¡Se escucha, se escucha, “El Bebe”
vive y lucha!!!
UNO.-
Saltando agachado cual sapo asediado, rojo como tomate para conserva, ofuscadísimo, Raúl zafa raudamente de la improvisada pista de baile, cruzándola con la velocidad del relámpago.
Descolocado por la flojera de carácter que lo ha dejado a punto de quedar regalado como perejil de feria, se hace humo en un santiamén, refunfuñando duros improperios hacia su propia persona.
No puede perdonarse haber cedido a la púa de los compañeros de la secundaria que le repitieron hasta el cansancio que el baile es la manera más efectiva de abordar con chance de éxito casi seguro a la damita que le ha provocado un sostenido insomnio desde hace unas cuantas semanas.
Un empecinamiento tempranamente apasionado y la novedosa voluptuosidad del tentador desafío, parecieron poder más por un instante que la conciencia de su marcada timidez y la certeza de no saber bailar nada en absoluto. Ni unos pasitos de vals sencillito, ni siquiera el pericón escolar.
Casi que a los empujones, Raúl enfila hacia la mocita de sus desvelos, pero no llega ni a tomarla de la mano. Enseguida le cae la ficha de que está a un tris de hacer el gran ridículo de la noche de bailongo estudiantil, y ¡zás!, se convierte en presuroso sapo cururú...
Así, pues, que más que la flamante pasión todavía imberbe en él, termina imponiéndose ese temor natural a la payasada muy común en la gente “de tierra adentro”, que no desea pasar a la historia como la figurita cómica del pago.
Tomarse los vientos como lo hace resulta menos papelón, al fin de cuentas, que hacer de Cantinflas poronguero para convertirse en el hazmereir de la población liceal en esa edad floreciente en la que la muchachada no perdona nada y la cargada en patota puede llegar a ser el alquile eterno hasta para el más avisado.
(Por unos días, carga con el mote de “Sapo Cururú”, pero rápidamente vuelve a ser “Raulito” al saberse que luego de la insólita fuga en cuclillas y saltando, el escurridizo y frustrado danzarín -chueco, chúcaro y enamoradizo- igual se las ha ingeniado para cautivar el corazoncito de la tierna dama de sus sueños de ojos abiertos).
DOS.-
Raúl, el protagonista de la escena, rescatada con pinceladas de todos los colores de una “memoria canera” empeñada en pintárnoslo como pichón de picaflor compulsivo, es Raúl Sendic Antonaccio, “El Bebe”, como más nos gusta recordarlo a unas cuantas y unos cuantos de los que tuvimos la dicha de conocerlo algo. La anécdota, más que esa dudosa condición de Casanovas inveterado, refleja un carácter y un temperamento que parecen llamados a condicionarlo a lo largo de toda su corta pero fecunda vida revolucionaria.
Tímido, de pocas palabras, tozudo, medio revirado aunque muy pacífico y de una sencillez que no le costaba nada, “El Bebe” Sendic poseía un carácter de marcado amor propio y un temperamento en el que la sangre empezaba a hervir frente a cualquier situación de menoscabo de ese amor que en él no tenía nada de egoísmo o petulancia y sí mucho, muchísimo, de rechazo instintivo a todo lo que representara ser agarrado para la chacota o sometido a un trato injusto e irrespetuoso, que tampoco toleraba para los demás.
Poco después de haberle zafado al ridículo público, Raúl -que ya razonaba y sentía con “la ideología del corazón” proporcionada por la vida rural sacrificada y una literatura social que una madre atenta regalaba regularmente a sus hijos- fue convirtiéndose en uno de los más inquietos agitadores del territorio estudiantil de “Trinidad de los Porongos”, en el departamento de Flores.
