Versión corregida y actualizada por el autor en 2012
Del libro de Ricardo Perdomo "Yo soy Rufo...y no me entrego"
Del libro de Ricardo Perdomo "Yo soy Rufo...y no me entrego"
ENTRADAS – SALIDAS Y MÁS CORRUPCIONES
La Dirección de Investigaciones tiene a su
cargo, entre otros, el Departamento de Interpol que controla el aeropuerto de
Carrasco y el Puerto de Montevideo. Cuando desaparece un importante número de
expedientes relativos al contrabando y los contrabandistas, el Jefe del
Destacamento en Carrasco Jaureguizar fue sustituido por el Comisario Chávez,
algo reacio a los yanquis.
Fleitas en cambio, cooperaba sin problemas
con la CIA, pero tenía superiores, uno de los cuales era el propio Chávez, del
cual era necesario independizarlo.
La CIA necesitaba hacerse del control de la
principal entrada del Uruguay, que era el aeropuerto de Carrasco. Por lo tanto
movió los hilos de los títeres adecuados, para hacer pasar Interpol dentro de
los límites de la Dirección de Información e Inteligencia, donde gracias a que
los yanquis dominaban su creación, no existían problemas.
La dificultad era que Interpol dominaba
también el Puerto de Montevideo, que dicho sea de paso, era una verdadera mina
de oro.
Hasta ese momento los dividendos que dejaba
el contrabando, con las coimas, se repartían patrióticamente en las altas
esferas, pero la tajada verdadera quedaba para la Dirección de Investigaciones.
No es necesario que ningún espía le cuente
esto a un uruguayo. Todos sabemos lo que es la coima. Y todos los uruguayos
principalísimamente, sabemos que más ladrones que los milicos no hay.
Nuestro espía nos termina el relato de
estas maniobras de la siguiente manera: “finalmente se llegó o a una solución
tras un pacto de caballeros (no olvidemos que estamos hablando del reparto del
botín) – la Dirección de Investigaciones conservaría Interpol, Embarcaderos y
Población Flotante, pero el destacamento de Carrasco pasaría a control del
Dirección de Información e Inteligencia, aunque en cuestiones de rutina éstas
transmitirían la información a la Dirección Nacional de Investigaciones”.
“Todo el mundo quedaba satisfecho:
Investigaciones con su tesoro y los yanquis con la entrada internacional al Uruguay.
En la Aduana ya tenían a su gente, en todo
caso las entradas por allí no tenían la importancia del aeropuerto.
“Fernández Fleitas recibió las órdenes
correspondientes para depurar a todo el personal a su cargo, a los efectos de
ser sustituidos por gente fiel”.
O sea, un retablo completo de marionetas al
servicio de los yanquis.
“Acto seguido, la CIA instaló sus
sofisticadas máquinas de fichaje al instante de todo el que entraba o salía del
aeropuerto, desde donde salían copias para Inteligencia y para la Embajada”
El 1º de marzo del año 1967 se produce el
cambio de gobierno.
Para variar tenemos un milico de
presidente, otro General, Oscar Diego Gestido. A los pocos días el nuevo
comando toma posesión de Jefatura de Policía de Montevideo. Veamos algo de la
composición de este comando, porque varios de sus integrantes van a jugar un
destacado papel pocos meses más tarde, oscureciendo aún más el ya oscuro
panorama político.
Jefe: Coronel Raúl Barlocco, Subjefe:
Ramiro Chávez (que no es el mismo del aeropuerto).
Jefe de Estado Mayor: Coronel
Santiago Acuña.
Jefe de la Guardia Metropolitana (hoy
Granaderos): Tte. Coronel Alfredo Rivero, el mismo que en 1970 como Jefe de
Policía transmitiera la orden de la embajada yanqui de dejar hundir al criminal
Dan. A. Mitrione.
Jefe de la Guardia Republicana: Tte. Ángel
Barrios.
Como Ministro del Interior, Augusto
Legnani, quien tiene integrados en las Fuerzas Armadas varios parientes.
Augusto Legnani, del partido colorado y de
parte de quien los “asesores” norteamericanos encontraron la más amplia
comprensión y deseos de cooperación, lo volveremos a encontrar escondido o
“compartimentado” en un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme.
DIRECCIÓN NACIONAL DE INFORMACIÓN E
INTELIGENCIA
Como el propio Nelson Bardesio se encargará
de confirmar, es la misma CIA la creadora indiscutida de la Dirección Nacional
de Información e Inteligencia.
De aquí en más, los aparatos de las tres
armas conjuntarán el modelo CIA, que es lo mismo que decir que pondrán a punto
sus máquinas de muerte, serán en los hechos (ya veremos más ejemplos) las
Fuerzas Conjuntas (FFCC), mucho antes que el decreto salga a la luz pública.
Todos los uruguayos lo probarán en su
propio pellejo, como el resto del sufrido Continente lo venía sufriendo desde
épocas remotas, perdidas en el tiempo.
