¡LA PAGARÁN!

¡LA PAGARÁN!





No es una amenaza. Es un pronóstico. La pagarán todos los oficialistas, el Frente Amplio y Mujica a quién no le importa nada de esto ya que su objetivo es el bronce y no el volver a ser Presidente. Es que no se puede burlarse de la gente eternamente, hablar en cada período preelectoral de los intereses del pueblo trabajador y después darles la espalda una vez obtenido el voto de estos trabajadores y los sillones, cargos, puestos, prebendas y beneficios varios por poco trabajo, menos resultados, con un muy buen sueldo (el mismo que perciben 17 maestros) y sin riesgo alguno más que algún desplante verbal de un colega opositor. No están obligados ni siquiera a cumplir con las obligaciones contraídas. Si ponemos el caso de cualquier funcionario o trabajador que al iniciarse en un empleo ha asumido compromisos, responsabilidades y aceptado las condiciones, los legisladores, ministros, Presidente y Vice y los políticos en general no están comprendidos por tales reglas elementales. Antes de obtener su puesto de trabajo se presentan a la ciudadanía que es la que con sus sufragios los "contrata" y le proponen o prometen una cierta cantidad de cosas. Reciben el voto y después lo conocido "si te he visto no me acuerdo". Tampoco rinden cuentas y menos aún explican los motivos de tal incumplimiento. Siempre responden con vaguedades, generalidades y la más de la veces mentiras. Es decir que el tal "contrato" se rompe, se viola, y esto se lo hace con total impunidad.
Por ejemplo la brutal violación de las promesas de "progreso" para los trabajadores, las promesas de una vida digna, qué -como todos saben- comienza con percibir una remuneración por el trabajo realizado que permita alimentación, vivienda, vestimenta, transporte, etc, para el trabajador y su familia. Sencillamente para el caso de los trabajadores del estado la violación de lo prometido y la ruptura del "contrato" es descarada y descarnada. Las razones aducidas, de supuesta alta política y aún más elevados conocimientos económicos, geopolíticos y demás confusionismo tirado encima del trabajador, sencillamente no va al grano y no explica la verdad. LA VERDAD ES QUE EL GOBIERNO QUE LLEGA A SER TAL POR LOS VOTOS DE LOS TRABAJADORES A LOS QUE SE LES HA PROMETIDO PROGRESISMO, POR DETRÁS DEL TELÓN ELECTORAL SE HA COMPROMETIDO A LLEVAR ADELANTE UNA POLÍTICA NEOLIBERAL ACORDE A LAS EXIGENCIAS DEL FMI. No se le explica a la gente que quién decide sobre sueldos, salarios, aumentos y demás no es ni el consejo de ministros, ni el Presidente ni tampoco el ridículo e inoperante "equipo económico" "en las sombras" que ha utilizado el Presidente en su pelea interna por intereses de aparato. La verdad que deberían de decirla y ponerla en los cartelones y banderas antes de las elecciones es que quién decide sobre la economía nacional es el FMI ante el cual el gobierno autoproclamado progresista sumisamente acepta y aplica sus recetas. Han aturdido a la gente con griterío supuestamente "popular" de un Presidente que sabe muy bien qué es el FMI quién decide el sueldo de los maestros y trabajadores estatales. Pasa por la moledora de comisiones y falsos debates pero la verdad es esa: EL FMI DECIDE. Es decir que han mentido antes y ahora. 
Cumplen con el macabro plan imperial (de un imperio en quiebra económica en su propia madriguera, los EEUU, hecho que se oculta inundando el mundo con papeles verdes sin valor real y que les sirven para manejar las economías lacayas aún cuando todos saben que todo es falso) plan que para su aplicación requiere el control total, la tan mentada "globalización" que no es más que el sometimiento de las economías nacionales a los intereses de la mafia que controla al imperio. No dicen la verdad y en cambio se valen de los supuestos dichos "campechanos" de un Presidente que se presta a la farsa. Medio que promete, "hasta donde dé la frazada", medio que se hace el solidario "sabemos que no alcanza", adobándolo con divisionismo "si les damos lo que piden otros más necesitados se quedarán con menos" o sencillamente responde con amenazas cuando esto no es suficiente. Han entregado la soberanía nacional y deberían de decirlo abiertamente. Al no hacerlo reconocen el carácter mentiroso de sus planteos. Deberían haber dicho: lo tenemos prohibido, los verdaderos amos no aceptan que les demos más, aún cuando hasta el propio Mujica ha reconocido que los ingresos de los trabajadores no son suficientes. No lo han hecho y en cambio prestros han acudido a las medidas represivas, alegando -tal cual es el estilo imperial-, que están "amenazados". Deberían de reconocer la verdad en el próximo carnaval electoral que ya está en marcha y decir que los trabajadores NUNCA van a tener sueldos y salarios de acuerdo al costo de la vida y que cubran la canasta familiar. 
