Escribo estas líneas para recordar un hecho que nos indigna hasta las lágrimas y nos ata un apretado nudo en la garganta y en el estómago; los crímenes cometidos en nombre del estado, crímenes que, esgrimiendo la impunidad, intentan hacernos olvidar. Crímenes que han sido banalizados por muchos y que otros pretenden mostrar como parte de las “pérdidas” acaecidas en una guerra entre dos bandos iguales, la famosa teoría de los dos demonios. Crímenes que algunos se sienten con derecho a perdonar pasando olímpicamente sobre la justicia. Estos bestiales y numerosos asesinatos son un hecho que nos duele y somos muchos los que no estamos dispuestos a olvidar ni a perdonar. Quiero rendir homenaje a los y las jóvenes estudiantes que perdieron sus vidas por defender sus principios, quiero saludar a sus familias y a sus seres queridos.
Soy consciente de que las listas siempre omiten a alguien y por eso les pido que la completemos entre todos, nada más lejano a mi intención que dejar en el olvido algún nombre, sin importar de la corriente ideológica que provenga. La lista está armada con información adquirida en Internet; de la página del Muerto, de algunos de los escritos de Marys Yic, de Kaos en la Red, del Ortiba, de otras páginas, de la “investigación histórica sobre la dictadura y el terrorismo de estado en Uruguay” coordinada por Álvaro Rico. También recurrí a la lista de caídos por el MLN del libro “Raúl Sendic” y a la ayuda memoria de Jorge Zabalza. Los caídos son demasiados y es difícil saber en cada caso los datos de sus vidas y las circunstancias de su muerte. Aunque es injusto hay compañeras y compañeros sobre los que prácticamente no existe información de acceso público.
Quiero pedirles que nos detengamos un instante a observar a los jóvenes y adolescentes que nos rodean, que conocemos. Constatarán seguramente que no podemos mirarlos sin pensar en proyección o en futuro. Vemos las características personales, lo que les gusta, lo que quieren, lo que hacen, como lo hacen… entonces descubrimos que a pesar de que cada uno de ellos es distinto al otro, tienen muchas cosas en común, factores que los nuclean tras ideas, distintas corrientes y pensamientos. Tienen además muchos años por delante, años para crecer, para cambiar, para reafirmarse, para vivir. Admiramos la empatía, el compromiso y la solidaridad cuando lo descubrimos como cualidad, si eso va acompañado de empeño por el estudio, de tesón e inteligencia, de conciencia social, vislumbramos al instante un futuro prometedor y albergamos expectativas con respecto a ese ser. Los jóvenes asesinados por el terrorismo de estado tenían todo eso, sin embargo se les arrebató violentamente la posibilidad de proyectarse hacia un futuro.
El 18 de agosto hubo un acto conmemoratorio de los estudiantes que fueron asesinados en manos de los militares. Muchos de nosotros estamos familiarizados con la imagen de algunos de estos compañeros y compañeras ausentes, con la historia de su muerte y con los reclamos por verdad y justicia que se han hecho en torno a ellos. Pero ese sábado compartimos algo más profundo, más conmovedor. Sus familiares o allegados nos hablaron de ellos, de su vida, de detalles que pueden parecer poco significativos, pero que los transforman de alguna manera en todos los jóvenes que conocemos, en nuestros hijos, nietos, vecinos, alumnos. Nos prestan sus sueños, nos cuentan sobre su carácter, sentirlos en voz de quienes los aman los acerca a nosotros. Son símbolo de resistencia y lucha, pero también son la prueba de las atrocidades cometidas por los militares. Quienes los conocieron los recuerdan jóvenes, adolescentes, llenos de vida. Me afectan mucho los actos en los que recordamos a quienes fueron violentamente arrancados de nuestro lado, arrancados de la vida, este sábado los llevé más cerca del corazón, más humanos, pero a la vez los crímenes y criminales se presentaron más bestiales, más inhumanos frente a mis ojos.
Quienes fueron jóvenes en los años 60 y 70 no eran en muchos aspectos distintos a los jóvenes de hoy en día, en el pecho de esa juventud ardían seguramente inquietudes parecidas, anidaban miedos y expectativas similares a las que preocupan a nuestra juventud ahora. Sin embargo el momento histórico que les tocó vivir y el compromiso de cada uno de ellas y ellos marcó sus vidas de una forma determinante, y en muchos, demasiados casos, la truncó, apagó para siempre la posibilidad de acceder a ese futuro para otros tan obvio. Pienso en mis hijos, en Isabelle de 24 años y en Gabriel que pronto cumplirá los 20 y no puedo dejar de imaginar a aquellos y aquellas jóvenes que conformaban el grueso de la “subversión” que los militares asesinaron, torturaron, violaron y desaparecieron.
El coronel Ramas nos recuerda con orgullo las palabras de Lacheroy que confirman una vez más que estos “viejitos” siguen convencidos de que hicieron lo correcto, que las muertes, secuestros, torturas, encarcelamientos inhumanos y violaciones fueron crímenes justificados y que volverían a hacer lo mismo. Por el momento no pueden, entonces trasmiten su “sapiencia” a los actuales integrantes de las FFAA.
"Si no comprendemos que los principios éticos en que hemos sido formados para la guerra clásica no sirven para la lucha contra la subversión, perderemos. Para la lucha contra la subversión hay que meterse en el lodo, ensuciarse y salpicarse. El que no lo entienda de esa manera, más vale que se rinda de antemano." Coronel Lacheroy, veterano guerra de Argelia. Nosotros sabemos muy bien que los especialistas franceses de la guerra antisubversiva pusieron su conocimiento al servicio de las dictaduras sudamericanas, con Argentina en la cabeza. Seguramente hombres como Trinquier, maestro en el arte de los fichajes, allanamientos, extorsión y tortura para la obtención de información, son también muy admirados por militares cono Ramas. Aplicaron la práctica de la desaparición de personas con el fin de aterrorizar a la población. Recordemos que esa salvaje concesión fue derrotada primero en Vietnam y después en Argelia. Pero ya que gentilmente Ramas lo trae a colación en la carta que me escribe y le escribe a los integrantes de las FFAA (curiosa combinación), no puedo evitar el evocar que el ejército argentino estableció en 1974 con el ejército chileno y uruguayo una cooperación para el secuestro y el asesinato (léase Plan Cóndor), gracias entre otras cosas a las lecciones de Argelia. Combinaron la teoría francesa de la contra subversión, el esquema Trinquier de la división de zonas, el fichaje, los allanamientos, la tortura y las desapariciones con las teorías americanas. Lo peor es que se sienten orgullosos de eso, lo atroz es que hablan de “espiral de sangre” y crímenes cometidos por los “sediciosos” o “terroristas” y lo increíble es que desde la “izquierda” otros replican con olvido y perdón frente a estos hechos tan constatables y contundentes.
Los jóvenes se transformaron en un grupo enemigo de las FFAA, enemigos del estado uruguayo. Quien era considerado sospechoso, quien osaba protestar, quien manifestaba, quien se reunía con otros, pasaba a conformar las filas de lo subversivo y por ende no tenía derecho sobre su vida. Para combatirlos se desató una desenfrenada represión, un horror del cual hay testigos. Los asesinatos a estudiantes, las persecuciones, la represión, la tortura, el secuestro, pasaron a ser prácticas habituales. Los militares siguieron al pie de la letra las palabras de Lecheroy; se metieron en el lodo, se ensuciaron, salpicaron a todos sin que les importara lo bajo que caían. Trajeron asesores como Mitrione para aprender a torturar de forma más efectiva, aprender a aplicar el dolor de manera que esas jóvenes vidas se quebraran junto a la escasa dignidad que podía quedarle al sádico que los torturaba. Estos milicos bajaron uno a uno los escalones que los llevarían a poner en práctica la frase que Ramas nos recuerda. Queriendo denigrar a sus víctimas, perdieron toda dignidad humana, descubriéndose como degenerados, violadores y sádicos, condición imposible de disfrazar con uniformes, paradas, o frases tales como “defensa a la patria” o “respeto a Artigas”. Muchas de estas depravadas bestias, que mostraron toda la pobreza que puede alcanzar la condición humana, siguen caminando entre nosotros, otras dan su opinión, comentan y adoctrinan a las FFAA desde sus cárceles especiales o desde arresto domiciliario, como si sus crímenes hubieran sido de índole menor, como si las vidas de todos y todas esas jóvenes no valieran nada.
Hay que recordar a cada muerto, a cada desaparecido a cada niño o niña secuestrado. No hay que olvidar las torturas, las violaciones la represión, la persecución, el exilio, etc. La gravedad de lo que las FFAA hicieron en nombre del estado no se puede disfrazar, disculpar, olvidar o perdonar. Solo se engaña quien se quiere dejar engañar. Los y las compañeras a quienes les arrebataron la vida no tuvieron la oportunidad de elegir, tampoco la tuvieron los torturados y menos aún los niños secuestrados o nacidos en cautiverio. Tampoco los hijos ni familiares elegimos, pero podemos hacerlo ahora. Por respeto a ellas y a ellos, por respeto a nosotros mismos, a los jóvenes de ahora y a los que vendrán, debemos recordarlos y luchar por su memoria.
Viven en nosotros, exigimos Verdad y Justicia
Veronika Engler 26/08/2012
Recordemos a los estudiantes asesinados.
Un 14 de agosto del año 1968 muere Liber Arce, un estudiante auxiliar de Odontología que tenía 28 años de edad. Liber fue herido el 12 de agosto en una manifestación estudiantil, baleado por la espalda desde una distancia de no más de cuatro metros. Recibió un disparo en una pierna con orificio de salida en la ingle, el balazo le seccionó la arteria femoral que irriga los miembros inferiores. El autor del disparo fue el oficial ayudante Enrique Tegiachi.
En setiembre de 1968, es asesinado Hugo de los Santos cuando tenía 20 años de edad. Hugo era estudiante de Ciencias Económicas y militante de la Juventud Comunista. El cuerpo médico que lo atendió certificó que había llegado muerto. La causa de su muerte fue un disparo de arma de fuego por el que un proyectil de tipo metralla le atravesó el tórax lesionándole el corazón y produciéndole una hemorragia que, de haber sido atendida con prontitud, no hubiera sido mortal.
Susana Pintos de 27 años de edad, estudiante de la IEC y también militante de la Juventud Comunista, muere el mismo día que Hugo de los Santos. Ingresa sin conocimiento, herida de perdigón en tórax sin orificio de salida, herida de perdigón en región carotidea izquierda con perforación de estómago y en miembro inferior izquierdo. Susana Pintos fallece a la hora 3 por hemotórax de tres litros en el Hospital de Clínicas.
Jorge Salerno, 24 años, era estudiante de Agronomía e integrante del M.L.N., fue asesinado en 1972 durante la toma de Pando cuando se entregaba con los brazos en alto.
Ricardo Zabalza, joven minuano estudiante de notariado que fue asesinado a los 20 años, el 8 de octubre de 1969 por la Guardia Metropolitana en la toma de la ciudad de Pando. Fue herido por una ráfaga de metralleta y se entregó, lo hicieron caminar 80 m hasta un camión de la Guardia Metropolitana, allí lo tiraron al suelo y lo ejecutaron de un balazo en la nuca, obedeciendo así el Código W-1 del presidente Pacheco que ordenaba no tomar prisioneros. Su cadáver presenta un balazo con orificio de entrada en la nuca y alojado en el frontal. Además, tiene hundimiento de cráneo producido seguramente por un culatazo Ricardo era integrante del MLN.
