VERONIKA ENGLER CANTA "LAS 40"
"Yo no perdono"
Por GERARDO TAGLIAFERRO
Hubo un país en el que una niña de siete años debió aprender cómo reaccionar frente a un tiroteo en su propia casa, o qué nombres no debía pronunciar, o qué visitas y conversaciones debía olvidar. La misma niña que creció y se hizo mujer viendo impotente como su padre, cautivo, era empujado a "ir degradándose hasta convertirse en algo irreconocible", al decir de un médico-carcelero. Esa mujer es Veronika Engler y tiene la particularidad de ser hija y esposa de ex dirigentes tupamaros y "rehenes" de la dictadura militar.
Casi acariciada por el Río de la Plata está la casa del matrimonio Zabalza - Engler, en Santa Catalina. Ya es de noche y para llegar en auto es necesario atravesar senderos de tierra que exigen avanzar con mucha cautela. Se puede pedir ayuda a los lugareños para encontrar el sitio exacto, pero más que individualizar las calles, el santo y seña es el nombre del ex guerrillero. No hay nadie en el pueblo que no lo conozca y deben ser muy poquitos, si los hay, los que no pueden ubicar con precisión el lugar dónde vive. En el jardín, dos perros mantienen a raya al extraño, sobre todo el ovejero alemán con pinta de pocos amigos. Jorge Zabalza sale a la puerta y franquea el acceso, mientras tranquiliza a los visitantes, que se preocupan por la seguridad de los vehículos en la fría y oscura noche: "éste es el lugar más seguro de Montevideo", argumenta.
En el amplio y sencillo living espera Veronika. La primera impresión no puede ser otra: es un retrato viviente de su padre, el ex jefe tupamaro, ex rehén de la dictadura y actual director del Centro Uruguayo de Imagenología Molecular (Cudim), Henry Engler. "No sos original", retruca cuando le comento sobre el parecido. Nos instalamos en dos sillones, en un extremo de la sala, y en el otro Zabalza se sienta a la mesa con una laptop que atrapará en la hora siguiente su atención. Solo distraerá su mirada de la pantalla para hacer un par de comentarios, breves bocadillos a propósito de alguna reflexión que surge de la charla y lo involucra.
Veronika Engler es la mayor de tres hermanos -dos mujeres y un varón- que vivieron desde muy niños en la vorágine de un tiempo violento que tuvo a su padre como protagonista. Tiene 46 años y vivió, luego de la dictadura, 22 en Suecia, donde su padre se radicó, retomó sus estudios de Medicina y se transformó en un científico de renombre. Veronika volvió al país en 2008 para unir su vida a la de este otro ex guerrillero y rehén, ese que es algo así como el personaje del pueblo. Es difícil separar, entonces, su historia de la de estos hombres, y tampoco es la intención. Esta mujer es, como todos, ella y su circunstancia.
1) ¿Cómo es llevar el apellido Engler hoy en Uruguay?
Ha habido distintas etapas. En una época no era muy conveniente (se ríe), despertaba reacciones bastante adversas, en todo el período escolar por ejemplo. Ahora Henry es un científico conocido, pero incluso en aquel período donde no era tan conveniente ser Engler mantuvimos la idea de que lo que había hecho papá estaba bien. Nos sentíamos orgullosos de eso en cierta forma. Ahora no hago mucho caso a esas cosas.
2) Supongo que te identifican como "la hija de".
Sí, soy la hija de Henry o también la esposa de Zabalza (se ríe). Trato de salir un poco de eso.
"Existieron en nuestra infancia varios episodios de mucha violencia, éramos terriblemente vulnerables y los milicos lo sabían"
3) Tenías siete años cuando tu padre fue detenido, en 1972. ¿Qué sabías de él, de lo que hacía?
Sabíamos bastante porque nosotros estábamos metidos en todo eso. En casa se juntaba gente, sucedían cosas con gente que estaba relacionada con la familia, hubo una muerte incluso. Había allanamientos... crecimos de una manera un poco especial porque tenían que hablar con nosotros respecto de las cosas que no podíamos decir, las personas a las que no podíamos nombrar e incluso nos preparaban para el caso de un tiroteo: "tirá a tus hermanos al piso" me decían. Cómo reaccionar frente a situaciones que no eran muy normales para niños de esa edad.