No lo han dicho, no lo dicen ahora y menos lo harán cuando los sillones estén en juego. Carnaval macabro de mentiras y promesas incumplidas, de uso de la buena voluntad de los trabajadores para con sus votos el "progresismo" recoja las migajas de poder a las que pueden acceder. Es dable preguntarse por qué razón no se habla claro. Por qué motivo mienten desde discursos con la voz engolada o la agitación demagógica. Si estuvieran convencidos de qué es mejor para el trabajador le podrían decir que ni se piensen en tener salarios dignos, que los amos del sistema a los que se han plegado ellos exige bajos salarios, inestabilidad en el empleo, socavamiento deliberado y planificado de la educación, la salud pública y demás prestaciones sociales. Qué bajo el cuento del "ahorrar" contrabandea la privatización de las prestaciones públicas. El estado no somos todos, la patria tampoco, deberían de decir y defender en las tribunas antes de las elecciones lo que después harán desde el gobierno. Son concientes de que la política és y será antipopular, remendada con limosnas tal cual lo hacen en la ciudadela imperial. 
Los capitalistas de todo el mundo saben que no pueden acorralar a millones cortándoles toda posibilidad de sobrevivir. Saben que ello será preanuncio de levantamientos sociales. Remiendan, tal cual lo hace el imperio y en toda Europa, con limitados recursos mínimos para que no haya una hambruna generalizada que genere explosiones. Van dosificando la masacre social pero, eso sí, de manera implacable. En donde hay "resquicios" le tiran unos mendrugos a los trabajadores, una vez que han sido aceptados por el FMI, al tiempo que le garantizan el saqueo más brutal que se haya visto en beneficio de las multinacionales depredadoras. La gente, el votante, el trabajador se creen las promesas de Mujica por ejemplo, agitado como "uno de los nuestros" para más tarde darse cuenta que todo ha sido mentira. Que el contrato social asumido por el Estado se viola y violará implacablemente en desmedro de los intereses del pueblo trabajador. Qué cuando reacciona enfrenta insultos, amenazas, sanciones y represión. 
Pero...el pueblo trabajador tiene conciencia tanto de sus necesidades como de sus derechos y aún sin comprender todo el palabrerío del juego de la mosqueta cupular, comprende, con el sueldo en la mano, que no le alcanza. Recurre entonces al instrumento agitado, promovido, sostenido y alabado por la propaganda electoral "progresista" o sea: los sindicatos, organismos naturales de los trabajadores para su autodefensa. Y en consecuencia recurre a paros, huelgas, ocupaciones y manifestaciones, formas de lucha qué están grabadas a fuego en la memoria colectiva ya desde los inicios del movimiento sindical, pasando por la resistencia a la dictadura y demás gobiernos de la derecha. El trabajador no ha obtenido un solo derecho sin lucha. Ni siquiera el más elemental: el derecho de sindicalizarse. Cada paso, cada conquista, ha implicado lucha, sufrimientos, derrotas, muertos y mártires, apaleos y cárcel, militarizaciones y cuarteleo, torturas y desaparecidos. El trabajador no ha recibido nada gratis, ningún mesías le ha dado nada. 
Tampoco lo han hecho estos modernos mesías montados en la tradición de lucha sindical y popular. Al contrario. Los trabajadores han respirado confiados en "los nuestros", en "el Pepe tal cuál és" y han bajado la guardia, por un período. Y cuando "nuestro" gobierno se asentó y negoció aceptando las condiciones impuestas por el imperio y dió comienzo a la aplicación de esas recetas que -lo repetimos- pasan por una salvaje e implacable expropiación al pueblo trabajador, ahí comienza a reaccionar y percibir, que una vez más como lo dijo Artigas "solo podemos confiar en nosotros mismos". 
