Charrúas: la matanza del Salsipuedes




Charrúas: la matanza del Salsipuedes



A 184 años del día en que se masacra a centenares de Charrrúas Artiguistas. El 11 de abril de 1831, el presidente de la reciente nacida República Oriental del Uruguay, el traidor, genocida y líder del Partido Colorado de aquella época, Fructuoso Rivera, reúne a cientos de comunidades indígenas so pretexto de programar un frente de lucha contra los brasileros, confiados en la palabra, las tribus concurrieron a las riveras del Arroyo Salsipuedes y luego de ser agasajados con alimentos y beberaje, comienza la masacre y el genocidio de una de las comunidades aborígenes que más dieron de si para luchar en defensa de este suelo que hoy habitamos, muchos ellos guerreros del Gral. Artigas.
Hoy es un día de luto, de recuerdo y de reivindicación para quienes veneramos la memoria de nuestros pueblos ancestrales. ¡Basquadé Inchalá! (¡Levántate hermano!)



¿Qué pasó luego de la Matanza de Salsipuedes?

Con este triste suceso, Rivera quiso exterminar a los Charrúas. El ataque fue el 11 de abril de 1831 y fueron asesinados 40 indígenas y encarcelados 300. Luego, 4 de estos sobrevivientes fueron envíados a París para mostrarlos como animales de circo.

 12 de abril

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Senaqué, Tacuabé, Guyunusa y Vaimaca-Pirú fueron los últimos charrúas, los sobrevivientes. El 8 de junio de 1833 fueron examinados por primera vez por los miembros de la Academia de Ciencias Naturales Paris.

¿Te imaginas cómo se habrán sentido, lejos de su tierra, en un mundo para ellos diferente, observados por gente extraña que hablaba un idioma desconocido?

Los especialistas les medían el cráneo, estudiaban sus reflejos, observaban su sangre al microscopio y anotaban todo en gruesos cuadernos con tapas de hule.

Senaqué, el curandero del grupo, había enfermado durante el viaje y falleció poco después. Guyunusa, la mujer de Tacuabé, dio a luz una niña en la capital francesa y falleció al poco tiempo. Tacuabé, luego de un intento de fuga, logró finalmente escapar con su hija. Vaimaca-Pirú quedó solo. Poco antes de morir, fue adornado con lanza y boleadoras para ofrecer un espectáculo más atractivo a los hombres, mujeres y niños que concurrían para verlo. Sobre sus últimos días, expresa Hugo A. Licandro en su cuento “Vaimaca Pirú o la muerte por melancolía”:

Durante esos tres días Vaimaca se negó a comer; sólo aceptó sorbos de agua fresca; dos días después murió. Los médicos coincidieron en diagnosticar “muerte por melancolía” y todo parece indicar que así fue.

El monumento a los últimos charrúas, ubicado en el Prado de la ciudad de Montevideo, se inauguró en 1938. Sus autores fueron los uruguayos Edmundo Prati, Gervasio Furest Muñoz y Enrique Lussich.

Está realizado en bronce, sobre una base de granito rosado. En él se pueden ver representados a los cuatro indígenas con sus vestimentas características, rodeando un fogón. Senaqué, sentado, sostiene un mate en la mano derecha. El cacique Vaimaca se encuentra de pie, y más atrás puede verse a Guyunusa, con un niño en su falda. Delante de ella, en el otro extremo del grupo, está Tacuabé.

¿Cómo eran los Charrúas?

Según los relatos de los expedicionarios, eran de complexión física grande, algo superior a la media de los españoles.

Tenían un color de piel oscuro, pero no tanto como el de sus ojos, negros como la noche. Poseían una gran sensibilidad visual y auditiva.

Ataban sus largos y llovidos cabellos con una especie de cordel y agregaban plumas y vinchas.

Eran nómades, se organizaban en grupos y tenían un jefe o cacique que los dirigía en combate.

Vivían en tolderías, que construían con ramas de árboles y cuero de vaca. Se abrigaban también con cuero y andaban a caballo.

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