Alfredo Cultelli, 18 años, asesinado por la espalda por la Guardia Metropolitana el 8 de octubre de 1969 en la toma de la ciudad de Pando. Era integrante del M.L.N
Fernán Pucurull, asesinado por la policía de un balazo el 31 de mayo de 1970.
Juan Carlos Larrosa Cruz, estudiante asesinado el 27 de octubre de 1970.
Heber Nieto de apenas 17 años de edad es asesinado por un francotirador el 24 de julio de 1971, cuando la policía y el escuadrón de la muerte atacaron a estudiantes en el Instituto de Enseñanza de la Construcción. Mientras varios compañeros (gurises entre 12 y 14 años) realizaban un peaje en apoyo al gremio de CICSSA en conflicto, fueron reprimidos fuertemente por la policía. Se trasladan a la IEC donde él junto a otros compañeros estaban trabajando en la construcción de salones. Desde el edificio del BPS que estaba en construcción, uno de los 4 francotiradores, traídos especialmente, dispara y lo asesina.
Manuel Ramos Filippini era estudiante del IAVA, militante del M.L.N., secuestrado y asesinado a fines de julio de 1971. Su cuerpo apareció en las rocas de la costa, sobre uno de los extremos de la playa de Pocitos, el 31 de julio de 1971. Presentaba diez impactos de bala en la cabeza, en los brazos y en el cuerpo. Los asesinos se habían identificado como "Comando Caza Tupamaros Óscar Burgueño", según un papel mimeografiado que fue encontrado junto al cuerpo. El cadáver de Ramos Filippini inauguró la serie de asesinatos que siguió con la desaparición de Abel Ayala y Héctor Castagnetto, y la tortura y muerte de Íbero Gutiérrez, en febrero de 1972.
Eduardo Agustín Ariosa Amilivia era estudiante y fue asesinado en Montevideo el 28 de julio de 1972.
Santiago Rodríguez Muela, le decían “el charla”, tenía 22 años cuando fue asesinado en el liceo Nº 8 por una banda fascista el 11 de agosto de 1972, el mayor Enrique Mangini, integrante de la JUP lo mata. Nelson Santiago Rodríguez Muela estaba casado, tenía un hijo, era militante del PCR y obrero de ANCAP donde militaba sindicalmente. Santiago culminaba sus estudios en el nocturno del liceo Nº 8. El homicidio aún sigue impune.
Julio Spósito tenía 19 años, era estudiante del Liceo Suárez, fue asesinado el 1º de septiembre de 1971 durante la represión policial contra una manifestación en las inmediaciones de las Facultades de Medicina y Química.
Héctor Castagnetto tenía 19 años, era estudiante de Agronomía. En la mañana del 17 de agosto de 1971 salió de su casa a trabajar en la feria, a partir de allí no se supo más de él. Fue secuestrado por el Escuadrón de la Muerte. Fue arrojado al mar en el Puerto de Montevideo sin saberse hasta el momento si lo hicieron estando vivo o muerto, su cuerpo sigue desaparecido. Los únicos procesados con prisión como co-autores de homicidio especialmente agravado fueron Nelson Bardesio y Pedro Freitas. Sofía sigue prófugo en EE.UU. Sin embargo, la magistrada no hizo lugar a la imputación contra el ex agente de la DNII, Washington Grignoli por no encontrar elementos de convicción suficientes para procesamientos en los casos de Filippini e Íbero Gutiérrez
Íbero Gutiérrez fue asesinado a los 22 años por los escuadrones de la muerte, el 27 de febrero de 1972. Era poeta y estudiante de Humanidades, militaba en la FEUU y en el Movimiento 26 de Marzo. Ibero fue asesinado por el Comando Caza Tupamaros, grupo de ultraderecha amparado desde el gobierno autoritario de Bordaberry y los medios de comunicación de ese entonces quienes nunca hablaron de la muerte del joven como un asesinato. Su cuerpo fue hallado junto a una nota que decía: “Vos también pediste perdón. Bala por bala, diente por diente. CCT\".
