Los refugiados de Guantánamo y la mezquindad asquerosa de Mujica


ESA EXTRAÑA INFLUENCIA



LOS PROBLEMAS INTERNOS ENTRE LOS REFUGIADOS DE GUANTÁNAMO



"No sé de qué se quejan. Uno de cada seis uruguayos vive con la misma plata que se les paga", dijo José Mujica sobre los refugiados de Guantánamo.
N de R: Mujica nunca tuvo un trabajo común. No tiene ni idea de que significa estar refugiado en un país cuyo idioma se desconoce. Y muestra una mezquindad y una total falta de grandeza de estadista y humana.
Algunos de los ex presos temen que se los confunda con el sirio Dhiab, "ingrato y rebelde", que ahora quiere conocer a Dilma Rousseff.

Aunque cinco de los refugiados de Guantánamo firmaron días atrás el acuerdo económico con el SEDHU, lo que permitió desactivar la protesta frente a la embajada de Estados Unidos, los problemas aún no terminaron. El sirio Abu Dhiab aún no firmó y no sabe si se quedará en el país; los restantes inician ahora un largo proceso en el que deberán superar las secuelas de sus años de torturas y demostrar que pueden adaptarse al país.

Foto: Nicolás Rodríguez/AdHoc Fotos



El diario alemán Spiegel realizó un extenso informe sobre el periplo de los refugiados en el país -uno de los más completos hasta ahora- en cuyo transcurso habló con el presidente José Mujica, los refugiados y los diplomáticos estadounidenses encargados de la transacción.

Spiegel habló con el sirio Abu Dhiab -que hoy también aparece entrevistado por Brecha-, el único que aún no ha firmado el acuerdo y el más célebre e insatisfecho de los "seis de Uruguay", como se llama al grupo.

Dhiab usa muletas porque hay días en que no puede sentir el lado derecho del cuerpo. De acuerdo a su teoría, la dolencia está relacionada con parásitos estomacales o con los repetidos golpes que recibió cuando se lo alimentaba a la fuerza a través de la nariz en Guantánamo.

Para la entrevista con Spiegel, exigió una silla de ruedas eléctrica, una laptop, una cámara y un iPhone 6 con el objetivo de iniciar una campaña de liberación de los reclusos que aún quedan en Guantánamo. Estos requisitos fueron olvidados luego por otras condiciones. "Olvídese de lo que dije. Quiero que me consiga una cita con Dilma Rousseff, la presidenta de Brasil. Quiero pedirle que acepte la llegada de algunos de mis hermanos", aclaró.

Los otros refugiados le advirtieron a Spiegel que Dhiab (o Diyab) es el hombre más complicado del grupo, "un solitario que engendra extrañas ideas en la noche, mientras permanece despierto en su cama". "¿Qué pasa en su cabeza, se preguntan? ¿Establece reglas porque otros se las dictaron durante años? ¿Es sobre control, dignidad o su comportamiento viene de la sensación de que el mundo le debe algo?", dice Spiegel.

"Mujica prometió traer a nuestras familias a Uruguay. Dijo que podríamos vivir en nuestras propias casas, pero nada está pasando. En lugar de eso, están cortando la línea de teléfono y nos dicen que usemos Skype porque es más barato. ¿Por qué no hacen que Estados Unidos les pague los costos?", dijo Dhiab, en declaraciones hechas antes de que se firmara el acuerdo (que incluye una vivienda para cada uno).

Dhiab también le preguntó al periodista de Spiegel si conocía algún director de cine que estuviera dispuesto a convertir su historia en una película.

La mirada de los otros

Abd al-Hadi Omar Faraj le dijo al diario alemán que el sirio Dhiab complica la situación de los demás. "No se da cuenta de que nos involucra en sus campañas. La gente nos mete en el mismo grupo. Piensan que somos como él: ingrato y rebelde. Intentamos hablar con él, pero no hay caso. No sé lo que él piensa; incluso en Guantánamo, cuando caminábamos por el patio, raramente hablábamos entre nosotros", dijo.

Faraj tampoco sabe bien qué hacer con su futuro y asegura que sus conocimientos de carnicería no le son útiles en Uruguay. "Quizá debería aprender a manejar un taxi", dijo. Agregó que jamás besó a una mujer y que el deseo de hacerlo lo consume día a día. Cree que la compañía de una mujer lo ayudaría a olvidar todo lo sucedido. "¿Pero dónde buscar? ¿Quién necesita un hombre como yo?", se preguntó.

Para José Mujica, entrevistado por Spiegel en su chacra, el malestar de algunos uruguayos con los refugiados es justificado. "Para ser sincero, no sé de qué se quejan los árabes. Se les paga 600 dólares por mes. Uno de cada seis uruguayos vive con la misma plata y la mayoría trabaja", dijo.

"Uno de ellos me preguntó si yo había estado capacitado para trabajar dos meses después de haber sido liberado de prisión. Estaba listo en dos horas", respondió Mujica, aunque admitió que su situación, que volvía a un ambiente conocido, fue distinta.
N de R: Mujica nunca tuvo un trabajo común y no tiene ni idea de lo que es aprender un idioma extraño como refugiado.
Sin embargo, no considera que haya sido un error haber traído a los ex presos. "Para nada. No había evidencia contra ellos. Eran rehenes de un régimen, como nos pasó a nosotros alguna vez", concluyó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario