Francia: La abstención bate récords con el 38% y proliferan las papeletas nulas

Al rastrero Hollande que estafó a todos sus electores prometiendo un "viraje a la izquierda" aunque en la práctica ha sido un perro ladero del imperio y ha aplicado crueles medidas económicas contra los trabajadores, los votantes socialistas le dieron la espalda. Se lo tenía bien merecido así como todo su gobierno y la cúpula mal llamada de "socialista"
ELECCIONES MUNICIPALES EN FRANCIA
La abstención bate récords con el 38% y proliferan las papeletas nulas

Los socialistas franceses sufren una derrota histórica en las municipales

El centro derecha arrebata al PS docenas de grandes ciudades y varios bastiones históricos


El Frente Nacional gana al menos 14 alcaldías, aunque no logra conquistar Perpiñán y Aviñón


El nuevo alcalde del Frente Nacional de Henin-Beaumont, Steeve Brioris (segundo por la derecha), posa con la líder de su partido, Marine Le Pen (detrás de él). / p. huguen (afp)
La segunda vuelta de las elecciones municipales en Francia ha confirmado este domingo las peores previsiones para François Hollande y el Partido Socialista. Con una abstención récord, cercana al 38%, casi cuatro puntos más que en 2008, y una elevada tasa de votos nulos, los primeros resultados oficiales dibujan un monumental voto de castigo para los socialistas, que logran mantener París pero pierden docenas de ciudades –Toulouse, Bastia, Ajaccio, Pau, Tours, Angers, Reims, Quimper, Saint-Ettiene...– a manos del centroderecha. La alianza de la conservadora UMP con los centristas de la UDI y de MoDEM emerge de las urnas como vencedora indiscutible, y permite a una derecha dividida y lastrada por los escándalos a recuperarse de las derrotas sufridas en las presidenciales y las legislativas de 2012.