4) ¿Recordás como vivías esas situaciones?
Lo que pasa es que también, cuando crecés y empezás a ser aunque sea semi consciente de esas cosas y te vas desarrollando dentro de eso, también lo ves como parte normal de tu vida. Creo que no te cuestionás mucho el por qué sino que simplemente confiás en tus padres y aceptás lo que te toca vivir.
5) ¿Recordás el día en que tu padre cayó preso?
No, no tengo recuerdos de ese día exacto. Recuerdo sí cosas que tenían relación con eso: la preocupación de mi abuela, de mi madre. Lo que sí tengo claro es haber estado con mi abuelo mirando la televisión y haber visto el requerimiento de él. Eso como que me quedó más grabado, porque además en casa continuamente se comentaba que "cayó Fulano". Es lo que te digo: nosotros escuchábamos mucho lo que pasaba y veíamos un movimiento en la casa que se nos hacía como habitual.
6) Tu madre no integraba el MLN, pero es de suponer que igual la habrán molestado bastante.
Sí. Estuvo presa poco tiempo en Minas. Nosotros vivimos en distintos lugares durante bastante tiempo, y el año que estuvo presa en Minas vivimos allí. También estuvieron presos los dos hermanos de mi padre, mi tía era en ese entonces menor de edad y la enviaron al Consejo del Niño. En Minas, cuando apresaron a mi madre y a mi tía que había sido recientemente liberada, nos intentaron secuestrar a mí y a mis hermanos, nos llevaron apuntándonos en la cabeza hasta la casa de mi recién fallecida bisabuela. Allí nos esperaba una tía abuela materna, suegra del entonces teniente coronel Galarza, que fue quien las denunció para que las llevaran presas. Ella nos encerró bajo llave sin siquiera dirigirnos la palabra, por un lado a mi hermana de cinco años y por otro a mi hermano y a mí, en ese momento nos pasaron mil cosas por la cabeza y no sabíamos qué nos esperaba. Dieter y yo logramos escaparnos rompiendo la ventana y llamamos por teléfono a mi abuela que vino desde Montevideo. Los diez años los cumplí bajo esas circunstancias
7) Tu padre vivió diferentes etapas como prisionero: primero en condiciones similares a las de cualquier otro preso político de la época, y luego como rehén de la dictadura. ¿Qué recuerdos tenés de cada una?
Lo que recuerdo de cuando lo sacaron como rehén es la angustia de la familia porque estuvieron un tiempo desaparecidos, no sabíamos qué había pasado. En ese momento había sucesos bastante trágicos alrededor y claro, siempre se tendía a pensar lo peor. Y esa era una cosa que se repetía cada vez que los trasladaban, que muchas veces estaban desaparecidos durante un tiempo. Existieron en nuestra infancia varios episodios de mucha violencia, éramos terriblemente vulnerables y los milicos lo sabían, proyectaban sobre nosotros el odio que sentían hacia los "subversivos" que encarcelaban, nosotros aprendimos a ser concientes de eso.
8) ¿Visitabas a tu padre?
Sí, cada tanto. Mi abuela era la que iba más, después mi madre y nosotros tres nos turnábamos porque había poco tiempo de visita y normalmente había que dividirlo entre los que iban. Recuerdo las visitas como algo bastante angustiante por todo lo que significaba el viaje pero también por lo que uno pasaba en los cuarteles. Las revisaciones eran bastante denigrantes y las visitas tampoco eran muy amenas. Generalmente estábamos bastante separados, había perros en el medio, militares apuntando que hablaban mientras se daba la visita. Y además eran muy restringidas, porque había como una lista de cosas de las que no se podía hablar y si uno tocaba un tema que estaba prohibido enseguida gritaban "se suspende la próxima visita", intervenían, se reían... no eran muy agradables.
9) Es conocido el deterioro que tu padre sufrió en la prisión. ¿Notabas eso?
Claro. Además había como una especie de acuerdo familiar en que el que le tocaba hacer la visita se tenía que fijar mucho en todos los detalles de cómo hablaba, si estaba delgado, todo lo que uno pudiera ver. Mi abuela era muy de mandar cartas pidiendo que por favor mejoraran la situación de él. Recuerdo momentos en los que lo traían a la visita casi arrastrándolo y que prácticamente no hablaba. Era una situación bastante conflictiva, yo era la más grande, pero mi hermana, que era más chica y quizás no procesaba todo esto, tenía dolores de estómago muy grandes antes de las visitas.
10) ¿Cómo lo vivías tú?
Nosotros sabíamos que la situación no era buena, lo veíamos mal a él y veíamos además el trato que nos daban a nosotros mismos. Recuerdo estar con mi abuela en la puerta de un cuartel, con un diluvio y que ni siquiera nos hicieran entrar, se reían desde la puerta. O sea que imaginate que si a nosotros, que éramos la familia, nos estaban tratando así... lo que podíamos pensar que pasaba ahí adentro y además viendo el deterioro de él. Recuerdo nítidamente la desesperación, incertidumbre y angustia de mis abuelos y de mi madre como un sentimiento constante en nuestras vidas. La alternativa que muchos niños encontramos para poder soportarlo fue mostrarnos duros, manejar los sentimientos para no aparecer débiles frente a quienes sin lugar a duda eran nuestros enemigos, apretar los dientes mientras te manoseaban e incluso desnudaban antes de una visita sabiendo que no se justificaba, ya que ni siquiera podrías tocarle la mano a tu padre, porque lo veías con un tejido de alambre, rejas, perros y milicos de por medio.
11) ¿Deseabas en esa situación ver a tu padre o la visita era una obligación?
Era una mezcla de sentimientos. Por un lado quería verlo pero por otro sabía que eso implicaba un montón de momentos desagradables de pasar.
12) ¿Eso fue generando sentimientos negativos dentro tuyo? ¿Odio?
Sí, en realidad sí. Después lo pude procesar cuando empecé a escribir poesía, a sacar hacia afuera todo lo que tenía. Lo pude analizar un poco después. Pero en cierto momento sentía sí mucha bronca, mucho odio y desprecio hacia todo lo que significaban los militares. No es fácil crecer con la certeza de que hay un grupo de personas que pueden hacer contigo y con tus seres queridos lo que quieran. No es fácil ser conciente de la muerte y de la tortura que sufren quienes amás, no es sencillo ver desaparecer encarcelados, exiliados y muertos a quienes te rodean y menos comprender los motivos por los que otros seres humanos son capaces de disfrutar sádicamente situaciones dolorosas y humillantes, como demasiadas veces lo viví.
"Recuerdo estar con mi abuela en la puerta de un cuartel, con un diluvio y que ni siquiera nos hicieran entrar, se reían desde la puerta"
13) ¿Tuviste que recurrir a ayuda psicológica?
Mirá, quizás debiera haberlo hecho pero no lo hice nunca, porque la vivencia nuestra fue que durante el período que papá estaba preso, esa situación abarcaba mucho y giraba todo en torno a ella. Y la situación nuestra no se tuvo demasiado en cuenta desde ese punto de vista. Viste que cuando una persona está mal quizás el núcleo familiar se muestra bastante unido y entonces seguíamos un poco las idas y venidas de papá. Es muy difícil pensar que una persona a la cual uno quiere y alrededor de la cual gira la vida puede estar equivocada o desvariando. Como que todos nos acoplábamos a las idas y venidas de Henry.
14) ¿Qué pasaba en la escuela?
Yo hice todos los años en escuelas distintas, porque nos mudábamos mucho.
15) ¿Por qué se mudaban tanto?
Creo que por buscar una seguridad que no encontrábamos. Después de estar papá preso nos allanaban bastante seguido, inclusive el último allanamiento fue por el 81 en San Javier donde estábamos viviendo en ese momento. O sea que esas cosas se dieron hasta cerca de la época democrática. Vivimos en Minas también, en Paysandú, en San Javier, volvimos a Montevideo, buscábamos un lugar donde poder estar tranquilos. Eso fue lo que buscamos en San Javier, un pueblito perdido donde vivía mi bisabuela -porque mis bisabuelos fueron fundadores de la colonia- y ahí pensaba la familia que íbamos a tener más tranquilidad y seguridad. No resultó.
