Yo soy Rufo...y no me entrego. Parte II: Uruguay: historia de los entretelones


Tomado del libro de Ricardo Perdomo: "Yo soy Rufo...y no me entrego"

Parte II: Uruguay: historia de los entretelones



CAUSAS

1958. Los “blancos” con la alianza herrero-ruralista obtienen la mayoría de los cargos en el Consejo Nacional de Gobierno.

La victoria del 30 de noviembre no fue óbice para la fisura que le sucedió. El diario “El Debate”, financiado por “el eje” Gari-Arocena, decía que Benito Nardone (chicotazo) era un “intruso”, pues venía del Partido “Colorado” y esta infidelidad, más expresada en palabras que en intereses, le acarreó el cariñoso mote: “comadreja colorada”, por su carácter avieso y traicionero.
En cambio para los correligionarios Faustino Harrison y Pedro Zabalza, su calificación era de “patota sin lema ni divisas”. No se tiraban con flores estos padres de la patria.
No bien ocupaban las bancas, se anuncian cambios en la política económica. Cambios esperados ansiosamente por terratenientes, históricamente opuestos al modelo urbano industrial; es la implantación del primer programa de signo liberalizador del país desde la gran crisis del año 1929.
Así lo explica Don Andrés Cultelli.
“La gran crisis económica iniciada en 1955, comienza a madurar ya en 1963 y sus efectos se han de sentir en toda la superestructura.
La “ley de reforma cambiaria y monetaria” de 1959, de la que fue miembro informante el LEGISLADOR DEL PARTIDO NACIONAL ESCRIBANO DARDO ORTIZ, agravó las cosas ligando al país a los designios del FMI. Y atándolo férreamente a la dependencia imperialista. De ahí en más la deuda externa subió como leche hervida, las devaluaciones de la moneda se sucedieron en cadena, mordiendo el poder adquisitivo de los salarios y llenando los bolsillos de la oligarquía agroexportadora. El gobierno “blanco” produjo una especie de redistribución de la riqueza en favor del campo y en perjuicio de los trabajadores, jubilados y pensionistas; incluso de los industriales y de todos aquellos que tienen ingresos fijos.
Luego, esta distribución cambió de giro; se hará en favor del capital financiero, que será el dominante hasta nuestros días.”
A lo largo de estas páginas podremos apreciar si este magistral resumen de Don Andrés Cultelli coincide con los textos aprobados por la seriedad oficial, y si en este desconocido rincón del mundo, al igual que en la vieja Europa, la historia de la humanidad se corresponde con la de la lucha de clases. Intentaremos detenernos en hechos que poco han intentado y nos han dejado con la avidez de la duda, más que con las dudas aclaradas. Para que no se nos sigan abriendo abismos de interrogantes, entraremos en la intimidad de ciertas instituciones sagradas por los siglos de los siglos... sí, las mismas que todos quieren “salvar”.


Las reservas acumuladas a raíz de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra de Corea, que sumaban 250 millones de dólares, se agotaron. La deuda externa comienza entonces su sostenido e irreversible crecimiento. La liberalización del tipo de cambio extendió las actividades de compra y venta de divisas, el sector bancario multiplicó sucursales por todo el país.
Aumentaron inmediatamente los precios, -se necesitaban más pesos para comprar los productos- y con un breve paréntesis entre 1961 y 1962, los precios se dispararon a partir de 1963.
Paralelamente, desde el propio Parlamento comienzan las clarinadas alentando a los fascistoides criollos con reclamos por el endurecimiento en la represión de los conflictos obreros, y Nardone desde los micrófonos de Radio Rural daba “la línea”; despido de huelguistas, “gatillo fácil” para la policía, más control del Gobierno y otras medidas para sanear la democracia.
La respuesta práctica no se hizo esperar, el MEDL (Movimiento Estudiantil de Defensa de la Libertad) ataca la Universidad. Se implantan las “Medidas de Seguridad”, llamadas “buenas”, con la tapadera de las inundaciones y como forma de prueba aproximativa a las que inmediatamente le seguirían.

