PECADOS DE LA CARNE


PECADOS DE LA CARNE



O cuando los crudos hechos desmienten a un ministro (neo) liberal



15 de junio de 2012

Transcribimos más abajo un fragmento de una larga entrevista que Pablo Mestre (1) le realizó días atrás al Ministro de Ganadería Agricultura y Pesca Tabaré Aguerre.

-Tema polémico el de la exportación en pie...

-Desde el primer día la exportación de ganado en pie ha estado habilitada. Nunca se ha exportado tanto ganado en pie en este país como desde el 1º de marzo de 2010 para acá.

-Y vaya si ha sido favorable al mercado…

-Yo no creo que haya mejores cosas para el mercado que la gente tenga opciones donde vender. Más allá que también si uno lo mira globalmente desde el punto de vista de la industria frigorífica, de las fuentes de empleo, no se piensa así.
Hoy Uruguay tiene una capacidad instalada de faena para 3 millones de animales y está faenando 2,2 millones. La única manera que llegue a 3 millones de ganado faenado es que se produzcan 3,2 o 3,3 millones de terneros.

Y para que los terneros se produzcan, quienes toman las decisiones de entorar, destetar y cuidar son los productores. Si los terneros no valen, vamos a seguir teniendo 2,2 o 2,3 millones.

O sea que para que haya más terneros que se transformen en novillos el primer eslabón de la cadena debe sentir que tiene libertad. Y por eso hemos mantenido la exportación de ganado en pie (salvo en diciembre de 2010 por una controversia por exigencias de Turquía).

-¿Por qué se demoran los permisos?

-Se entregan con determinada cadencia.

¿Qué es un permiso? Es una habilitación.

Cuando Uruguay exporta un barco de terneros para el destino que fuera, son animales vivos que salen del país y llegan a un lugar determinado y si llegan enfermos, es el país el que queda mal.
Y todo el mundo valora la seriedad y trasparencia con que Uruguay maneja esos temas. Ahí aparece la priorización cuando los recursos son escasos. Yo priorizo la sanidad, mantener abiertos todos los mercados que tengo, que se haga un buen control de ruta de vacunación.

Eso determina que haya períodos en el año donde los 64 veterinarios que tengo para cubrir el país (en el presupuesto son 36 más que no han entrado todavía) están a full. En esta rendición de cuentas estoy tratando de priorizar el rubro sanitario, porque si se cae, se le cae el rubro cárnico y el rubro lácteo.

Porque la mayoría de los uruguayos desconoce la importancia que tiene el rubro agropecuario en la economía nacional. Buena parte de los buenos índices de desempeño económico que Uruguay tiene están asociados a la actividad económica agropecuaria”.

Sólo la primera frase resume, como tal vez no lo podrían hacer varios libros de análisis económicos la esencia de este gobierno. Cuando, suponemos que con conocimiento de causa dice:

“Nunca se ha exportado tanto ganado en pie en este país como desde el 1º de marzo de 2010 para acá”

Nos está sintetizando una política económica en una sola frase. Brillante, Sr. Ministro, Brillante.

Y el segundo párrafo ahonda en su pensamiento: está clarísimo; el país tiene un problema, demasiado poco ganado para la capacidad instalada en la industria frigorífica. Se precisa llegar a producir 3,2 millones de terneros al año. Y sólo se producen 2,2 millones.

Entonces, afirma el Ministro, démosle al “mercado”, dios todopoderoso si los hay, señales: el que produzca terneros podrá exportarlos libremente. No importa demasiado si, también de acuerdo al Ministro“Más allá que también si uno lo mira globalmente desde el punto de vista de la industria frigorífica, de las fuentes de empleo, no se piensa así”.

Total, lo que se pierde ahora se recuperará en el ¿largo plazo?, cuando las “expectativas racionales de los agentes” (frase típica de los textos de economía que predominan hoy en el ambiente académico) hagan aumentar en un 50% la producción de terneros.

Los trabajadores en seguro de paro o despedidos, las compras en plaza de insumos que los frigoríficos realizan, los aportes a la seguridad social, o sea, los innumerables aportes que una industria realiza al tejido económico se pierden ahora pero se recuperarán algún día…

Ante las “señales de precios” los criadores, o sea, los empresarios en su mayoría terratenientes que integran el sector invertirán más para producir más terneros… ¿o no?

Porque en otro artículo muy interesante el   periodista especializado en temas económicos que escribe para El País   Jorge Rebella (2) entrevista a un operador clave, quien afirma lo siguiente: “La industria cárnica tiene hoy capacidad suficiente para faenar 3,5 millones de cabezas anuales, o sea 1,5 millones por encima de los niveles actuales.

Esto genera, entre otros efectos, una fuerte desocupación en el sector que queda encubierta por la gran demanda de mano de obra en la construcción, sostuvo Daniel Belerati, director ejecutivo de la Cámara de la Industria Frigorífica. A continuación un resumen de la entrevista.

-¿Cómo evalúa la situación de la industria frigorífica a fines del primer semestre de 2012?

-La actividad del sector se viene resintiendo en forma sistemática desde 2006 cuando se faenaron 2.588.000 cabezas. En 2011 la faena sufrió una caída del 22% en un período de cinco años y va a caer aún más vistos los registros de los primeros cinco meses del año.

-¿Cuáles son sus proyecciones de faena de vacunos, volumen de exportaciones de carne vacuna y el precio promedio de la tonelada exportada para este año?

-El número de cabezas faenadas va a descender de 2.011.000 registrado el año pasado a unos 1,9 millones, o sea una baja del 5% aproximadamente.

A su vez, las exportaciones podrían sumar unas 310.000 toneladas (peso carcasa) en comparación con las 322.000 toneladas que se colocaron en 2011. El precio promedio de exportación va a estar en el entorno de US$ 3.750 la tonelada, o sea un 3%-4% por debajo del año anterior.

-¿Cómo se explican esas perspectivas poco auspiciosas del sector cuando los precios internacionales de la carne subieron progresivamente desde 2004 hasta noviembre de 2011, salvo un breve descenso experimentado por la crisis global de 2008-2009?

-Por cierto, ese mayor valor de las exportaciones de carne lleva a pensar, tanto al público como a los gobernantes, que la actividad de la industria frigorífica es floreciente cuando, en realidad, está enfrentando serios problemas.

-¿Qué dificultades afectan a la industria cárnica?

-Quizás el problema más grave es la creciente capacidad ociosa del sector. Luego de la inauguración del frigorífico Breeders & Packers en Durazno y la importante ampliación de FrigoYí en el mismo departamento, la industria cárnica hoy tiene capacidad suficiente para faenar 3,5 millones de cabezas anuales, o sea 1,5 millones por encima de los niveles actuales.

En consecuencia, hay una fuerte desocupación en los frigoríficos que mantienen alrededor de 2.000 trabajadores en el seguro de paro durante todo el año y que envían un gran número de trabajadores adicionales al seguro de paro parcial en post-zafra. De alguna manera, esta situación queda encubierta por la gran demanda actual de mano de obra en la construcción.

-¿Sigue siendo rentable la industria frigorífica en las actuales circunstancias?

-Su rentabilidad está muy comprometida porque los costos uruguayos se han desalineado con respecto al resto del Mercosur.

La fuerte depreciación del real frente al dólar registrada desde fines de abril ha profundizado el desfasaje con relación a Brasil, que es nuestro principal competidor y que también se ha vuelto un cliente muy importante de cortes vacunos en años recientes debido a la mejora del poder adquisitivo de su población.

Eso ha llevado a que, por primera vez en los últimos cuatro años, el precio de la carne brasileña esté sensiblemente por debajo de la uruguaya. Además, existe una gran oferta de ganado antes de la post-zafra de Brasil que complica aún más nuestras exportaciones cárnicas.

-¿Cuándo prevé que se revierta está situación coyunturalmente desfavorable para Uruguay?

-No es fácil vislumbrar una mejora porque uno de los principales inconvenientes, que es la escasez de oferta de materia prima, no parece tener solución a mediano plazo. Por algún tiempo se dijo que los precios que se pagaban por el ganado de cría eran la causa de que Uruguay tuviera un nivel tan bajo de procreo. Pero ya ha quedado demostrado que no es cierto.

Después de la gran sequía de 2008-2009 -con la que se ha justificado en parte el descenso de la faena a dos millones de cabezas- no se han visto índices de procreo razonables en relación a la suba de los precios de los terneros.