Armando Hugo Blanco Katras, estudiante, asesinado el 14 de abril de 1972. Ejecutado en el operativo en la calle Pérez Gomar, que dirigió el inspector Víctor Castiglioni.
Horacio Carlos Rovira Griecco, asesinado el 14 de abril de 1972. Ejecutado en el operativo en la calle Pérez Gomar, que dirigió el inspector Víctor Castiglioni
Gabriel María Schoeder Orozco, asesinado el 14 de abril de 1972. Ejecutado en el operativo en la calle Pérez Gomar, que dirigió el inspector Víctor Castiglioni
Blanca Castagnetto Da Rosa, estudiante de notariado, es asesinada en Colonia el 24 de abril de 1972.
Leonel Martínez Platero, estudiante de arquitectura, asesinado el 13 de junio de 1972
Gustavo Luis Couchet Inzaurralde, estudiante del IAVA, asesinado en Montevideo el 26 de junio de 1972.
Juan Fachinelli, estudiante de arquitectura asesinado en la tortura el 28 de junio de 1972
Aurelio Fernández, estudiante de medicina asesinado el 8 de julio de 1972.
Joaquín Kluver nació en Mercedes. Estudiante de Agronomía, asesinado el 6 de diciembre del 1972 en una manifestación en Paso Molino, cuando la manifestación se auto disolvía, llega una camioneta del ejército de la que desciende un soldado y comienza a disparar su arma. Los manifestantes se dispersan y son perseguidos por el vehículo del ejército. En Agraciada y Freire detienen Joaquín y lo introducen por la fuerza en la camioneta. Se oyen tiros y el vehículo desaparece rápidamente del lugar. Horas después se confirma la desaparición de Joaquín Klüver y al día siguiente llega la noticia de que había fallecido y su cuerpo se encontraba en el Hospital Militar”.
Walter Medina era montevideano, estudiante del liceo 17, miembro de la Juventud Socialista. A pesar de sus 16 años lo apodaban “El Abuelo”. Fue asesinado el 8 de julio de 1973 mientras pintaba en un muro "consulta popular". Muere a causa de varias perforaciones de bala disparadas por la espalda. Fue el segundo mártir de la resistencia a la dictadura durante la Huelga General.
Ramón Peré - estudiante de la Facultad de Veterinaria, militante de la FEUU y de la Juventud Comunista, muerto en las inmediaciones de Facultad de Veterinaria durante la huelga general el 6 de julio de 1973, es asesinado por dos policías vestidos de civil. Ramón era estudiante de la Facultad de Veterinaria, docente de Enseñanza Secundaria y militante de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU).
Hugo Leonardo de los Santos Mendoza, 21 años, estudiante de agronomía. Muere en prisión el 3 de setiembre del 1973, pocos días después de haber sido apresado, la muerte es a causa de los golpes recibidos.
Juan Antonio Povaschuk, desaparecido en Chile el 29 de setiembre de 1973
Silvia Reyes (una de las llamadas tres pibas de abril), estudiante de 19 años de edad asesinada el 21 de abril de 1974 en el barrio Brazo Oriental en un pequeño apartamento de la calle Mariano Soler junto a Laura Raggio y Diana Maidanik. Silvia estaba casada con Washington Barrios que fue secuestrado en Argentina y hoy permanece desaparecido, estaba embarazada de tres meses. Los militares entraron al apartamento donde estaban las tres amigas y realizaron más de 140 disparos con armas de guerra, fusiles y ametralladoras punto 30, los vecinos vieron como sacaban los cuerpos ya sin vida. A cargo del operativo estuvo el general Juan Rebollo, participaron también los generales Julio César Rapella y Esteban Cristi, los Mayores Armando Méndez y José Nino Gavazzo, el Coronel Manuel Cordero y los entonces Capitanes Mauro Mariño, Julio César Gutiérrez y Jorge Silveira. El padre de Silvia contó unos treinta impactos sobre el cuerpo sin vida de la chica embarazada. En ese operativo mataron a un vecino que volvía del trabajo en bicicleta al confundirlo con Washington.
