número 2 cada rehén era clausurado, solo, en cuarteles diferentes rotando también cada pocos meses.

Ello explica por qué es muy difícil relatar en un solo trabajo la experiencia de los nueve. Cada grupo vivió en un círculo diferente y peculiar de aquel infierno.

Instalados en mundos aparte, razones accidentales, enfermedades, incidentes, características personales, hicieron que cada trío viviera, dentro de un sistema represivo similar, experiencias distintas.

Por lo tanto lo único viable es que cada uno aporte su testimonio propio.

Este trabajo quiere ser un comienzo y una convocatoria a los demás rehenes para que lo hagan.

Y quiere ser fundamentalmente, eso: un testimonio.

En el caso particular de nosotros dos existió, además, un motivo especial para emprender el trabajo.



Un día, cuando calculamos que no saldríamos vivos (o cuerdos) de aquellas tumbas, nos juramentamos, hablando con leves golpes en la pared, desde una mazmorra a la otra, que cualquiera de los dos que sobreviviera, testimoniaría… Para que el sacrificio no fuera en vano.

Ambos sobrevivimos… Pero Adolfo Wasem no.

Con su muerte, el juramento aquel se hizo deber ineludible.

Y no solo fue Wasem: muchísimos compañeros y compañeras cayeron en cárceles, calabozos y salas de tortura para siempre. Quienes fuimos elegidos por el azar para quedar tenemos el deber, por ellos y por nuestro pueblo, de testimoniar.

Nuestro testimonio es el de todos.

A nosotros se nos dio, en este 1987, la oportunidad, buscada para cumplir, de poder sentarnos ante un grabador y recordar…

Decidimos no hacer literatura con la grabación. Retocar solo lo imprescindible para eliminar superfluidades y hacer inteligible el lenguaje hablado al ponerlo por escrito.

Mantener, en lo posible, las virtudes y aun los defectos de toda recordación espontánea. Otra cosa podría, a nuestro juicio, ser irrespetuosa para con el sufrimiento de tantos.

Los compromisos militantes ineludibles de Mujica, nuestro compañero de trío, le impidieron estar con nosotros, mano a mano, en la tarea concreta. Si esperábamos estar los tres juntos para emprenderla, corría el riesgo de que se postergara quién sabe hasta cuándo. Mujica mismo nos alentó en la empresa y revisó los resultados…




Fragmentos del capítulo "Memorias de la Insurgencia", entrevistas a ex tupamaros, publicado en el Número 4 de Cuadernos de la Historia Reciente", editado por  Banda Oriental.

¿Qué opinaba de la violencia contra las personas que aplicó el MLN en varias oportunidades, desde los ataques a fascistas hasta el ajusticiamiento de torturadores?

Estoy contra la pena de muerte, entendiendo por ella la ejecución de un prisionero inerme. También lo estaba en esa época. Sin embargo, no tenía problema en matar en el marco de un enfrentamiento. No sólo en el tiroteo casual y esporádico, sino también en casos como el de Morán Charquero y otros. Es decir, si un torturador, sabiendo que hay una guerra declarada -porque lo estaba por nosotros- hace lo que hace, asume todas las consecuencias. Y yo también asumo las mías. La guerra es así. El mejor general de la guerra es aquel que puede sorprender a sus enemigos cuando están durmiendo y matarlos a todos. La guerra consiste en matar al enemigo o que te maten a vos.


El ejército uruguayo estudia eso todos los días. Con los impuestos que nosotros pagamos. Se preparan para -en caso de guerra- matar al enemigo, en lo posible durmiendo, y sin bajas propias. Eso hacían Napoleón, Julio César, Artigas, Eisenhower, Montgomery, Lenin, Trotsky, Mao.

Dentro de la guerra, hay crímenes de guerra, que están legislados por la Convención de Ginebra y la Cruz Roja Internacional. Por ejemplo la matanza de My Lai contra la población civil vietnamita. Hiroshima, Nagasaki, no por haber lanzado la bomba, sino porque ya no era necesario. Los bombardeos sobre Europa nadie los enjuicia.

En nuestro caso, creo que los de los cuatro soldados fue un error, lo del Peón Báez un crimen.

Cuando se considera que se está combatiendo una guerra, en este caso irregular ¿no se vuelven imprecisos para los militantes los límites de lo justo y lo injusto y se tiende a considerar lícito todo aquello que pueda justificar la victoria? En especial cuando no existen, como no existían en el MLN, discusiones y resoluciones al respecto.

Para muchos militantes eso es así. Si en el caso del peón rural me hubieran consultado, hubiera dicho que no. Cuando me enteré, y todavía nadie lo sabía, no había aparecido en los diarios, les dije que era un gigantesco disparate.
Se dice que hubo una desviación militarista: en realidad hubo falta de militarismo. Los compañeros no habían leído suficientes cuestiones de carácter militar, como para saber que eso no se hace. Quien mejor te puede explicar que eso no se hace son los propios militares, que tienen normas para la guerra, normas que están fundadas en una vieja sabiduría humana.



Fernández Huidobro: en la transición funcionó "un teléfono rojo" entre militares y el MLN 

Senador Eleuterio Fernández Huidobro: Se puede mirar hacia atrás y escribir un tango nostálgico, o remangarse para enfrentar los gravísimos problemas de hoy. El trabajo del Oyarvide es la reivindicación de soberanía más grande desde Artigas. Hay que invertir en Defensa, y eliminar mucho gasto superfluo en el entorno del ministro.

EN PERSPECTIVA
Martes 26.03.02, 09.00.


EMILIANO COTELO:
Dirigente histórico del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros, en los años 60 protagonizó varias de las acciones armadas más notorias y estuvo preso antes y después del golpe de Estado de 1973. En particular, en la dictadura pasó por condiciones de reclusión singularmente duras, recluido durante años en aljibes de cuarteles militares, en condición de rehén del gobierno de la época.


Hoy, ya en pleno siglo XXI, Eleuterio Fernández Huidobro no sólo lleva dos años como senador de la República, sino que desde la semana pasada preside la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara Alta. Su designación no pasó inadvertida: inmediatamente se hicieron oír voces discordantes. Por ejemplo el senador Yamandú Fau, del Foro Batllista, consideró el nombramiento de Fernández Huidobro como "una provocación". Y el ministro de Defensa, Luis Brezzo (también del Foro Batllista), entendió que esta novedad "no contribuye a la recomposición de las relaciones políticas en el país".

De todas formas el senador Fernández Huidobro, pocas horas después de su nombramiento, visitó una dependencia de la Armada, el buque Oyarvide, y al salir cuestionó fuertemente la política de recortes presupuestales implementada por el Ministerio de Defensa Nacional y cuestionó de manera directa, una vez más, al propio ministro Luis Brezzo.

En fin, sobre su nombramiento, sobre su relación con las Fuerzas Armadas, sobre el trabajo de la Comisión de Defensa Nacional vamos a dialogar con el senador del Movimiento de Participación Popular Eleuterio Fernández Huidobro, que tiene 60 años, está casado y tiene dos hijas.

Está claro que durante los años de la guerrilla, antes del golpe de Estado, los tupamaros tuvieron comunicación fluida con algunos sectores de las Fuerzas Armadas. ¿Cómo ha sido la relación con las Fuerzas Armadas desde 1985 en adelante, desde que se volvió a la democracia y desde que ustedes fueron liberados?

ELEUTERIO FERNÁNDEZ HUIDOBRO:

Como todos sabemos, a la salida de la dictadura y por unos años más Uruguay pasó lo que se llamó el "período de transición", que recuerdo que fue delicadísimo. Estaba todo aquello prendido con alfileres, las heridas abiertas muy frescas y los rencores reconcentrados. Hubo que poner mucho; creo que todos los sectores políticos del país lo hicieron, las organizaciones sociales también y creo que mis antiguos enemigos y nosotros también, para que hubiera esta convivencia -no desprovista de lucha, pero convivencia pacífica- desde aquel entonces hasta hoy. Creo que no hubo incidente grave alguno producto de aquellos rencores y odios de los enfrentamientos bélicos a muerte que entorpeciera este ya más de cuarto de siglo de convivencia pacífica. Hubo que poner mucho, mucho.

EC - Pero en ese "poner mucho", ¿hubo contacto, hubo comunicación Tupamaros - Fuerzas Armadas?

EFH - Sí, sí, sí.

EC - Decir comunicación Tupamaros - Fuerzas Armadas es demasiado amplio, es generalizar demasiado. ¿Con quiénes ha tenido diálogo usted: con militares en actividad, con militares retirados?

