Uruguay- La Herencia Más Maldita:
los Presos de Guantánamo
EL CONTEXTO
Estamos acostumbrados a que cada nuevo gobierno que asume, ante dificultades que no puede resolver, eche la culpa al gobierno anterior: la herencia maldita. Y aunque esta jugada del chivo expiatorio siempre se usa para pasarle la factura a un gobierno anterior de otro partido, Tabaré Vázquez quiere innovar: resulta que el que le dejó el clavo es Mujica.
El actual y el ex se tiran con flores, olvidando la “unidad de acción”. Tabaré le dice a la Suprema Corte de Justicia que él no los va a tildar de representantes de la clase dominante, pero que tampoco puede pagar porque le dejaron flor de agujero. Mujica a su vez contesta: decile a Astori.
Sea el FONDES, el Plan Juntos o la escuelita de la chacra, todo lo de Mujica es una papa caliente para Tabaré. Pero por ahora es solo pulseada, amagan y se contienen.
Continuará así al menos hasta las elecciones departamentales, porque está en juego la posibilidad de una caja alternativa a la caja central del gobierno, contando algunas intendencias con recursos. Porque si esto es una nueva versión de batllismo, la estructura partidaria siempre estará colgada de “las amarillas de las burras del estado”. Esa es la base de cualquier disciplina, consenso, liderazgo, carisma, o cuestiones de principios. Después de mayo, barajar de nuevo y prepararse.
Al comienzo de la era frenteamplista el jefe distribuidor fue Tabaré, y como eran recién llegados no había mucha base para hacerse los locos. Pero al ir la burocracia frentista asentando sus reales en el aparato del Estado, la cosa fue cambiando. Esa la base para comprender el “pluralismo burocrático” presente, que señalan sin explicar los politólogos. Pero claro que está que estas diferencias no están vacías de contenido político, aun siendo fracciones de la misma burocracia como estamento de gestión del estado capitalista bajo el mismo programa burgués, porque sus relaciones con los distintos sectores sociales no son las mismas.
El punto sensible, sin embargo, es la política internacional. Allí no se puede esperar, porque eso es precisamente lo que está por encima de “las burras” del estado uruguayo. Esta parte nos ayudará a entender el resto de la foto.
Como sabemos, la verdadera “política de estado” es la de Tabaré, la del estado colonial. Es la que tiene profundas raíces estructurales.
El estado tapón sobre la “tierra sin ningún provecho” ha permitido unas relaciones de dependencia relativamente más flojas, circunstancia que nos trajo esta “democracia” basada en la debilidad compensada entre los actores polares de la sociedad. Pero a su vez, la debilidad congénita de nuestra clase dominante, si la comparamos con sus vecinas, es la base del servilismo colonial tradicional del estado uruguayo, la saga de “la muy fiel y reconquistadora” para el imperio de turno. Cuando los yanquis relevaron a los ingleses, la exportación de bienes políticos pasó a ser la más importante.
Las burguesías coloniales tienen siempre sus propios proyectos según las circunstancias y el momento histórico, más o menos confrontadas con el imperio, más o menos confluentes o discordantes entre ellas mismas. En ese contexto la estrategia de la burguesía uruguaya siempre ha sido sabotear cualquier intento regionalista, por limitado que sea, y levantar en cambio un “nacionalismo” de corte provinciano, que en realidad es un colonialismo de enclave, “Suiza de América”.
A esa política responde el sector Tabaré-Astori dentro del Frente Amplio. No solo sabotear cualquier oposición al imperialismo por mínima que sea, por burguesa que sea, también hacer gran aspaviento de ese sabotaje, hacer de la mezquindad provinciana una bandera, despejando cualquier duda.
Ahora bien, el FA llegó al gobierno sobre la ola de gobiernos pos-neoliberales en la América Latina del cambio de siglo, que vienen a suceder a los desprestigiados y calamitosos gobiernos neoliberales, pero sin lograr en ningún caso un proyecto social de transformaciones radicales. Era inevitable que el gobierno del FA, en ese contexto, despertase alguna suspicacia entre la burguesía.
¿Qué son esos gobiernos latinoamericanos de comienzo de siglo? Vamos a partir de cómo los ve la derecha, son “populistas”
¿Qué quieren decir con eso? No son gobiernos anti-capitalistas, sabido es, pero son anti-liberales. Es decir, son gobiernos de gestión del capitalismo, pero es una gestión diferente a la que quiere y prefiere la burguesía, a lo que está acostumbrada. Han surgido para llevar adelante planes de contingencia del capitalismo, y en algunos casos incluso de desarrollo parcial, para superar atrasos demasiado grandes. Pero deben hacerlo venciendo resistencias, a veces muy fuertes, de la burguesía local y del imperialismo. No es un fenómeno nuevo, varias veces ha pasado algo así. Una vez superada la coyuntura de excepción, los actores más “tradicionales” recuperan el control.
El gran pecado de los “populistas” según la burguesía es hacer “promesas irresponsables” a los explotados, que los estimulan a elevar sus demandas
Desde el punto de vista de nuestros objetivos estratégicos todo esto no nos confunde, nuestro camino no pasa por ninguna etapa capitalista ni nada por el estilo, ningún gobierno de gestión del capitalismo, sea o no sea la confrontación con el imperialismo, real o teatral.
Esto no quiere decir que los problemas de estos gobiernos nos sean indiferentes. El declive la ola de socialdemocracia en América Latina avizora un nuevo embate de la derecha clásica, ya tenemos el antecedente de la socialdemocracia alemana en la República de Weimar (1918-1933) cuyo fracaso abrió el camino al nazismo.
En Uruguay las cosas ocurren menos dramáticamente. No hay ningún peligro de guarimbas contra el gobierno del FA, pero de cualquier la opción de Tabaré es adaptarse rápida y claramente al tiempo de reflujo y no despertar ni por asomo ningún descontento de la reacción.
No por ello la reacción arría sus banderas, todo lo contrario. Vemos hoy una cerrada embestida ideológica, el “respiro de alivio”, al dar por terminada definitivamente la “aventura izquierdista”, identificada como la “era populista” atribuida a Mujica.
Las diferencias entre las dos alas actuales del Frente son más aparates que reales, las dos llevan adelante el mismo programa. Eso no quiere decir que la diferencia aparente sea irrelevante.
El discurso del “capitalismo necesario para llegar al socialismo”, por absurdo que sea, sigue siendo una transgresión a la ideología burguesa. Y siendo tan importante en nuestra sociedad el componente ideológico de la dominación, cerrar esa brecha entre realidad y discurso es primordial para la estrategia burguesa. No solo se trata de aplicar el programa burgués, se trata de justificarlo hasta las últimas consecuencias, se trata de condenar y descartar todas esas herejías, porque esa es la forma de profundizar el disciplinamiento social.
Si ese “populismo” actual de los gobiernos pos-neoliberales (hoy llegando a sus límites estructurales) es una política burguesa llevada adelante A PESAR de la oposición de los intereses más estrechos e inmediatos de la burguesía, hemos caracterizado a la política de Mujica como “populismo simbólico”. Está un escalón más abajo, en realidad no hace NADA que cuestione el poder burgués, y en vez de una “redistribución de la riqueza” solo distribuye bienes políticos, sentimientos, identificaciones simbólicas.
Que eso irrite a la burguesía no es lo más importante. Lo que realmente nos importa en términos estratégicos es este intento de destrucción de toda la cultura de izquierda, dar vuelta la página. Eso afecta seriamente la relación entre la política y la clase, pero es un tema que excede lo que queremos discutir ahora.
En política internacional el populismo simbólico de Mujica ha hecho un coqueteo “regionalista”, puramente verbal. Los agudos conflictos reales que ocurren en otras partes del continente, aquí son solo representación teatral.
