El Parlamento británico rechaza el plan de ataque inminente contra Siria

El Parlamento británico rechaza el plan de ataque inminente contra Siria

Los parlamentarios británicos infligen una fuerte derrota al primer ministro conservador


La oposición de la bancada laborista y de un grupo de 'tories' hace tambalearse al Gobierno

 El País es Londres 30 AGO 2013 - 00:49 CET

ATLAS
El Gobierno británico ha perdido la votación celebrada en el Parlamento sobre la operación inminente consensuada entre Londres y Washington contra el régimen sirio. Por una diferencia de 13 votos (272 síes por 285 noes), el primer ministro, David Cameron, ha sufrido una enorme derrota política, fraguada desde este miércoles por la clara oposición al plan de ataque en la bancada opositora de los laboristas y también entre un grupo nutrido de conservadores rebeldes. Cameron se ha comprometido a respetar el voto de los diputados. "Creo fervientemente en la necesidad de responder con fuerza al uso de armas químicas", ha manifestado, "pero creo también en el respeto a la voluntad de la Cámara de los Comunes".
En la sesión de esta tarde, Cameron insistió una y otra vez en que no aspira a provocar un cambio de régimen sino únicamente a que cese el uso de armas químicas por parte del régimen. El primer ministro tory también reiteró su promesa de que habrá una segunda votación —además de la de esta noche— antes de que Reino Unido tome parte en cualquier intervención en Siria. Mientras el jefe del Gobierno insistía en distinguir el caso sirio de la guerra de Irak, el líder de los laboristas, Ed Miliband, exigía al Gobierno una hoja de ruta clara y unos objetivos específicos para cualquier acción.
En su regreso adelantado del receso estival, los parlamentarios británicos debatieron no sólo sobre “el principio” del uso de la fuerza en respuesta al supuesto ataque químico perpetrado por Damasco, tal como reclama Cameron, sino también sobre una moción laborista en demanda de garantías para apoyar al jefe de gobierno. La propuesta fue rechazada. La oposición quiere que, una vez difundido el veredicto de los expertos de Naciones Unidas, los Comunes decidan la próxima semana en otra votación si se alinean con una acción militar de Estados Unidos. Para ello deberán dirimir si existe “una base clara en el derecho internacional” que justifique la intervención británica. Con ello, han desbaratado la inminencia del ataque consensuado entre el presidente estadounidense, Barack Obama, y su aliado británico.
La sombra de la guerra de Irak es especialmente alargada en el caso del Reino Unido, donde la sociedad y la clase política todavía se resienten de las divisiones que suscitó aquella acción contra Saddam Hussein y su supuesta posesión de un arsenal de armas químicas y biológicas. Diez años después, la opinión pública británica se ha revelado en un sondeo de YouGov ampliamente contraria a actuar militarmente contra el dictador Assad (50%, frente a un 25% que la apoya), como también lo han hecho destacados representantes laboristas. Esos dos factores han endurecido el discurso del líder del partido, Ed Miliband, inicialmente más proclive a apoyar a Cameron, aunque fuera de forma condicional.
El primer ministro debe lidiar también con un segundo frente, encarnado en siete decenas de sus propios diputados conservadores a quienes no ha convencido de la solidez de sus argumentos. Al igual que en el caso de algunos parlamentarios liberales demócratas —socios del gobierno de coalición británico—, preocupa a esos rebeldes tories la imposibilidad de que la ONU apruebe una resolución procurando cobertura legal al ataque, dado el previsible veto de Rusia y China. Cameron subrayó ayer que ha emprendido nuevas negociaciones en el seno del Consejo de Seguridad, pero todo apunta a que se trata de una vía muerta.
“No estamos preparados para firmarle un cheque en blanco al primer mnistro”, resumió el ministro de Asuntos Exteriores en la sombra —como se conoce en Reino Unido al portavoz de Exteriores de la oposición—, el laborista Douglas Alexander, sobre la votación parlamentaria de las próximas horas. En un esfuerzo contrarreloj para conjurar un resultado negativo a su demanda, David Cameron subrayó que el apoyo de Naciones Unidas a una acción militar en Siria no sería necesario para procurarle cobertura legal, habita cuenta de los tratados internacionales sobre la prohibición del uso de armas químicas.
El primer ministro, que sostiene estas afirmaciones en el informe de sus asesores legales, manifestó que la responsabilidad del régimen de Damasco en el ataque con armas químicas contra la población civil siria “es altamente probable”, según la inteligencia británica. El problema es que, al verter esas afirmaciones sin pruebas concluyentes, recuerda demasiado a su antecesor Tony Blair, el ex primer ministro laborista que justificó la guerra de Irak en la amenaza de un arsenal armamentístico de Saddam cuya existencia nunca ha llegado a probarse.
El Gobierno de Reino Unido anunció por la mañana que sus servicios jurídicos afirman que está "legalmente autorizado" para dar luz verde a un ataque a Siria aun sin la sanción del Consejo de Seguridad de la ONU, en virtud de la doctrina de "intervención humanitaria". Según informa la agencia Reuters, el Ejecutivo de David Cameron ha publicado documentos de sus servicios de inteligencia, que afirman que hay "algunas" informaciones confirmando que se ha producido un ataque con armas químicas en Siria, y que "muy probablemente" el Gobierno de Bachar el Asad es responsable.
Según el comunicado de Downing Street, el uso de armas químicas por parte del Gobierno sirio equivale "a un crimen de guerra y contra la Humanidad", pero que esa no es la justificación del potencial ataque: "El objetivo es aliviar el sufrimiento humano disuadiendo o impidiendo el uso futuro de armas químicas".
Reino Unido ha anunciado el envío de seis cazas Typhoon a la base aérea de Akrotirí, en Chipre —a 200 kilómetros de la costa siria— como "medida de precaución para proteger los intereses británicos", según un comunicado del Ministerio de Defensa. Rusia, aliada del régimen de El Asad, también enviará a la zona dos navíos —un crucero equipado con lanzamisiles y un cazasubmarinos— según la agencia Interfax, aunque fuentes de la marina rusa citadas por la agencia RIA Novósti han indicado que la operación es parte de la "rotación habitual" de la flota mediterránea.

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