16) ¿Tus compañeros de escuela te identificaban como "la hija del tupa que está preso"?
Depende, algunos sí. Recuerdo sobre todo casos de hijos de milicos, en San Javier mismo. Había un compañero que venía y me decía: "vos sos una comunista y una nazista", imaginate. Seguramente había escuchado... esas cosas se corren en un pueblo chico. Los maestros sí, estaban más enterados. Además lo que se dio en la época de la dictadura fue que destituyeron a muchos docentes y pusieron otros que eran afines. Entonces ahí sí tuve directamente bastantes problemas.
17) ¿Qué tipo de problemas?
Yo era buena estudiante, tenía buenas notas y participaba, pero por ejemplo en una clase de Educación Cívica se tocó el tema de la democracia y la profesora, que era conocida como bastante facha, me exigió que me parara y dijera que en Uruguay había democracia. Y yo le dije: "no, yo voy a decir lo que pienso". Y entonces me amenazó con mandarme a examen. Creo que esto fue en segundo o tercero de liceo. Yo le dije: "no podés mandarme a examen porque tengo 6", que en ese momento era la nota más alta. Y bueno, me bajó a 3 pero no me pudo mandar a examen (se ríe).
18) Tu padre comenzó a recuperarse cuando los rehenes volvieron al penal de Libertad, en 1984. ¿Cambiaron las cosas para vos?
Esa fue una etapa que nos movió bastante el piso, porque a esa altura yo tenía como 18 o 19 años, y cuando crecés en una situación y de repente la situación cambia, tenés un montón de miedos. Te vas a encontrar con un padre al que viste esporádicamente y con el cual tenés una relación que siempre fue como muy dirigida. Hay muchas expectativas y exigencias quizás de ambas partes. Creo que ninguna familia fue preparada para recibir en ese momento a las personas que salían de la cárcel. Pienso que nos movió el piso a todos, es difícil entablar esa relación porque no es la relación normal de padre e hijo. Hoy tenemos una muy buena relación que ya te digo, no es la relación típica de padre e hijo pero es muy buena.
19) Él se hizo mormón en la prisión, y ha contado que al salir en libertad tenía actitudes del tipo de apagar la televisión si sus hijos estaban mirando y aparecía una mujer con poca ropa, por ejemplo.
Claro. Yo era una gurisa y usaba esas tanguitas brasileras, y me acuerdo que una vez vino con una en la mano y me dice: "espero que esto sea de tu prima Micaela y no tuyo" (se ríe). Micaela era mucho más chica que yo. O cuestiones como orar en medio de la mesa, un montón de cosas. Costó bastante encontrar una relación.
20) En esa época fue cuando se fueron a Suecia.
Primero se fueron mi madre y mis hermanos, ellos ya estaban separados. Después se fue él, y yo que estaba un poco más reacia al final me fui también.
21) Tu esposo, Jorge Zabalza, ha contado que su hija le hizo en algún momento el siguiente cuestionamiento: "está bien lo que vos hiciste, pero cuando yo necesité un padre no lo tuve". ¿Sentiste algo de eso también?
Claro sí, es lo que te digo. Fueron sentimientos encontrados. Porque uno también había fundado muchas esperanzas en el momento en que la familia se encontrara, en que esa situación terminara, y obviamente las cosas no se dieron como una las podía haber imaginado desde una visión infantil.
22) ¿Sentiste alguna vez que tu padre te abandonó?
Creo que lo sentí un poco después. Cuando era chica, creo que una manera de defenderse uno mismo ante los allanamientos o la inseguridad que vivía era verlo como un Robin Hood, que era lo que también nos trasmitía la familia. "Hay niños que no tienen nada, ustedes tienen muchas cosas y tu padre luchó para que todos los niños pudieran tener las mismas posibilidades". Y uno también como que se prendía de eso, yo por lo menos lo veía como una especie de héroe y como totalmente injusta la situación. Eso te ayudaba a levantar cabeza, porque eso también era lo que nos decía la familia: la cabeza en alto, no mostrarse débil, no llorar.
"En una clase de Educación Cívica se tocó el tema de la democracia y la profesora me exigió que me parara y dijera que en Uruguay había democracia"
23) ¿Tuviste militancia política?