EL CASO CONCRETO
Mujica es izquierda de boca para afuera, Tabaré ni eso. ¿Pero podría Mujica haber hecho algo objetivamente de izquierda, aunque más no fuese de rebote?
Que alguien que finge ser bueno termine, llevado por las circunstancias, haciendo algo bien, no es tan imposible. La vida te tiende esas trampas.
¿Cómo consideramos el caso de los presos de Guantánamo?
El “Campo de Detención” de Guantánamo montado en 2002 ha sido realmente, dentro de la política imperial, “un error y un exceso”. EEUU se pasó de la raya, incluso de su propia raya, al punto que no son de extrañar algunas contradicciones internas que suscita. No era algo estrictamente necesario siquiera para sus planes de guerra imperialista, y es una violación tan descarada a la ley internacional y todas las normas civilizadas, que no hay forma de integrarla al discurso “democrático” que levanta la potencia imperial. Está en un “vacío legal” que pone a EEUU enfrentado de Naciones Unidas, los jueces yanquis no se ponen de acuerdo en si rige allí alguna ley o no, y el gobierno yanqui ya no encuentra un discurso de justificación.
La decisión de Mujica de recibir, a pedido del gobierno de Obama, seis presos de Guantánamo, puede ser vista de varias maneras.
La derecha burguesa tradicional lo rechaza duramente, con el criterio de que Uruguay no se tiene por qué hacerse cargo de solucionar ese problema (Lacalle Pou) o más aún, esto es hacerle los mandados a los yanquis (su papá). Esa campaña continúa porque va mucho más allá de la disputa electoral, hace a la construcción de la hegemonía cultural.
Tabaré se calló la boca durante la campaña, pero estaba visto que su giro a la derecha tendría un eje fundamental en la política exterior. Ahora es "no privilegiar la política sobre el derecho", y darle "un mayor sesgo comercial". Coherentemente con esto, el gobierno anuncia claramente que no se recibirán más presos de Guantánamo
Mientras tanto los seis presos que hemos recibido viven una situación difícil e incierta. Los problemas de adaptación, el idioma, las secuelas de los años de reclusión y tortura, y además el Estado uruguayo no se hace cargo de aportar un peso
En todo el mundo, varias organizaciones reclaman el cierre de la cárcel de Guantánamo. Es obvio que para ello tiene que haber países que los reciban. ¿Es o no es nuestro problema? ¿Desde qué punto de vista encaramos este tema?
¿TÁCTICA? ¿ESTRATEGIA? ¿PRINCIPIOS?
La batalla por construir una cultura del internacionalismo es muy dura en los tiempos que corren. A su vez, la política uruguaya es tan previsible que hasta aburre. Todos sabíamos lo que iba a pasar.
Por supuesto que la situación de los ex-presos debe ser denunciada. Y al mismo tiempo, es obvio que lo primero es los que todavía están adentro
Lo prioritario hoy es enfrentar la actitud actual del gobierno de cerrar las puertas a los presos de Guantánamo, MUCHO MÁS AUN porque hemos recibido ya algunos. Esta decisión del gobierno uruguayo sirve para cerrar la puerta de la cárcel en el clima ideológico internacional. Y aquí hay que desmontar la campaña de calumnias contra estos ex-presos.
AHORA es así. Pero, ¿alguna vez las cosas fueron diferentes? ¿Cómo hacemos para pararnos, ahora, en el piso que ayer serruchamos? Los errores se pagan.
NO SE PUEDE actuar con la estrechez mental de perder la perspectiva de la lucha general, el enemigo principal, las tareas a largo plazo, el ABC de toda política. No se puede actuar por la impresión, no se puede ver todo según el partido del campito.
Una política tiene que construirse con una mentalidad política, lo que hacemos hoy sienta las bases de lo que deberemos hacer mañana. No podemos seguir con esto de “no pensar ni equivocado”.
¿Mujica le hacía los mandados a Obama?
Entonces ¿Tabaré es el anti-imperialista?
FERNANDO MOYANO
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