Diana Riva Maidanik, (una de las llamadas tres pibas de abril), estudiaba psicología, tenía 21 años. Es una de las tres estudiantes asesinadas el 21 de abril de 1974. Fue asesinada en el barrio Brazo Oriental, en un pequeño apartamento de la calle Mariano Soler junto a sus amigas Laura Raggio y Silvia Reyes que estaba embarazada.
Laura Raggio, (una de las llamadas tres pibas de abril), 19 años de edad, estudiante que fue asesinada junto a sus amigas Diana Maidanik y Silvia Reyes el 21 de abril de 1974.
Nibia Sabalsagaray era oriunda de Nueva Helvecia, tenía 24 años, era estudiante del IPA, del CEIPA y pertenecía a la UJC, se había recibido hacía poco de profesora de literatura. El 29 de junio de 1974 fue detenida a las dos de la mañana en su domicilio y conducida al Batallón N° 5 donde se la tortura brutalmente; al mediodía del mismo día se informa su muerte a los familiares catalogándola de suicidio y entregando el féretro con la prohibición expresa de abrirlo. El 8 de noviembre de 2010, el juez Rolando Vomero procesó al general Miguel Dalmao y al coronel retirado José Chialanza como responsables de homicidio muy especialmente agravado, por la muerte de Nibia Sabalsagaray
Rutilio Dardo Bentancour, 24 años, Muere el 11 de agosto de 1974 junto a 15 compañeros más, son fusilados por orden de José Vaquero simulando un enfrentamiento, en la ciudad de Rosario, Argentina (Masacre de la Capilla de Rosario)
Raúl Yankel Feldman, 26 años, estudiante en la Facultad de Humanidades y Ciencias. Asesinado el 24 de diciembre de 1974 en Buenos Aires.
Luis Eduardo González González, de 22 años, estudiante de medicina, militante del Partido Comunista Revolucionario (PCR). El 26 de diciembre de 1974 fue asesinado en la tortura en el Regimiento de Caballería Nº 6
María Clarisa Bonilla Unpiérrez, estudiante de liceo. Fue detenida el 3 de mayo del 1974 en su casa, muere el 28 de abril del 1976 a causa de la tortura de la que no logró recuperarse.
Héctor Daniel Brun Cornelius, estudiante en la Facultad de Arquitectura, 28 años. Detenido en Buenos Aires el 8 de noviembre de 1974 y trasladado a Uruguay, fue asesinado en Soca el 20 de diciembre de 1974, su cuerpo maniatado con hilo sintético, presenta múltiples heridas de bala desde las piernas hasta el tórax. También asesinan a su esposa María de los Ángeles Corbo, embarazada de 6 meses
María de los Ángeles Corbo, 26 años, estudiante en la Facultad de Medicina. Detenida junto a su esposo Héctor Daniel Brun en Buenos Aires el 8 de noviembre de 1974 y trasladada a Uruguay, fue asesinado en Soca el 20 de diciembre de 1974, estaba embarazada de 6 meses.
Nelson Wilfredo Gonzales Fernández Se exilió en Buenos Aires en el año 1069. El 6 de mayo de 1976 se lo llevaron de su residencia en la zona de Retiro y hay testigos que identifican la comisaría de Flores como primer lugar de detención. Sus padres Bifredo e Hilda se enteraron un mes después de su detención. Tenía 28 años. Desaparecido.
Wiliam Alem Whitelaw Blanco, 28 años, estudiante en la Facultad de Medicina, fue secuestrado y asesinado en Argentina el 20 de mayo del 1976
Silvina del Carmen Saldaña, 28 años, estudiante del IPA. LA detienen y llevan al “300 Carlos”. La asesinan en la tortura el 30 de junio de 1976
Rubén Prieto Gonzalez, empezó a militar tempranamente en la agrupación Patria Grande, en el Fer del Nocturno después, y finalmente en la Roe; allí lo conoció Ángeles Michelena: coordinando acciones con el Fer del Iava; ambos formarían pareja después, refugiados en Buenos Aires, donde prosiguieron militando en el Pvp. El 30 de setiembre de 1976 lo detuvieron en la zona de Congreso y fue en Automotores Orletti el último lugar donde se lo vio con vida.
Rafael Lezama González, tenía 23 años Cursaba facultad de Derecho; se integró a la Frt, cuando sobrevino la dictadura debió exiliarse en Buenos Aires donde proseguiría su militancia en el Pvp. El 1ª de octubre de 1976 salió de su casa, se despidió de su compañera Olga Martínez y al igual que otros militantes del Pvp, no se supo más de ellos.
Adriana Gatti Casal, 17 años, embarazada de 9 meses. Muere en el hospital Alvear el 8 de abril de 1977 en Buenos Aires luego de haber sido gravemente herida
Anfrés Humberto Domingo Bellizi tenía 24 años, se fue al exilio en el 1974, vivía en Congreso, Buenos Aires, cuando se lo llevaron en abril de 1977. Estudiaba preparatorio de Medicina en el nocturno del Dámaso, Desaparecido.
José Enrique Michelena Bastarrica, estudiante de ciencias económicas Se trasladó a Buenos Aires en 1975 con su esposa Graciela de Gouveia, allí trabajaron y cumplieron trabajos sociales en parroquias de barrios obreros. Tres autos con gente de particular se los llevaron de su domicilio de Avellaneda el 14 de junio de 1977, tenía 28 años. En casas de vecinos quedaron sus dos hijos, Fernanda de cinco y Alejo de dos años.
Rosario del Carmen Barredo Longo, estudiante de medicina de 33 años de edad. Es detenida en su domicilio el 13 de mayo de 1976 en Buenos Aires por la policía federal, se presume que luego de varios días es llevada a “Automotores Orletti”. Es asesinada el 20 de mayo de 1976. Muere a causa de heridas de bala, es encontrada maniatada en un automóvil. Tenía 3 hijos.
Helios Serra Silvera, se trasladó a Buenos Aires en 1974. Siguió estudiando en la Alianza Francesa de Almagro, trabajó en la contaduría de El Hogar Obrero y militaba en un grupo denominado Tendencia Marxista Revolucionaria. Tenía 23 años cuando lo secuestraron el 27 de junio de 1978 en la vía pública. Su hermano Ariel, rastreó los pasos de los asesinos por los pozos de El Campo y el Olimpo, de donde sobrevivieron testigos del pasaje del “Negrito” por estos siniestros lugares. En diciembre de 2007 fueron repatriados sus restos y Helios Serra encontró debida sepultura. La justicia siguió y sigue ausente.
Ana María González Pieri, 26 años estudiaba en la Facultad de Ciencias Económicas; Facultad de Ingeniería. Muere en el Hospital Central de las Fuerzas Armadas, la causa, falta de atención médica adecuada
Gladys Elena Yáñez Rijo, estudiaba en la Escuela Universitaria de Servicio Social, tenía 33 años. Muere en prisión en setiembre de 1980 por no recibir la atención médica adecuada.
Hugo Haroldo Dermit Barbato, 32 años, estudiante de medicina asesinado en la tortura el 20 de diciembre de 1980 en el regimiento de caballería mecanizada Nº 4
Yamandú Rodríguez, asesinado el 24 de febrero de 1981
José Félix Nieto Gnazzo, estudiante de arquitectura, lo dejaron morir en la cárcel el 31 de julio de 1984
Adolfo Wasen Alanís, estudiante de derecho, rehén de la dictadura que muere el 17 de noviembre de 1984 a raíz de un cáncer que durante mucho tiempo fue diagnosticado como contractura. Adolfo no recibió la atención médica adecuada y estaba recluido en condiciones extremadamente precarias.
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