Por ejemplo, luego de más de tres años de incrementos permanentes, se llegó a pagar en el segundo semestre de 2011 y en los primeros meses de este año, más de US$ 3 el kilo en pie de terneros y novillitos de "sobre año".

Sin embargo, no hay perspectivas de que esa señal del mercado haya incidido para que se alcancen niveles del 80% de nacimientos sobre las vacas de cría, ya que se siguen registrando tasas históricamente bajas del orden del 62%-63%.

O sea, nada más ni nada menos que un capitoste de la industria frigorífica, difícilmente un “economista de izquierda” o cosa parecida afirma que las “señales del mercado” han fracasado en su objetivo, en este caso, de aumentar la producción de terneros.

A pesar de ganar plata como nunca, los medianos y grandes criadores (la realidad de los pequeños es siempre más matizada ya que las escalas de producción inciden mucho en la rentabilidad) no han mejorado los índices productivos.

Tres años de precios crecientes no han bastado para ello ¿cuántos harían falta?

A todo esto dos cosas nos llaman la atención:

1) lo moderado de la protesta de los sindicalistas. Apenas algunas entrevistas de los dirigentes de FOICA (federación de obreros de la industria de la carne).

Que sepamos ni paros ni huelgas.

Ni demandas claras de cesar la exportación de ganado en pie de una vez y para siempre. ¿razones? Sería un tema para otro trabajo.

2) la moderada, casi diríamos nula reacción de la industria.

Y en este caso las razones están claras. Por un lado la ideología neoliberal que manda en los sectores empresariales. Por otro, sabemos que algunos, por lo menos, dueños de frigoríficos son también exportadores de ganado en pie.

Ganan de una forma y ganan de la otra. Esto refiere a los frigoríficos en manos de empresarios nacionales. En el caso de los trasnacionales, pasa lo mismo.

Si el ganado no se faena acá lo faenarán en otro lado. Y la exportación libre de ganado en pie les sirve siempre.

Pero falta responder una gran pregunta, la esencial: ¿porqué los terratenientes ganaderos de cría, o los que hacen “ciclo completo”, o sea, invernada y cría, no mejoran sus índices productivos?

Una serie de datos de los últimos años puede resultar ilustrativa: El cuadro de más abajo (3) detalla el monto de los arrendamientos promedio los últimos 11 años.

  2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011

 Superficie (miles ha/año)   415  407  476   561  574  536  540  826  1.116   727 1.105   910

Precio medio (U$S/ha/año)       28   26     24     29   37    38    47    60    124        101       128     152

O sea, la rentabilidad del sector agropecuario en conjunto, basándonos para estimarla en la parte que corresponde a renta pura de la tierra ha crecido, expresada en dólares corrientes desde 28 hasta 152 en los 11 años desde 2000 a 2011.

O, lo que es lo mismo un 483% en el período.

Anualizado dicho crecimiento significa un 40% anual. Si bien el dato promedio refiere al conjunto de campos que se arriendan para distintos usos (agricultura de secano, arroz, lechería, ganadería), no cabe duda que a los criadores les está yendo bien.

¿Para qué, entonces “complicarla” invirtiendo para producir más terneros? Se aplica entonces la vieja consigna: “no arregle lo que no está roto”.

El único problema que lo que sí está roto es, precisamente, el sistema de cría ganadera en el país. No desde el punto de vista de los terratenientes empresarios. Estos ganan cada vez más plata.

Porque, ojo, el tan mentado aumento de costos, que es real, no alcanza ni de lejos para compensar el aumento sostenido de los precios de venta del ternero. Pero todo parece indicar que este hecho no ha bastado ni para aumentar la superficie de tierra dedicada a este rubro ni la intensidad de dicha producción en capital y trabajo.

Pero no deberíamos achacar la escasez de terneros sólo a la pobre actuación de los ganaderos de cría.

Seguramente un gran papel en esta historia lo juega la desviación de los mejores campos ganaderos y agrícolas para dos actividades también fuertemente promovidas por la política económica y los mercados internacionales: la agricultura fundamentalmente sojera y la forestación.

El tema de la “rentabilidad”  lo concebimos aquí como cantidad de dólares corrientes que genera para el propietario una hectárea de tierra.

