Gauchos y charrúas reclamaron por el medio ambiente en el Centro
Gente con los rostros pintados, banderas y con cantos alusivos se movilizan hacia la Torre Ejecutiva
+ Carolina Delisa @carodelisa - 18.10.2013, 22:28 hs - ACTUALIZADO 22:40 Texto: El Observador
Más de 30 caballos rompían con la imagen rutinaria del Obelisco. A eso de las 17:30, banderas de todos los colores inundaron el Parque de los Aliados y, poco a poco, la gente se multiplicaba. “Destrucción”, “peligro”, “agua contaminada”, eran las palabras que empezaban a escucharse. Los aplausos y los gritos dieron inicio a la marcha, que enseguida expuso su cometido: “No a la megaminería, no al puerto de aguas profundas, no a la contaminación de los ríos, no a las plantas regasificadoras, no a las papeleras”, gritaban.
Los manifestantes, que llegaron a la quinta marcha en “Defensa del Agua, la Tierra y los Bienes Naturales” no tardaron en multiplicarse, y media hora más tarde ya habían colmado seis cuadras enteras de 18 de Julio. Los caballos, que ya eran cerca de cien, iban liderando la marcha. Todo en un ambiente pacífico: no aparecieron encapuchados, ni personas que insultaran a nadie. Tampoco hubo cerveza, ni vino de caja, como suele haber en los encuentros masivos.
Lo que sí hubo fue sonidos de todo tipo. Cuando se empezaron a resonar las guampas charrúas, los caracoles de mar, los bombos y los tambores, se instaló un clima de angustia. Fue un instante en el que desaparecieron los gritos y los cantos, y dieron lugar a la melodía grave y triste que salía de los instrumentos artesanales. Era lo único que se escuchaba. Entre los músicos indígenas, está Guidaí, manifestante de 19 años que forma parte de los quince integrantes de la comunidad Bascuadé Inchalá, que viene de La Teja.
“Venimos a protestar por todo lo que hace daño a nuestra naturaleza, que es la que nos da la vida, en definitiva”, dijo Guidaí a El Observador, mientras lucía su cara pintada con rayas horizontales en los cachetes, y una vertical en el entrecejo.
Bascuadé Inchalá “es un grupo que recupera las raíces charrúas y tiene mucho que ver con esta marcha, porque es la tierra que le sacaron a nuestros antepasados y que siguen siendo saqueadas por otras personas con poder. Hoy estamos presentes para hacer oír nuestras voces”, agregó.
Sin embargo, el momento místico duró poco, y apareció el ambiente de fiesta. El hit de la tarde fue, sin duda, la canción al presidente José Mujica. “Pepe, decime qué se siente venderse a una multinacional. Dejaste tirada a la gente, con Rohm te tenés que juntar. Te la das de popular y en el quincho almorzás, con todos los oligarcas de Uruguay. Pepe no chamuyes más, pa` los ricos gobernás, Pepe sos un mentiroso de verdad”, rezaba la letra, con un ritmo pegadizo, que invitó a varios a la pista de baile, en 18 de Julio y Magallanes. En esa esquina, los autos no pudieron contra el ritmo enérgico de los bailarines, y tuvieron que irse a contramano, por la calle que venían.
Al llegar a plaza Independencia, los gritos se volvieron más intensos. Convivían en la multitud los indígenas, los hippies, los recolectores, la comunidad de jubilados, los padres con bebés en cochecitos, las bombas brasileras y las banderas.
“Estos megaemprendimientos son inconstitucionales y no pueden instalarse en nuestro país”, decía la proclama, en referencia al puerto de aguas profundas, a la minera de Aratirí, y a la regasificadora que el gobierno quiere construir en Puntas de Sayago. “Ya sufriremos las consecuencias en este verano en Montevideo y Canelones. El poder político continuó regalando el país.", agregaba.
Después de un breve discurso, un grupo mucho más ya disperso y reducido terminó bailando al ritmo de la murga La gran muñeca, frente a la Torre Ejecutiva.
Los manifestantes, que llegaron a la quinta marcha en “Defensa del Agua, la Tierra y los Bienes Naturales” no tardaron en multiplicarse, y media hora más tarde ya habían colmado seis cuadras enteras de 18 de Julio. Los caballos, que ya eran cerca de cien, iban liderando la marcha. Todo en un ambiente pacífico: no aparecieron encapuchados, ni personas que insultaran a nadie. Tampoco hubo cerveza, ni vino de caja, como suele haber en los encuentros masivos.
Lo que sí hubo fue sonidos de todo tipo. Cuando se empezaron a resonar las guampas charrúas, los caracoles de mar, los bombos y los tambores, se instaló un clima de angustia. Fue un instante en el que desaparecieron los gritos y los cantos, y dieron lugar a la melodía grave y triste que salía de los instrumentos artesanales. Era lo único que se escuchaba. Entre los músicos indígenas, está Guidaí, manifestante de 19 años que forma parte de los quince integrantes de la comunidad Bascuadé Inchalá, que viene de La Teja.
“Venimos a protestar por todo lo que hace daño a nuestra naturaleza, que es la que nos da la vida, en definitiva”, dijo Guidaí a El Observador, mientras lucía su cara pintada con rayas horizontales en los cachetes, y una vertical en el entrecejo.
Bascuadé Inchalá “es un grupo que recupera las raíces charrúas y tiene mucho que ver con esta marcha, porque es la tierra que le sacaron a nuestros antepasados y que siguen siendo saqueadas por otras personas con poder. Hoy estamos presentes para hacer oír nuestras voces”, agregó.
Sin embargo, el momento místico duró poco, y apareció el ambiente de fiesta. El hit de la tarde fue, sin duda, la canción al presidente José Mujica. “Pepe, decime qué se siente venderse a una multinacional. Dejaste tirada a la gente, con Rohm te tenés que juntar. Te la das de popular y en el quincho almorzás, con todos los oligarcas de Uruguay. Pepe no chamuyes más, pa` los ricos gobernás, Pepe sos un mentiroso de verdad”, rezaba la letra, con un ritmo pegadizo, que invitó a varios a la pista de baile, en 18 de Julio y Magallanes. En esa esquina, los autos no pudieron contra el ritmo enérgico de los bailarines, y tuvieron que irse a contramano, por la calle que venían.
Al llegar a plaza Independencia, los gritos se volvieron más intensos. Convivían en la multitud los indígenas, los hippies, los recolectores, la comunidad de jubilados, los padres con bebés en cochecitos, las bombas brasileras y las banderas.
“Estos megaemprendimientos son inconstitucionales y no pueden instalarse en nuestro país”, decía la proclama, en referencia al puerto de aguas profundas, a la minera de Aratirí, y a la regasificadora que el gobierno quiere construir en Puntas de Sayago. “Ya sufriremos las consecuencias en este verano en Montevideo y Canelones. El poder político continuó regalando el país.", agregaba.
Después de un breve discurso, un grupo mucho más ya disperso y reducido terminó bailando al ritmo de la murga La gran muñeca, frente a la Torre Ejecutiva.
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