EFH - De todo tipo. Este es un país chiquito, donde todos nos conocemos. A veces basta ir al cumpleaños de un familiar no muy cercano para encontrarse con un antiguo enemigo. O sentarse en un bar para ver en la mesa del al lado al que lo tuvo preso a uno durante añares. O tropezarse en una oficina pública o simplemente por la calle. Por suerte, este no es un país de masas; todavía es de tamaño humano, permite esa cosa que a veces puede dar lugar a graves incidentes, pero otras simplemente permite que uno se vaya acostumbrando a convivir. Entonces, cuando pasaron cosas o se temía que pasaran cosas, siempre hubo una especie de "teléfono rojo".

EC - ¿Cómo era eso del "teléfono rojo"?

EFH - Digamos que quienes de algún modo estuvimos muy enfrentados y pagamos las consecuencias (nosotros las pagamos bastante), si tuviéramos que pelearnos de vuelta quisiéramos hacerlo por decisión propia, no por "púas", "manijas" o intereses espurios de terceros, que desgraciadamente proliferan en la vida del mundo, no sólo acá. Quienes generan los conflictos siempre tienen guantes blancos en las manos, sancochan en sangre a los pueblos y siguen flotando como corchos, pase lo que pase, siendo los responsables últimos de todo lo que pasó. Le pongo un ejemplo...

EC - Se lo iba a pedir: algún ejemplo en que haya funcionado ese "teléfono rojo".

EFH - ¡Uhhh!, hubo muchos... En cada campaña electoral con rumores de enfrentamiento, cuando se hablaba de nuestros hospitales de campaña o de que estábamos entrenando no sé dónde... Y viceversa: cuando vino Fidel Castro, cuando vino el rey de España, grandes manifestaciones... En un montón de oportunidades, especialmente cuando había algunas versiones o trascendidos de que se estaba preparando esto o aquello.

EC - ¿Entre quiénes funcionaba ese "teléfono rojo"?

EFH - Entre viejos conocidos.

EC - Estamos hablando de dirigentes tupamaros de un lado; ¿y del otro?

EFH - De viejos militares de aquella época. Digo "viejos", porque en realidad cuando usted dijo que yo tengo 60 años... me abrumó (se ríe).

EC - ¿Pero es cierto o no?

EFH - ¡Es cierto! Eso es lo más desgraciado de todo. Supóngase que yo era uno de los más jóvenes en aquella época... (se ríe) imagínese la edad de los otros.

Nosotros vivimos muchos años dentro de los cuarteles. Como podrá imaginar, independientemente de las palizas, de la tortura y de las cosas que pasamos, nos conocemos. Una vez alguien vino a traerme una denuncia por corrupción y me dijo que lo mandaba el coronel Fulano. Cuando él le preguntó "¡¿Cómo me manda ahí!?", le respondió "Porque estoy seguro de que ese no está en la joda. Yo lo torturé".

EC - ¿En particular usted tiene diálogo con militares que lo torturaron?

EFH - Sí, sí, ni qué hablar. No tuve más remedio que tenerlo durante 13 años... Me faltaron dos para jubilarme de milico.

EC - ¿Usted es de los ex guerrilleros que se sienten intrínsecamente "combatientes"?

EFH - Sí, sí.

EC - ¿Qué quiere decir el concepto de combatiente?

EFH - Yo llamé a la lucha armada en mi país, está escrito; todos mis compañeros lo hicieron, obviamente. Si lo hice no puedo ahora decir que no lo hice, no puedo caer en esa incongruencia. Reconozco, eso sí, plenamente, que en mi país el terrorismo de Estado cayó con los 20 nudos de su látigo feroz sobre gente que no había hecho absolutamente nada, que fue presa, torturada, muerta y desaparecida por repartir un volante, por pertenecer a una organización legal. En mi caso yo sabía por qué estaba preso.

EC - ¿Hoy qué quiere decir "combatiente"?

EFH - Nada, absolutamente nada. En la guerra, en esa desgracia repugnante que son la violencia y la guerra se puede ser combatiente de muchos modos. En esa guerra siempre hay algunas reglas mínimas, que algunos suelen cumplir y otros no. Cuando se las cumple se gana respeto.

EC - ¿A qué reglas alude, por ejemplo?

EFH - No rematar a los heridos, atenderlos; no torturar a los prisioneros; no meterse en el bolsillo dinero, producto de los combatientes; cumplir la palabra. Yo participé en las durísimas negociaciones de 1972, salí a la calle, herido; podría haberme ido. En aquel momento las Fuerzas Armadas confiaron en mí, yo volví al cuartel para después estar 13 años como rehén. Creo que eso, para mis enemigos (que no dejaron de tratarme mal por eso)... nobleza obliga a reconocer que hay palabra. No me fui del país: fui el último, como todos mis compañeros dirigentes históricos. O morimos peleando o caímos heridos y fuimos los primeros en comernos toda la cárcel que hubo que comerse y todas las torturas que hubo que comerse. No nos fuimos al exterior a hacer conferencias de prensa para después pasarnos al bando enemigo, como desgraciadamente ha pasado en muchos lados.

EC - A partir de esa concepción de combatiente, ¿a usted y otros dirigentes tupamaros les resulta más fácil que a otros políticos relacionarse con las Fuerzas Armadas, entenderlas?

EFH - Tal vez entenderlas, no me animo a decir lo otro. Cuidado: no creo ser ni que mis compañeros sean Carlos Gardel ni mucho menos en la materia. Entender una mentalidad, una manera de pensar, de vivir, de ser, sí; por esa nutrida y densa estadía dentro de todos los cuarteles del país que desgraciadamente tuvimos.

EC - Cuando entró al Senado ¿pensó automáticamente en integrar la Comisión de Defensa Nacional?

EFH - Mi dirigente máximo, mi querido compañero Tabaré Vázquez, ya me había designado asesor en defensa, no sé si lo recuerda, junto con el compañero Korzeniak, en aquellos grupos de asesores que tenía cuando comenzó la campaña electoral del año 1999. Desde ese momento -lo decidió él, yo no le había pedido que lo hiciera- me vi de cabeza metido en la Comisión de Defensa, no por mi decisión expresa sino como producto de la circunstancia.

Quiero decirle a usted que con ex enemigos míos también participé en la negociación de España que dio lugar a la última tregua de ETA. Fue una negociación peligrosa y participamos juntos, corrimos riesgos juntos.

EC - Es importante recordar ese episodio. Usted remarca que en aquella negociación participaron tupamaros junto con ex enemigos suyos, o sea con militares, supongo que retirados.

EFH - Y uno en actividad.

EC - ¿También?

EFH - Todavía quedan algunos, los que eran jóvenes, que todavía eran muchachitos. Todavía quedan algunos en actividad, obviamente.

***

EC - A partir de estos antecedentes, de ese relacionamiento con integrantes de las Fuerzas Armadas retirados y en actividad, desde el momento en que usted pasó a integrar la Comisión de Defensa Nacional, ¿cómo lo han tratado las autoridades militares?

EFH - Con extremada cortesía y respeto. Porque además la vida sigue, el agua sigue pasando abajo de los puentes. Nosotros podemos tener "ojos en la nuca", como han dicho que yo tengo y como tienen otros, pero el problema es que un día tras otro, como decía Quevedo cuando le preguntaron de qué estaba enfermo y dijo "de un día tras el otro", la vida arroja sobre la mesa, en el presente y en el inmediato futuro, todos los días, gravísimos problemas. Uno puede decir "Voy a seguir mirando para el pasado", entonces escribe un tango melancólico y es un gran escritor de tangos. O puede decir "voy a seguir viviendo la vida al mango, apasionadamente"; aquello está, fenómeno, no lo voy a olvidar nunca ni voy a arriar mis banderas, como no le pido a nadie que arríe las suyas. Pero hoy hay otros problemas gravísimos, en el futuro inmediato hay problemas gravísimos, entonces hay que remangarse y empezar a trabajar en ellos. Eso es lo que hemos hecho.

EC - Yo le preguntaba por la relación con las autoridades militares.

EFH - Pasa eso.

EC - En particular, ¿lo han saludado más de una vez haciendo la venia?

EFH - Ni qué hablar, obviamente.

EC - ¿Cómo le ha resultado eso?

EFH - Normal, no me llama para nada la atención.

EC - ¿Ninguna autoridad militar le ha negado el saludo?

EFH - No, ninguna, en absoluto. Que yo sepa no. Me dijeron que alguna vez alguno lo hizo y lo arrestaron.

EC - ¿Sí?

EFH - Sí.

EC - ¿De qué fuerza era ese militar?

EFH - Creo que de la Armada. Son chismes, no tengo certeza de que ello haya sucedido. Pero a mí eso me importa un bledo... El pito, el tambor, el clarín, la trompeta... Soy civil, sé que los militares le dan mucha importancia a eso, pero yo no le doy tanta.

EC - ¿El hecho de ser ahora el presidente de la Comisión no ha implicado para usted ningún cambio en este sentido?

EFH - No, sustancialmente no, porque cualquier miembro de la Comisión de Defensa del Senado o de la Cámara de Representantes está en pie de igualdad con el presidente de turno. La función corresponde por el resultado electoral, no por otra cosa: cualquiera puede aportar tanto o más que el presidente. Lo único que tiene que hacer el presidente es hacerse cargo del orden del día, consultar con los miembros, proponer temas en debate. Pero es la vida la que los va proponiendo, más que el presidente.

EC - ¿Es cierto que no era usted en quien el Frente Amplio había pensado en principio para presidir este año la Comisión de Defensa, sino el senador Korzeniak?

EFH - No, no. El MPP y yo personalmente propusimos al compañero Korzeniak. Por resultado electoral al FA le tocaban dos años: el 40% de cinco años son dos años; en casi todas las otras comisiones al FA le corresponden dos años de presidencia. Pero, en esta comisión, la coalición de gobierno se negó a darnos dos años y nos dio uno. Era obvio por qué lo hacía.

EC - ¿En qué sentido era obvio?

EFH - Para que yo no fuera. De todas maneras el MPP, o sea Mujica y yo, en consulta con nuestros compañeros, planteamos a la bancada de senadores que el compañero Korzeniak en primer lugar merecía ser el presidente, por más veteranía en esa comisión -ya lleva varios períodos de gobierno-, por más sabiduría y por más baquía parlamentaria. Sabíamos por qué había una sola, pero... bueno: no queríamos entrar en esa mezquindad, en el mismo nivel de mezquindad, justamente de "ojos en la nuca", que hizo que la coalición le votara dos presidencias al FA en todas las demás comisiones, menos en esta. Que fuera Korzeniak. Pero la unanimidad de los senadores, a propuesta del senador Korzeniak, decidió que fuera yo. De modo que quedé atrapado.

***

EC - Ahora que es presidente de la Comisión, hablando de la agenda, de los temas a priorizar, ¿qué se puede adelantar con respecto a este año?

EFH - Usted ya encaró alguno ayer.

EC - ¿El del buque Oyarvide, concretamente, o el de la Armada en su conjunto?

EFH - Podemos decir "Ministerio de Defensa en su conjunto", después "Fuerza Aérea en su conjunto", "Ejército en su conjunto", "Armada en su conjunto"...

En un período de crisis, de ajustes fiscales, de recortes de gastos, es obvio que si fuéramos gobierno actuaríamos de otra manera; pero no somos gobierno. Entonces, hay que defender en medio de la crisis aquellos puntos de cualquiera de las tres fuerzas que no pueden dejar de funcionar. Uno de ellos es el o "los Oyarvide", porque para el relevamiento geofísico, tal como quedó claro ayer -escuché con mucha atención, aunque lo sabía todo-, especialmente del espesor de nuestros sedimentos, que es vital para nuestros hijos y nietos, se necesitan dos barcos, no uno. Por lo menos dos. Ya tenemos una oferta de precio político en Alemania de otro Oyarvide un poco más chico que podemos sacar por unos U$S 400 mil, en tres cuotas. Le hemos entregado U$S 33 millones al Banco Comercial, el equivalente a 66 Oyarvide. Podríamos hacer una "vaquita" entre diputados y senadores y lo compramos.
(Fragmento de la entrevista)
Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón


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MONTEVIDEO, 13 Abr (UYPRESS) - En medio del debate sobre la aprobacion de la ley de caducidad, el senador Eleuterio Fernandez Huidobro del Frente Amplio anuncio que renunciará a su banca.

El legislador, un dirigente historico del MLN Tupamaros, y referente máximo de la CAP-L, declaró que si bien votaría por disciplina partidaria la ley que anula tres articulos de la ley de caducidad, al finalizar la sesión renunciaría de manera indeclinable a su banca senaturial.

Fernández Huidobro y su grupo se habían opuesto desde un principio a la anulación de la ley ,y rechazaron el anterior proyecto, que ya tenía media sanción parlamentaria y tuvo que ser reformuladoDe todas maneras este gesto demuestra que el senador se opone a la iniciativa, y se suma desde otro ángulo a la posición del senador Jorge Saravia, que votó en contra. 12.04.2011

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Montevideo Virtual: A propósito de la convivencia entre la izquierda y los militares dijo que hay muchos civiles en el Ministerio de Defensa, que ve que va mejorando con los años la relación con la ciudadanía, pero que tiene que ser todavía más estrecha, más íntima y que hay que fomentarla desde la propia interna militar, que tiene que entender esto, este acercamiento a la ciudadanía y a las Fuerzas Armadas.

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Bonilla 28.07.2011: Ayer, apenas asumió el cargo, Huidobro recibió a los tres comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y al jefe del Estado Mayor de la Defensa y les informó su primera medida: dejar "sin efecto todos los arrestos simples aplicados al personal militar".




Un punto importante de la reunión con los legisladores fue el relativo al aspecto salarial. A partir del 1º de enero próximo, los militares recibirán un incremento del 22% en sus remuneraciones. Se puso a manera ilustrativa que un coronel que hoy percibe unos 56 mil pesos mensuales, pasará a ganar 65 mil “fruto de la salarización de varias partidas que antes se destinaban a dietas o para solventar las agregadurías militares”, ejemplificó.Martes 13 de septiembre de 2011

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Con respecto a lo sucedido con el jóven haitiano


Entre lágrimas, declaró que iban a aplicarle a los militares uruguayos acusados de la presunta violación “las máximas sanciones imaginables”.El Diario Jueves, 8 de septiembre del 2011



Declaraciones del Senador de la CAP-L, Eleuterio Eleuterio Fernández Huidobro, a Canal 12 y que recoge también El Espectador en su página web.
El citado legislador dijo que el reclamo de familiares por sus desaparecidos "se 
está transformando en un negocio", agregando que "hay mucho dinero en juego".

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El matutino “La República” publicó una nota de opinión firmada por el Senador Eleuterio FernándezHuidobro (CAP-L/Frente Amplio), en referencia a las recientes declaraciones del poeta argentinoJuan Gelman (suegro de la desaparecida María Clauda García) (ver Informe Uruguay 435).Huidobro señala que “En un reciente reportaje (…) el señor Juan Gelman descerraja un insultante y soberbio ataque contra el ex Presidente de la República Dr.Tabaré Vázquez 2005-2010, el Secretario de Presidencia de la República Dr.Alberto Breccia y el Senador Fernández Huidobro.Al primero lo acusa de no haber hecho nada y de haber sido ingenuo ”. Además –prosigueHuidobro–“A Breccia lo acusa derealizar una campaña perversa ya que según Gelman, Breccia ‘dice que lo único que se trata es de dinero. Lo que es totalmente falso y omite las consideraciones jurídicas respecto a la constitucionalidad del texto en discusión, formuladas por dicho compañero.Y agrega: ‘El primero que lo dijo fue Fernández Huidobro. De eso, se hizo eco el diario de derecha El País’. Luego de eso lanza contra el citado senador varios insultos de bajeza insospechable.”

Huidobro concluye indicando que

“Respetamos el dolor de Gelman y además creemos que solamente por eso, es que pierde cada tanto la compostura. Sus insultos son gritos de dolor y malos intentos de lastimar a otros para aliviarlo un poco. Nada más.”.

(La República Sección EDITORIAL 02/12/10)


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La República

El senador Eleuterio Fernández Huidobro, en ejercicio de la vicepresidencia de la República, respaldó al comandante en jefe del Ejército teniente general Angel Bertolotti y sostuvo que si sus informantes le mintieron éstos deberán perder la condición militar. No descartó que en esas circunstancias, se pueda producir una "crisis interna" en las Fuerzas Armadas.

Huidobro dijo ayer que si se confirma esa "deslealtad tremenda" esos informantes perderían "de hecho y de derecho" su estado militar y pasar a situación de reforma.

"No es concebible, en ningún Ejército normal en el mundo, medianamente organizado, que no sea una banda zaparrastrosa, que un oficial superior le mienta a un comandante en jefe", afirmó Huidobro entrevistado por Telenoche 4.

De todos modos, Huidobro dijo que parte de la base de que "tenemos Ejército". De lo contrario, "las consecuencias para esos mentirosos, serían tremendamente graves". Agregó que "no le imputaría ninguna responsabilidad al comandante en jefe". 

Para Huidobro, Bertolotti señalándole a Macarena Gelman el lugar donde estaría enterrada su madre marcó "un antes y un después". Fue un acto "de mayor significación" que el Balza en Argentina, opinó. 