EL PAÍS
El Frente Nacional se convierte por primera vez en una pujante fuerza política local al conseguir al menos 14 alcaldías; es su mejor resultado en sus 42 años de historia y un indudable éxito personal de Marine Le Pen, ya que el partido no consiguió ninguna alcaldía en 2008. El ascenso de la ultraderecha solo ve limitada la resonancia de su crecimiento al no lograr imponerse en Perpiñán, Aviñón –donde gana la candidata del Partido Socialista– y Forbach, tres ciudades que de haber caído en manos de Le Pen se habrían convertido en el símbolo de una nueva era.
El descontento del electorado con el Ejecutivo socialista y la impopularidad récord de su líder, François Hollande, se manifiestan en esta segunda vuelta con más nitidez que hace una semana. Los malos resultados del primer turno no han conseguido movilizar a los votantes de izquierda en las grandes ciudades, y el PS sale hundido de las municipales de mitad de mandato, al perder ante la derecha al menos 155 localidades de más de 9.000 habitantes.
La abstención bate récords con el 38% y proliferan las papeletas nulas
Solo la victoria de Anne Hidalgo en París ante la aspirante de la UMP, Nathalie Kosciusko-Morizet, y el rescate de Aviñón ante el avance del candidato del Frente Nacional han servido de consuelo en una jornada dramática para los socialistas, que han comparecido serios y circunspectos al cierre de los colegios electorales.
El primer ministro, Jean-Marc Ayrault, que muy probablemente será el chivo expiatorio de la derrota, ha estado a punto de dimitir durante su alocución en directo, pero sus consejeros le han convencido en el último minuto de no hacerlo.
La portavoz del Gobierno, Najat Vallaud-Belkacem, ha admitido que los resultados son “malos y decepcionantes” y ha prometido que el Gabinete bajará los impuestos a las familias para acometer una política de más justicia social, pero no ha querido aclarar cuándo abrirá Hollande la inevitable crisis de Gobierno. La impresión es que el presidente anunciará su nuevo gabinete en las próximas horas.
Ségolène Royal, excandidata a las presidenciales, y hoy con legítimas aspiraciones a formar parte del nuevo equipo, ha dicho que las urnas habían enviado “una advertencia muy severa, que debe ser escuchada”.
El líder del frente de Izquierda, Jean-Luc Mélenchon, ha afirmado que “la política de Hollande, su viraje a la derecha, su alianza con la patronal y su sumisión a las políticas de austeridad europeas han desembocado en un desastre”.
En enero, Hollande abandonó el discurso y la estrategia que le llevaron a ganar las presidenciales y abrazó sin rubor las recetas neoliberales ofreciendo un pacto por el empleo a la patronal y un recorte del gasto público de 50.000 millones en tres años.
La lista de grandes ciudades que basculan desde el PS al centroderecha tiñe netamente de azul el mapa electoral, e incluye bastiones históricos del socialismo como Roubaix, Angers, Toulouse, Limoges (en manos de la izquierda desde 1912), Quimper o Bastia. El PS pierde también a manos de las listas de centroderecha Saint-Etienne, Reims, Anglet y Pau, donde se impone el dirigente centrista, François Bayrou, con el 63% de los votos.
El partido que lidera Le Pen logra el mejor resultado de sus 42 años
A estos desastres hay que sumar la catástrofe del candidato socialista en Marsella, que continúa en manos de la UMP, y la victoria de un disidente del PS en La Rochelle. Estrasburgo, Lille y Dijon resisten el vuelco del clima de opinión y permanecen en poder de la izquierda. En Grenoble, los ecologistas se apuntan su mayor victoria, también a costa de sus aliados en el Gobierno del PS.
El hundimiento socialista es especialmente llamativo porque el centro-derecha no llegaba a la cita en una situación especialmente boyante. La Unión por un Movimiento Popular (UMP) está dividida, no tiene un líder claro y ha vivido una impresionante serie de escándalos en las últimas semanas: presunto desvío de fondos del presidente del partido, Jean-François Copé; grabaciones piratas del asesor áulico Patrick Buisson a Nicolas Sarkozy, y escuchas judiciales al ex jefe del Estado, implicado en seis casos de corrupción.
Copé ha reivindicado la amplia victoria de los suyos afirmando que Francia había vivido una “ola azul”. El líder, contestado por la mitad fillonista del partido, ha sacado pecho y ha exigido a Hollande un cambio de política fiscal y más concreción en la lucha contra el paro. Además, ha presumido de haber llevado al mayor triunfo en unas municipales al partido fundado en 2002. “El primer partido de Francia es la UMP”, ha dicho.
El renovado mensaje populista, patriota y antisistema de Le Pen sale también reforzado, y su aspiración de liquidar el bipartidismo empieza a confirmarse. El FN aspiraba a ganar una quincena larga de alcaldías, y obtiene al menos 14 –el número más alto de su historia–. Su conquista más llamativa es Béziers, desde hace 20 años en manos de la UMP, que tendrá como alcalde al inefable periodista Robert Ménard, antiguo presidente de Reporteros sin Fronteras pasado a la extrema derecha.
La presidenta del FN se ha felicitado por el resultado, lo ha calificado como el “inicio de una nueva etapa”, ha anunciado que su partido tendrá al menos 1.200 concejales y ha dado por comenzada la campaña para las europeas de mayo acusando a sus dos grandes rivales de ser “marionetas en manos de la Comisión Europea”.
Otras ciudades donde gobernará el FN son Fréjus –localidad del sur del país donde esta noche se han producido incidentes callejeros–, Cogolin, Viliers-Cotterets, Le Luc, Beaucaire y Hayange, que con Hénin-Beaumont, la ciudad norteña ganada en la primera vuelta, medirán el grado de responsabilidad de un partido que se declara listo para gobernar. “Hemos logrado el mejor resultado de nuestra historia”, ha proclamado el dirigente Florian Philippot tras caer derrotado ante el candidato del PS en la villa obrera de Forbach, cerca de la frontera alemana.
El FN presentaba 597 listas electorales, que cubren algo menos un tercio del censo total. Así y todo, la formación recoge el 9% del total de los votos nacionales. Unos 44,8 millones de electores estaban inscritos para elegir a los alcaldes y concejales de los 36.700 municipios del país.



La derecha devora a Hollande


  • Unión por un Movimiento Popular se impone en ciudades consideradas bastiones de la izquierda, como Saint-Étienne, Reims, Limoges o Amiens. 
  • Los conservadores consiguen el 49% de los votos, frente al 42% del partido en el Gobierno.
  • La extrema derecha del Frente Nacional se hace con al menos seis alcaldías en un avance histórico.
  • La abstención, cercana al 38%, es la más alta de la historia de la V República.

La derecha francesa le come el terreno a los socialistas en el mapa municipal

Según los primeros sondeos, Unión por un Movimiento Popular se habría impuesto en ciudades consideradas bastiones de la izquierda, como Saint-Étienne, Reims, Limoges o Amiens. La extrema derecha del Frente Nacional se hace con al menos cuatro ayuntamientos más que en la primera ronda. El partido de Hollande consigue la victoria en la alcaldía de París

AGENCIAS París 30/03/2014 21:45 Actualizado: 30/03/2014 23:10 - Público
La derecha se habría impuesto en ciudades importantes consideradas hasta hoy bastiones de la izquierda tales como Saint-Étienne, Reims, Limoges o Amiens en un signo más del duro revés que ha sufrido el gobernante Partido Socialista francés.
Según las proyecciones basadas en encuestas a pie de urna y datos oficiales, la izquierda ha conseguido en torno al42% de los votos, mientras que la Unión por un Movimiento Popular (UMP, centro-derecha) y sus aliados han logrado la victoria con en torno al 49%. "El primer partido de Francia, es la UMP", ha proclamado el presidente en funciones de la UMP, Jean-François Copé.
En toda la geografía francesa se han repetido casos como el de Limoges, donde la izquierda se mantenía en el poder desde 1912, pero ahora el candidato de la UMP Emile-Roger Lombertie ha derrotado al socialista Alain Rodet.
También ha basculado a la derecha la ciudad de Toulouse, donde el candidato de la derecha, Jean-Luc Moudenc, ha logrado el 51% de votos y ha derrotado así al actual alcalde, el socialista Pierre Cohen (49%). En la segunda vuelta de las elecciones de 2008 el resultado fue el contrario, aunque igual de apurado.
Y en La Roche-sur-Yon, tras 37 años de gobiernos de izquierda, ahora será la derecha la que ocupe la alcaldía. Allí, el candidato de la UMP, Luc Bouard (53,9%), ha derrotado al alcalde socialista, Pierre Regnault (46,1%). Los socialistas también han perdido en ciudades como Grenoble, donde el candidato ecologista, Éric Piolle, ha vencido al socialista Jérôme Safar.
En cambio, en Lille Martine Aubry ha sido reelegida alcaldesa para unt ercer mandato tras imponerse en la votación (54,03 %) a los candidatos de la UMP, Jean-René Lecerf (31,79%) y del Frente Nacional, Eric Dillies (14,22%). Aubry había conseguido el apoyo de los ecologistas. La izquierda también mantiene Metz, Rennes, Brest, Lens y se hace con Aviñón.
En la capital, París, la candidata de izquierdas, la gaditana Anne Hidalgo, habría conseguido el 54,5% de los votos , según la estimación de la empresa estadística Ifop. Hidalgo se impondría así a la candidata de la derecha, Nathalie Kosciusko-Morizet, que lograría el 45,5% de los votos.

Avance del Frente Nacional

Mientras, el partido ultraderechista Frente Nacional (FN) ha logrado hacerse con la alcaldía en al menos seis localidades como Fréjus (Var), Hayange (Moselle), de Villers-Cotterêts (Aisne), Cogolin (Var), que se suman a Hénin-Beaumont, a las afueras de Lens (norte), donde el FN obtuvo la mayoría absoluta en la primera ronda, celebrada el pasado 23 de marzo.
Entonces, el partido logró un resultado histórico al colocar a 315 candidatos en la segunda vuelta. El FN fue la formación más votada en un total de 24 municipios, incluidas ciudades de tamaño medio como Béziers, Perpiñán, Aviñón, Fréjus, Saint-Gilles, Forbach y Tarascón y ha tenido en la carrera tripartita por la Alcaldía en ciudades importantes como Estrasburgo, Lille, Lyon, Marsella, Mulhouse, Saint-Etienne, Tourcoing, Nîmes o Reims.
La elección ha estado marcada por la abstención, la más alta de la V República, que estaría en torno al 38%, según las empresas de estadística.




Elecciones municipales en Francia

Le Pen o el triunfo de la desafección

Los resultados en las municipales muestran que más de la mitad de la población rechaza el sistema político


Marine Le Pen, del partido de extrema derecha francés, Frente Nacional. / KENZO TRIBOUILLARD (AFP)
Más que un éxito de Marine Le Pen; más que una victoria indiscutible de un centroderecha envuelto en los escándalos y sin proyecto; e incluso más que el hundimiento clamoroso de un Partido Socialista sin rumbo ni liderazgo, el análisis de los resultados de las municipales francesas parece demostrar que el primer vencedor de las elecciones es la desafección política y el populismo del pesimismo que recorre Europa.
La abstención alcanza finalmente el 36,3%, la cifra más alta nunca registrada en un segundo turno en Francia, y si a ese dato se le suman los votos bancos y nulos (que en el primer turno fueron del 3,5%), y el apoyo recibido por los partidos cuyos programas rechazan frontalmente el sistema bipartidista y las políticas europeas —Frente Nacional, Partido Comunista y Partido de Izquierda—, la cuenta final afirma que al menos seis de cada diez franceses se sitúan de perfil respecto a la oferta clásica PS/UMP, a la manera en que el voto antisistema reunido por Beppe Grillo en las últimas elecciones italianas aglutinó a la vez la rabia contra la ineficacia de la casta política y el descontento cont las recetas austericidas de Bruselas.
La desdiabolización de la extrema derecha parece un hecho
El discurso nacionalista, eurohostil y antisistema del Frente Nacional solo ha podido llegar en estas elecciones a uno de cada tres franceses porque Le Pen apenas logró reunir 597 listas, con todo su mejor marca en los 42 años de vida del partido. Allá donde se presentaba en el segundo turno, el partido gana una decena de ciudades y suma alrededor del 15% de los votos; el resultado está en la línea de lo que sucedió en las presidenciales de hace dos años, cuando Le Pen llegó tercera con el 17,9% en la primera vuelta. Su crecimiento es significativo respecto a las municipales de 2008, porque entonces el FN no tenía una sola alcaldía.
Pero históricamente, el resultado del FN significa un regreso, mejorado, a sus niveles locales de 1995, cuando logró casi un millar de concejales, unos 300 menos que ahora. El mérito de Le Pen, en todo caso, ha consistido en resucitar una oferta política —y antipolítica— que parecía muerta a nivel local, aprovechando, como ha subrayado el politólogo Dominique Reynié, “que entre un cuarto y un tercio de la población se siente abandonada por el Estado. Muchos buscan una salida, y no la encuentran en los partidos tradicionales. Les queda elegir al Frente Nacional o no votar”.
La desdiabolización de la extrema derecha, en todo caso, parece un hecho. Más del 40% de los franceses se declaran dispuestos a tener un alcalde del FN, cuando hace diez años la cifra no superaba el 20%. Le Pen dijo el domingo que esta vez el voto a su partido ya no es un voto de protesta, sino de adhesión. Reynié ha subrayado que la hija de Jean-Marie Le Pen ha sabido cabalgar los temas sociales y nacionales con mucha más astucia que su padre. Atizando el miedo a la globalización y a la ausencia de soberanía económica o monetaria, poniendo el acento en la seguridad y en la crispación cultural e identitaria, y aprovechando el envejecimiento de la población, la falta de esperanza de los jóvenes y el agotamiento del Estado del Bienestar, el FN se ha transformado en un producto interclasista y en una maquinaria de poder local. La amenaza de contagio de cara a las europeas de mayo parece muy seria. Pero, más allá, la ola azul Marine no es todavía un tsunami. Y lo inquietante es que solo uno de cada dos electores acepta la actual democracia.