Sí, cuando todavía no votaba y el Frente Amplio estaba proscripto milité con los blancos en Paysandú, en un grupo que ahora está con Lacalle. Yo quería aprender cómo funcionaba todo eso, participé incluso en reuniones con familiares de Ferreira Aldunate. Estamos hablando de fines de la dictadura, año 80 y poco. Después estuve un tiempo en la juventud del Partido Socialista y después, cuando salieron los últimos presos, estuve en el MLN en Paysandú. Cuando me fui a Suecia inmediatamente entré a militar con el MLN allá.
24) ¿Cuándo volviste de Suecia?
Definitivamente, en octubre de 2008. Estuve en marzo presentando un libro acá y después decidí venirme del todo.
25) Tenías una vida hecha allá.
Sí, tengo dos hijos grandes que viven allá, pero me enamoré (mira a Zabalza, y él dice: "el peor error de su vida"). Y me vine, yo estaba casada allá, me separé y vine para acá y me casé de vuelta (se ríe).
26) ¿Cómo es ser pareja de un compañero de viejas luchas de tu padre?
Vos sabés que en ese sentido nunca lo pensé. Nosotros nos conocíamos de antes pero esto creció un poco a través de la escritura, tenemos eso en común. Me gusta mucho escribir poesía y resultó que a él también, y se fue dando. Y cuando vine a presentar el libro resolvimos que sí.
27) ¿Qué dijo tu padre cuando se enteró?
(Se ríe) Mi padre conmigo está curado de espanto. Me acuerdo que él estaba acá (en Montevideo) y le dije que tenía que hablar con él porque quería que se enterara por mí. "Tengo que hablar seriamente contigo" le dije, y cuando yo le digo así él se asusta un poco. Cuando llegué, estaban por comer con la compañera de él y me dijo "vamos a tomar un vino". Y ahí se lo planteé. Se quedó un poco así... (hace un gesto como de desconcierto), pero me dijo: "mirá, los dos son grandes..." ("sobre todo yo", acota Zabalza). Como que no se lo imaginaba, pero bárbaro. Ahora tenemos tremenda relación todos. Aparte papá siempre lo quiso mucho.
28) ¿Discrepás mucho con tu padre?
No, discrepo en algunas cosas pero no mucho. Él es muy leal a las amistades y a la historia y ahora está más metido en la parte científica que en la política. Eso, según mi entender, a veces lo ha llevado a pensar distinto a mí y a ver las cosas desde otro punto de vista. Por otro lado rescato enormemente un sinfín de valores que tiene y que lo hacen tener actitudes que yo aplaudo, como por ejemplo no ir a recoger el premio en Estados Unidos (se refiere a la Conferencia Mundial sobre Alzheimer, julio de 2004).
29) ¿Cuándo te empezaste a decepcionar con el Frente Amplio y su gobierno?
En realidad yo era crítica ya cuando estaba en Suecia. Había cosas puntuales, como el envío de tropas a Haití, en las que discrepaba, pero de todos modos apoyaba. Teníamos un grupo de apoyo al Fondo Raúl Sendic y mandábamos dinero, por ejemplo, pero tenía mis ciertas dudas. Lo que pasa es que no es lo mismo estar allá que venirse a vivir acá y ver la cotidiana, sobre todo en un barrio como éste. Yo trabajo en Tres Ombúes, en Cadorna y la Cantera del Zorro y veo una realidad que es muy distinta a la que podía haber imaginado en un proyecto de izquierda. Por otro lado discrepo terriblemente con el lugar que se está dando a las Fuerzas Armadas y lo que se hace con respecto a eso. Ahora en la televisión es normal escuchar a los políticos hablando de represión, como para que nos acostumbremos. Para mí la sociedad uruguaya está yendo a una especie de fascismo, con la baja de la edad de imputabilidad por ejemplo, y es una cosa general, es un proceso donde la gente es llevada por ese camino. Y por supuesto discrepo, no es lo que yo pensé que se iba a hacer algún día si se llegaba al gobierno.
"No es fácil crecer con la certeza de que hay un grupo de personas que pueden hacer contigo y con tus seres queridos lo que quiera"
30) ¿Qué sentido tiene para vos la palabra "perdón"?