Es común, cuando se manifiestan los interesados, a saber, los terratenientes, hablar de la rentabilidad en relación a la “inversión”. Y toman como base para cuantificar ésta el precio de la hectárea de tierra.

Olvidando que es patente el hecho de que el precio de la tierra depende de su renta, y no a la inversa. Y, por supuesto, dejando de lado el “pequeño detalle” de que dicho “perjuicio”, o sea, la supuesta “baja rentabilidad” es, en este caso fruto directo del enorme beneficio que se deriva del aumento de precio de sus campos.

La “rentabilidad” así definida no es otra cosa que la que se obtiene por el capital en un país dado en un momento dado, ajustada por las particularidades de la inversión en tierra, mencionando, entre otras, seguridad, baja liquidez, etc.

Es perfectamente lógico que, en un entorno internacional en que los intereses de las colocaciones financieras consideradas más seguras, por ejemplo bonos del tesoro de países como Alemania o los EEUU estén en niveles históricamente bajos, de hecho negativos en términos reales, la “rentabilidad”, o sea, la renta de la tierra en relación al precio de ésta sea también baja.

Esto se disocia, necesariamente, de la ganancia empresarial que genera la explotación directa de la tierra.

El arrendatario deberá, por un lado, pagar la renta del propietario, y por otro generar una utilidad que justifique sus dos grandes rubros de inversión: el compromiso de pagar una renta por un plazo dado y la inversión necesaria (maquinaria, ganado, fuerza de trabajo, etc.) necesarias para poner en marcha una explotación agropecuaria en un campo arrendado.

En síntesis, la manganeta argumental de los terratenientes es que su “rentabilidad” es baja en relación al “capital invertido” o sea el precio de sus campos en el mercado de tierras hoy.

Pero, aún desde un punto de vista estrictamente capitalista esta argumentación es falsa. Comprar un campo no es “invertir”. Es, simplemente, cambiar de propietario un recurso, bien o activo ya existente.

Y, por supuesto, saliendo un poco nomás de la lógica capitalista más estricta, los derechos del terrateniente no son más que el precio que dicha clase hace pagar al conjunto de la sociedad por el hecho de haberse apropiado en régimen de oligopolio de un recurso natural que debería ser un bien común, o sea, propiedad del conjunto de ésta.

Un párrafo aparte merece la hermosa adecuación a la realidad económica que parece mostrar hoy el crecimiento de la capacidad frigorífica instalada en relación a la producción ganadera. Pero aquí, además de las excelsas virtudes del mercado para asignar recursos está presente la política económica neoliberal de los últimos años. Estamos convencidos que la desgravación impositiva que generó la reforma de dicho sistema en 2007, que entre otras cosas cambiaba la tasa del IRIC (que pasó a llamarse IRAE) rebajándola de 30% a 25% cuando las ganancias se destinaran a inversión promovió dicho aumento de la capacidad, no justificado al no acompañarse de una política que generara al mismo tiempo más producción ganadera.

O sea, se regalaron recursos fiscales (por la vía mencionada pero, además, seguramente por otras vinculadas a la ley de inversiones) que se usaron para generar una capacidad productiva que no podría ser utilizada.

Como siempre, carencia de cualquier sentido de la planificación, palabra maldita para nuestra conducción política y económica nacional.

De todas formas, ¿para qué preocuparse? Lo que el mercado rompe el mismo mercado lo “arregla”.
El proceso se denomina “destrucción creativa”

. Habrá, pues, en el futuro muchos trabajadores de la industria desocupados y varias plantas industriales novísimas pudriéndose por ahí. Y los sagrados principios económicos fundamentales del capitalismo estarán completamente a salvo.

1)      http://www.elpais.com.uy/120610/pecono-645548/rurales/-me-ire-si-el-presidente-me-lo-pide-o-si-yo-quiero-/

2)      http://www.elpais.com.uy/suplemento/economiaymercado/el-problema-mas-serio-es-la-creciente-capacidad-ociosa-de-los-frigorificos/ecoymer_645677_120611.htm

 3)     http://www.mgap.gub.uy/portal/agxppdwn.aspx?7,5,27,O,S,0,5141%3bS%3b1%3b116  

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