Sucedió que en la repartija de los huesos del festín del supuesto "poder" se ha tejido desde la cúpula un tupido entramado burocrático que actúa de garante del cumplimiento de las promesas al FMI, a las patronales y a los inversores (es decir los piratas saqueadores) y que como tumor maligno se ha ido comiendo lo poco que quedaba de estructura democrática y de base en el FA, continuando por los partidos y espacios que lo componen que han degustado las "mieles del poder" como bien ha definido Fidel ante los corruptos con cargos gubernamentales, para terminar asentándose en muchos aparatos sindicales con lo cual se cierra el círculo. Mujica es acérrimo enemigo de los sindicatos de los que desconfía ya que son instrumentos que no puede controlar con tres dizque dichos populacheros, ya que los sindicatos expresan INTERESES DE CLASE que están opuestos y seguirán opuestos a los intereses qué Mujica busca reconfortar tratando de colocarse de árbitro de la lucha de clase, del choque de los intereses de clase en presencia, y cuando no alcanza se coloca de fiscal y represor también. La derecha saluda desde sus medios "la mano dura" del gobierno y lo dicen con todas las letras. Y pensar que Mujica tiene el atrevimiento de acusadar a los trabajadores de hacerle "el juego a la derecha". 
No se ha visto ninguna esencialidad, empleo de soldadesca, de cuerpos represivos de elíte que emplean munición letal, contra ningún capitalista, patrón, "inversor" y menos claro contra intereses de la multinacionales. Los palos y la represión, los insultos y el destrato, las mentiras y las promesas incumplidas, esas son para los trabajadores. La "astucia" de Mujica en las conspiraciones internistas entre aparatos y aparatitos, burócratas y carreristas, no han sido suficientes: ha tenido que mostrar el verdadero rostro de lo que significa el progresismo servil al imperio. Más aún sus cálculos de control por arriba han caído estrepitosamente ya que en la actualidad viene creciendo una corriente muy significativa y representativa en el seno de los sindicatos que va acorralando al oficialismo sindical que dormía la siesta adormecidos por las mieles del poder. 
"Es una papa hacerle huelgas al gobierno progresista" dijo hace un tiempo atrás un irrespetuoso y provocador Mujica que nunca en su vida, perteneció a un sindicato, ni estuvo en Asamblea o huelga alguna. La miró de afuera. Y se la creyó porque es muy de creerse a él mismo. Hoy en día cuando el oficialismo apenas va ganando reuniones sindicales de alto nivel, Mujica tiene que recurrir al arsenal represivo similar al del pachequismo para amedrentar asambleas. Todos se preguntan si éste enemigo acérrimo de los sindicatos logrará sus propósitos. Tal como el Ave Fénix, las organizaciones de los trabajadores, qué una y otra vez han resurgido de entre sus aparentes cenizas, ya le están dando un respuesta a esta interrogante. Mujica ha logrado enfrentarse con colectivos de primera importancia en lo sindical, con gremios con gran inserción social, con sindicatos de larga tradición de lucha e historial. Es un imposible que logre triunfar. 
Los sindicatos han surgido, crecido, sobrevivido, se han reorganizado, una y otra vez, los sindicatos se renuevan ellos mismos en el transcurso de la lucha porque son los colectivos de los trabajadores su base real y viva. La historia de los sindicatos esta pautada por retrocesos, avances, derrotas y triunfos, pero sus banderas siempre están en alto, porque las bases siempre dicen la verdad, no ocultan intenciones ni le mienten a la gente, a diferencia de la politiquería servil al imperio y a las patronales de la qué ha dado muestras el progresismo. La pagarán deciamos, si por cierto, de dos maneras: la una por la concientización qué el gobierno Mujica ha generado entre los trabajadores que se han ido fortaleciendo bajo el ya bien conocido "los hechos nos unen", y por el otro con lo que será el voto castigo, que aunque no vayan a ser cientos de miles, alcanzará para hacerle saber a la burocracia y demás politiqueros y arribistas que son repudiados, que nadie les cree la agitación del fantasma de la derecha cuando son ellos los que están llevando adelante los planes neoliberales de la derecha qué -dicho sea de paso-, por lo mismo se ha quedado momentaneamente sin asunto. La pagarán por la falta de respeto a los que trabajan, a los que mueven y sostienen el país. Y la pagarán porque a través de  todos estos conflictos la gente viene esclareciéndose. Y es solo el comienzo.
Colectivo del Blog Noticias Uruguayas

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