El 64% de los franceses se opone a una acción militar en Siria
París, que planea enviar a Damasco sus cazas ‘Rafale’, desplegó una fragata de protección aérea el 28 de agosto
El presidente de Francia, François Hollande. / KENZO TRIBOUILLARD/POOL (EFE)
Convertido de facto en el más importante (y casi único) socio de Estados Unidos en Siria, François Hollande tendrá que medir muy bien sus próximos pasos si quiere evitar que la inminente intervención militar contra el régimen de Damasco se le vuelva en contra. La primera encuesta que indaga sobre el clima de opinión en Francia ha revelado este sábado que el 64% de los ciudadanos franceses, casi dos de cada tres, prefiere que París no participe en una acción militar contra la dictadura de Bachar el Asad. El sondeo, realizado por BVA para varios medios de comunicación, muestra que los votantes de izquierdas están perfectamente divididos sobre la acción militar (50% a favor, 49% en contra) mientras que quienes se declaran de derechas son en su mayoría contrarios a la decisión de Hollande: el 74% se opone, y solo uno de cada cuatro apoya la intervención “proporcionada y firme”.
El magro consuelo para el presidente socialista es que los resultados se parecen mucho a los que en marzo de 2011 anticiparon la invasión franco-británica de Libia, que en aquel momento era rechazada por un 63% de los franceses.
Entre las consecuencias que los ciudadanos temen más de la intervención, un 37% cita la posibilidad de que Damasco bascule hacia un régimen islamista, mientras un 35% indica su miedo a que la violencia se extienda por todo Oriente Próximo. Además, el 58% de los encuestados no confía en la capacidad de Hollande para liderar la intervención, frente a un 40% que le da su confianza.
El despliegue militar que parís ha previsto para la operación llamada a castigar el empleo de armas químicas en la matanza del pasado 21 de agosto será, en todo caso, limitado. Al inicio de la crisis siria, hace dos años, París envió a la zona varios submarinos, que han realizado sobre todo tareas de escucha e información. Y el 28 de agosto, una semana después del ataque químico, Defensa ordenó zarpar a la fragata de última generación ‘Chevalier-Paul’, que permitirá proteger a los submarinos y a los cazas que eventualmente participen en los ataques aéreos contra Damasco.
Un oficial del Ejército ha declarado a Le Monde que la fragata será importante sobre todo porque “sus medios de vigilancia darán a Francia más capacidad de valorar de forma autónoma la situación”. Además, el portaviones Charles de Gaullle, que de momento no ha sido movilizado, podría llegar en tres días a la zona en caso de necesidad.
Los protagonistas del ataque serán con toda probabilidad los cazabombarderos de fabricación nacional Rafale, utilizados de forma amplia en la reciente Operación Serval que liberó el norte de Malí. Francia no dispone de misiles de crucero similares a los Tomahawk norteamericanos, pero los Rafale pueden transportar misiles de alta precisión SCALP-EG, que alcanzan objetivos situados a 300 kilómetros. Los SCALP fueron utilizados por primera vez en Libia en 2011. Los ataques aéreos podrían partir desde territorio francés, aunque también están disponibles las dos bases francesas en la región (Yibuti y Abu Dhabi), y la base de la OTAN en Incirlik (Turquía).
Los expertos militares alertan tanto de las complicaciones como de las carencias del “ataque punitivo” que planean Washington y París. El coronel Michel Goya ha recordado que el único precedente exitoso similar es el ‘raid’ que Estados Unidos lanzó contra el programa nuclear de Gadafi en Libia en 1986, y ha subrayado que, dada la imbricación de las fuerzas de El Asad con la población, “la campaña aérea será muy complicada, y será muy difícil cambiar la relación de fuerzas sin una implicación indirecta sobre el terreno”.
Los militares franceses recuerdan además con dolor su última participación en la llamada “guerra fría contra el eje chiíta”, en los años ochenta. El 23 de octubre de 1983, un atentado acabó con la vida de 58 soldados galos en Beirut. Defensa ha ordenado extremar las medidas de seguridad a los 670 militares que forman parte de las Fuerzas Interinas de Naciones Unidas en el Sur de Líbano, la FINUL.