Al pobre Coronel Santiago Acuña, quien se
había roto el lomo trabajando para el asesor William Cantrell, no le debe haber
resultado muy gracioso el hecho de ver su sueño de Jefe del flamante servicio
frustrado.
El agente CIA, Cantrell, lo usó pero no le
otorgó tan importante Jefatura debido a su inclinada tendencia al alcohol, es
decir, era un vulgar borrachín, y esa debilidad, tan pronunciada en su caso, no
era del gusto de los asesores, que por otra parte, buenos y calificados
borrachos tienen... pero una cosa es el amo y otra el sirviente, aún para los
pecados menores.
Cantrell usa a Acuña y con la misma línea
Acuña usa a dos ambiciosos policías; Atilio Galán y nuestro colaborador Nelson
Bardesio.
Galán es hijo de un ex Jefe de Policía de
igual nombre, Bardesio, en cambio estaba vinculado al entonces Senador de la
lista 15, Héctor Grauert.
Hagamos una pequeña interpolación
informativa, como siempre curiosidad. Veamos con quién encajaba Héctor Grauert
en la lista 15: el incondicional de la embajada, Jorge Batlle, Luis Bausero, F.
Fleitas, A. Lepro y A. Abdala. Había de lo peor; a éstos la oficialidad
cuartelera les llamaba “comunistas chapa 15”. Claro que hay peores, pero como
buenos uruguayos podemos afirmar que ni uno solo de ellos tenía conocimiento...
En este equipo primigenio existe un quinto
asesor y su nombre es Juan Noriega. Esta asociación criminal Estatal, de la
cual Sanguinetti dice que “no existe pero que la disolverá” es la que organiza
el esquema del futuro “escuadrón...”. Faltaba ahora el equipo de Jefes de este
entramado infernal, estos deben reunir las características exigidas por los
asesores CIA, pero podemos resumirlas en dos palabras: obsecuencia perruna.
Capacidad, en caso de que alguno la
tuviese, sería un obstáculo, creatividad, pensamiento y forma de trabajo, corre
por cuenta de los asesores que con los cursos especializados en EEUU quedaba
creado el policía ideal al servicio incondicional de la Embajada Norteamericana
en Uruguay. Es decir, un asesino a sueldo, un gánster, que luego, con mucha
práctica en vigilancia, secuestro, atentado, extorsión, amenaza y tortura
pasaría a ser “docente”, a formar más y más cuadros para el crimen estatal.
Acuña suma al comando inicial a su
secretario y amigo personal pero con la previa aprobación de los asesores, que
para eso están. Así se disponen a completar la plantilla, o la pandilla.
Los “seleccionados” suman seis para ser
Jefes de los grupos de acción.
Ya tenemos lo suficientemente claras las
cosas para saber que el resto de la tropa que acompaña a estos criminales
actuará con la tranquilidad total de saberse impunes, legales y clandestinos.
Aclaremos.
Para golpes efectistas, psicológicos, tal
como expresaban estos criminales, es decir, asesinar militantes, comprometidos
o no con la izquierda, quebrarles los huesos, mutilarlos, etc. Se actuará como
si fuesen “clandestinos”.
Para allanamientos realizados mediante la
información arrancada a base de esas torturas con las bandas parapoliciales, se
actuará en forma “legal”.
Cuando el proceso de “asalto al poder” esté
más avanzado y con el decreto de “guerra interna” ya declarado, será
completamente inútil la clandestinidad, pues el crimen, las violaciones, el
desaparecimiento de personas, todo será legal. Ahí ya no tiene sentido el
“escuadrón de la muerte”.
Así entonces pasan a formar la lista de
Jefes de la CIA: Inspector Píriz Castagnet, Subinspector Aldo Conserva,
profesor de Literatura en el Instituto de Enseñanza Profesional Escuela de
Oficiales de Policía. La “cultura” de esta bestia no fue obstáculo para obtener
el título de torturador y agente al servicio de la CIA, o sea, un vulgar
“profesor cachiporra”.
Tercero en la lista Comisario José Pedro
Macchi, fundador e implacable torturador, con el paso del tiempo, se lo intenta
detener para trasladarlo a la Cárcel del Pueblo, pero el terror le puso alas a
sus piernas, corre desesperadamente, gritando, enloquecido de miedo, recibe
varios balazos y salva su vida tirándose dentro de un taller mecánico. De todas
maneras queda tuerto y años después mata a balazos a un turista... historias
ocultas. Quien hoy día puede darnos detalles de esta operación es un personaje
inesperado: nuestro Ministro del Interior, el "bicho" Bonomi, creemos
sinceramente que ahora no puede errarle.
EL Comisario Juan María Lucas, es el cuarto
Jefe de la banda. Este personaje lleva a todos los integrantes de
la primer reunión de la banda al local por él mismo aportado.
Quinto personaje: ¡Abrid bien los ojos!