Junto a su hermano Alberto y al futuro periodista Carlos María Gutiérrez -los tres recientes quinceañeros- promovió una organización gremial estudiantil y una modestísima aunque muy audaz publicación juvenil que exponía reflexiones propias del terceto sobre los problemas del estudiantado y la clase trabajadora, trascripciones de autores revolucionarios clásicos, denuncias políticas y convocatorias a agites populares locales, especialmente estudiantiles, en ese vértice demencial de la historia que fue la segunda gran guerra interimperialista de repudiable destaque del llamado “nazional-socialismo”, aunque la mayoría de los otros contendores no se quedaba corta en materia de espeluznantes “crímenes de guerra” tras la quimera de un nuevo reparto burgués del planeta.
TRES.-
Hay pocas referencias hechas por el mismo Sendic sobre esos años mozos en los que contrajo un compromiso social irreductible que mantendría hasta el final de sus días. Pero de esas pocas referencias directas, no tiene desperdicio este fragmento de una entrevista que le hizo la revista “Guambia” poco después del 14 de marzo de 1985, día de las últimas salidas de los campos de concentración del fascismo “uruguayo”, hace 30 años, incluyendo la salida del “Bebe”:
“-(...) Era una época de muchas convulsiones estudiantiles, porque era la época de la guerra. Había grandes manifestaciones contra el fascismo. Uruguay no estaba definido todavía a favor de los Aliados.
-¿Ahí empezaste a preocuparte por la política, o eso ya venía de tu casa?
-Sí, verdaderamente. En el liceo fundamos una asociación de estudiantes que se llamaba «Asociación de Estudiantes Trinitarios», y sacamos un periódico que se llamaba «Rebeldía» e hicimos una campaña bastante fuerte ahí; hicimos huelgas, hicimos movilizaciones, hicimos manifestaciones, e hicimos lo que se llamaba una «democracia», algo como una asonada popular en que se rompieron vidrieras y esas cosas.
-¡En Trinidad!!!
-(En medio de risas) ¡Sí, en Trinidad!
-Habrá sido un escándalo: todo el pueblo con los pelos de punta... Primera vez en la historia.¿no?
-Sí, por primera vez... y última, creo. Y fueron creciendo las manifestaciones estudiantiles, entonces en determinado momento fue como la chispa que encendió a la bomba, porque una noche se unió la gente de los barrios, y saqueó todos los comercios. Yo a esa hora siempre me iba para la chacra, y me perdí la famosa «democracia» de Flores. que al final quedó como sinónimo de «democracia» un saqueo de comercios, rotura de vidrieras. Llevaban barricas de yerba rodando por las calles y gritaban «¡Viva la democracia!!». De ahí que le quedara ese nombre...
-¿En qué año fue eso, Raúl?
-Fue más o menos por el 42. Y después fuimos a Durazno, yo iba en un techo de un ómnibus, y rompimos cuatro o cinco vidrieras. Era la época en que los nazis, sobre todo los fascistas, porque había mucho italiano, tenían puestos comercios importantes en ambos pueblos.
-¿Fueron a Durazno el mismo día de lo de Flores?
-No, no. Fuimos dos o tres días después.
-¿Quién influyó políticamente, de esa barra, en usted?
-Teníamos algunos profesores muy progresistas, muy formados, como el Dr. Atilio Grezzi, que era profesor de historia y de filosofía. El nos formó. digo «nos» porque fue toda una generación donde estaba mi hermano Alberto, donde estaba Carlos María Gutiérrez; con esos compañeros fue que sacamos ese periódico «Rebeldía» (...)”.
CUATRO.-
El viernes pasado, en una velada que pudo realizarse contra viento y marea (los vientos y las mareas de tiempos de apatía, cierta desmoralización y muchísimo bombardeo conciliador-electoralero) “El Bebe” empezó a cumplir sus 90 años (nació el 16 de marzo de 1925) recordado por un pequeño conjunto de luchadoras y luchadores sociales impelidos por la convicción moral de que esta fecha no debía pasar en silencio o yéndonos a depositar una flor en el cementerio de La Teja, únicamente.
