¿Adónde vamos?
El desarrollo que le impusieron transformó al Uruguay en abastecedor de materias primas y servicios para los centros industriales del sistema. Un país encadenado de por vida al pago de los servicios de una Deuda Externa que cada día crece más y es imposible de saldar. De continuar la tendencia actual, en el mediano plazo más de la mitad del territorio nacional será propiedad de capitales extranjeros privados, cuyos planes son despoblarlo para dedicar la tierra a la forestación, el cultivo con agrotóxicos de soja transgénica y a la minería a cielo abierto. Los enclaves extranjeros llamados “Zonas Francas” son el más vergonzoso ejemplo del colonialismo siglo XXI. Las políticas económicas anunciadas permiten creer que en el 2030 el Uruguay Productivo será más deformado y más dependiente que nunca... ¿Era ése el País Prometido?
Aún con consejos de salarios y convenios salariales, la mitad de los salarios se mantienen por debajo de los 16.000 pesos y los trabajadores deben endeudarse para cubrir sus necesidades básicas: viven en condiciones de mucha vulnerabilidad, pero el gobierno cumple con la exigencia de mantener bajos los salarios para abaratar costos de los inversores. El asistencialismo no puede impedir que los marginados se reproduzcan como efecto del capitalismo, ni que sean el sector social más vulnerable al alza de los precios y a los déficit de vivienda, salud y educación. Hoy día el consumo privilegiado del 1% equivale al consumo del 50% de la población nacional que, sin duda alguna, es quien aporta al Estado la mayor parte de la recaudación fiscal. El Uruguay está recorriendo el camino que ya recorrieron Europa y los EEUU y, para el 2030, la brecha social se habrá convertido en irreversible agujero negro. ¿Era ésa la patria que nos prometieron?
Desde el Pacto del Club Naval los mandos militares reivindicaron con firmeza su propia impunidad y con ese programa político transitaron la “democracia” que se les imponía. La firmeza de sus exigencias doblegó la voluntad de las élites políticas e impuso las actuales políticas de olvido y perdón que hoy predominan. La impunidad de los criminales ha creado una clima subjetivo que favoreció el resurgimiento de las formas ilegítimas de empleo de la fuerza pública: abuso y violencia policial en los barrios, tortura, vejamenes y persecuciones a los adolescentes privados de su libertad.
Se continúa expulsando la población marginada hacia los territorios de la periferia, para condenarla como amenaza a la seguridad, aislarla y declararle una guerra preventiva que justifica el gasto en las más modernas tecnologías de vigilancia, control y represión. Así como lo hace con los culpables del terrorismo de Estado, el gobierno protege la tortura y el “gatillo fácil”. Más grave aún: se persigue y criminaliza a los que protestan con modales que no son del agrado de las autoridades. Por acuerdo entre ambos gobiernos, se permitió la intervención de “asesores” de EEUU en la instrucción de los policías y guardias carcelarios del Uruguay, que sumarán “conocimientos” a los ya aprendidos de instructores israelíes. Probablemente se profundice el abandono de los mecanismos pacíficos para resolver los conflictos sociales y, para el 2030, el Estado ya estará violando sistemáticamente los derechos humanos de sus ciudadanos. ¿Es ésta la democracia por la que lucharon las masas frenteamplistas entre 1971 y 1985?
Así como se ocultaron algunos de los contenidos de los contratos con Montes del Plata y Aratiri, el gobierno “negoció” en secreto la integración al TISA (Trade In Services Agreement), acto de genuflexión diplomática cuya perspectiva es avanzar hacia la “Alianza del Pacífico” y la firma de un Tratado de Libre Comercio con los EEUU. Con el mismo sentido de alineación internacional, se anunció la firma de “acuerdos estratégicos” cuyo contenido se mantiene oculto, pero no es difícil suponer sean parte de la ofensiva militarista de los EEUU. En cambio tomó estado público el acuerdo de asistencia “recíproca” en logística militar, que dejó sentadas las bases legales para la instalación de bases militares de los EEUU en territorio uruguayo. Como demostración de buena conducta, tropas uruguayas forman parte del ejército de ocupación en Haití y en el Congo, modernas escuelas donde aprenden a controlar las manifestaciones de descontento popular e incorporan la ideología militarista de los EEUU. Mientras que hace un discurso de integración con las naciones latinoamericanas (Mercosur, UNASUR, CELAC), el gobierno consiente a las fuerzas armadas el desarrollo de su diplomacia paralela, se colocan bajo la égida del Comando Sur cuyo objetivo es romper la unidad bolivariana para controlar los recursos de América Latina. Por este camino, el Uruguay del 2030 se habrá convertido en un engranaje más del esquema de dominación político-militar de los EEUU y Europa, otra forma de subordinarse a las estrategias que mejor sirven a las corporaciones transnacionales. ¿De qué liberación nacional e independencia hablan?