Otras miradas

Pistas para entender el ascenso del Frente Nacional

31 mar 2014

Miguel Urbanhistoriador
Más allá de la victoria de la derecha de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), las elecciones municipales francesas han dejado tres importantes lecciones a tener muy en cuenta.
Los socialistas franceses han sufrido un duro varapalo. Han pagado por sus políticas socio-liberales de gestión de la austeridad y aplicación de recortes, siguiendo la senda del gobierno de Sarkozy. Seguidismo incluso en lo referente a las expulsiones de Romanís, agitando un populismo punitivo y xenófobo por parte del hasta ayer ministro de interior Manuel Valls. Su ascensión al cargo de primer ministro representa toda una declaración de intenciones por parte del presidente Hollande. Como hemos visto en tantas ocasiones, las medidas restrictivas contra los migrantes, a los que convierten en un “problema”, genera un marco político y discursivo que los partidos de extrema derecha explotan con tremenda “eficacia”.
El alto nivel de abstención, el 38,5%, un nuevo récord desde 1958, marcado por la desafección de una parte significativa de la población, que el ex primer ministro socialista, Jean Marc Ayrault, identifica con aquella “que confió en la izquierda en el 2012”. El histórico índice de abstención demuestra un hartazgo con los principales partidos de la Quinta Republica Francesa, que apenas mantienen diferencias sustanciales en lo referente a la política económica. Una situación que suele favorecer un voto de protesta o contestatario hacia opciones políticas que se sitúan en los márgenes del sistema y que mantienen un liderazgo fuerte y mediático, siendo la ultraderecha quien mejor ha sabido explotar electoralmente este fenómeno.
Por último, los históricos resultados del Frente Nacional, que quintuplicó sus votos en la primera vuelta, El 4,7% de los votos puede parecer una cifra baja, pero no hay que relativizar, porque el FN no presentaba candidaturas en la inmensa mayoría de los municipios, sólo en un tercio de ellos, y al final ha logrado quince ayuntamientos. Los más grandes, Béziers, con 71.000 habitantes y Fréjus, con 54.000, las dos en zona mediterránea. Así como más de 1.000 consejeros municipales, lo que le permitirá pesar aun más en la política francesa, especialmente en las próximas elecciones, las europeas de mayo y las del Senado de septiembre.
Los resultados del Frente Nacional confirman una tendencia en ascenso, la aceptación de las ideas de extrema derecha y los discursos anti-inmigración por gran parte de la ciudadanía europea, que ante la crisis económica “busca refugio” en un repliegue identitario de carácter xenófobo y populista autoritario.
Uno de los elementos comunes entre las principales formaciones de extrema derecha a nivel europeo, que en cierta medida inauguró el FN, es el de los planteamientos restrictivos con respecto de la inmigración. Prácticamente la totalidad de las organizaciones de este heterogéneo ambiente político apunta a los inmigrantes, preferentemente pobres y “no occidentales”, como chivo expiatorio de una supuesta degradación socioeconómica y cultural.
El ascenso de  los discursos anti-migración por parte de la extrema derecha está en gran medida precedido por un contexto de criminalización institucional de la población migrante.
Los cadáveres de los náufragos de las pateras, los muertos en los desiertos y/o las vallas fronterizas son la expresión de otra forma de racismo. Son las víctimas de la xenofobia institucional; un racismo de guante blanco, anónimo, legal poco visible pero constante, que sitúa una frontera entre los que deben ser protegidos y los que pueden o efectivamente resultan excluidos de cualquier protección. Una degradación de la seguridad jurídica y policial, organizada con el objetivo de expulsar al emigrante, lo que lleva también, como segundo resultado, a producir una mano de obra fácilmente explotable desde el punto de vista económico, pues el Estado la convierte en vulnerable. Propicia un caldo de cultivo para la xenofobia política definida mediante esta operación de exclusión, cuya matriz es económica y que favorece una competencia entre autóctonos y foráneos en el esfuerzo por conseguir un recurso escaso, el trabajo. Una situación que genera una audiencia significativa entre sectores de la clase obrera y clases medias para un discurso de primacía nacional.
De esta forma, el Frente Nacional liderado desde 2011 por Marine Le Pen, ha sabido utilizar hábilmente un populismo multiforme. “No somos ni de derechas ni de izquierdas, porque el mundo es hoy mucho más complejo que todo eso”, afirmaba, asumiendo la denominación de “peronismo a la francesa”. El discurso anti-élites se sustenta sobre una soflama en torno a la primacía nacional: “los franceses primero”. Esta conjunción de elementos discursivos ha generado un verdadero “poder de agenda”, entendido como capacidad para establecer las prioridades programáticas, las problematizaciones relevantes, los enunciados discursivos que fijan los términos de la discusión dentro del panorama político francés.
El énfasis movilizador de la derecha radical ya no solo pivota sobre cómo evitar que nuevos inmigrantes puedan superar sus fronteras, sino que también aborda la problemática de una población migrante ya residente no “integrada”, e incluso nacional, descendiente de migrantes en segundas o terceras generaciones. Tal como explicaba Daniel Bensaid, “incluso habiendo nacido en Francia y siendo ciudadanos franceses, los ‘segunda o tercera generación’ siguen marcados a fuego por su origen. (…) Ciudadanos en virtud del derecho de suelo, la sociedad no les reconoce sin embargo de pleno derecho ”.
De esta forma, la identidad hoy en día se concibe generando una restricción al concepto de pertenencia “nacional” o “europea”, que ataca directamente el concepto de protección jurídica en relación a la pertenencia a la comunidad, incluso con su exclusión legal, sentando las bases programáticas de la xenofobia política del siglo XXI, sobre la que reside gran parte del éxito político y capacidad de movilización de la extrema derecha.