En el mes de agosto de 1961, llega a Uruguay para la Asamblea del CIES, el “Che” Guevara. El diario El Día, "nos informa... “se instaló en su residencia reservada al estilo de un Hitler, un Mussolini, un Kruschev”. “La expresión más baja del crimen”. Había un motivo... el Presidente del Consejo Nacional de Gobierno, Víctor Haedo ofreció un banquete al guerrillero en su propia casa. La cosa no se quedó sólo en insultos, en Montevideo un balazo dirigido al “Che” termina con la vida del profesor Arbelio Ramírez.
La pregunta de rigor: “¿quién pagó el mercenario?” Hasta la fecha continúa en estudio.
Título impactante VIII Reunión de Consulta de Cancilleres. Los títeres de los EEUU “deciden” la expulsión de Cuba de la OEA. La cosa va rápido.
El patriotero Benito Nardone, declaraba un “estado de alerta nacional”, por los posibles atentados contra la sede de la reunión, el hotel “San Rafael” era una especie de fobia, un “clima” al que esta vez le daba la mano el diario El Debate en la histérica cruzada anticomunista a la “Comadreja”.
La prédica. Gari-Arocena-Nardone desde los micrófonos y los medios de prensa tienen inmediata respuesta práctica, con atentados a sinagogas y a militantes de izquierda.
Soledad Barrett, es tatuada con la cruz gamada. Es la “defensa” de "la democracia". Llegaban los años duros y había que ponerse a tono con la exigente época de crisis.
La historia oficial nos previene de no caer en el pecado de atribuir la violencia popular a la crisis económica. Nos fabrican maravillas literarias al estilo CNN. La historia nace con el primer informativo y termina con el último, cuando apagas el televisor, tú apagas el mundo en que vives y vuelves luego a nacer, fresco como una lechuga.
La historia no se deja manipular tan fácilmente, una suerte de hábito maligno hace que “la masa anónima” tienda a buscar, investigar, preguntar y encontrar explicaciones coherentes.
Es por demás evidente que existían políticos que conocían, veían, cómo se conformaban las organizaciones políticas, qué intereses las movían; verdaderas “patotas”, se juntaban, se peleaban, se amuchaban y volvían a disgregarse, para el reparto, el cargo, el robo, la estafa.
Javier Barrios Amorín decía que “la democracia política está en peligro si no se complementa con la democracia social y económica. No es legítimo apropiarse de las riquezas que provienen del esfuerzo ajeno. Es antisocial la concentración de inmensas fortunas en pocas manos”. Amorín era del grupo “ubedista”, muere en el mismo año 1964, a poco de conformarse el grupo. La UBD se quiebra y se conforma el MNR, cuyo objetivo sería no ya una “patria pa' todos”, sino algo más cercano en los sueños, destinado a convertirse en sueño eterno cual era: “luchar contra el reparto político y los privilegios”.
En la ficha quedó la frase del grupo Michelini, a raíz de la expulsión de Cuba de la OEA “La OEA debe revisar sus procedimientos o sus formas de resolución si es que quiere contar con el apoyo de los pueblos, que saben perfectamente por qué no están en la OEA. Sabemos que en las conferencias de este organismo se sientan representantes de gobiernos absolutamente títeres y que responden a posiciones indicadas desde el extranjero”. No se escarmentó a pesar de todo, entraremos en un nuevo período de democracia “blanco”. Existen movimientos positivos y otras conformaciones políticas a expensas de las patotas tradicionales, van cobrando forma. Surge la “99” de Zelmar Michelini con Hugo Batalla y Aquiles Lanza.
Don Enrique Erro se desprende del herrerismo con la lista “41”.
Ariel Collazo se borra de la patota de “los blancos”; forma el MRO. Los partidos Socialista y Comunista, se ven inflados por los desgajamientos de las filas “tradicionales”.
Se nos vino encima la época del “cambio”, como era de esperar, cambios hubo; empeoró más aún la situación. Entramos en la segunda etapa “blanca”.