Teniente Coronel Raúl Legnani, hombre clave, pues, con este eslabón queda uno
de los primeros de importancia con el ejército.
Insistimos, hay que tener en cuenta ciertos
datitos para la evaluación futura de los acontecimientos, que no se dieron por
casualidades históricas ni con tanto fervor patriótico como nos hemos
acostumbrado a leer en la literatura “de izquierda”, con este agente y con
algunos otros.
Un datito nada despreciable es su
parentesco con el Ministro Augusto Legnani, Ministro de Gestido, Ministro de Bordaberry,
Ministro de Pacheco.
Segunda curiosidad histórica, Raúl, Augusto
y Eduardo, primos por la gracia de dios, Eduardo, Jefe de Policía casualmente,
e incondicional colaborador CIA.
FUE PRECISAMENTE, CON EL AGENTE
CIA RAUL LEGNANI QUE SE INICIA EN EL BATALLON FLORIDA LA TREGUA
CON EL MLN PARA LOGRAR LA RENDICION Y ENTREGA DE RAUL SENDIC Y LA RESISTENCIA ARMADA,
OBJETO DE NUESTRO ENSAYO.
El último de esta primera Jefatura,
Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII), o lo que es lo mismo,
“Escuadrón de la muerte”, Lemos Silveira. Esta perla no se quedaba atrás cuando
de arrastrarse se trataba. Era el preferido del asesor norteamericano Cantrell,
quien le encomienda la tarea de vigilar nada menos que a Otero, sí, al mismo
Jefe Director del Servicio de Información e Inteligencia. No olvidemos que en
el servicio CIA el juego es como una calesita: el caballito de atrás vigila al
de adelante.
Una aclaración necesaria sobre este popular
servicio.
La Dirección de Información e Inteligencia
(DII), funcionó en forma paralela a la Dirección Nacional de Información
e Inteligencia, éste extraño maridaje tuvo su motivo personificado en el Comisario
Otero, bastante reacio, no al yanqui, que en eso toda la “familia” policial y
militar estaban en perfecto acuerdo, sino en la forma de tratamiento al milico
en general, el basureo, la soberbia, el desprecio del yanqui frente al que todo
el mundo (policía y militar) se arrastraba. En Otero, en cambio, tenía un
efecto distinto, sin llegar al extremo de la “rebeldía”, era distinto.
La CIA lo toleró lo mejor que pudo en su
trabajo paralelo, hasta que llegó la hora de la patada histórica. En realidad
el pobre Otero nunca le significó un obstáculo serio, y cuando consolidaron la
nueva Dirección Nacional de Información e Inteligencia, a este Juez
también le llegó el turno.
Esta selección nacional fue “becada” con
los correspondientes cursos en las escuelas de los gánster de los EEUU. Más
adelante veremos lo que pensaban los hermanos del norte acerca de este infeliz
milico.
Por la composición de los hombres que vimos
y otros que aún falta mencionar podemos ver cómo se preparó una organización a
nivel nacional con tentáculos extendidos a las tres armas, partiendo de la
policía, esto es posible dada la facilidad de que cualquier Mayor o Coronel
puede indistintamente desde el Ejército, ocupar cargos en la policía.
Se presentaron, no obstante, problemas
locativos y de competencia de poderes, allí fue nada menos que el mismísimo
Jefe de la Sección Política de la Embajada Norteamericana, Segundo Secretario
de la misma y superior inmediato de la Estación CIA en Uruguay, Nicholas V. Mc
Clausland, quien se encarga de presionar al Ministro del Interior en funciones
del Presidente Oscar Gestido, el mencionado Augusto Legnani, quien no presentó
ningún obstáculo y por sobre todo se mostró dispuesto a una amplia cooperación
pero con la salvedad de que su apoyo no trascendiera públicamente.
Legnani es informado además por la propia
CIA de que Noriega hará el enlace entre los “becados” (Jefes del “Escuadrón...”)
y el propio Ministro, así como Cantrell supervisaría los “trabajos”.
El Ministro gustosamente colaboraría,
movería llaves, abriría puertas, las indicadas por los asesores.
Nos preguntamos de puro curiosos ¿Qué cosas
le habrán insinuado, preguntado, informado u ocultado para que el Ministro
pidiera “reserva total”? ¿Por qué sería, Señor Ministro?
Cuando Barlocco renuncia tras la muerte de
su amigo Gestido, Acuña pasa como Ayudante Militar del Ministro en cuestiones
de Inteligencia, justo en el Ministerio del Interior. De lo que se deduce que
Legnani era vigilado por Acuña y este por el Ministro, sencillo y efectivo.
La CIA dispone entonces trasladar “en
comisión” al Estado Mayor a estas barajas: Píriz Castagnet, Aldo Conserva, Juan
Ma. Lucas; Pedro Macchi, Nelson Bardesio y Atilio Galán. El equipo completo,
para restablecer el equilibrio, y que la vida provinciana de aquel Uruguay
ocupe el lugar asignado por los dioses del norte.
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