Disolver las FFAA de Uruguay

Disolver las FFAA de Uruguay



Según un estudio realizado por el politólogo argentino Rosendo Fraga a partir de datos oficiales de cada país, el factbook de la CIA y estudios de la Cepal, Uruguay es el país de América Latina con mayor cantidad de efectivos militares en relación a su población. Su presupuesto de Defensa Nacional, en relación al PBI, ocupa el octavo lugar, según dicho informe, aunque medido por habitante, el gasto en las fuerzas militares uruguayas es el segundo de América Latina. Respecto al gasto militar per. cápita, el promedio regional el año pasado fue de US$ 46,04 por habitante. En 2003 Chile invirtió US$ 90,98, Uruguay ocupó el segundo lugar con US$ 51,82 y Brasil fue tercero con US$ 51,55. (Ver El Observador, sección URUGUAY, 31-03-04).En la lista de cantidad de efectivos militares que ofrece, por ejemplo las fuentes citadas y Wikipedia, Uruguay, con más de 9 (9,4 corrigiendo por las cifras reales actuales) militares cada mil habitantes, ocupa el puesto 21 de todos los países del mundo. Para comparar un poco, Israel está en el tercer lugar con 24,4 por mil, Rusia en el lugar 30 con 7,3 por mil y EEUU en el puesto 41 con 5,1 por cada mil habitantes.
De los países de América Latina, naturalmente Colombia tiene una cifra alta a causa del enfrentamiento con la guerrilla FARC/ELN y el narcotráfico, pero está muy detrás de Uruguay con tan sólo 6,5 por mil y está colocada en el lugar 33 de la lista. Para tener referencias aun más cercanas podemos mencionar que Brasil con 1,6 está en el lugar 127, Chile en el 72 con 3,6 y Argentina en el lugar 122 con 1,8.


Traduciendo las cifras a palabras, Uruguay tiene casi seis veces más militares que sus vecinos Argentina y Brasil con respecto a su población.
Ahora bien, preguntémonos para qué tenemos esta cantidad desmesurada de efectivos militares, con los gastos consiguientes.
Una guerra convencional con los posibles agresores, o sea Argentina, Brasil o EEUU mediante sus infantes de marina, que han incursionado repetidamente por diferentes países latinoamericanos, no es posible.
Si se tratara de una guerra de resistencia contra alguno de estos tres posibles agresores, nuestras fuerzas armadas obviamente no están preparadas ni militarmente ni psicológicamente para esta tarea, y además carecen totalmente de experiencia de combate efectivo, salvo los grupos minoritarios que han participado de conflictos como tropas de paz de las Naciones Unidas.

Entonces, ¿para qué gasta el país, de los bolsillos del pueblo uruguayo, un millón de dólares diarios en estas fuerzas armadas?
El presidente Mujica lo ratificó claramente en la base de Santa Bernardina en Durazno: garantizar la estabilidad institucional de la nación.
Ahora bien: ¿a qué se refiere el presidente? Parece bastante evidente que no se refiere a mantener la vigencia de la constitución, quebrada por los militares no hace tantos años y por la que sus voceros no parecen prestarle más que una atención retórica.
¿A qué estabilidad institucional entonces están dedicadas a mantener estas fuerzas armadas?
Cabe colegir la única posibilidad, usando parcialmente el método de descartar otras que no parecen lógicas, una especie de ad absurdum matemático: que están para garantizar que la clase dominante, los terratenientes, las pocas familias que tienen el poder económico y las empresas nacionales y extranjeras que detentan la propiedad de medios de producción y de comunicación sigan gozando de los mismos privilegios.

Esta tesis está confirmada por la actuación de los militares en años oprobiosos recientes en la memoria popular cuando pudieron desarrollar sus técnicas. Todos los medios para aterrorizar a los que quisieron cambiar las estructuras de poder: tortura, prisión, violaciones, asesinatos, desapariciones, secuestro y venta de los niños hijos de los “subversivos”.
En pocas palabras: el pueblo uruguayo mantiene a casi 1 militar cada cien habitantes a un costo de un millón de dólares diarios como amenaza a los que tengan como idea cambiar las estructuras de poder.
Su actitud renovada de reafirmación en sus procedimientos violatorios de los derechos humanos detallada más arriba constituye una permanente amenaza de atentado a la continuidad del parlamento y el poder judicial, instituciones representativas del pueblo que significa colocar a éste de rehén de su poderío castrense.
Como dice el Gral. Licandro:
"las Fuerzas Armadas no han cambiado. Cambiaron los hombres pero hay una gran presencia de hijos y nietos de aquellos, de aquella época. Y aquellos siguen hablando en los centros y diciendo que fueron salvadores de la patria y reclamando el reconocimiento de la sociedad. No han captado que la sociedad los ha rechazado una y otra vez. Yo no veo el camino para integrarlas a la sociedad hoy", concluyó Licandro oponiéndose a la intención que ha repetido una y otra vez el presidente José Mujica.
Es necesario entonces disolver las actuales fuerzas armadas y refundarlas con la mentalidad de verdadera defensa nacional, de nuestros recursos naturales y humanos; fuerzas armadas populares con auténtico cariño por nuestro pueblo.


Ricardo Ferré



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