Los tupamaros son la decencia del pueblo uruguayo
Ricardo Ferré
La dictadura legal de Pacheco Areco
En el año 68 Pacheco Areco, al asumir la presidencia de la república al morir el presidente Gestido, inició una etapa de desconocimiento de los poderes judicial y legislativo.
En cuanto al primero, cientos de personas fueron privadas de su libertad en cuarteles sin juicio previo, sin pasar por fiscales ni jueces competentes ni mucho menos contando con abogados defensores.
El poder legislativo fue ignorado ya que el ejecutivo pasó por encima de sus decisiones. Los decretos de aplicación de medidas prontas de seguridad eran levantados por el legislativo y esas decisiones no sólo eran ignoradas y no promulgadas por el ejecutivo, sino que éste las reimplantaba al día siguiente: un golpe de estado y una dictadura legal; el ejecutivo abusó claramente de las prerrogativas que le otorgaba la nueva constitución naranja.
Resistir la opresión y la dictadura
Qué es lo que cualquier ciudadano decente no sólo puede sino debe hacer en caso claro de opresión y prepotencia desbordados?
Resistir está en la tapa del libro: resistir de todas las maneras posibles. El lisiado puede poner clavos en las cubiertas de los vehículos de la represión, los trabajadores deben organizar huelgas y paros, los estudiantes marchar y manifestaciones, las amas de casa caceroleos, como sólo ejemplos de lo que se puede y debe hacer.
Miles de estudiantes, obreros, oficinistas y asalariados recibieron ese llamado de la decencia. Los tupamaros ya estaban organizados previendo un eventual golpe de estado o una intervención de Brasil, así que fue una elección fácil: se integraron a las filas del MLN-T, que tomó el nombre de tupamaros, pero también a las otras organizaciones de resistencia mediante la acción directa que no detentaban el nombre pero que asumían igualmente esa calidad. Ellos enfrentaron a la represión con el riesgo claro de perder su libertad, su salud, sus bienes materiales y alejarse de su familia y sus seres queridos. El aval que le dieron esos miles de reclutas a los movimientos tupamaros fue el de resistir la opresión. Eventuales objetivos tácticos de este aval podían ser la renuncia de Pacheco o la restitución de las facultades constitucionales de los poderes judicial y legislativo. Puesto que las organizaciones tupamaras estaban organizadas con centralismo, asimilaron a estos miles de nuevos militantes y les confirieron sus objetivos socialistas que eran anteriores a su incorporación: socialismo, liberación nacional y eventualmente más tarde asalto armado al poder. No necesariamente las bases compartían, en particular este último.
La senda militarista
Cuando el MLN tomó una senda decididamente militarista, claramente expresada en el documento 5, inspirados en el aparatismo creciente, contaron con el consejo negativo de los compañeros militares que integraban ya sus filas. Gran parte de las bases eran completamente ignorantes de todo esto. Es probable que este objetivo superara tan brutalmente sus aspiraciones al ingresar, que hasta les podría haber causado escepticismo. Las bases tupamaras se podrían haber hecho matar por sus dirigentes. De hecho algunos lo demostraron en la práctica perdiendo su vida en acciones armadas o durante la tortura, pero la gran mayoría enfrentó la tortura, la pérdida de su libertad, de sus bienes, arriesgó su familia y su vida sin una queja. Existía un gran cariño y un gran respeto de las bases por sus líderes. También debemos señalar que los líderes correspondieron con un intenso cariño por esas estoicas y sufridas bases. Pero pensamos que posiblemente la dirección no acotó sus ambiciosas metas mediante un análisis de sus bases cuyo ingreso masivo a partir del año 68 está marcando metas parciales posibles. Una mayor sensibilidad de las direcciones sobre los alcances de los pensamientos de las bases podría eventualmente haber hecho más modestas las metas y haber aceptado el rol de apoyo a los movimientos populares con menos protagonismo propio.