Derrumbe y refundación
El Frente Amplio presenta algunas particularidades que lo diferencian. Cuenta con operadores de política sindical que habilitan su rol determinante en la conciliación de clases; los demás carecen de ese tipo de militancia, son incapaces de concretar el pacto social que precisan los capitales. Además, en el Frente influyeron grupos de activistas que impulsaron e hicieron aprobar las leyes de salud reproductiva, matrimonio igualitario y legalización de la marihuana. Al ser ideológicamente más refractarios a los derechos populares, los otros partidos mantuvieron posiciones retrógradas y reaccionarias en estos temas.
Estas particularidades se esgrimen como argumentos para captar votos a granel, ocultando cuidadosamente el hecho central y definitorio: gane quien gane en estas elecciones nacionales, el gobierno será igualmente conservador. No hay diferencias sustanciales entre los cuatro partidos del sistema (Frente Amplio, Partido Nacional, Partido Colorado y Partido Independiente). Los cuatro son los operadores políticos del modelo de desarrollo económico y social depredador y colonizador, están de acuerdo en hacer frente a sus consecuencias sociales y asumen las relaciones internacionales que requiere. No es una mera sensación subjetiva: en la campaña electoral no se está discutiendo nada sobre un proyecto de desarrollo diferente al del capital extranjero. Todos comparten esa perspectiva. El debate se circunscribe a cómo se reprimirá con mayor eficacia a los pobres y con qué criterios se administrará el gasto en asistencia social, educación, salud y vivienda.
En estos diez años, el principal impedimento que encontraron las luchas contra la impunidad, fueron las ideas de olvido y perdón que sustentan los tres caudillos del Frente Amplio. Pese a ello, el plebiscito del 2009 contó con la aprobación de casi la mitad del electorado nacional y decenas de miles acompañan a las madres, familiares e hijos de desaparecidos cada 20 de mayo. Igualmente masivo fue el rechazo al traslado de la jueza Mariana Motta decidido por la Suprema Corte de Justicia. El programa más arraigado en el sentir popular es “Verdad y Justicia” y por eso, pese a la sujeción ideológica a los caudillos del Frente Amplio, siempre resurge la lucha y la movilización contra la impunidad. Es el síntoma más claro de lo que ocurre en la subjetividad general: para reconquistar el pensamiento crítico perdido, hay que cortar el cordón umbilical con las ideas conservadoras que dominan al Frente Amplio.
Algo semejante ocurrió con el duro conflicto de los trabajadores de la enseñanza, que debieron hacer frente a malintencionados ataques provenientes de un gobierno jugado a hacer de la educación un bien de mercado. Tal vez no conquistaron sus reivindicaciones, pero lograron descubrir la doble moral del progresismo, cuyos hechos desdicen totalmente sus dichos sobre la educación...y se indignaron con “su” fuerza política. Lo mismo pasó en la lucha de los obreros de la construcción que, antes de hacer aprobar la ley de responsabilidad penal empresarial, debieron torcer el brazo a los parlamentarios frenteamplistas que conciliaban con las cámaras patronales. Sin independencia de clase, las medidas de seguridad todavía serían a voluntad y capricho del patrón. Batallas semejantes debieron darlas los trabajadores de la bebida, los clasificadores de residuos urbanos sólidos y los empleados y obreros del municipio de Montevideo. Los trabajadores de filiación frenteamplista se vieron obligados a enfrentarse a sus propios correligionarios y, en la discusión, lograron comprender el papel real que está desempeñando este Frente Amplio de hoy día, que perdió totalmente la vocación popular, antioligárquica y antimperialista conque nació. En el 2004 muchísima gente alentaba la esperanza de que el triunfo del Frente Amplio pusiera fin al Uruguay de las transnacionales; en el 2014 es evidente el derrumbe ideológico del Frente Amplio y su compromiso con las corporaciones, los dueños del Uruguay y el partido militar. De tanto tropezar con la misma piedra, la militancia frenteamplista terminó por darse cuenta que en “su” Frente Amplio dominan caudillos con ideas neoliberales y conservadoras.
El derrumbe deja espacios abiertos a la refundación, espacios que los van llenando los colectivos que luchan por la tierra, el agua y los recursos naturales fueron llenando esos espacios. Los que lograron en el 2004 que las reservas acuíferas fueran declaradas de dominio público, los ocupantes de tierras y los que resistieron a los desalojos de colonos en Bella Unión, los trabajadores de la naranja de Paysandú y los que batallaban en Tacuarembó, Cerro Chato, Rocha, Sauce, Ciudad de la Costa y otras zonas del país, también encontraron que el principal escollo era el gobierno, de su práctica solidaria fue naciendo una corriente social independiente. Más tarde se consolidaron como movimiento para enfrentar el proyecto de la empresa Aratiri (mina gigantesca a cielo abierto, puerto de aguas profundas para embarcar el mineral de hierro y regasificadora para abastecer de energía eléctrica el conjunto empresarial). La lucha liberadora que abandonó el Frente Amplio la fue asumiendo esa naciente fuerza social, que se erigió en la única oposición política al modelo depredador y colonizador del capital extranjero y del gobierno. Se recrearon formas de organización, movilización y lucha que contienen una perspectiva de refundación del proyecto popular que ya se creía enterrado para siempre. Su breve historia propone una respuesta a quienes se interrogan sobre el qué hacer: colectivos sociales que coordinan la lucha y van creando hechos políticos con masas en la calle. Es la síntesis de una nueva (vieja) forma de hacer política: una fuerza social ideológicamente independiente y abierta construye de hecho gérmenes de poder del pueblo organizado, que hacen presentir el surgimiento de un movimiento político de nuevo tipo.
“No cuenten conmigo”
Votar por cualquiera de los cuatro candidatos sería convalidar el proyecto económico, político y social de las corporaciones transnacionales. La única forma de rechazar electoralmente el modelo es NO votando por ninguno de ellos. Muchísimas personas piensan utilizar el voto para reconquistar su capacidad de pensar con independencia, fuera del marco de la disciplina ciega al aparato partidario. En este período electoral la misma indignación y rechazo, puede expresarse de muchas formas diferentes, todas con idéntico valor, pues son producto de las convicciones y el esfuerzo militante, de muchas y muchos compañeros serios y muy respetados por nosotros. En las actuales circunstancias no creemos que un cargo en el parlamento ayude a cambiar la consciencia de las grandes mayorías. No queremos consumir nuestra energía en crear una organización política más, que muy probablemente no pueda escapar al sectarismo. Optamos por otro método de construcción: votamos en blanco o nulo para crear esas condiciones de independencia política necesaria para sumarse a las luchas que se están desplegando en la sociedad. Estamos convencidos que el movimiento emancipador no surgirá de nuestras necesidades de organizarnos en un partido, sino de la necesidad de coordinación y centralización que plantearán las luchas sociales cuando alcancen el grado requerido de masividad. De las masas en movimiento surgirá la organización de la lucha emancipadora.
Votamos en blanco o nulo contra el Uruguay deforme y dependiente, no queremos más zonas francas ni soja transgénica ni seguir pagando la Deuda Externa. Estamos convencidos que el voto nulo o en blanco refuerza la lucha por Verdad y Justicia y contra la tortura en comisarías y cárceles. No queremos tropas ocupando la tierra de pueblos hermanos. Queremos un país solidario, todas y todos iguales libre del consumismo, el egoísmo y el afán de lucro. Un Uruguay libre de las corporaciones, condición necesaria para levantar un poder independiente del extranjero y gestionado por los mismos que crean la riqueza trabajando.
El voto en blanco o anulado es un acto militante: “no cuenten conmigo”. No nos dejamos arrastrar pasivamente por discursos que elogian divisas ya desmerecidas, no aceptamos ser víctimas del juego demagógico que crea diferencias virtuales entre candidatos que son idénticos entre sí. Es un acto de liberación colectiva de la hegemonía conservadora disfrazada con versos de izquierda. Un acto fundacional.
Ni olvidamos ni perdonamos.
Casares, Carlos
Engler, Veronika
Escudero, Susana
Duffau, Cecilia
Figueroa, Erban
Gómez, Alejandro
Muniz, Washington
Ludzcanoff, Juan
Perdomo, Néstor
Varela, Aníbal
Sánchez, Fernando
Alberto Cabrera por el blog “El Muerto”
Alberto Vidal por el blog “Noticias”
Hugo Bruschi por el blog “La vidriera irrespetuosa”
Ricardo Ferré por el blog “Federación de Bases”
Jorge Zabalza por el blog “Zurdatupa”
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