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12 TEMPORADAS EN EL INFIERNO
EL SIRIO DHIAB NARRÓ LOS MALTRATOS DE GUANTÁNAMO
El refugiado Dhiab narró las torturas sufridas en Guantánamo y dejó un mensaje donde insta a corregir los errores cometidos.
El sirio Jihad Dhiab, el único de los refugiados de Guantánamo que aún no firmó el acuerdo para su manutención económica por un año, concedió una entrevista a Brecha en la que habló de sus años de reclusión y de su adaptación al país.
Dhiab, que mostró a los periodistas de Brecha una pintura realizada por él mismo durante su permanencia en Uruguay, dijo que las torturas de los militares estadounidenses no cesaron ni siquiera en el traslado a Uruguay. Se detuvieron solamente cuando pisaron suelo uruguayo.
Explicó que prácticamente no puede dormir de noche, a tal punto de que solo logró hacerlo durante dos horas la velada anterior a la entrevista con Florencia Rovira Torres. Es el dolor lo que le impide conciliar el sueño, en especial las espantosas jaquecas producto de su tiempo de confinamiento.
"Cuando me detuvieron sólo tenía dolor en la parte inferior de la espalda. Ahora me duele en cinco lugares diferentes", dice, y recuerda cuando un guardia le clavó la punta de su bota en la columna vertebral, debido a que se quejaba de los dolores.
"Los militares nos trataron de maneras muy violentas, muy groseras, muy vulgares", agrega en la nota con Brecha. "Primero estaba el abuso físico y luego estaba el psicológico. Probablemente uno pueda recuperarse de los daños físicos pero lo otro a uno lo afecta por dentro", cuenta.
La celda de Dhiab, pese al clima caribeño, estaba helada porque se ponía todo el tiempo el aire acondicionado a temperaturas muy bajas. "Pasé 11 años en esas condiciones. Esas cosas las hacían a propósito como un abuso psicológico", acota el sirio, que agrega otros detalles de los maltratos sufridos. "Cuando estaba en el cuarto de interrogatorios me esposaban las dos muñecas, que a su vez las esposaban a mi cintura. Luego me ataban la cintura y las manos a los pies. Así me mantenían por lo menos durante seis horas seguidas en la sala de interrogatorios. Llegaba un momento en que les pedía a los militares para ir al baño y se negaban. Trataba de aguantarme todo lo posible hasta que ya no podía más y tenía que hacerme encima, sentado en la silla", rememora, lo que le provocó los problemas renales que padece hoy.
Las "extracciones forzadas" de la celda, en las que era golpeado por varios hombres y se lo sometía luego a alimentación forzosa (una práctica que quedó filmada en video y que según narró su abogada, Cori Crider, a Montevideo Portal, es muy difícil de ver sin impresionarse), terminaron por debilitarlo.
"Nos ataban tan fuerte a la silla con unas correas que si ya no te habías desmayado por los golpes lo hacías en ese momento", explica.
Los médicos encargados de la alimentación forzosa por la nariz eran aún peores que los guardias. "El tubo tiene una punta de metal que toca una concentración de nervios en la nariz. Sentía cuando el tubo golpeaba los nervios", dice Dhiab, que cuenta que para sostenerlo en este proceso llegaron a romperle las costillas.
La entrevista con Brecha finaliza con un pedido: "Quisiera incitar a los uruguayos y a todos aquellos que creen en los derechos humanos a abrir los ojos y mostrar un poco de humanidad. Me gustaría que la gente se entere de lo que pasó en Guantánamo y que trate de hacer algo por los que quedan. Recibir a personas que han estado casi 13 años en un lugar como Guantánamo requiere una atención especial y mucho apoyo. Es un desafío y se cometieron errores, pero esos errores se pueden corregir".
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