La idea era compartir referencias y vivencias acerca del pensamiento y la vida práctica de Raúl Sendic, trazándose pequeñas semblanzas de su personalidad hechas de retazos de la memoria colectiva, especialmente desde aquellas compañeras y aquellos compañeros más veteranos que más lo conocieron y vivieron “su época” activamente. Y, luego, tratar de debatir fraternalmente y desde ópticas distintas, por supuesto, sobre la significación de sus ideas y la relación de su praxis con nuestra realidad de hoy y el posible porvenir.
La ocasión resultó chica, como de costumbre, precisamente por lo ocasional del encuentro y por lo vasto de un propósito que reclama intercambios sistemáticos y una agenda temática bien precisa y clara con la que hoy no contamos.
No obstante la imposibilidad de ahondar fugazmente sobre tanta cosa que surge de los intentos de reconstrucción de la vida de compañeros como Sendic, alrededor de 70 personas, más de la mitad de ellas nacidas después de la muerte de Raúl en 1989, se sintieron profundamente hermanadas en el amplio y afable salón de asambleas del Sindicato de Artes Gráficas del que fue destacado activista el anarquista Gerardo Gatti, uno de sus más cercanos compañeros de militancia desde que Raúl se vino a estudiar a la capital, ya afiliado al Partido Socialista.
La charla arrancó con unas encendidas palabras leídas por uno de los más veteranos “peludos” de Bella Unión a los que Sendic ayudó a concientizarse y organizarse sindicalmente a fines de los ´50 y principios de los ´60, sintetizando su pensamiento y sus sinceros afectos hacia “El Bebe”, en la elocuente expresión que de alguna manera refleja los afectos de todos los viejos peludos de UTAA de aquellos tiempos de durísima y justa lucha obrera:
“(...) Yo no conocí otra persona con tan nobles sentimientos como los que tenía Raúl Sendic (...)”.
Siguieron otros testimonios muy ricos y emotivos y hubo varias intervenciones que, apuntando a no caer en un culto a la personalidad que al mismo Sendic le hubiese disgustado, hicieron hincapié en la necesidad de rescatar de los relatos, más los contenidos de la lucha que lo anecdótico y lo circunstancial, señalándose que los hechos hablan de una experiencia político social todavía palpitante, cuyas proyecciones llegan al presente y ofrecen aspectos que merecen nuestra atención y consideración como problemas aún entera y acuciantemente vigentes, como sin duda lo es el tema de la tenencia latifundista y monopólica de la tierra y una severa pobreza que decididamente se explica por desigualdades sociales directamente provocadas por esta estructura de poder económico opresor, explotador y saqueador, que castiga muy especialmente al pueblo trabajador en todo el territorio y no solamente a los asalariados y demás actores sociales oprimidos “de tierra adentro”.
Las y los más jóvenes de los presentes casi que no intervinieron, pero cuando lo hicieron, sobre el final, expresaron claramente por qué Raúl Sendic no solamente despierta en ellos el interés por conocer “el pasado reciente”, sino también un respeto sincero y militante más allá de coincidencias y diferencias acerca de su pensamiento y su práxis, por encima de pertenencias o afinidades particulares:
Ellas y ellos, apenitas un puñado de mucha juventud que ve en Sendic un referente creible –tal como lo señalaron explícitamente-, perciben en este hombre algo que consideran determinante y que infunde una creciente y muy firme fe en la causa: su moral revolucionaria, su integridad humana, su consecuencia sin dobleces, se ejemplo práctico de que hay –y tiene que haber siempre- valores y principios revolucionarios innegociables por los cuales vale la pena luchar y ampliar la lucha hacia la mayor cantidad posible de mujeres y hombres que se sientan identificados con el ejemplo de Raúl Sendic Antonaccio, no endiosado ni convertido en ícono místico, sino reconocido por su entereza, por su coherencia comprometida, su correspondencia entre el decir y el hacer, y –lo reiteraron- por tratarse de un muy buen ejemplo de la existencia estimulante y promisoria de una moral revolucionaria que no es cosa “de otros tiempos” ni está condicionada por factores circunstanciales o coyunturales, sino que está regida por un cuerpo de ideas y sentimientos categórica e irremediablemente opuestos a los de la moral burguesa.