"No debe haber cosa peor, deslealtad peor que mentirle a un superior, cualquier soldado que haga eso se expone a las más graves sanciones", explicó el senador tupamaro. En el caso de que la información sea falsa Huidobro dijo que esto daría "lugar a una crisis interna en las Fuerzas Armadas", recordando que hace escaso tiempo "hubo que destituir al comandante en jefe de la división más importante del país".

Por otro lado, dijo que nadie sabe si existió la Operación Zanahoria, y en caso afirmativo quién la hizo. "Son informaciones que han estado circulando desde que se votó la ley de impunidad" dijo el senador, añadiendo que nunca "se pudo hacer investigación ninguna de fondo". Ante la consideración de que el ritmo de las investigaciones que viene llevando a cabo el gobierno son lentas, remarcó que nunca "creí que alguien nos iba a traer toda la información prolijita, íbamos a ir ahí, todo se resolvía y estaba todo pronto".

En referencia a la veracidad de la información que brindó el comandante en jefe del Ejército, Angel Bertolotti, sobre el lugar en donde se encuentran los restos de los desaparecidos, Fernández Huidobro indicó que no tiene "más remedio que confiar". 


"Abuelo preocupado" El martes, el Comandante en Jefe del Ejército comprendió la ansiedad que produce el hecho de que no se produzcan resultados rápidos en la búsqueda emprendida en los cuarteles y en la chacra de Pando. 

Consultado sobre los dichos del poeta Juan Gelman, sostuvo que se trata de un "abuelo preocupado". Gelman acusó a Bertolotti de haber cometido un acto de "crueldad inútil" al indicarle a su nieta el lugar donde él suponía estaba enterrado el cuerpo de su madre, María Claudia García.

Bertolotti ratificó su confianza en las fuentes de información: "son fidedignas", afirmó el militar ayer por la mañana, tras participar en la destrucción de armas ilegales en una metalúrgica de Montevideo.

Ayer, el secretario de la Presidencia Gonzalo Fernández recorrió las obras arqueológicas en la chacra de Pando donde la Fuerza Aérea señaló los lugares de enterramientos de los dirigentes comunistas desaparecidos José Arpino Vega y Ubagesner Chávez Sosa.
(Uruguay) 


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Gavazzo en su página “En voz Alta”: En el periódico “El Observador” del 11 de agosto de 2001 se publica el artículo que a continuación se transcribe.

Su contenido es muy claro y no necesita comentarios, sí la salvedad, de que dicho Senador a través del tiempo y las circunstancias y sin importarle sus costos políticos personales, ha mantenido su pensamiento y su palabra, hecho poco común en los políticos frenteamplistas.

Tte. Cnel. José N. Gavazzo (Si Gavazzo lo dice...)

Prisionero Político



ELEUTERIO FERNÁNDEZ HUIDOBRO

El ex guerrillero tupamaro y actual senador Eleuterio Fernández Huidobro

consideró que los militares no deben recibir castigo por la violación a los derechos humanos cometidos durante la dictadura porque el pueblo ratificó la ley de Caducidad de la pretensión punitiva del Estado. "Yo tengo que aceptar el

veredicto popular", dijo el legislador frenteamplista, en una actitud que contribuye a la concordia entre los uruguayos.



El senador del Movimiento de Participación Popular (MPP), Eleuterio Fernández Huidobro, consideró que los militares no deben recibir castigo por las violaciones a los derechos humanos que cometieron durante la dictadura. En el programa Agenda Confidencial de canal 12, el tupamaro dijo que"existen sectores que quieren justicia además de verdad" en relación al tema de los desaparecidos. "Quieren castigar a los culpables de las violaciones de derechos humanos", dijo el legislador, y agregó: "Yo no lo acepto".



A juicio de Fernández Huidobro, el Senado votó "bajo chantaje" la Ley de Caducidad, pero luego fue ratificada por el pueblo. "No puedo ser oportunista ahora, y decir que como han cambiado las correlaciones políticas, quiero borrar con el codo lo que mi pueblo —al cual me debo- escribió", sentenció el legislador. "Yo tengo que aceptar el veredicto popular", dijo.



El tupamaro dijo estar "contento" con los resultados que hasta el momento alcanzó la Comisión para la Paz. Se felicitó y felicitó a todos los uruguayos de que se haya podido construir la comisión. "



La verdad es que yo sé que les toca bailar una muy peliaguda a todos los miembros de esa Comisión para la Paz. Sé que su misión es muy difícil. “No esperaba más", dijo el senador.



Fernández Huidobro cree que las críticas que se le realicen a la comisión "están desubicadas como chanchito en la vía, o como un cenicero en una moto". La comisión tiene un fin: "Tratar de averiguar dónde están los desaparecidos", sentenció.



Fernández Huidobro dijo que los tupamaros ya asumieron su cuota parte de

responsabilidad en los hechos ocurridos en el pasado. "Hemos pedido disculpas por todos los errores cometidos, por todas las actitudes nuestras que hayan lesionado innecesariamente", afirmó.



Señaló que, como dijo el presidente Jorge Batlle al asumir, todos los sectores tienen que asumir esa responsabilidad. "Ahí miró a todos. Estaban el cuerpo diplomático, los comandantes de las Fuerzas Armadas, todo el sistema político, la prensa", recordó el senador. Agregó que también tendrían que asumir su responsabilidad "ciertas poderosas embajadas que había en nuestro país en aquel entonces".



Las declaraciones de Fernández Huidobro y sus acciones contrastan con las de José Mujica, quien según lo publicado en el periódico “El Observador” del 09 de setiembre de 2005, le expresó al Comandante en Jefe de la Armada Vice Almirante Tabaré Daners, que si fuera por él, hace tiempo que hubiera dado vuelta la página.



Fernández Huidobro lo dijo y lo hizo, no firmó su adhesión al plebiscito para derogar la Ley de Caducidad, en cambio Mujica, sí lo firmó.



Es la diferencia entre un hombre digno, de palabra y otro que está prisionero de los votos que necesita y no puede hacer lo que su conciencia le dicta. Y eso es muy grave, pues si llega a ser el Presidente de la República, también se sentirá prisionero en los momentos de toma de decisiones importantes, las que final e indefectiblemente serán adoptadas no por él, sino por su entorno, que lo apoya ahora pero que también lo condicionará después, y entre los que encontramos al Partido Comunista y al P.V.P. principalmente, lo que consideramos muy peligroso para el País.



Y durante este Gobierno que hoy soportamos, ya comprobamos que su “barra”, pese a ser mayoría no ha podido con la coalición de poder que tramó Tabaré Vázquez, los socialistas, los comunistas, la Vertiente y el P.V.P., especialmente este último que, inexistente a nivel parlamentario ha ostentado, sin lugar a dudas, mayor poder que el Movimiento de Participación Popular en los actos de gobierno. Y eso sí es preocupante.

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Fernández Huidobro cree que militares romperán pacto de silencio sobre desaparecidos

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*       El ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, evaluó hoy la orden que dio ayer el comandante en jefe del Ejército, Pedro Aguerre, de revocar inmediatamente el pacto de silencio entre oficiales para ocultar información sobre detenidos desaparecidos.

Para el jerarca, "no hay dudas" de que en la arena militar la orden "va a ser cumplida y acatada", pero, agregó, que ese pacto "abarca no solo a militares, sino también a civiles".

"Los hechos del pasado y las atrocidades que se cometieron fueron, en primerísimo lugar, decisión civil, no militar, y también por parte de potencias extranjeras", dijo Fernández Huidobro al programa En Perspectiva, de radio El Espectador.

"El pacto de silencio hoy compromete a un núcleo muy minoritario de las Fuerzas Armadas", resaltó, en referencia a los miembros del "Servicios de Inteligencia que perpetraron las más grandes fechorías".

El discurso de Aguerre supuso la primera vez que un comandante del Ejército realiza una declaración de este tipo.

Aguerre lanzó, además, una exhortación dentro y fuera del Ejército "para obtener información" a fin de determinar la responsabilidad o no de la fuerza en este caso y en cualquier otro que se entienda a futuro, en tanto solicitó "una vez más colaboración de todos para restablecer una reconciliación" en la sociedad.

El País Digital

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El ministro de defensa protegerá a quien dé información sobre desapariciones
El frontal Eleuterio Fernández Huidobro, uno de los fundadores de Tupamaros, dijo que está dispuesto a ir preso por desacato con tal de resolver las heridas del pasado oriental.


El titular de Defensa uruguayo se ofreció a que los militares le den datos acerca de los desaparecidos y les garantizó el anonimato ante la justicia.Eleuterio Fernández Huidobro, fundador del Movimiento de Liberación-Tupamaros (MLN) y ministro clave en esta instancia del gobierno uruguayo, se ofreció públicamente a recibir información sobre los desaparecidos, y aseveró que en caso de que la justicia le solicite la identidad de sus eventuales fuentes, se negará a brindar sus nombres. Incluso a riesgo de ir “preso por desacato”. Fuente: Tiempo Argentino

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El Observador - 06.12.2011,


Eleuterio Fernández Huidobro

  • © N. Garrido

El ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, se refirió a la declaración que hizo este lunes el comandante en jefe del Ejército, Pedro Aguerre.

El comandante en jefe señaló que de existir 
“un pacto de silencio” en las Fuerzas Armadas respecto al lugar donde se encuentran enterrados los desparecidos durante la dictadura militar, el mismo será revocado de inmediato. 

Fernández Huidobro dijo este martes en radio El Espectador que está seguro de que esa orden será acatada entre los militares. “No me cabe la más mínima duda que va ser cumplida y acatada por la vida militar”, afirmó. Aclaró que “el pacto de silencio abarca no solo a militares, sino también a civiles”.

El secretario de Estado manifestó que el pacto de silencio existe, aunque no en todas las Fuerzas Armadas. “Ese pacto de silencio compromete hoy a un núcleo muy minoritario de las Fuerzas Armadas” dado que integrantes de los Servicios de Inteligencia “perpetraron las más grandes fechorías”.

Por otro lado, el ministro adelantó que por ahora no está pensado hacer un pedido de perdón por los crímenes de la dictadura, no obstante, señaló que en caso de hacerse, las disculpas deberían provenir del Estado y no de las Fuerzas Armadas “exclusivamente”.

“Los hechos del pasado y las atrocidades que se cometieron fueron en primerísimo lugar decisión civil, no militar, y también (hubo participación) por parte de potencias extranjeras”, apuntó. Además, se cuestionó: “¿Qué (perdón) tiene que pedir un oficial del Ejército hoy que no tuvo nada que ver con esas cosas? No caben las simplificaciones”, señaló.

Al respecto, Fernández Huidobro se manifestó partidario de poner “una especie de punto final en este asunto, sobre la base de que todas las cartas estén sobre la mesa” y así “poder mirar para adelante y discernir bien la paja del trigo en estos casos”.

Para el secretario de Estado, la actitud de Aguerre de aclarar que “el Ejército no encubrirá a homicidas” forma parte de “un proceso”, donde entran en juego “temas generacionales”.
Hay cambios en el Ejército. Si usted saca cuentas, el Ejército está integrado en su inmensa mayoría por personas jóvenes que tienen otras cosas en la cabeza que las que teníamos nosotros hace 50 años”, expresó. En ese sentido, sugirió “releer el discurso de despedida del general Jorge Rosales que tiene cosas parecidas” al de Aguerre.

El ministro también defendió el trabajo realizado por la Comisión para la Paz durante el gobierno de Jorge Batlle, la cual fue “injustamente criticada por tirios y por troyanos en los últimos tiempo”. 

“Es la que ha hecho más aportes y ha permitido encontrar lo que se ha encontrado”, afirmó, aunque “recibió información falsa”.



Veronika


Fragmentos de “Memorias del calabozo”

Una noche de septiembre de 1973, nueve militantes del Movimiento de Liberación Nacional – Tupamaros fueron sacados sorpresivamente de las celdas donde estaban encarcelados. Iniciaron así un viaje que duró "once años, seis meses y siete días", de cuartel en cuartel, aislados, torturados pero mantenidos vivos como rehenes del régimen militar uruguayo. Condenados al silencio, inventaron un código de comunicación mediante golpes en la pared. Por medio de ese código improvisado, Rosencof y Fernández Huidobro se juraron que "cualquiera de los dos que sobreviviera, testimoniaría… Para que el sacrificio no fuera en vano". Memorias del calabozo es ese testimonio.
...
En la década del sesenta, la oligarquía hunde a Uruguay en una profunda crisis económica como único modo de salvar sus privilegios.

Tras esa crisis se desencadenaron las demás: la social, la política, la moral…

El pueblo uruguayo resistió pagar las tremendas consecuencias necesarias para el salvataje de intereses minoritarios y antihistóricos.

A partir de 1968 la oligarquía recurre a la violencia sistemática. La represión golpeó sin piedad.

Entre las muchas formas de lucha que el pueblo opuso al avance del fascismo, estuvo la armada. Los tupamaros fueron una de sus expresiones organizadas.

Durante 1972 se produce una severa derrota militar del Movimiento de Liberación Nacional (MLN). Tras ella, el Ejército, última carta de la oligarquía, avanzó sobre las demás posiciones populares.

Disolvió el Parlamento en junio de 1973, ilegalizó la Convención Nacional de Trabajadores (que mantuvo durante más de 15 días una heroica huelga general de resistencia al golpe de Estado), prohibió los partidos políticos, destrozó la autonomía universitaria, liquidó las libertades, torturó y encarceló en masa, asesinó llegando a las peores atrocidades…


Una noche de setiembre de 1973, nueve militantes del MLN fuimos sacados, por sorpresa, de cada una de nuestras celdas en el Penal de Libertad.

En la soledad de la helada madrugada de ese invierno creciente, hasta el motor de los camiones que nos aguardaban parecía querer hablar en voz baja para que los demás presos (miles) no oyeran. Para que nadie se enterara de lo que allí comenzaba a hacerse.

Era, lo fue desde el principio, un traslado vergonzante. Allá, en el más hondo fondo de la conciencia tenebrosa de quienes tomaron la decisión, pero también en la de los oficiales, clases y soldados que nos ponían tapones en los ojos, campeaba la ideíta de que algo malo se estaba haciendo. Siempre campea ese tipo de ahogado y tenue reproche.

Nosotros también lo intuimos y nos propusimos demostrar que el ser humano, piense como piense, puede resistir tal tamaño de crueldad sin pasar a ser bestia o planta. Sin mineralizarse.

Ese largo viaje de los nueve rehenes de la tiranía duró, exactamente, once años, seis meses y siete días. Hubo, en la historia de la humanidad, vastamente torturada, muchísimos antecedentes. El aguijón del dolor es el de ella. Dios no debe haber soplado el barro para hacer a los hombres: lo más probable es que lo haya golpeado.

Adolfo Wasem, Raúl Sendic, Jorge Manera, Julio Marenales, José Mujica, Jorge Zabalza, Henry Engler, Mauricio Rosencof y Eleuterio Fernández fuimos los nueve señalados por la pezuña de la tiranía.

Muchos de nosotros, presos y torturados varias veces en la década del sesenta. Todos presos y torturados en el año 1972. Algunos, torturados nuevamente en 1973 antes del secuestro que nos transformará, refinamiento nuevo, en rehenes.

Resulta descomunal e imposible tratar de encontrar causas racionales en la conducta bestial de los mandos militares que asolaron Uruguay.

Podemos, a pesar del riesgo, intentarlo. Por lo menos señalando las razones obvias.

Una de ellas: nos consideraban dirigentes del MLN y, por ende (de acuerdo al peculiar mecanismo de sus engranajes mentales), impedirnos toda posibilidad de comunicación con el mundo exterior sería decisivo para liquidar, no solo al MLN sino a lo que daban en llamar ?la subversión?, o sea, la protesta del pueblo uruguayo.

Vale la pena detenerse un poco en esto. Ellos piensan el mundo de acuerdo a sus parámetros; por lo tanto, el universo es un cuartel.

Liquidado el Comando Supremo, todo lo demás, desde que no piensa, queda aniquilado. A veces, cuando la realidad que enfrentan se parece a un ejército, la práctica les da la razón. Ello hace que se mantengan, macizos y contentos, en el error. Otra, bien material y concreta:cualquier cosa que hiciera el MLN sería contestada con la muerte o el castigo corporal en esos nueve militantes. Ergo: rehenes en el sentido neto de la palabra.

La última: fuimos detenidos en 1972. En ese momento las condiciones no estaban dadas como para asesinarnos a pesar de que lo intentaron. Después, la única alternativa que les quedaba era volvernos locos.

Pusieron manos a la obra con fruición y esmerada tenacidad. Para ello fuimos separados en tres grupos de tres y diseminados por los cuarteles del interior del país. Un trío en cada una de las tres divisiones del Ejército emplazadas lejos de Montevideo.

El último año, siempre aislados, lo pasamos en el Penal de Libertad.

Cada división, dentro de un lineamiento similar de castigo, usó estilos diferentes: en la número 4 el sistema consistía en cambiarnos permanentemente de cuartel, en forma sorpresiva, cada pocos meses. El trío iba completo de acá para allá.

En la número 3, los rehenes permanecían siempre en los nichos de un sótano del Batallón de Ingenieros Nº 3 con asiento en Paso de los Toros.