El asalto al poder
El impoluto tupamaro Jorge Zabalza expresa en su recientemente publicado libro “La experiencia tupamara”1 que a fines del año 71 o principios del 72 todos sabían que se había emprendido el asalto al poder militar. La honestidad de Zabalza está fuera de toda duda. Es indudable entonces que en los círculos militantes de alto grado en los que él se movía, estaba aceptado este objetivo. Pero es muy dudoso que hubiera penetrado hasta los estratos de base, en particular del interior.
Luego del 73
En el año 73 el golpe de estado fue aun más claro. Los militares entraron en el Palacio Legislativo y disolvieron las cámaras. Muchos orientales bien nacidos y decentes trataron entonces de resistir, que sabían desde niños que es lo que se debe hacer en el caso de golpe de estado, pero las organizaciones tupamaras ya habían sido destrozadas y no estaban operativas ni tenían armas que ofrecer. Todos los orientales valientes que salieron a ofrecerse para resistir la opresión quedaron entonces frustrados. La mayoría de los tupamaros que ya habían comenzado a resistir antes estaban presos y habían sido brutalmente torturados, muchos de ellos habían hasta sido muertos por las fuerzas armadas o conjuntas y sus organizaciones lo único que podían ofrecer a los patriotas aspirantes a resistir era una exposición segura a la tortura y a la prisión; un sacrificio casi estéril e inútil.
Las autoridades del Partido Nacional, probablemente sometidas a fraude electoral, no se atrevieron a tomar las armas y se volcaron parcialmente al exilio, prefiriendo una estrategia menos riesgosa y más lenta, así que quienes quisieron optar por la resistencia armada al golpe de estado se quedaron sin opciones.
Gráfico del compañero Saracho, Gabriel Carbajales
Las pseudo revelaciones de Amodio y los derrotistas
Recientemente, en ocasión de la vuelta pública de Héctor Amodio Pérez y el anuncio de su segundo libro y de sus “revelaciones” sobre la interna tupamara, muchos salieron en las redes sociales anunciando vaticinios tempranos sobre la derrota tupamara y las presuntas suciedades de su vida interna. Esa gente “sabía” que los tupamaros iban a ser “derrotados” y lo había “advertido antes de los 70.
Pensamos en donde estarían sus autores cuando los tupamaros salieron a defender la decencia de todo el pueblo oriental frente a la prepotencia, la opresión y los excesos del poder político y militar. Si no eran de los 800.000 ciudadanos que votaron a favor de la constitución militar y que estaban de acuerdo con la dictadura de orientación fascista, entonces donde estaban?
Tener miedo a la tortura y a la prisión, eventualmente la muerte y la violación es normal, pero entonces que se diga que no se atrevieron, que esperaron el surgimiento de formas menos arriesgadas de militancia y que reconozcan a los que osaron desafiar esas plagas.
La lucha del pueblo contra la dictadura
Más tarde, el pueblo oriental percibió lo horrible de la naturaleza opresora de la dictadura militar y encontró medios incruentos para derrocarla, culminandola con la increíble manifestación llamada Río de Libertad, en que participó la mitad de la población de Montevideo, pero quedó en esa etapa como ejemplo el de los tupamaros primigenios que marcaron con su sangre y sus lágrimas, en la soledad de las mazmorras de la tortura y la persecución, la heroica senda de la resistencia.
Los tupamaros fueron derrotados militarmente en el año 72. Pero la gente fue comprendiendo su sacrificio durante todo el resto de la dictadura militar y fue descubriendo el verdadero rostro del militarismo prepotente y opresor y elevando cada vez más a los tupamaros como los opuestos a éste e inspirándose en el sacrificio tupamaro.
La segunda derrota tupamara
Luego vino la otra derrota de los tupamaros, la más amarga. Los dirigentes que habían quedado vivos, mostrando por un lado una fingida faz tupamara, se entregaron a las ideas neoliberalistas y capitalistas más descarnadas y más contrarias al verdadero espíritu tupamaro, engañando así a la gente que los siguió, los votó y algunos, cada vez menos, aún los continúan siguiendo.