Yo no perdono. Para mí esto es una cuestión de justicia: a un delincuente hay que juzgarlo. No es un problema de perdón o no perdón, nadie tiene derecho de decir "yo te perdono" porque no es una cuestión personal. El terrorismo de Estado es algo que le sucedió a toda la sociedad, los políticos que están ahora, por más que hayan estado un montón de años presos no tienen derecho a decir "yo los perdono" y actuar en consecuencia. Porque son delincuentes, estamos hablando de violaciones, de asesinatos, de torturas, de secuestros, de crímenes muy serios y aparte hechos en nombre del Estado. Eso tiene que ser juzgado.
31) ¿No importa que hayan pasado 35 o 40 años?
No, no importa, mirá España, mirá el Holocausto judío.
32) ¿Y qué decís a los que responden a eso que los tupamaros también asesinaron y secuestraron?
Ellos estuvieron presos un montón de años en situaciones inhumanas. ¿Cómo justificamos el secuestro de niños o la desaparición de gente, o las violaciones? Hace un tiempo empezaron a surgir denuncias de compañeras que estuvieron presas y fueron violadas. En el año 83 hubo violaciones de menores de edad, y me hablan de mucho tiempo atrás. Eso es relativo porque además sucedió durante mucho tiempo. ¿Cómo va a prescribir un crimen de esa naturaleza?
33) ¿No ves avances en ese sentido?
Veo que han aparecido algunos cuerpos pero veo mucho verso en el tema. Veo que cuando había que ponerse las pilas, como por ejemplo con el voto rosado (por la anulación de la ley de Caducidad) el Frente no apoyó.
34) ¿Hay margen para una reconciliación en la sociedad uruguaya?
No, porque primero me cuestiono para qué precisamos el aparato militar que tenemos. ¿Contra quién vamos a pelear? El aparato represivo que están fortaleciendo solamente nos puede reprimir a nosotros, a los uruguayos. Y no estoy de acuerdo con eso.
35) ¿Qué pensás de Mujica?
(Piensa) Qué pregunta... pienso que fue electo por lo que él mismo a veces trata de ocultar. Si Mujica hubiera sido solo un hombre que vendía flores no habría llegado a la presidencia. Mujica fue electo por toda la historia que tiene y también por una imagen que esa historia le permitió mostrar, que es la de un hombre que mucha gente siente como un igual. Y eso es una pantalla, porque las políticas que lleva adelante... El discurso de Mujica no tiene nada que ver con la política que aplica, y además se mete en temas en los que no sabe. Creo que ahora está perdiendo mucho apoyo, porque cuando uno es incoherente durante mucho tiempo la gente empieza a pensar en muchas cosas.
36) Decime algo bueno de este gobierno.
A ver, dejame pensar... Pienso que ha intentado hacer políticas sociales pero que no funcionan como deberían. Se ha criticado mucho a la burocracia, a la puesta a dedo, al clientelismo, pero se sigue actuando así. Quizás teníamos más expectativas, pensábamos que iba a haber otro tipo de cambios más profundos.
37) ¿Qué le dirías, si te encontraras con ella, a una hija de uno de los cuatro soldados muertos por el MLN?
¿Qué le diría? Si tuviera que decirle algo... Depende de lo que me preguntara, le respondería. Yo siento que hubo errores del MLN, pero también que los que cometieron esos errores los han pagado con creces, y que esa es la diferencia fundamental. Lo pagaron ellos, lo pagó la familia y lo pagó toda la sociedad. Puedo sentir empatía con una persona que perdió a un ser querido, pero eso no justifica que hoy se tomen ciertas resoluciones, como que las personas que están presas lo estén en cárceles especiales, utilizando Internet para su propaganda, dando declaraciones. Y hablan de los viejitos de 70 años que están presos... si un hombre de más de 70 años puede dirigir un país, ¿por qué otro de esa edad no puede pagar los crímenes que cometió?
"Mujica fue electo por lo que él mismo a veces trata de ocultar. Si hubiera sido solo un hombre que vendía flores no habría llegado a la presidencia"
38) ¿Hoy sos una militante política?
No. Estoy muy interesada en el tema derechos humanos en todos los aspectos, y lo que hago es escribir y apoyar actividades puntuales que tienen que ver con los derechos humanos.
