El rol fundamental de las fuerzas populares en la vuelta a la democracia



LUNES 26 DE JULIO DE 2010


CELEBRANDO LA DEMOCRACIA O REESCRIBIENDO LA HISTORIA

Ante la celebración del Partido Colorado

El Partido Colorado conmemoró los 25 años del retorno de la democracia en Uruguay con un acto al que concurrieron representantes de diferentes partidos políticos. Los organizadores y la mayor parte de la prensa celebraron el “clima de pluralismo” reinante. Entre los presentes, además de Pedro Bordaberry, coincidieron Julio María Sanguinetti, Luis Alberto Lacalle y Jorge Batlle, junto al compañero Tabaré Vázquez y al actual Presidente de la República compañero José Mujica.

El senador Bordaberry destacó el éxito del “Cambio en paz”, impulsado por el ex presidente Julio Sanguinetti en 1985. Luego todo fueron reconocimientos y aplausos mutuos.

Celebramos el entusiasmo del Partido Colorado y de su secretario general el Senador Bordaberry en cuanto a la valoración de la democracia y lo entendemos como un compromiso bienvenido por todos los uruguayos. Valoramos asímismo la presencia allí de los partidos políticos, que cada uno en su medida fue parte de la lucha del pueblo uruguayo por la reconquista de las libertades.

Pero lamentamos el ocultamiento y la negación de la historia que supone pretender que la recuperación de la democracia fue solo producto de las negociaciones políticas, de las acciones de las cúpulas dirigentes o de la – así llamada – clase política.

Comprendemos el entusiasmo de los principales referentes de la coalición blanquicolorada en desconocer el papel del movimiento obrero y estudiantil, el de la cultura y el de los movimientos sociales, en la caída de la dictadura. Con todos los respetos, lo comprendemos porque otro comportamiento no sería coherente con la conducción de unos partidos que han tenido como representantes a dirigentes como el doctor Julio María Sanguinetti, ministro del Pachecato previo al atentado contra las instituciones de junio de 1973. Lo comprendemos proviniendo de partidos como los llamados tradicionales, que a la vez que dignamente a través de algunas de sus principales figuras: Wilson Ferreira Aldunate o Manuel Flores Mora, a vía de ejemplo, ocupaban puestos en la primera línea de batalla por las libertades, o como Héctor Gutiérrez Ruiz, a quién su compromiso democrático le costó la vida, al mismo tiempo representantes de esos partidos se sentaban indignamente en los Consejos de Estado u organismos de conducción del estado dictatorial. A vía de ejemplo el herrerista Martín Recaredo Echegoyen, presidente en 1973 del primer Consejo de Estado de la dictadura, el propio padre del Senador Bordaberry, Juan María Bordaberry, hoy procesado por atentado contra la Constitución y coautoría de delitos de desaparición forzada y dos homicidios, o Jorge Pacheco Areco, embajador ante España en los tiempos de oprobio.


Pretender que todo el mérito de la recuperación democrática es de las cúpulas blanquicoloradas, o de estrategias del “cambio en paz”, es desconocer la memoria y el reconocimiento que como pueblo uruguayo debemos a los miles de obreros y obreras, estudiantes, docentes, artistas e intelectuales que año tras año iban siendo arrojados a las cárceles del régimen o al exilio político, como testimonio vivo y brutal de la heroica lucha popular por las libertades.

Es desconocer hitos fundamentales de ese recorrido histórico, como la Huelga General decretada el mismo 27 de junio de 1973, la conmemoración del 1º de mayo de 1980, ante una dictadura que pretendió borrar de la historia la celebración del día de los trabajadores. Es desconocer el plebiscito del 80 donde el NO marcó el principio del fin de la dictadura.

Es olvidar el formidable 1º de mayo de 1983, y a partir de allí la sucesión de acciones populares, apagones, cacerolazos, la Huelga de Hambre de Luis Pérez Aguirre y otros dos religiosos, la de Germán Araujo ante la clausura de CX30, la marcha de los estudiantes en setiembre, acontecimientos que desembocaron en el memorable Río de la Libertad del 27 de noviembre de ese año donde todos estuvimos representados en el Obelisco.

La movilización obrera y estudiantil, la vitalidad de la resistencia cultural, la memoria democrática y vareliana de nuestro pueblo, fueron junto a las reservas democráticas de los partidos fundacionales y del Frente Amplio los actores protagónicos de una gesta de la que fuimos parte los uruguayos.

Es desconocer a miles y miles de uruguayos expulsados del país pero que generaron una memorable ola de solidaridad y denuncia internacional que fue imprescindible para el aislamiento y condena de la dictadura.

Es desconocer los cientos de desaparecidos por los cuales los ex presidentes, Batlle, Sanguinetti y Lacalle, durante sus respectivos mandatos no hicieron más que proteger a sus asesinos.

Aunque sea funcional al interés de algunas cúpulas políticas actuales, es lastimoso que ciertos dirigentes pretendan apropiarse de la memoria y contarla a su modo.

Y es una falta de respeto a la valentía y compromiso de miles de uruguayos a lo largo de más de once años de dictadura que lucharon día a día por la democracia.

Y es también – justo es decirlo – no poner en su sitio el rol que en la lucha por la democracia le correspondió al Frente Amplio: con orgullo podemos afirmar que ningún dirigente frenteamplista recorrió el camino de sumarse a la dictadura. Y con emoción podemos brindar homenaje al compañero General Liber Seregni quién por diez años fue junto a otros militares patriotas preso por el régimen cuartelero.

Celebraciones de este tipo, que no trascienden la dimensión de una buena operación de marketing político, no contribuyen a la construcción democrática y fundamentalmente significan escamotear a las nuevas generaciones la posibilidad de formarse juicios veraces acerca de los hechos históricos.

Los abajo firmantes, trabajadores, estudiantes, artistas e intelectuales, declaramos nuestro repudio a todo intento de reescribir la historia soslayando el papel del movimiento popular en la reconquista de la democracia.

La construcción de la memoria histórica es una tarea de indudable contenido democrático. El Nunca Más Dictadura no se puede construir sino es desde la verdad histórica. La causa de la democracia sigue siendo nuestra causa.


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