Y en la número 2 cada rehén era clausurado, solo, en cuarteles diferentes rotando también cada pocos meses.

Ello explica por qué es muy difícil relatar en un solo trabajo la experiencia de los nueve. Cada grupo vivió en un círculo diferente y peculiar de aquel infierno.

Instalados en mundos aparte, razones accidentales, enfermedades, incidentes, características personales, hicieron que cada trío viviera, dentro de un sistema represivo similar, experiencias distintas.

Por lo tanto lo único viable es que cada uno aporte su testimonio propio.

Este trabajo quiere ser un comienzo y una convocatoria a los demás rehenes para que lo hagan.

Y quiere ser fundamentalmente, eso: un testimonio.

En el caso particular de nosotros dos existió, además, un motivo especial para emprender el trabajo.

Un día, cuando calculamos que no saldríamos vivos (o cuerdos) de aquellas tumbas, nos juramentamos, hablando con leves golpes en la pared, desde una mazmorra a la otra, que cualquiera de los dos que sobreviviera, testimoniaría… Para que el sacrificio no fuera en vano.

Ambos sobrevivimos… Pero Adolfo Wasem no.

Con su muerte, el juramento aquel se hizo deber ineludible.

Y no solo fue Wasem: muchísimos compañeros y compañeras cayeron en cárceles, calabozos y salas de tortura para siempre. Quienes fuimos elegidos por el azar para quedar tenemos el deber, por ellos y por nuestro pueblo, de testimoniar.

Nuestro testimonio es el de todos.

A nosotros se nos dio, en este 1987, la oportunidad, buscada para cumplir, de poder sentarnos ante un grabador y recordar…

Decidimos no hacer literatura con la grabación. Retocar solo lo imprescindible para eliminar superfluidades y hacer inteligible el lenguaje hablado al ponerlo por escrito.

Mantener, en lo posible, las virtudes y aun los defectos de toda recordación espontánea. Otra cosa podría, a nuestro juicio, ser irrespetuosa para con el sufrimiento de tantos.

Los compromisos militantes ineludibles de Mujica, nuestro compañero de trío, le impidieron estar con nosotros, mano a mano, en la tarea concreta. Si esperábamos estar los tres juntos para emprenderla, corría el riesgo de que se postergara quién sabe hasta cuándo. Mujica mismo nos alentó en la empresa y revisó los resultados…



Fragmentos del capítulo "Memorias de la Insurgencia", entrevistas a ex tupamaros, publicado en el Número 4 de Cuadernos de la Historia Reciente", editado por  Banda Oriental.

¿Qué opinaba de la violencia contra las personas que aplicó el MLN en varias oportunidades, desde los ataques a fascistas hasta el ajusticiamiento de torturadores?

Estoy contra la pena de muerte, entendiendo por ella la ejecución de un prisionero inerme. También lo estaba en esa época. Sin embargo, no tenía problema en matar en el marco de un enfrentamiento. No sólo en el tiroteo casual y esporádico, sino también en casos como el de Morán Charquero y otros. Es decir, si un torturador, sabiendo que hay una guerra declarada -porque lo estaba por nosotros- hace lo que hace, asume todas las consecuencias. Y yo también asumo las mías. La guerra es así. El mejor general de la guerra es aquel que puede sorprender a sus enemigos cuando están durmiendo y matarlos a todos. La guerra consiste en matar al enemigo o que te maten a vos.





El ejército uruguayo estudia eso todos los días. Con los impuestos que nosotros pagamos. Se preparan para -en caso de guerra- matar al enemigo, en lo posible durmiendo, y sin bajas propias. Eso hacían Napoleón, Julio César, Artigas, Eisenhower, Montgomery, Lenin, Trotsky, Mao.

Dentro de la guerra, hay crímenes de guerra, que están legislados por la Convención de Ginebra y la Cruz Roja Internacional. Por ejemplo la matanza de My Lai contra la población civil vietnamita. Hiroshima, Nagasaki, no por haber lanzado la bomba, sino porque ya no era necesario. Los bombardeos sobre Europa nadie los enjuicia.

En nuestro caso, creo que los de los cuatro soldados fue un error, lo del Peón Báez un crimen.

Cuando se considera que se está combatiendo una guerra, en este caso irregular ¿no se vuelven imprecisos para los militantes los límites de lo justo y lo injusto y se tiende a considerar lícito todo aquello que pueda justificar la victoria? En especial cuando no existen, como no existían en el MLN, discusiones y resoluciones al respecto.

Para muchos militantes eso es así. Si en el caso del peón rural me hubieran consultado, hubiera dicho que no. Cuando me enteré, y todavía nadie lo sabía, no había aparecido en los diarios, les dije que era un gigantesco disparate.
Se dice que hubo una desviación militarista: en realidad hubo falta de militarismo. Los compañeros no habían leído suficientes cuestiones de carácter militar, como para saber que eso no se hace. Quien mejor te puede explicar que eso no se hace son los propios militares, que tienen normas para la guerra, normas que están fundadas en una vieja sabiduría humana.

Fernández Huidobro: en la transición funcionó "un teléfono rojo" entre militares y el MLN 
Senador Eleuterio Fernández Huidobro: Se puede mirar hacia atrás y escribir un tango nostálgico, o remangarse para enfrentar los gravísimos problemas de hoy. El trabajo del Oyarvide es la reivindicación de soberanía más grande desde Artigas. Hay que invertir en Defensa, y eliminar mucho gasto superfluo en el entorno del ministro.
EN PERSPECTIVA
Martes 26.03.02, 09.00.

EMILIANO COTELO:
Dirigente histórico del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros, en los años 60 protagonizó varias de las acciones armadas más notorias y estuvo preso antes y después del golpe de Estado de 1973. En particular, en la dictadura pasó por condiciones de reclusión singularmente duras, recluido durante años en aljibes de cuarteles militares, en condición de rehén del gobierno de la época.

Hoy, ya en pleno siglo XXI, Eleuterio Fernández Huidobro no sólo lleva dos años como senador de la República, sino que desde la semana pasada preside la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara Alta. Su designación no pasó inadvertida: inmediatamente se hicieron oír voces discordantes. Por ejemplo el senador Yamandú Fau, del Foro Batllista, consideró el nombramiento de Fernández Huidobro como "una provocación". Y el ministro de Defensa, Luis Brezzo (también del Foro Batllista), entendió que esta novedad "no contribuye a la recomposición de las relaciones políticas en el país".
De todas formas el senador Fernández Huidobro, pocas horas después de su nombramiento, visitó una dependencia de la Armada, el buque Oyarvide, y al salir cuestionó fuertemente la política de recortes presupuestales implementada por el Ministerio de Defensa Nacional y cuestionó de manera directa, una vez más, al propio ministro Luis Brezzo.
En fin, sobre su nombramiento, sobre su relación con las Fuerzas Armadas, sobre el trabajo de la Comisión de Defensa Nacional vamos a dialogar con el senador del Movimiento de Participación Popular Eleuterio Fernández Huidobro, que tiene 60 años, está casado y tiene dos hijas.
Está claro que durante los años de la guerrilla, antes del golpe de Estado, los tupamaros tuvieron comunicación fluida con algunos sectores de las Fuerzas Armadas. ¿Cómo ha sido la relación con las Fuerzas Armadas desde 1985 en adelante, desde que se volvió a la democracia y desde que ustedes fueron liberados?
ELEUTERIO FERNÁNDEZ HUIDOBRO:

Como todos sabemos, a la salida de la dictadura y por unos años más Uruguay pasó lo que se llamó el "período de transición", que recuerdo que fue delicadísimo. Estaba todo aquello prendido con alfileres, las heridas abiertas muy frescas y los rencores reconcentrados. Hubo que poner mucho; creo que todos los sectores políticos del país lo hicieron, las organizaciones sociales también y creo que mis antiguos enemigos y nosotros también, para que hubiera esta convivencia -no desprovista de lucha, pero convivencia pacífica- desde aquel entonces hasta hoy. Creo que no hubo incidente grave alguno producto de aquellos rencores y odios de los enfrentamientos bélicos a muerte que entorpeciera este ya más de cuarto de siglo de convivencia pacífica. Hubo que poner mucho, mucho.