39) ¿Te gustaría volver a Suecia?
No, en este momento no, porque mi proyecto de vida es con Jorge y está acá.
40) ¿Qué vas a votar en las próximas elecciones?
No voy a votar, votaré anulado o en blanco. En las últimas no voté a ningún partido, solo la papeleta rosada.
Gerardo Tagliaferro / Montevideo Portal
Fotos de Juan Manuel López
Cumpas (así me ahorro el ”as” y el ”os”): como en toda entrevista a Veronika le quedaron palabras en el tintero. El malestar por no haber dicho algo o por haberlo dicho de manera poco clara, la llevó a escribirle esta carta aclaratoria a Gerardo Tagliaferro, quien no puso nigún inconvenientes en corregir lo que ya tenái escrito e incorporar los nuevos dichos de Vero. Por entender que la carta está muy buena y clara la reproduzco. Ustedes verán.
Por mi parte debo aclararle a Gerardo que no queda reflejada la sorna en mi acotación al márgen “fue el peor error de su vida”. En realidad estamos disfrutando y construyendo una relación de amor con muchos y muy diferentes vasos comunicantes, por lo tanto, y modestamente, creo que no fue un error de Veronika su venida a estas arenas de Santa Catalina. Y, si ella quisiera regresar a Suecia...tal vez nos iríamos juntos.
Abrazos
Tambero
Hola Gerardo
Te hago unas líneas porque desde el martes me han estado dando vuelta en la cabeza algunos conceptos que considero importante trasmitirte con respecto a lo que hablamos, más allá de que decidas o no plasmarlos en la nota.
En primer lugar expresarte que no es fácil hablar del tema de la infancia y lo que viví en esa época en relación a la cárcel de mis seres queridos, los allanamientos, visitas y demás episodios a los que nos vimos sometidos, tampoco lo es el trasmitir todo los sentimientos que el dolor de la ausencia, la rabia y el miedo despiertan. Quienes éramos niños no elegimos participar, ni tuvimos voz ni voto en lo que pasaba, pero sufrimos las consecuencias durante mucho tiempo; ese miedo, ese dolor, ese odio y esa impotencia, formaron parte de nuestro desarrollo. No es fácil crecer con la certeza de que hay un grupo de personas que pueden hacer contigo y con tus seres queridos lo que quieran, no es fácil ser conciente de la muerte y de la tortura que sufren quienes amas, no es sencillo ver desaparecer encarcelados, exiliados y muertos a quienes te rodean y menos comprender los motivos por los que otros seres humanos son capaces de disfrutar con sádica sonrisa situaciones dolorosas y humillantes, como demasiadas veces lo viví.
Recuerdo nítidamente la desesperación, incertidumbre y angustia de mis abuelos y de mi madre como un sentimiento constante en nuestras vidas. Recuerdo también que la alternativa que muchos niños encontramos para poder soportarlo fue mostrarnos duros, manejar los sentimientos para no aparecer débiles frente a quien sin lugar a duda eran nuestros enemigos, apretar los dientes mientras te manoseaban e incluso desnudaban antes de una visita sabiendo que no se justificaba, ya que ni siquiera podrías tocarle la mano a tu padre, porque lo veías con un tejido de alambre, rejas, perros y milícos de por medio. Te endurece reprimir el llanto a los ocho, nueve, diez… años, durante doce o trece años para no causar a quienes ya sufren prisión y tortura más preocupaciones y dolor del que ya tienen, para no mostrarde debil frente a quienes te quieren ver derrotado. La mayoría de los que vivimos esa situación tenemos dificultades para expresarlo verbalmente, los niños de entonces fuimos víctimas inocentes durante muchos años.
La primera vez que hablé públicamente del tema fue en el Mume, en la charla “Gurisada en resistencia” e incluso allí elegí hablar poco y leer un texto de “Un lugar sin duendes” (mi último libro que en parte se refiere a este tema). Es mucho más fácil describir y trasmitir esos sentimientos a través de la poesía, que incluso me cuesta leer en público.
Olvidé contarte que en nuestro núcleo familiar no solo estaba preso mi padre, también lo estaban sus dos hermanos, mi tía era en ese entonces menor de edad y fue enviada primero al Consejo del niño. Como tu bien sabes ese tipo de situaciones donde varios miembros de una familia estaban presos eran muy comunes, pero creo que es bueno explicitarlo.
Otra cosa que no nombré y puede ser importante es que en el año que vivimos en Minas, cuando apresaron a mi madre y a mi tía que había sido recientemente liberada, nos intentaron secuestrar a mi y a mis hermanos, nos llevaron apuntándonos en la cabeza hasta la casa de mi recién fallecida bisabuela. Allí nos esperaba una tía abuela materna, suegra del entonces teniente coronel Galarza, que fue quien las denunció para que las llevaran presas. Ella nos encerró bajo llave sin siquiera dirigirnos la palabra, por un lado a mi hermana de cinco años y por otro a mi hermano y a mi, en ese momento nos pasaron mil cosas por la cabeza y no sabíamos que nos esperaba. Dieter y yo logramos escaparnos rompiendo la ventana y llamamos por teléfono a mi abuela que vino desde Montevideo. Los diez años los cumplí bajo esas circunstancias, ese relato aparece en uno de los libros escritos por Oscar López Goldaracena. Existieron en nuestra infancia varios episodios de mucha violencia, éramos terriblemente vulnerables y los milicos lo sabían, proyectaban sobre nosotros el odio que sentían hacia los “subversivos“ que encarcelaban, nosotros aprendimos a ser concientes de eso.
Este tipo de situaciones y también peores las vivieron un montón de niños y niñas en nuestro país durante años, así crecimos, sin embargo no queremos venganza, queremos justicia, tenemos derecho a ella. Como he dicho muchas veces; esto no se acaba cuando se mueran los “viejos”, la teoría de los dos demonios es un invento político, una gran mentira.
Posiblemente por ser muy conciente de lo que pasó y del precio que todos pagamos por ello, probablemente por haber crecido con el cuerpo del otro lado de las rejas, pero con la cabeza y los sentimientos “enrejados”, por haber vivido el peregrinaje de los rehenes por los cuarteles de nuestro país y por haber sentido en carne propia el sufrimiento como familia, es que me parece injustificable la posición de los ex rehenes que están en el gobierno en cuanto a los Derechos Humanos, los militares y la justicia. Evidentemente fue un error esperar más de ellos que de los políticos tradicionales y vivirlo ha sido una de las desilusiones y dolores más grandes. Hemos pasado por demasiadas cosas como para conformarnos con cuentos, demasiadas familias destruidas, demasiados lazos entre padres e hijos rotos o dañados para siempre, demasiados hijos que nunca tuvieron siquiera la oportunidad de intentarlo, demasiados compañeros dejaron sus vidas en la lucha por cambios sociales profundos como para ver a expresos defendiendo y justificando a verdugos y asesinos, como para escucharlos hablar de perdón y reconciliación. Demasiado bien sabemos de lo que son capaces las FFAA como para mirar para otro lado, y por si fuera poco lo comprobamos cada 20 de mayo en un silencioso peregrinar lleno de ausencias.
Esta poesía, una de las primeras que escribí explorando sentimientos de esa época, fue publicada en una antología poética en España y creo que trasmite sentimientos que ningún niño debería haber sentido ni sentir jamás.
Gracias por todo
Surco
Herida, surco, grieta del alma
dolor, duele y sangro un líquido espeso
que por mis venas viaja
mata cuando pasa
el corazón estalla mustio, sordo, mudo.
Veo a la niña, me veo
yo soy ella, pero no es cierto
lloro a mares por dentro
ella también llora
un llanto seco que araña el pecho
y me hunde en silencioso grito.
Desespero por tocar tierra
por evitar el vuelo y la caída
que me tira hacia lo profundo
donde no me encuentro
donde me pierdo triste
en mi tristeza buena
mi compasión ridícula
mi condena.
Incapaz de salir a flote
de pelear esta guerra
enfrentando la batalla con mi pasado
con mi soberbia
esta ponzoña, este veneno
que alimenta mi insuficiencia
con aspereza, con prematura muerte.
Duelo de muertos vivos
no se escuchan ni entienden
se desesperan
viven en mí
pero es quimera.
Veronika Engler
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