CINCO.-
Estos párrafos desordenados, arrebatados, borroneados a primera sangre, han pretendido no sólo describir algo de lo que ninguna “gran prensa” ni ninguna pequeña prensa renegada se hará eco ni por asomo; han pretendido, también, transmitir “el alma” de una velada de mucha emoción y sincera confraternización, que permite afirmar que 90 años después del nacimiento del “sapo cururú” que supo eludir el ridículo poco después de los 15 años, sigue vive un revolucionario de pura cepa que también quiso y pudo eludir, luego, muchas veces, las situaciones en las que “el panorama político” ofrecía posibilidades de seguir invocando “la justicia social” y “la igualdad”, aunque abandonando valores y principios sin los cuales lo anterior es pura cháchara vacía y vil renunciamiento que terminan colocándote en el peor de los ridículos: pensar y vivir parecido a aquellas y aquellos que en tu juventud rebelde e irreverente cuestionaste hasta el odio eterno y que a la vejez viruela trocaste en conciliación patética y lastimosa.
SEIS.-
Esta nochecita de cumpleaños del Viejo Raúl –antítesis del político y del cajetilla floreados en el “arte” del burocratismo y la demagogia populista-, otro puñadito de trabajadores y estudiantes que quieren seguir rascando y rascando para que la moral revolucionaria no se vea sopapeada y convertida en hazmereir de la burguesía mandadera y la que realmente manda, pateará desde las puertas del diario del latifundio (“El País”, el mismo que enchastró miles de primeras planas mostrando al “facineroso Sendic y sus secuaces” alzados por la locura de “tierra pa´l que la trabaja”), en la Plaza Libertad, hacia las puertas de esa “asociación rural del Uruguay” de la avenida del mismo nombre que el país inventado por la oligarquía a la que representa y a la que defienden las mismas fuerzas represivas a las que una vuelta se les ocurrió que “El Bebe” debía colocarse en cuatro patas y “ladrar” en la plaza de armas del cuartel de sus mismos pagos, desmayándolo a rebencazos gracias a que en su media lengua mutilada por una bala fascista, les decía: “las bestias de cuatro patas son ustedes, no nosotros, manga de hijos de p…”.
SIETE.-
Hoy, a la hora de la salida del laburo, una pequeña, diminuta “nave de los locos” a la que algunos zonzos llaman “radicales” y “ultras”, te estará invitando en pleno 18 a plegarte al cumple de Raúl “Bebe” Sendic Antonaccio y encaminarte hacia la casona de los latifundistas cipayos, al grito de “POR LA TIERRA Y CONTRA LA POBREZA, EXPROPIAR EL LATIFUNDIO!!!”.
Se leerá una proclama reivindicando cosas sin las que la emancipación social es una auténtica utopía fuera de la realidad, y un cerrado aplauso saludará a Raúl con la fuerza de la confianza en las reservas morales de un pueblo laburante que ha sabido resurgir de las cenizas más de una vez, al calor de la presencia viva y empecinada de todas y todos los caídos que más temprano que tarde vuelven a llamarnos a la resistencia y la lucha por una causa que verdaderamente sigue sin admitir “la menor demora”.
Estás invitad@; “El Bebe”, el Compañero Sendic Antonaccio, nos invita…
¡Habrá Revolución y habrá Socialismo, Raúl! ¡Tu lucha no ha terminado!. ¡Tus 90 son ímpetu de juventud justa y rebelde y renovación activa del compromiso revolucionario sincero y audaz por la conquista de un mundo sin explotados ni explotadores!!!.
¡Se escucha, se escucha, “El Bebe” vive y lucha!!!
Gabriel –Saracho- Carbajales, Montevideo, 16 de marzo de 2015, Primavera de la Dignidad
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