1963-66 del “blanquismo”, en lo único que existe un orden, es en la sucesión cronológica de  los años. Comenzamos con “Medidas Prontas de Seguridad”, huelgas de empleados Estatales, apaleos y perdigonadas, rumores de golpe de los golpistas y rumores de revolución de los revolucionarios. Pero... no alarmarse que “en Uruguay nunca pasa nada”.

Estuvo en marcha el “Proyecto de Defensa de la Nacionalidad y el Régimen Democrático”, que permitía -entre otras violaciones- la de violar la correspondencia. Pero ésta vez, no cuajó.
Fueron los “años terribles”, dentro de los cuales, llegaron algunas plagas (grandes sequías) y, a otras se las llevaron los diablos (muerte de Nardone).
Esto no nos proporcionó el esperado alivio, se destaparon, a medias, la quiebra del banco “Transatlántico”, arrastrando, como es norma, a varios bancos de plaza: Banco Uruguayo de Administración y Crédito; Banco de Producción y Consumo, dejando una inmensa ola de fraudes y quiebras en cadena así como a miles de ahorristas en la última ruina.
Se destapa el asunto de las “bolsas negras”, créditos “especiales” concedidos a “personalidades políticas”, esa fue la posibilidad para que los fraudes salieran a luz, al poner en funcionamiento la mutua extorsión; “yo no digo esto, tú me das aquello”.
Según nuestros insospechables libros de consulta: “Un verdadero terremoto político sacudió al gobierno”; de inmediato la Asociación de Bancarios declara la huelga general.
Mucho salió a la luz, es verdad, pero si consideramos que el gerente del Banco “Transatlántico”, Dupetit era agente de la CIA, ¿qué no se habrán guardado? Destacados fraudes fueron los del Departamento de Negocios con el Exterior, del Banco República con la empresa textil Cuopar, que obligaron a la intervención de la venerable institución.
Más aséptico, puro y prolijo no puede ser el relato de los millonarios robos, que ponen al descubierto toda la podredumbre del joven sistema democrático uruguayo. Así de limpia debe ser la literatura de los textos para uso escolar, faltaba más, libros con sello y todo.
Robos, fraudes, guerras de familias, gansterismo provinciano. Pero ellos están ahí, en el mercado electoral, personalidades políticas impolutas, de cuna.
Verdaderos criminales que volveremos a ver “operando” con el correr de los años. Quizás algún día podamos llegar a la oculta fuente informativa del Ministerio del Interior y nos desayunaremos de algo porque “eso” misterioso que tiene el Poder hasta ahora ha conducido a la complicidad, lejos de las masas.
Justamente, estamos en la disyuntiva, mostramos la cara oculta; ¿le damos nuestro enfoque o nos mostramos descolgados del mundo que nos rodea, ajenos a todo, en un limbo particular y artificial?
Seran tratados temas dolorosos, pero no ajenos a la realidad.
Los advenedizos CIA aspiraban a resonantes triunfos para apuntalar su prestigio y obtener mayores beneficios materiales. No podían menos que resentir, pues el intento del FBI, que estaba destinado al fracaso y entorpecería sus planes”.
Así nuestro paisito, se vio “favorecido” por la competencia de las dos más poderosas mafias planetarias, que... ¿dónde verían los resultados de esta guerra de guerrillas de Norteamérica?; nada menos que en la vida de nuestro pueblo, ajeno a todo lo que le caía encima.
Escuchemos al espía... “la pugna FBI-CIA llegó por esa razón a insospechables niveles de virulencia en A. Latina”.
“Esta pugna influyó en la formación de la DNI, Dirección Nacional de Inteligencia de Jefatura de Montevideo.
La CIA trata en lo posible de ejercer mando y control directo en las operaciones. El Departamento de Estado prefiere incrementar la efectividad de las fuerzas represivas y dirigirlas a distancia, con presiones económicas y gobiernos mediatizados.