EC - Pero en ese "poner mucho", ¿hubo contacto, hubo comunicación Tupamaros - Fuerzas Armadas?
EFH - Sí, sí, sí.
EC - Decir comunicación Tupamaros - Fuerzas Armadas es demasiado amplio, es generalizar demasiado. ¿Con quiénes ha tenido diálogo usted: con militares en actividad, con militares retirados?
EFH - De todo tipo. Este es un país chiquito, donde todos nos conocemos. A veces basta ir al cumpleaños de un familiar no muy cercano para encontrarse con un antiguo enemigo. O sentarse en un bar para ver en la mesa del al lado al que lo tuvo preso a uno durante añares. O tropezarse en una oficina pública o simplemente por la calle. Por suerte, este no es un país de masas; todavía es de tamaño humano, permite esa cosa que a veces puede dar lugar a graves incidentes, pero otras simplemente permite que uno se vaya acostumbrando a convivir. Entonces, cuando pasaron cosas o se temía que pasaran cosas, siempre hubo una especie de "teléfono rojo".
EC - ¿Cómo era eso del "teléfono rojo"?
EFH - Digamos que quienes de algún modo estuvimos muy enfrentados y pagamos las consecuencias (nosotros las pagamos bastante), si tuviéramos que pelearnos de vuelta quisiéramos hacerlo por decisión propia, no por "púas", "manijas" o intereses espurios de terceros, que desgraciadamente proliferan en la vida del mundo, no sólo acá. Quienes generan los conflictos siempre tienen guantes blancos en las manos, sancochan en sangre a los pueblos y siguen flotando como corchos, pase lo que pase, siendo los responsables últimos de todo lo que pasó. Le pongo un ejemplo...
EC - Se lo iba a pedir: algún ejemplo en que haya funcionado ese "teléfono rojo".
EFH - ¡Uhhh!, hubo muchos... En cada campaña electoral con rumores de enfrentamiento, cuando se hablaba de nuestros hospitales de campaña o de que estábamos entrenando no sé dónde... Y viceversa: cuando vino Fidel Castro, cuando vino el rey de España, grandes manifestaciones... En un montón de oportunidades, especialmente cuando había algunas versiones o trascendidos de que se estaba preparando esto o aquello.
EC - ¿Entre quiénes funcionaba ese "teléfono rojo"?
EFH - Entre viejos conocidos.
EC - Estamos hablando de dirigentes tupamaros de un lado; ¿y del otro?
EFH - De viejos militares de aquella época. Digo "viejos", porque en realidad cuando usted dijo que yo tengo 60 años... me abrumó (se ríe).
EC - ¿Pero es cierto o no?
EFH - ¡Es cierto! Eso es lo más desgraciado de todo. Supóngase que yo era uno de los más jóvenes en aquella época... (se ríe) imagínese la edad de los otros.
Nosotros vivimos muchos años dentro de los cuarteles. Como podrá imaginar, independientemente de las palizas, de la tortura y de las cosas que pasamos, nos conocemos. Una vez alguien vino a traerme una denuncia por corrupción y me dijo que lo mandaba el coronel Fulano. Cuando él le preguntó "¡¿Cómo me manda ahí!?", le respondió "Porque estoy seguro de que ese no está en la joda. Yo lo torturé".
EC - ¿En particular usted tiene diálogo con militares que lo torturaron?
EFH - Sí, sí, ni qué hablar. No tuve más remedio que tenerlo durante 13 años... Me faltaron dos para jubilarme de milico.
EC - ¿Usted es de los ex guerrilleros que se sienten intrínsecamente "combatientes"?
EFH - Sí, sí.
EC - ¿Qué quiere decir el concepto de combatiente?
EFH - Yo llamé a la lucha armada en mi país, está escrito; todos mis compañeros lo hicieron, obviamente. Si lo hice no puedo ahora decir que no lo hice, no puedo caer en esa incongruencia. Reconozco, eso sí, plenamente, que en mi país el terrorismo de Estado cayó con los 20 nudos de su látigo feroz sobre gente que no había hecho absolutamente nada, que fue presa, torturada, muerta y desaparecida por repartir un volante, por pertenecer a una organización legal. En mi caso yo sabía por qué estaba preso.
EC - ¿Hoy qué quiere decir "combatiente"?
EFH - Nada, absolutamente nada. En la guerra, en esa desgracia repugnante que son la violencia y la guerra se puede ser combatiente de muchos modos. En esa guerra siempre hay algunas reglas mínimas, que algunos suelen cumplir y otros no. Cuando se las cumple se gana respeto.
EC - ¿A qué reglas alude, por ejemplo?
EFH - No rematar a los heridos, atenderlos; no torturar a los prisioneros; no meterse en el bolsillo dinero, producto de los combatientes; cumplir la palabra. Yo participé en las durísimas negociaciones de 1972, salí a la calle, herido; podría haberme ido. En aquel momento las Fuerzas Armadas confiaron en mí, yo volví al cuartel para después estar 13 años como rehén. Creo que eso, para mis enemigos (que no dejaron de tratarme mal por eso)... nobleza obliga a reconocer que hay palabra. No me fui del país: fui el último, como todos mis compañeros dirigentes históricos. O morimos peleando o caímos heridos y fuimos los primeros en comernos toda la cárcel que hubo que comerse y todas las torturas que hubo que comerse. No nos fuimos al exterior a hacer conferencias de prensa para después pasarnos al bando enemigo, como desgraciadamente ha pasado en muchos lados.
EC - A partir de esa concepción de combatiente, ¿a usted y otros dirigentes tupamaros les resulta más fácil que a otros políticos relacionarse con las Fuerzas Armadas, entenderlas?
EFH - Tal vez entenderlas, no me animo a decir lo otro. Cuidado: no creo ser ni que mis compañeros sean Carlos Gardel ni mucho menos en la materia. Entender una mentalidad, una manera de pensar, de vivir, de ser, sí; por esa nutrida y densa estadía dentro de todos los cuarteles del país que desgraciadamente tuvimos.
EC - Cuando entró al Senado ¿pensó automáticamente en integrar la Comisión de Defensa Nacional?
EFH - Mi dirigente máximo, mi querido compañero Tabaré Vázquez, ya me había designado asesor en defensa, no sé si lo recuerda, junto con el compañero Korzeniak, en aquellos grupos de asesores que tenía cuando comenzó la campaña electoral del año 1999. Desde ese momento -lo decidió él, yo no le había pedido que lo hiciera- me vi de cabeza metido en la Comisión de Defensa, no por mi decisión expresa sino como producto de la circunstancia.
Quiero decirle a usted que con ex enemigos míos también participé en la negociación de España que dio lugar a la última tregua de ETA. Fue una negociación peligrosa y participamos juntos, corrimos riesgos juntos.
EC - Es importante recordar ese episodio. Usted remarca que en aquella negociación participaron tupamaros junto con ex enemigos suyos, o sea con militares, supongo que retirados.
EFH - Y uno en actividad.
EC - ¿También?
EFH - Todavía quedan algunos, los que eran jóvenes, que todavía eran muchachitos. Todavía quedan algunos en actividad, obviamente.
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EC - A partir de estos antecedentes, de ese relacionamiento con integrantes de las Fuerzas Armadas retirados y en actividad, desde el momento en que usted pasó a integrar la Comisión de Defensa Nacional, ¿cómo lo han tratado las autoridades militares?
EFH - Con extremada cortesía y respeto. Porque además la vida sigue, el agua sigue pasando abajo de los puentes. Nosotros podemos tener "ojos en la nuca", como han dicho que yo tengo y como tienen otros, pero el problema es que un día tras otro, como decía Quevedo cuando le preguntaron de qué estaba enfermo y dijo "de un día tras el otro", la vida arroja sobre la mesa, en el presente y en el inmediato futuro, todos los días, gravísimos problemas. Uno puede decir "Voy a seguir mirando para el pasado", entonces escribe un tango melancólico y es un gran escritor de tangos. O puede decir "voy a seguir viviendo la vida al mango, apasionadamente"; aquello está, fenómeno, no lo voy a olvidar nunca ni voy a arriar mis banderas, como no le pido a nadie que arríe las suyas. Pero hoy hay otros problemas gravísimos, en el futuro inmediato hay problemas gravísimos, entonces hay que remangarse y empezar a trabajar en ellos. Eso es lo que hemos hecho.
EC - Yo le preguntaba por la relación con las autoridades militares.
EFH - Pasa eso.
EC - En particular, ¿lo han saludado más de una vez haciendo la venia?
EFH - Ni qué hablar, obviamente.
EC - ¿Cómo le ha resultado eso?
EFH - Normal, no me llama para nada la atención.
EC - ¿Ninguna autoridad militar le ha negado el saludo?
EFH - No, ninguna, en absoluto. Que yo sepa no. Me dijeron que alguna vez alguno lo hizo y lo arrestaron.
EC - ¿Sí?
EFH - Sí.
EC - ¿De qué fuerza era ese militar?
EFH - Creo que de la Armada. Son chismes, no tengo certeza de que ello haya sucedido. Pero a mí eso me importa un bledo... El pito, el tambor, el clarín, la trompeta... Soy civil, sé que los militares le dan mucha importancia a eso, pero yo no le doy tanta.
EC - ¿El hecho de ser ahora el presidente de la Comisión no ha implicado para usted ningún cambio en este sentido?
EFH - No, sustancialmente no, porque cualquier miembro de la Comisión de Defensa del Senado o de la Cámara de Representantes está en pie de igualdad con el presidente de turno. La función corresponde por el resultado electoral, no por otra cosa: cualquiera puede aportar tanto o más que el presidente. Lo único que tiene que hacer el presidente es hacerse cargo del orden del día, consultar con los miembros, proponer temas en debate. Pero es la vida la que los va proponiendo, más que el presidente.
EC - ¿Es cierto que no era usted en quien el Frente Amplio había pensado en principio para presidir este año la Comisión de Defensa, sino el senador Korzeniak?
EFH - No, no. El MPP y yo personalmente propusimos al compañero Korzeniak. Por resultado electoral al FA le tocaban dos años: el 40% de cinco años son dos años; en casi todas las otras comisiones al FA le corresponden dos años de presidencia. Pero, en esta comisión, la coalición de gobierno se negó a darnos dos años y nos dio uno. Era obvio por qué lo hacía.
EC - ¿En qué sentido era obvio?
EFH - Para que yo no fuera. De todas maneras el MPP, o sea Mujica y yo, en consulta con nuestros compañeros, planteamos a la bancada de senadores que el compañero Korzeniak en primer lugar merecía ser el presidente, por más veteranía en esa comisión -ya lleva varios períodos de gobierno-, por más sabiduría y por más baquía parlamentaria. Sabíamos por qué había una sola, pero... bueno: no queríamos entrar en esa mezquindad, en el mismo nivel de mezquindad, justamente de "ojos en la nuca", que hizo que la coalición le votara dos presidencias al FA en todas las demás comisiones, menos en esta. Que fuera Korzeniak. Pero la unanimidad de los senadores, a propuesta del senador Korzeniak, decidió que fuera yo. De modo que quedé atrapado.
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EC - Ahora que es presidente de la Comisión, hablando de la agenda, de los temas a priorizar, ¿qué se puede adelantar con respecto a este año?
EFH - Usted ya encaró alguno ayer.
EC - ¿El del buque Oyarvide, concretamente, o el de la Armada en su conjunto?
EFH - Podemos decir "Ministerio de Defensa en su conjunto", después "Fuerza Aérea en su conjunto", "Ejército en su conjunto", "Armada en su conjunto"...
En un período de crisis, de ajustes fiscales, de recortes de gastos, es obvio que si fuéramos gobierno actuaríamos de otra manera; pero no somos gobierno. Entonces, hay que defender en medio de la crisis aquellos puntos de cualquiera de las tres fuerzas que no pueden dejar de funcionar. Uno de ellos es el o "los Oyarvide", porque para el relevamiento geofísico, tal como quedó claro ayer -escuché con mucha atención, aunque lo sabía todo-, especialmente del espesor de nuestros sedimentos, que es vital para nuestros hijos y nietos, se necesitan dos barcos, no uno. Por lo menos dos. Ya tenemos una oferta de precio político en Alemania de otro Oyarvide un poco más chico que podemos sacar por unos U$S 400 mil, en tres cuotas. Le hemos entregado U$S 33 millones al Banco Comercial, el equivalente a 66 Oyarvide. Podríamos hacer una "vaquita" entre diputados y senadores y lo compramos.
(Fragmento de la entrevista)
Transcripción: María Lila Ltaif Curbelo
Edición: Jorge García Ramón