Un fantasma recorre Europa, es el fantasma del nazismo ahora reciclado y con el antecedente de Ucraina en donde han sido proclamados "héroes de la democracia" por haber dado el golpe de estado. Los liberales burgueses tiemblan o buscan alianzas con los nazis, los "socialistas" franceses quieren acentuar su derechismo y nombran como Primer Ministro a un "mano dura" que pretende competir con la ultraderecha 

Manuel Valls, enfrentado a los ecologistas y partidario de la "tercera vía" de Blair

El nuevo primer ministro francés, de 51 años, se define como un "socio-liberal a la francesa" y fue denominado como "primer policía de Francia" por su gestión del Ministerio del Interior

EFE París 31/03/2014 20:28 Actualizado: 31/03/2014 21:03 Público
Manuel Valls mirando al ex primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault

Manuel Valls mirando al ex primer ministro francés, Jean-Marc AyraultREUTERS

Manuel Valls, nacido en Barcelona hace 51 años, fue nombrado hoy primer ministro de Francia, tras cosechar una enorme popularidad en los dos años últimos años, en los que el político, del ala más liberal del Partido Socialista (PS), ha ejercido como titular de Interior.
Valls, que se define como un "socio-liberal a la francesa" y partidario de la "tercera vía" del ex primer ministro británico Tony Blair, toma las riendas del Ejecutivo francés en sustitución de Jean-Marc Ayrault, quien hoy presentó su dimisión y la de su Gobierno al presidente François Hollande, un día después de la histórica derrota del PS en las elecciones municipales.
Ideológicamente alejados, pese a formar parte del mismo partido, Valls y Hollande aproximaron sus posturas en la campaña para los comicios presidenciales de 2012.
Su conocimiento de los barrios más sensibles y su gestión de la seguridad en Evry, a las afueras de París, le otorgaban méritos para hacerse cargo del Ministerio del Interior, puesto en el que ha logrado convertirse en el político mejor valorado de un Gobierno impopular.
Valls se ha convertido en el político más valorado de un Gobierno impopular
En ese gabinete ha encarnado los valores más conservadores del PS, centrándose en la lucha contra la criminalidad con la creación de zonas de seguridad especiales en barrios sensibles y multiplicando sus apariciones ante los medios de comunicación.
En 2007, incluso estuvo a punto de entrar en el primer Gobierno del conservador Nicolas Sarkozy, quien estaba deseoso de integrar a políticos de izquierda en su proyecto de "apertura", pero prefirió plegarse a la disciplina del partido, aunque no abandonó la línea crítica con la dirección del PS francés.
El diputado se apoyó en su creciente popularidad, dentro de su circunscripción y de su ciudad, para lograr notoriedad en el ámbito nacional.
Un ejemplo de su protagonismo en la actualidad política es la guerra que emprendió contra el polémico cómico Dieudonné y sus reiteradas bromas contra la comunidad judía. Valls salió victorioso de esa batalla y Dieudonné, discreto en los últimos meses, intenta saldar ahora sus cuentas pendientes con el fisco por las diversas condenas en su contra por declaraciones antisemitas.
La designación al frente de Interior le colocó como una de las figuras más visibles del equipo de Hollande, oportunidad que no ha desaprovechado y que le ha convertido en el perfecto sustituto del primer ministro.
Con tan solo 26 años fue nombrado ministro de Relaciones con el Parlamento
Pero su gestión como "primer policía de Francia" ha exasperado a los ecologistas, que forman coalición con los socialistas y que amenazaban con abandonar el Ejecutivo si Valls asumía el mando del Gobierno.
Nació el 13 de agosto de 1962, hijo del pintor catalán Xavier Valls y de la italiana Luisangela Galfetti. Es sobrino-nieto de Manuel Valls i Gorina, compositor del himno del FC Barcelona, de donde le viene la afición por el club azulgrana que cultiva en la actualidad.
Instalado en Francia en la adolescencia, comenzó muy joven a militar en movimientos de izquierda y a los 17 años se afilió al PS, aunque no obtuvo la nacionalidad francesa hasta los 20 años, lo que le impidió votar en 1981 por François Mitterrand, el primer presidente socialista de Francia.
Su entrada en el partido, cuando era estudiante de historia, se debió a su afinidad a la línea centrista defendida por Michel Rocard, que contrastaba con el izquierdismo de Mitterrand. Rocard le nombró ministro de Relaciones con el Parlamento en 1988, con tan sólo 26 años.
Es sobrino-nieto del compositor del himno del FC Barcelona  Valls volvió al Gobierno en 1997 de la mano del entonces primer ministro Lionel Jospin, que le eligió consejero para la Comunicación y la Prensa. Tras fracasar en un primer intento por convertirse en diputado en 1997, fue elegido alcalde de Evry en 2001 y logró entrar en la Asamblea Nacional al año siguiente. Su popularidad local no dejó de crecer, a la par que su dimensión nacional.
De cara a las primarias socialistas de 2011, Valls apoyó inicialmente a Dominique Strauss-Kahn, antes de que un escándalo sexual acabara con las aspiraciones del exdirector del Fondo Monetario Internacional, lo que le animó a presentar su propia candidatura.
Quedó penúltimo entre los seis aspirantes, con el 6 % de los votos, pero Hollande le rescató para su candidatura.

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