Situación en el FA de Uruguay

Situación en el FA de Uruguay


Por Julio A. Louis
La pregunta faltante es ¿para qué se quiere el FA? Media un abismo entre el FA de 1971, definido anti-imperialista, anti-oligárquico y contra el gran capital, y el actual, que apuntala a gobiernos cuya conducción económica es elogiada por el FMI, que han permitido mayor concentración y extranjerización de la tierra, que han dispensado al gran capital trasnacional de todo tipo de exoneraciones. 

Los identificados con el FA del 71 no apoyamos a este gobierno. Los que lo defienden estiman utópicas y “sesentistas” aquellas definiciones. Y han promovido a Miranda.
Si analizamos con mayor profundidad, es preciso estimar el estado de conciencia de las clases y sectores populares, y muy en especial, la base del bloque popular, que es la clase trabajadora. En ella, la conciencia de clase, el ser “clase para sí” si bien ha avanzado, no parece suficientemente extendida. Lo resaltable en Uruguay, el hecho infrecuente en Nuestra América y en el mundo, es que haya una sola central sindical, donde conviven luchando entre sí diversas tendencias.  Y en esa débil, aunque no despreciable conciencia de clase, juega un rol destacado la ausencia de partidos de vanguardia, que contribuyan a crearla.
Se ha dicho en el mundo, que los partidos y organizaciones revolucionarias que se empeñan en el estudio del marxismo o aún más ampliamente, de ideas revolucionarias- son tan raros como los elefantes blancos. Y en el FA, sus pretendidas vanguardias a través de cuadros destacados, han fundamentado como candidato presidencial a Vázquez, que en 2013 estima “que el comportamiento ´imperialista’ y ´avasallante’ está cambiando” [1] , o tolerado sin exigir sanciones, que el gobierno de Mujica haya ingresado a Uruguay en el TISA. O que el gobierno actual en los Consejos de Salarios desempate a favor de las patronales, o que se haya mantenga hasta la muerte a un Ministro de Defensa ofensor de las organizaciones defensoras de los derechos humanos.
Y el FA, ¿dónde está? Salvo honrosas excepciones la de Guillermo Chifflet, la más recordada- los legisladores y los partidos se han sometido a la “unidad”. No se trata de negarse a buscar acuerdos, sino establecer que en determinados temas no se transa, se apela a la “objeción de conciencia”, la que hizo Vázquez para su veto retardatario en el tema del “aborto”.
Ha llegado el tiempo de reconocer como los socialistas allendistas de Chile, que “el mayor error […] fue asumir por demasiado tiempo una mal entendida disciplina partidaria, exigiendo que se cumplieran los acuerdos de Congresos y Plenos partidarios, los que fueron sistemáticamente desconocidos e incumplidos”
El tiempo de decir basta a la “unidad” para cumplir órdenes del FMI o integrar a Uruguay a todos los TLC, o adelantarse a Macri y a Temer y convertirse en observador de la Alianza del Pacífico. El tiempo de reconstruir la izquierda antimperialista y anticapitalista, de separar aguas con los pro capitalistas y pro imperialistas, coordinando algunas fuerzas del FA, militantes independientes del FA, otros ya alejados por hastío, y con organizaciones ajenas al FA, excepto a las que se proponen dividir las organizaciones de masas creando falsas centralitas. Y trabajar desde abajo – ligado al movimiento obrero, popular, social- ideológica, política y organizativamente -que es más importante que pensar en opciones electorales- que serán la consecuencia de esa reconstrucción. Si con Conde electo podía pensarse en un rescate del FA, ahora se intensificará el social-liberalismo.
[1] “Búsqueda”, junio de 2013.

Publicación Barómetro 22-08-16















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