Alejando Otero sentía terror, al salir a los operativos contra la guerrilla urbana; los asesores acompañaban las razzias y quedaría pegado si los fotografiaban juntos. La histeria de Otero caía mal a los yanquis.
Se puede apreciar, en la práctica, el perfecto acople de las dos formas de trabajo; una versión diferente de “el bueno y el malo”.
La rencilla tenía sus causas, pues los 13.000 hombres de Jefatura de Policía, incluyendo los cuerpos de apoyo igualaban en poderío a la totalidad de las Fuerzas Armadas Uruguayas.
El esquema organizativo del Ministerio del Interior estaba así:
El Jefe de Estado Mayor, atendía operaciones policiales.
El Subjefe atendía aspectos administrativos.
Operaciones Policiales abarcaba: Dirección de Seguridad con Radiopatrulla; Policía uniformada y Estaciones, Seccionales y Subseccionales; y Dirección de Investigaciones, especializada en robos, hurtos y delitos a la propiedad. A estas dos Direcciones se sumaban los Cuerpos llamados Paramilitares, que detallaremos.
Investigaciones tenía departamentos o secciones: Vigilancia, Orden Público, Interpol, Embarcadero, Población Flotante e Inteligencia y Enlace.
Los Paramilitares eran: Guardia Metropolitana, con armamento automático y gran volumen de fuego, carros lanza-agua, granadas de gases, caretas, escudos y otros adelantos destinados al consumo popular. Nada de esto les alcanzó porque fueron totalmente quebrados por el accionar guerrillero, y obligados a cambiar hasta el nombre, pues pasaron a llamarse Granaderos.
La Guardia Republicana o Policía Montada; le corresponde vigilancia de bancos y otras dependencias públicas, eventos deportivos, manifestaciones y otras aglomeraciones.
El Cubil de los Granaderos: Magallanes, 1620. Coraceros: Siena, 3140.
Los cargos de Jefes y el Miembro de Estado Mayor se reservan a coroneles de confianza del gobierno de turno. Esto ha quedado claro.
Dentro del período dictatorial crearon, especializaron y ampliaron hasta lo imposible, todo el aparato para el control y la vigilancia ciudadana. Resumiendo, diremos que suben el centenar las reparticiones de la órbita policíaco-represivo; desde el plantel de perros Interpol, entradas y salidas del país: Puerto y Aeropuerto, Policía Femenina, Sanidad, Técnica, etc... Para controlar a más de 1 millón de personas y sus actividades políticas, culturales o sociales.
Todo el casco urbano-industrial, áreas de producción y redes de comunicación hacia y desde el interior y exterior del país.
Entra además el tráfico del contrabando, narcotráfico, “vida nocturna”, “trata de blancas” y otras corruptelas como extorsiones, coimas, amenazas, todo manejado por coroneles, mayores, comisarios, subcomisarios fascistoides y alcahuetes, vocacionales o pagos.
Debemos ser fieles para que esto no quede descolgado, veremos algunos casos conocidos y por esas puntitas, podremos deducir la trama.
El  día 9 de junio de 1993, son citados a juez varios milicos. Caso: Mafia de Milán. Tema: Trata de Blancas. Implicados: Comisarios Héctor Cor, Fagúndez, Luis del Valle, Jefe de Inteligencia y Enlace, Director de Investigaciones, son algunos para no abundar. Tienen comisión de trabajo en el aeropuerto de Carrasco. Pero también, ¡no casualidad!, con un “segundo trabajo” en una agencia de viajes. No es necesario, pero aclaramos. La Banda Policial otorgaba pasaportes, cédulas y repartía amenazas a mujeres que enganchaban en todo el paisito e inmediatamente las enviaban a ejercer la prostitución a la cuna del Papado.
Aparece una coima nada despreciable de 20.000 dólares y otros detalles.
El Ministro de la patota, Juan Andrés Ramírez, con cola de paja tras el asesinato de Ronald Scarzella, el 23 de Abril y el secuestro y asesinato del chileno Eugenio Berríos, descubierto el 5 de junio del mismo año, no le quedó otra que pasar a juez a la milicada chica (de mafia grande). 