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MONTEVIDEO, 13 Abr (UYPRESS) - En medio del debate sobre la aprobacion de la ley de caducidad, el senador Eleuterio Fernandez Huidobro del Frente Amplio anuncio que renunciará a su banca.

El legislador, un dirigente historico del MLN Tupamaros, y referente máximo de la CAP-L, declaró que si bien votaría por disciplina partidaria la ley que anula tres articulos de la ley de caducidad, al finalizar la sesión renunciaría de manera indeclinable a su banca senaturial.

Fernández Huidobro y su grupo se habían opuesto desde un principio a la anulación de la ley ,y rechazaron el anterior proyecto, que ya tenía media sanción parlamentaria y tuvo que ser reformuladoDe todas maneras este gesto demuestra que el senador se opone a la iniciativa, y se suma desde otro ángulo a la posición del senador Jorge Saravia, que votó en contra. 12.04.2011

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Montevideo Virtual: A propósito de la convivencia entre la izquierda y los militares dijo que hay muchos civiles en el Ministerio de Defensa, que ve que va mejorando con los años la relación con la ciudadanía, pero que tiene que ser todavía más estrecha, más íntima y que hay que fomentarla desde la propia interna militar, que tiene que entender esto, este acercamiento a la ciudadanía y a las Fuerzas Armadas.

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Bonilla 28.07.2011: Ayer, apenas asumió el cargo, Huidobro recibió a los tres comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas y al jefe del Estado Mayor de la Defensa y les informó su primera medida: dejar "sin efecto todos los arrestos simples aplicados al personal militar".



Un punto importante de la reunión con los legisladores fue el relativo al aspecto salarial. A partir del 1º de enero próximo, los militares recibirán un incremento del 22% en sus remuneraciones. Se puso a manera ilustrativa que un coronel que hoy percibe unos 56 mil pesos mensuales, pasará a ganar 65 mil “fruto de la salarización de varias partidas que antes se destinaban a dietas o para solventar las agregadurías militares”, ejemplificó.Martes 13 de septiembre de 2011
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Con respecto a lo sucedido con el jóven haitiano
Entre lágrimas, declaró que iban a aplicarle a los militares uruguayos acusados de la presunta violación “las máximas sanciones imaginables”.El Diario Jueves, 8 de septiembre del 2011
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El Observador - 06.12.2011,

Eleuterio Fernández Huidobro

  • © N. Garrido
El ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, se refirió a la declaración que hizo este lunes el comandante en jefe del Ejército, Pedro Aguerre.

El comandante en jefe señaló que de existir 
“un pacto de silencio” en las Fuerzas Armadas respecto al lugar donde se encuentran enterrados los desparecidos durante la dictadura militar, el mismo será revocado de inmediato. 

Fernández Huidobro dijo este martes en radio El Espectador que está seguro de que esa orden será acatada entre los militares. “No me cabe la más mínima duda que va ser cumplida y acatada por la vida militar”, afirmó. Aclaró que “el pacto de silencio abarca no solo a militares, sino también a civiles”.

El secretario de Estado manifestó que el pacto de silencio existe, aunque no en todas las Fuerzas Armadas. “Ese pacto de silencio compromete hoy a un núcleo muy minoritario de las Fuerzas Armadas” dado que integrantes de los Servicios de Inteligencia “perpetraron las más grandes fechorías”.

Por otro lado, el ministro adelantó que por ahora no está pensado hacer un pedido de perdón por los crímenes de la dictadura, no obstante, señaló que en caso de hacerse, las disculpas deberían provenir del Estado y no de las Fuerzas Armadas “exclusivamente”.

“Los hechos del pasado y las atrocidades que se cometieron fueron en primerísimo lugar decisión civil, no militar, y también (hubo participación) por parte de potencias extranjeras”, apuntó. Además, se cuestionó: “¿Qué (perdón) tiene que pedir un oficial del Ejército hoy que no tuvo nada que ver con esas cosas? No caben las simplificaciones”, señaló.

Al respecto, Fernández Huidobro se manifestó partidario de poner “una especie de punto final en este asunto, sobre la base de que todas las cartas estén sobre la mesa” y así “poder mirar para adelante y discernir bien la paja del trigo en estos casos”.

Para el secretario de Estado, la actitud de Aguerre de aclarar que “el Ejército no encubrirá a homicidas” forma parte de “un proceso”, donde entran en juego “temas generacionales”.

Hay cambios en el Ejército. Si usted saca cuentas, el Ejército está integrado en su inmensa mayoría por personas jóvenes que tienen otras cosas en la cabeza que las que teníamos nosotros hace 50 años”, expresó. En ese sentido, sugirió “releer el discurso de despedida del general Jorge Rosales que tiene cosas parecidas” al de Aguerre.

El ministro también defendió el trabajo realizado por la Comisión para la Paz durante el gobierno de Jorge Batlle, la cual fue “injustamente criticada por tirios y por troyanos en los últimos tiempo”. 

“Es la que ha hecho más aportes y ha permitido encontrar lo que se ha encontrado”, afirmó, aunque “recibió información falsa”.


 
 
Veronika Engler
http://www.simplesite.com/veronikaengler


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jorge zabalza




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