Por un lado estos renegados aceptan la impunidad de los militares y civiles delincuentes de lesa humanidad, culpables de torturas, violaciones, asesinatos, secuestros de adultos y de bebés…el polo opuesto del espíritu tupamaro de enfrentamiento con las fuerzas represivas.
Por otro lado aceptan la política del gobierno mujiquista de favorecer y privilegiar a las empresas multinacionales, sin ir más lejos con tratados secretos con Montes del Plata y Aratirí, descubiertos tan sólo por la acción esclarecedora del fiscal Viana. Los tupamaros primigenios mostraron, en particular con sus “comandos del hambre” mediante los cuales repartían la carga de camiones de mayoristas de la alimentación en las barriadas pobres, su clara inclinación a favor de éstos y contra las grandes empresas.
También han aceptado los renegados tupamaros hasta las misiones militares en Haití y en el Congo, apoyándolas de hecho en el parlamento, los ministerios y la presidencia.
El regalo para la derecha
Al decir de la militante tupamara Alma Bolón2 “El Pepe” fue el regalo con el que la derecha uruguaya nunca se había atrevido a soñar”. Pero Alma también advierte en ese su mismo trabajo que si bien el país está lleno de “viejos sensatos de derecha, preconizadores de un sentido común que aconseja doblar el lomo y laburar, puesto que se es pobre, chiquito y feo” también el país está lleno “de viejos guerrilleros, generosos y desinteresados, que antaño también pagaron caras sus convicciones”.
La victoria de los tupamaros
Y esa es la gran victoria de los tupamaros:
- por un lado el apoyo popular de los renegados, los colaboradores, y los entreguistas, con Mujica en primera línea y sus escuderos Fernández Huidobro, Bonomi, Rosadilla, Semproni y todos los demás, está basado en la falsedad y la mentira de que son tupamaros, cuando en el fondo representan todo lo contrario. Y este hecho se está descubriendo y se va a ir descubriendo cada vez más.
- por otro lado, aún viven muchos de los viejos luchadores tupamaros y también muchos nuevos adherentes que siguen fieles al pensamiento tupamaro verdadero, a su viejo líder el Bebe Sendic y a los compañeros muchos de los cuales sacrificaron su vida por esos ideales.
Como señala Zabalza en su libro mencionado más arriba, los tupamaros tuvieron originalmente el principio de negar la posibilidad de acceso al poder por la vía pacífica. Por lo tanto siempre fue esencial el principio de enfrentamiento con las fuerzas represivas del estado: las fuerzas armadas y la policía a las que se aceptaba que se deben destruir antes de construir una sociedad socialista.
También era esencial el principio de apoyo a los pobres y menos privilegiados, a los obreros y asalariados y a sus gremios y sindicatos.
Todos estos principios son violados por Mujica y sus secuaces. Es obvio que no creen en ninguno de ellos ni mucho menos luchan por ellos.
Se puede engañar a mucha gente durante un tiempo, pero tarde o temprano la verdad comienza a imponerse, y ese es y va a ser el gran triunfo tupamaro.
La única esperanza de la humanidad de perdurar frente a los desastres económicos, ecológicos y militares, es que ella es capaz de engendrar generaciones de ejemplares generosos y altruistas. Si en nuestro pequeño país fue posible el surgimiento de miles de seres con decencia y dignidad, en el mundo entero puede haber todo un conjunto que obedezca a consideraciones idealistas y no a la sed de poder y dinero.
Es necesario que supongamos que esta gente puede cambiar al mundo si es que la humanidad va a subsistir.
1 Jorge Zabalza, La experiencia tupamara. Pensando en futuras insurgencias, Editorial Letraeñe, 2015
2 http://federaciondebasespatriagrande.blogspot.com.uy/2013/09/el-14-de-abril.html
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