El 30 de junio de 1995 “aparecen algunas” fichas ciudadanas a las puertas de un semanario, con abundantes cantidades de fotos (de ciudadanos) y anotaciones; “hijo de...”; “hermano de...”, etc... etc... Si no estamos mal informados, ¡un millón trescientas mil fichas!
Todos uruguayos y los uruguayos en la red de computadoras de inteligencia, policial, militar y de la embajada yanqui. Incluso esquelas manuscritas de “confidentes”, o sea ortibas, alcahuetes pagos o vocacionales.
He aquí algunos responsables: Ministro del Interior, Director General y Subdirector Daniel Lamela con sus dichos “las armas sólo en manos del ejército y la policía” Nos daba “tranquilidad, seguridad y garantías totales”. Subsecretario Washington Vado, Carlos Manini Ríos, Ministro de la Dictadura, que figura en otro documentito. Antonio Marchesano y Francisco Forteza, piezas de “el foro”. Ministerio de Juan Andrés Ramírez, de Luis Alberto Lacalle, Coronel Ramón Rivas. Figuran los Jefes Yamandú Castro y Rodríguez Ferré. Sargento Heriberto Almeida, ex Cabo del Ejército.
Figuran Ministros del lacallismo: Gianola, del coloradismo: Didier Opertti. Ellos son responsables, pero hay más; Comisario Inspector Guarteche y Danilo Correa, Inspectores Mayores de la Dictadura Ricardo Perrone y Etcheberry.
Cunde el pánico, se necesita saber quién entregó el bulto, fue seguramente un milico mal pagado en su oficio de alcahuete, que rencorosa y descriteriadamente, vuelve a denunciar al mismísimo Jefe de Policía de Canelones, Juan Rodríguez, al Subjefe Comisario Inspector Suárez y Campos, Hermida? Y al Comisario Barrera, quienes trasladan de apuro el fichero al lugar nuevamente denunciado.
¡Sálvese quien pueda! Figuran fichas desde 1952. El paisito llorado por el redoble cuartelero, contra la intromisión foránea, aquí metieron sus sucias manos: brasileros, argentinos, paraguayos, yanquis y otros “técnicos” de la tortura continental. Los uruguayos ponemos la sangre, los de afuera las armas y la técnica para asesinarnos.
AID (Agencia para el Desarrollo Internacional); Director: Frank Stewart, protegido de Lyndon Johnson.
Se la denominaba “La Misión”, tenía sus oficinas en el entrepiso del edificio situado en la esquina de las calles Paysandú y Río Negro, zona Centro. Era la tapadera a la penetración norteamericana, conocida oficialmente como de “Asistencia y Colaboración”.
La AID tenía cinco divisiones, como otros tantos huevos de serpiente:
1) Educación; 2) Agricultura; 3) Finanzas; 4) Programación; 5) Seguridad Pública. Si exceptuamos “Seguridad Pública”, demasiado evidente, las otras cuatro oficinas ofrecían una discreta protección al espionaje; bien que el diario El País nos informó que al Departamento de Seguridad le correspondía ayudar a los uruguayos... ¡para que no se produjeran embotellamientos!
“Asesor” y “Agregado”, tenían papeles específicos, con pequeñas diferencias de forma, más que del contenido. En realidad se complementaban el espionaje, propiamente dicho, era tarea del “asesor”.
El “agregado”, en cambio, complementaba el trabajo con la presión o extorsión encubierto con el rango “diplomático”, allí donde por casualidad la Embajada topaba con algún raro caso de patriotismo que, aunque parezca mentira, dice que existieron; el “agregado” aplicaba la ganzúa diplomática, el otro, el “asesor” hurgaba y reclutaba a sus perros.
Ninguna “oficina” despertaba sospechas, ni siquiera Seguridad Pública, de reciente creación, pues precisamente allí estaba Adolph B. Sáenz. Sustituido más tarde por “El Maestro” Mitrione.
El asunto de cubrir y tapar resultaba un asunto superfluo, porque el convenio de asistencia contaba con la ventaja adicional de que el Parlamento uruguayo lo aprobaba “en bloque”.
No había, ni hay, ninguna necesidad de especificar rubros a los que dicha “asistencia” cubriría.

Era mucho más cómodo para todos, pues siempre quedaba abierta la posibilidad de lavarse las manos en los casos de “queme general”, que también los hubo.

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