Otro problema, no menor, es el radical cambio de doctrina política que supondrá actuar sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU, del que Francia es miembro. Históricamente, París ha defendido con especial énfasis la ley internacional. Ahora, Hollande está a punto de poner fin a esa tradición, aunque haya invocado el deber, sancionado por la ONU hace unos años, de “proteger a los civiles”.
El presidente socialista, a diferencia de lo sucedido en Londres, no tendrá problemas con el Parlamento. El sistema presidencialista galo confiere a Hollande, como a Obama en Estados Unidos, la potestad constitucional de enviar tropas sin consultar a las Cámaras. El jefe del Estado, en cualquier caso, ha convocado una sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional para informar de su decisión el próximo miércoles.
El magro consuelo para el presidente socialista es que los resultados se parecen mucho a los que en marzo de 2011 anticiparon la invasión franco-británica de Libia, que en aquel momento era rechazada por un 63% de los franceses.
Entre las consecuencias que los ciudadanos temen más de la intervención, un 37% cita la posibilidad de que Damasco bascule hacia un régimen islamista, mientras un 35% indica su miedo a que la violencia se extienda por todo Oriente Próximo. Además, el 58% de los encuestados no confía en la capacidad de Hollande para liderar la intervención, frente a un 40% que le da su confianza.
El despliegue militar que parís ha previsto para la operación llamada a castigar el empleo de armas químicas en la matanza del pasado 21 de agosto será, en todo caso, limitado. Al inicio de la crisis siria, hace dos años, París envió a la zona varios submarinos, que han realizado sobre todo tareas de escucha e información. Y el 28 de agosto, una semana después del ataque químico, Defensa ordenó zarpar a la fragata de última generación ‘Chevalier-Paul’, que permitirá proteger a los submarinos y a los cazas que eventualmente participen en los ataques aéreos contra Damasco.
Un oficial del Ejército ha declarado a Le Monde que la fragata será importante sobre todo porque “sus medios de vigilancia darán a Francia más capacidad de valorar de forma autónoma la situación”. Además, el portaviones Charles de Gaullle, que de momento no ha sido movilizado, podría llegar en tres días a la zona en caso de necesidad.
Los protagonistas del ataque serán con toda probabilidad los cazabombarderos de fabricación nacional Rafale, utilizados de forma amplia en la reciente Operación Serval que liberó el norte de Malí. Francia no dispone de misiles de crucero similares a los Tomahawk norteamericanos, pero los Rafale pueden transportar misiles de alta precisión SCALP-EG, que alcanzan objetivos situados a 300 kilómetros. Los SCALP fueron utilizados por primera vez en Libia en 2011. Los ataques aéreos podrían partir desde territorio francés, aunque también están disponibles las dos bases francesas en la región (Yibuti y Abu Dhabi), y la base de la OTAN en Incirlik (Turquía).
Los expertos militares alertan tanto de las complicaciones como de las carencias del “ataque punitivo” que planean Washington y París. El coronel Michel Goya ha recordado que el único precedente exitoso similar es el ‘raid’ que Estados Unidos lanzó contra el programa nuclear de Gadafi en Libia en 1986, y ha subrayado que, dada la imbricación de las fuerzas de El Asad con la población, “la campaña aérea será muy complicada, y será muy difícil cambiar la relación de fuerzas sin una implicación indirecta sobre el terreno”.
Los militares franceses recuerdan además con dolor su última participación en la llamada “guerra fría contra el eje chiíta”, en los años ochenta. El 23 de octubre de 1983, un atentado acabó con la vida de 58 soldados galos en Beirut. Defensa ha ordenado extremar las medidas de seguridad a los 670 militares que forman parte de las Fuerzas Interinas de Naciones Unidas en el Sur de Líbano, la FINUL.
Otro problema, no menor, es el radical cambio de doctrina política que supondrá actuar sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU, del que Francia es miembro. Históricamente, París ha defendido con especial énfasis la ley internacional. Ahora, Hollande está a punto de poner fin a esa tradición, aunque haya invocado el deber, sancionado por la ONU hace unos años, de “proteger a los civiles”.
El presidente socialista, a diferencia de lo sucedido en Londres, no tendrá problemas con el Parlamento. El sistema presidencialista galo confiere a Hollande, como a Obama en Estados Unidos, la potestad constitucional de enviar tropas sin consultar a las Cámaras. El jefe del Estado, en cualquier caso, ha convocado una sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional para informar de su decisión el próximo miércoles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario